Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



martes, 28 de octubre de 2008

Inconscientes, se sintieron herederos del Libertador


-Es la interpretación del texto escrito por el peruano García Calderón, en el libro sobre Las democracias latinas de América, La creación de un continente, editado por la Biblioteca Ayacucho en 1987.
“Al igual que los generales de Alejandro, muerto él, se disputaban las provincias de Europa, Asia y África, despojos del festín imperial, y fundaron dinastías en plena decadencia oriental, los generales de Bolívar ejercieron su dominio durante medio siglo sobre la vida americana. Flores en Ecuador, Páez en Venezuela, Santa Cruz en Bolivia, Santander en Colombia gobernaron en calidad de legatarios del Libertador. Mientras se extendía sobre los destinos de América la sombra del magnífico guerrero, los caudillos triunfaban, ratificados por Bolívar. El principio monárquico se imponía así a los hombres inconscientes: el Libertador dejó una dinastía americana”.
¿Qué nos dice este tercer párrafo del Capítulo IV, del libro I, Formación de las sociedades americanas?, del libro Las democracias latinas de América, La creación de un continente, del peruano Francisco García Calderón (1883-1953), quien vivió la mayor parte de su vida en Francia?
Nos refiere, en cierto modo, que lo que se ha estado planteando, desde hace muchos años, en torno a los que acompañaron a Simón Bolívar en la guerra de la independencia, es una verdad, discutible o no, pero lo es: Bolívar fue seguido por hombres que creyeron en él, pero también se le sumaron inocentes e ignorantes, creyentes en una vida mejor, algunos con fe y otros aventurados que transitaron a su lado días y años violentos y muy acerados.
Transitando terrenos enmarañados una masa de hombres, mestiza a veces y silenciosa, otrora pardos orgullosos y altivos así como negros y también indios lastimados, todos ellos siguiendo a un hombre, un líder para entonces, un libertador después.
¿Alguien tiene a mano la grabación de aquellos acontecimientos, los dimes y diretes, las miradas de los actuantes, las intervenciones, las opiniones silenciosas lanzadas al oído, las conversas entre parejas?
Tenemos muchas líneas escritas en las bibliotecas; de gente cercana a los hechos, de otros que lo hicieron por referencias de los intérpretes, algunos por parientes. En fin, ha sido posible un monitoreo por parte de los historiadores que nos permite acercarnos a los hechos.
García Calderón lo deja muy claro cuando escribe que “Las guerras de pueblos se transformaron en luchas civiles, pleitos entre generales en pos de su hegemonía. Unidas en la independencia y en la vida colonial, las flamantes naciones se separaron bajo la influencia de estos guerreros: así Ecuador, Perú y Bolivia, en nombre de Santa Cruz, Gamarra, de Castilla o de Flores”.
Este nuevo despertar de la conciencia histórica en Venezuela, que ha venido derribando las historias mandadas a tejer por los vencedores de batallas que otros guerrearon, no está ocurriendo en este siglo XXI al azar, sino a consecuencias de hechos.
Este latinoamericano escritor que no se olvidó del continente, escribió algunas realidades, hechos, que, en estos momentos que vivimos, a algunas personas les disgusta que se las repitan o se les informen, gritando que ¡hasta cuando historia pasada si estamos en el presente!
El pariente suramericano que vivió en tierra gala, escribió que “La conciencia nacional se fue formando toscamente en los campos de batalla. Los generales impusieron límites arbitrarios a los pueblos; en la historia americana fueron creadores, impresionaron a las multitudes con su boato, con desfiles militares tan brillantes como las procesiones abigarradas del culto católico, con magníficas escoltas, con decoraciones y pompa. Se llamaron Regeneradores, Restauradores o Protectores”.
Eso es parte de lo que ocurrió en nuestro pasado, que nos catapultó hasta este siglo XXI y que la gente de sentido común no sólo debe apreciar en ese gran contexto integral que significa abarcar la historia de una nación, que es la de un continente.
Todo lo que ha acontecido en las historias de todos los países latinoamericanos tiene que ver con ese germen de sumisión, atención, entendimiento, comprensión y aceptación y, es eso, lo que los herederos del suministro del germen antes descrito, aspiran que no cambie, que no varíe, pese a que la revolución ha amainado en el continente.

Guerrero de ímpetu indetenible


En la antología de ensayos Bolívar Quijote de América, del fallecido historiador y poeta bolivariano, Juvenal Herrera Torres, que forma parte de la colección Alfredo Maneiro de la editorial El perro y la rana, del Ministerio del Poder Popular para la Cultura de Venezuela, una de las llamadas lecturas bolivarianas es la titulada Don Quijote Bolívar, escrita por el español Miguel de Unamuno.
El escritor destacaba en su ensayo que, “Cuando me pongo a escribir estas líneas sobre Bolívar, uno de los más grandes y más representativos genios hispánicos, arde la guerra, una guerra tan metódica como cruel, en lo mejor de Europa. Y a través del fragoroso polvo de esta guerra, tan largos años meditada y preparada, se me aparece más grande, mucho más grande la figura de nuestro Bolívar, como guerrero, como estadista, como creador de patrias, y sobre todo y ante todo como hombre.
Unamuno aclara en ese ensayo, que Bolívar fue un maestro en el arte de la guerra, más no un catedrático en la ciencia de la milicia, si es que ésta es tal. En su opinión, fue un guerrero más que un militar. (…) “fue teatral y enfático, tal como es naturalmente y sin afectación su raza, nuestra raza, pero no fue un pedante. Bolívar fue un hombre, todo un hombre; un hombre entero y verdadero, y ser todo un hombre es más, mucho más que ser Uebermensch- lo dejaré, para mayor oscuridad, en alemán-, una mera abstracción nietzscheana, de los que quieren y presumen, pero no lo logran. (Unamuno –creemos- hace esta especie de referencia al sobrehombre, del Uebermensch, textualmente, con que soñaba Nietzsche).Bolívar era de la estirpe de Don Quijote, el de los bigotes grandes, negros y…caídos”.
De Simón Bolívar se ha escrito y se seguirá escribiendo y no es porque se trate de la construcción de un mito por parte de una agencia publicitaria, sino porque la vida del caraqueño fue como el recorrido de una llama en la llanura, que se extiende con la alianza del viento y hace crecer su crepitar a medida que avanza entre mesetas y valles sinuosos.
Para dar una idea de lo que el guerrero despertaba entre admiradores y detractores, basta recordar el acontecimiento que significó para el prócer cubano José Martí su llegada a Caracas.
Daima Cardoso Valdés, Coordinadora Suplemento digital José Martí, del Periódico Guerrillero Órgano del Comité Provincial del Partido en Pinar del Río, refiere que “Bolívar ejerció en Martí un impacto enorme que tuvo sus orígenes siendo él un niño. Para el año 1881 lo contó en el discurso que pronunció en el Club del Comercio de Caracas. El conocimiento de la vida y obra del Libertador ayudarían al Maestro a conformar su concepción americana y a trazarse, sin lugar a dudas, un proyecto equilibrado de independencia”.
Cardoso Valdés escribe que a partir de 1873, en Guatemala, Martí escribe:" El alma de Bolívar nos alienta; el pensamiento americano me transporta. Me irrita que no se ande pronto".
Expresa que Martí confiesa su deslumbramiento por Bolívar. “Llega a esta tierra después de sucesivos fracasos del ideal republicano en España, México, Guatemala y Cuba. Tiene la impresión de haber llegado a la zona soñada. En varios de sus textos llama a Bolívar el Padre de todos los americanos y solo a Venezuela la madre de nuestras repúblicas. Ve a Bolívar como ápice negro en el plumón del cóndor. Martí no va a alabar en Bolívar la virtud superior, sino su ímpetu indetenible. Reconoce que Bolívar muestra (aún hoy es así) el camino a los libertadores”.
En su trabajo titulado La presencia de Bolívar en Martí, ella escribe que, en la magna oración bolivariana del 28 de octubre de 1893, dice de Bolívar: "Hombre fue aquel en realidad extraordinario. Vivió como entre llamas, y lo era. Ama, y lo que dice es como florón de fuego".Más adelante agrega sobre él:"Escribe, y es como cuando en lo alto de una cordillera se coge y cierra de súbito la tormenta, y es bruma y lobreguez el valle todo, y a tajo abre la luz celeste la cerrazón, y cuelga de un lado y otro las nubes por los picos, mientras en lo hondo luce el valle fresco como el primor de todos sus colores".
¿Repeticiones históricas?
Desconocemos el número de veces que hemos escuchado decir que la historia suele repetirse, aunque también habría igual número para los que se inclinan por una situación contraria, como decir que los acontecimientos son irrepetibles y hasta hay una tercera banda que apuesta no exactamente a la repetición de la historia sino a creer que hay una ocurrencia de situaciones y circunstancias similares en la vida de los pueblos y de los hombres.
Anatoli Shulgovski (Rusia), en su ensayo Bolivarismo y monroísmo, inserto en la antología de ensayos del fallecido historiador y bolivariano, Juvenal Herrera Torres (publicado en fecha reciente por la editorial El perro y la rana, del Ministerio del Poder Popular para la Cultura, libro que estaremos citando las veces que sea necesario), nos permite reflexionar y refrescar el porqué del carácter antiimperial de los venezolanos hoy día.
Shulgovski refiere que la campaña enemistosa en contra de Simón Bolívar no solamente fue desatada en Colombia y Europa sino también en los Estados Unidos y esa realidad de aquellos días del Libertador, se nos asemeja a estos años desde que la revolución bolivariana se instaló en Venezuela. Entonces al caraqueño lo tildaron, según el ensayista, de usurpador del poder y antiliberal, mientras “vendían” a Santander como el “liberal auténtico”. Esto es algo muy parecido a como las agencias noticiosas de los grandes grupos económicos mundiales intentan ilegitimar a Venezuela, mientras “venden” de modelo para el resto de los sudamericanos a la Colombia actual.
Refutando a quienes veían la solución de todos los problemas de los países latinoamericanos en la implantación de las formas estatales estadounidenses, Bolívar –escribe Anatoli Shulgovski- expresaba con toda exactitud: “Es desgracia que no podamos lograr la felicidad de Colombia con las leyes y costumbres de los americanos”.
Y hace tiempo –puntualiza el ensayista- son conocidas las siguientes palabras de Bolívar, las cuales se han vuelto clásicas: “Los Estados (…) parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miseria a nombre de la Libertad”.
Comenta el escritor muy frecuente tal expresión ha sido considerada como una especie de testificación de la capacidad del guerrero americano para prever el gran peligro que podían encerrar las ambiciones imperiales de estadounidenses, con su política expansionista, para nuestras naciones latinoamericanas. Dice que en tal enfoque, Bolívar es caracterizado como el precursor del antiimperialismo, lo cual, fuera de toda duda, es importante.

domingo, 26 de octubre de 2008

¿Unasur, templo de asilo contra el crimen?


La historia, tal cual como la concebimos en estos tiempos es un acontecer de hechos, de circunstancias en un momento incrustable en la cronología que ha sido construida por el mismo hombre y bajo la cual gráficamente nos venimos rigiendo en esta llamada tierra.
Siendo así nos parece altamente interesante, asombroso y valedero registrar en este momento o circunstancia histórica que vive el planeta las palabras visionadas de ese hombre que fue Simón Bolívar, El Libertador.
En carta que le dirige a Francisco de Paula Santander, en el primer mes del año 1825, Bolívar le expresa que “El objeto que más me llama la atención en el día es la tranquilidad interior de América”.
Utilizo en mis expresiones y para Pertinentes el libro del Doctor Gustavo Pereira, que la amiga Laura Nazoa, del Consejo Nacional de la Cultura, le correspondió producir.
Y más adelante, saltando algunas palabras de quien escribe otros detalles, el hombre que es gloria de Latinoamérica refería: “Cada día me convenzo más de que es necesario darle a nuestra existencia una base de garantía. Veo la guerra civil y los desórdenes volar por todas partes, de un país a otro, mis dioses patrios devorados por el incendio doméstico (…)
No creo que haya que ser exageradamente un tarado que no entendamos lo que decía Bolívar y que estuvo ocurriendo mucho después de su muerte y hasta ahora. Es decir, el hombre ya había presentido, había tenido la visión de las cruentas divisiones que experimentaría nuestra América y de los muchos golpes de Estado, traiciones y deslealtades que se habrían registrado en cada una de las naciones de este sureño continente.
Bolívar fue un genio porque ya había avizorado todo lo que nos ocurrió después, que no es mentira. ¿Algún hombre sensato puede relatar cronológicamente las interrupciones políticas de la marcha de los diferentes Estados que constituyen nuestro continente, y que se fueron por la borda a causa de intereses y apetencias individuales o de grupos?
Escribir sobre los acontecimientos no cuesta, lo que impacta y molesta demasiado duro, en nuestros espíritus, es ver cómo hemos sido utilizados todos los latinoamericanos como tontos útiles mientras se han aprovechado de nosotros desde hace siglos.
La federación, único remedio
Hay que entender lo que sentía El Libertador hace casi dos siglos –por eso la importancia de este único hombre de la humanidad- cuando decía: “Hablo de Venezuela, mi querido país. Esta consideración me ocupa noche y día; porque contemplo que el primer desorden que allí nazca destruye para siempre hasta la esperanza, porque allí el mal será radical y penetra luego a la sangre; vuelvo, pues, a mi primer proyecto como único remedio: la federación. Esta federación me parece a mí un templo de asilo contra las persecuciones del crimen. (…)
Escribir sobre estos temas, no siendo historiador sino un comunicador que hace interpretaciones de hechos que impactaron las diversas historias de esa gran localidad que ha sido el sur de la América, no ha sido nada fácil, pero si emocionante, aleccionador y generador de broncas espirituales por como los hechos en ese importantísimo pasado ocurrieron.
Nos ha estado diciendo Bolívar, desde hace casi dos siglos, que nos unamos y por ello vuelvo a utilizar una palabra de corte popular en Argentina para ver si nos acordamos de las cosas: ¿Es que somos acaso tarados cuando no podemos entender que debemos unirnos todos en Latinoamérica, a pesar de que nuestros héroes de la independencia nos lo decían?
Simón Bolívar, desde todas las plazas donde se encuentra en las distintas naciones de Latinoamérica, nos recuerda cada día y a cada instante –máximo si pasamos cerca de sus bustos o estatuas-, que somos una tierra de seres libres, única, con unas mujeres y hombres únicos, con colores diferentes, con pensares distintos, poseedores de una gran espiritualidad, con inmensas posibilidades como Unasur, Alba, Mercosur, Banco del Sur, Banco del Petróleo y del Gas y los demás recursos que poseemos; valga decir, con la necesaria e ineludible integración, somos una gran nación del sur. Por primera vez, latinoamericanos, ¡Veámonos las caras!

martes, 21 de octubre de 2008

Bolívar, el hombre


“tenía la frente alta, pero no muy ancha y surcada de arrugas desde temprana edad (…) Pobladas y bien formadas las cejas; los ojos negros, vivos y penetrantes; la nariz larga y perfecta; tuvo en ella un pequeño lobanillo que le preocupó mucho, hasta que desapareció en 1820 dejando una señal casi imperceptible. Los pómulos salientes; las mejillas hundidas, desde que le conocí en 1818. La boca fea y los labios algo gruesos.La distancia de la nariz a la boca era notable. Los dientes blancos, uniformes y bellísimos; cuidábalos El pelo negro, fino y crespo; lo llevaba largo en los años de 1818 a 1821 en que empezó a encanecer y desde entonces lo uso corto. Las patillas y bigotes rubios; se los afeitó por primera vez en Potosí en 1825.
“(…) Aunque grande apreciador y conocedor de la buena cocina, comía con gusto los sencillos y primitivos manjares del llanero y del indio. Era muy sobrio; sus vinos favoritos eran graves y champaña; ni en la época en que más vino tomaba nunca le vi beber más de cuatro copas de aquél o dos de éste. Hacía mucho ejercicio. No he conocido a nadie que soportase como él las fatigas. Después de una jornada que bastaría para rendir al hombre más robusto, le he visto trabajar cinco o seis horas, o bailar otras tantas, con aquella pasión que tenía por el baile. Dormía cinco o seis horas de las veinticuatro, en hamaca, en catre, sobre un cuero, o envuelto en su capa en el suelo y a campo raso, como pudiera hacerlo sobre blanda espuma. Su sueño era tan ligero y su despertar tan pronto, que no a otra cosa debió la salvación de la vida en el Rincón de los Toros. En el alcance de la vista y en lo fino del oído no le aventajaban ni los llaneros. Era diestro en el manejo de las armas, y diestrísimo y atrevido jinete, aunque no muy apuesto a caballo. Apasionado por los caballos inspeccionaba personalmente su cuido, y en campaña o en la ciudad, visitaba varias veces al día a las caballerizas. Muy esmerado en su vestido y en extremo aseado, se bañaba todos los días, y en las tierras calientes hasta tres veces al día (…)
Esta parte descriptiva de cómo veía a su jefe El Libertador, la hizo su edecán Daniel O´Leary y está registrada en el libro Simón Bolívar Escritos Anticolonialistas, del poeta Gustavo Pereira, doctor en Estudios Hispanoamericanos de la Universidad de Paris, Francia y fundador del Departamento de Humanidades y Ciencias del Centro de Investigaciones Sociohumanísticas de la Universidad de Oriente, UDO, estado Anzoátegui, Venezuela.
La idea fundamental de abusar del talento de este humanista que es Gustavo Pereira, oriundo de la isla de Margarita, de exponer algunas cosas de su valioso libro, es que este intelectual nos permite mostrar esa parte del caraqueño inmortal alejada de los añejos registros oficializados, a veces por enemigos o por quienes se mostraban ante él con la lisonja. Es necesario escribir sobre El Libertador para mostrarlo como lo figuraron sus más cercanos y porque en este momento, hay que decirlo a los cuatro vientos, es el espíritu que guía a los venezolanos en la revolución, de hecho, es bolivariana.
Pereira nos narra en su libro, por ejemplo, que Páez, quien le viera por primera vez en 1818, lo recuerda así en las páginas autobiográficas que escribiera en su vejez:
“Hallábase entonces Bolívar en lo más florido de sus años y en la fuerza de la escasa robustez que suele dar la vida ciudadana. Su estatura, sin ser procerosa, era, no obstante, suficientemente elevada para que no la desdeñase el escultor que quisiera representar a su héroe; sus dos principales distintivos consistían en la excesiva movilidad del cuerpo y el brillo de sus ojos, que eran negros, vivos, penetrantes e inquietos, con mirar de águila, circunstancia que suplía con ventaja a lo que la estatura faltaba para sobresalir entre sus acompañantes. Tenía el pelo negro y crespo, los pies y las manos tan pequeños como los de una mujer, la voz aguda y penetrante. La tez tostada por el sol de los trópicos; conservaba no obstante la limpidez y lustre que no habían podido arrebatarle los rigores de la intemperie ni los continuos y violentos cambios de latitud por los cuales había pasado en sus marchas (…) Era amigo de bailar, galante y sumamente adicto a las damas y diestro en el manejo del caballo; gustábale correr a todo escape por las llanuras de Apure, persiguiendo a los venados que allí abundan. En el campamento mantenía el buen humor con oportunos chistes, pero en las marchas se le veía siempre algo inquieto; procuraba distraer su impaciencia entonando canciones patrióticas. Amigo del combate, acaso los prodigaba demasiado, y mientras duraban, tenía la mayor serenidad (…)
Por supuesto que este revolucionario latinoamericano tuvo sus ¿detractores? ¿enemigos gratuitos o tarifados? No sabemos, pero el poeta Pereira al referirse al asunto menciona a Ducoudray-Holstein y quien de paso sirvió de fuente a Marx. La lisonjería es un vicio humano de siglos y es mejor, cuando es fructífera, salpicada de monedas y nada de extraño –no lo dice Pereira sino quien escribe- que algunos individuos, sean la clase de que se sientan, vivan de esa manera. De hecho, hoy en pleno siglo XXI, tenemos a ciertos medios tarifados de comunicación en Latinoamérica y el mundo –nada en ellos es gratis- que opinan de acuerdo hacia donde se incline el peso del dinero y los negocios.
No hay alguna duda en el pensamiento revolucionario de Simón Bolívar. Un hombre que pensó que había que concederle mucho peso a la educación de las mayorías, revolucionando ese sistema educativo privilegiado y que había que darle un régimen legal justo a los ciudadanos que para entonces eran la servidumbre y que había que oponerse a la trata de esclavos, era obvio que generaba malestares.
La realidad actual se parece a esos viejos tiempos, en los que algunos individuos no logran aceptar que los privilegios son insanos. La demonización que vienen haciendo de la revolución bolivariana, desde hace diez años, no logra hacer mella en la mayoría de la población, la misma que siempre fue excluida de los beneficios del Estado.
La situación es igual en el resto de las naciones latinoamericanas. Quienes son los dueños de los privilegios atacan a todos los procesos gubernamentales que intenten hacer justicia, que quieran ser honestos, que manifiesten el amor por los tontos.
Es la gran realidad que todos los latinoamericanos deben entender y comenzar a actuar como lo que son, soberanos, autónomos, inteligentes, con identidades culturales propias y ricas y dueños de sus destinos hacia la gran nación donde todos sean dueños de si mismos y nunca jamás servidumbre de quienes se creen dueños del mundo.

lunes, 20 de octubre de 2008

Los latinos somos mágicos


Los latinos cada día sentimos lo que somos y los demás ciudadanos, llámense estadounidenses, canadienses y europeos, no tienen la menor idea de lo que somos ni lo que está en nuestros espíritus.
Lo que ha ocurrido es que ellos (gringos y demás especies conquistadoras) piensan que tienen el mundo a sus pies, que ellos manejan la tecnología, tienen el dinero y tienen la piel de un tono con la presunción que es más hermoso que los demás y que ello les da derecho a controlar todo, porque eso lo ha decidido una divinidad que no conocemos y, por supuesto, que ellos tampoco conocen.
Vivimos un mundo hermoso, lo sentimos, hay una sensación en el aire de que hay que compartir más de lo que en el pasado fue posible hacer. La música, que es la más liviana y enriquecedora de las manifestaciones espirituales con sonido que existe en el mundo, es el anuncio permanente de la emoción de los humanos.
No hay manera alguna de cambiar o transformar la belleza de nuestro continente sureño, porque la belleza no puede ser cambiada en algo horrible o algo que moleste.
Por eso me liberé canta el Gran Combo de Puerto Rico, que se escucha desde hace tiempo y está vigente en estos días finales de 2008, todo el tiempo en las diversas emisoras y que también escuchan en las diversas parroquias de la capital de Venezuela, mostrando un sentimiento que pocos pueden entender. Hay mucho amor en el sentimiento expresado por la canción y también hay amor en quienes lo escuchan porque amorosamente lo entienden así. Es un asunto de alma y salsa o ¿salsa y alma?
¿Cuál flota!
Los latinoamericanos tenemos un idioma que no pueden comprender los sajones, por más que digan que la cuarta flota vino a sacarle los dientes y ponerle curitas a nuestro gante, como si olvidáramos las invasiones a República Dominicana, Grenada, Panamá y el golpe en Haití para destituir a su electo y legítimo mandatario.
Tenemos los latinoamericanos una magia que nada tiene que ver con lo externo a la latinidad. ¿Piensan los ingleses como los latinos? Creemos que no hay comunidad, como no la hay con los poderosos de las elites que controlan el poder en los Estados Unidos. Ellos persiguen, luchan, eliminan, matan y destrozan todo con tal de demostrar que son un poder, mientras nosotros amamos y nos preocupamos por nuestras gentes.
Como escribimos en una oportunidad, no pateamos a los hijos a los dieciséis años de edad para que se vayan y les reiteramos que se larguen. Los latinos, queremos que nuestros hijos se queden siempre con nosotros. ¡No importa que crezcan y se casen y se vengan con los hijos, nuestros nietos a nuestras casas! ¡Así somos!
Actuar como latinos
La gente que tiene la enfermedad del absolutismo, de sentirse hijos de Dios y privilegiados como raza superior no lo pueden entender y los dueños del poder, los mismos que mantienen sojuzgados a la mayoría ciudadana estadounidense no entienden que seamos diferentes. Quizá eso lo puedan entender, a lo mejor los noruegos y lo suecos, pero independientemente de todo, los latinoamericanos, siempre hemos tenido la idea de un mundo mejor, de un mundo con amor, con problemas y todo, como suele ocurrir, pero un mundo donde el amor es lo importante, porque el amor es lo que hace a las familias, a la sociedad y el mundo.
Es tiempo ya de actuar como latinos que somos y eso significa amar a nuestras naciones, respetarnos, encontrarnos y convertirnos e una sola gran nación unida.
El fallecido historiador, poeta, bolivariano comprometido, Juvenal Herrera Torres, en su libro “Bolívar Quijote de América”, una antología de ensayos que recién publicó la editorial revolucionaria El perro y la rana, registra la opinión del uruguayo José Enrique Rodó, reconocidísimo intelectual de esta parte del continente, cuando escribió:
“Con más o menos dilación, en una u otra forma, un lazo político unirá un día a los pueblos de la América nuestra, y ese día será el pensamiento del Libertador el que habrá resurgido y triunfado, y será su nombre el que merecerá, antes que otro alguno, cifrar la gloria de tan alta ocasión.
Este es el momento, pues, de aplaudir y apoyar la creación y funcionamiento de todos los organismos estructural y funcionalmente que nuestras naciones requieren para desarrollarse:
- Busquemos el dinero entre nosotros, financiemos nuestros propios proyectos, compremos lo que nosotros mismos producimos, explotemos nuestros recursos en función de las personas, de las mujeres, de los hijos, de los ancianos de todas nuestras naciones hermanas. ¡Seamos mejores y con conciencia! Es el gran momento de unidad para todas las naciones latinoamericanas y del caribe, porque podemos ser y vivir mejores.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Latinoamérica, la gran nación del sur


Los ciudadanos latinoamericanos, valga decir, centroamericanos, del caribe y suramericanos, tienen en estos momentos de crisis, el mejor ejemplo para que se conviertan en lo que por siglos han soñado, en la gran nación del sur, con sus propios esquemas sociales, estructuras físicas de integración geográficas, navales, aéreas, de salud, de economía, agricultura e industria y de muchas relaciones que se desprenden de la integración, como la educativa, salud, de investigación científica y tecnológica, aduanas, impuestos, con su propio banco central y una moneda única que permita fortalecer las finanzas de todas las naciones rumbo a un destino de desarrollo común aunque diferenciado dadas las propias características de cada país.Cada nación tiene sus particularidades y riquezas, pero solamente unidas en una gran nación permitirá que puedan ser dueños de su propio destino. ¿Algún argentino podrá imaginar lo que es salir en ferrocarril de Buenos Aires y llegar a Caracas, luego de disfrutar de todo el rico y variado paisaje de este continente y después de descansar varios días continúe rumbo a Centroamérica y posteriormente navegar hacia las islas del caribe? Y no es este el único ejemplo, porque las vías de comunicación pueden ser hechas de Caracas a Brasil y también hasta Guyana, Buenos Aires, por Montevideo, Chile, La Paz, Quito, Bogotá y pare de contar.¿Se imagina el lector la cantidad de actividades, relaciones, acuerdos y proyectos que pueden realizarse cuando todos los latinoamericanos logren concientizar la fuerza, aún dormida, que tienen?No hay razones para que este continente, pese a ser una sola geografía permanezca desunido. Los planteamientos ya están en las mesas políticas de todas nuestras naciones y ello ha sido posible, en esta última realidad y lamentablemente, por la embestida de una catástrofe financiera que está afectando al mundo y, por supuesto de una forma u otra sentiremos sus efectos.Muchos intelectuales han estado participando en diversas conferencias, encuentros y seminarios en Caracas, Venezuela, actualmente centro de la dinámica política más importante de las últimas décadas por los planteamientos que se discuten acerca del socialismo del siglo XXI, la organización de un modelo económico diferente al capitalismo, de complementación, justicia, igualdad y de mayor inclusión ciudadana, mientras por otro lado se observa la gran barbarie desatada por los que manejan el capital transnacional con sus agresiones militares devastadoras que solo persiguen como fin único adueñarse de los recursos naturales de nuestros países.Por eso el planteamiento de la unidad política que se expresa en Unasur y la solidaridad que muestra la Alternativa Bolivariana para las Américas, ALBA. Los latinoamericanos no podemos esperar, no podemos dejar que la burocracia política del pasado detenga los pasos de los proyectos dirigidos hacia la unificación de las naciones de este continente suramericano. Nadie ajeno a nuestro continente puede decidir el destino de nuestras vidas, de nuestros recursos y de nuestras identidades. Tenemos una cultura muy rica y, afortunadamente todavía, varios millones de ciudadanos representantes de los habitantes primigenios de estas tierras.