Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



jueves, 28 de mayo de 2009

Briceño-Iragorry y el actual rescate de lo histórico


El notable Mario Briceño-Iragorry, Dr. En Ciencias Políticas, prolijo escritor venezolano preocupado por la historia y la identidad de sus compatriotas –fallecido en 1958- quizá hoy hubiese contemplado con mucho interés el vuelco que viene dando la nación, en su cada día más profundo encuentro con la historia y su gente, al apreciar como un proceso político como el de la revolución bolivariana, no solo desarrolla proyectos para educar, alimentar y dar salud a los millones de ciudadanos que integran el país sino que despierta en las mujeres y hombres de su generosa tierra sentimientos de identidad con la historia que les ha dado origen a sus vidas, sus tradiciones y costumbres y los hace manifestar un ardoroso orgullo y amor por sus vidas como pueblo.
El intelectual mostraba preocupación en sus ensayos, como cuando escribió, en Mensaje sin destino (Ensayo sobre nuestra crisis de pueblo), con siete ediciones, siendo la última de Monte Ávila Editores en 2005 y que forma parte de la 1ª edición en la Biblioteca Básica de Autores Venezolanos:
“Creo haber escrito en alguna oportunidad que Venezuela, pese a su historia portentosa, resulta desde ciertos ángulos un pueblo antihistórico, por cuanto nuestra gente no ha logrado asimilar su propia historia en forma tal que pueda hablarse de vivencias nacionales, uniformes y creadoras, que nos ayuden en la obra de incorporar a nuestro acervo fundamental nuevos valores de cultura, cuyos contenidos y formas, por corresponder a grupos históricamente disímiles del nuestro, puedan, por aquella razón, adulterar el genio nacional”.
Insistimos en que Briceño-Iragorry estaría siendo un testigo interesado del evolucionar que hay hoy día en Venezuela porque, precisamente el actual líder de la revolución bolivariana, desde hace diez años, viene acercando a la ciudadanía hacia la interpretación e identificación con los hombres que hicieron la historia, el porqué de sus actuaciones, sus éxitos y fracasos; ha hecho que las personas analicen la realidad histórica que como pueblo es el país, apartando esa debilidad fetichista de querer acceder a una realidad a partir del sentido de una efemérides, de un cierto colorido entusiasmante que se aleja de los hechos.
Hoy existe un llamado permanente no sólo a mostrar el crisol que somos como raza, sino las razones de la mezcla, las características, sus propias identidades, las tradiciones y las vinculaciones con el lar de cada quien y, por supuesto, la riqueza y también el colorido y la esencia de pueblo de cada parte de lo que es la nación.
El solo hecho de reconocer al hombre como patrimonio cultural, como lo considera la revolución bolivariana, ya de por si es un valioso aporte a la construcción de la verdadera identidad nacional, la misma que siempre preocupó a Briceño-Iragorry.
Estaba tan claro el escritor, al punto que decía que sostenía que no debería entenderse la tradición como “…una actitud estática y conformista, que convierte a los hombres nuevos en meros y necios contempladores de los valores antiguos. La tradición es la onda creadora que va del ayer al mañana, y sin consultarla, no crecerán para lo por venir las sociedades. Hay quienes la adversan por confundirla a la ligera con el ánimo retrógrado y fanático de ciertos temperamentos conservadores, opuestos al espíritu de modificación progresiva que cada generación está en el deber de realizar en orden al perfeccionamiento del legado transmitido por los antecesores. Pero la tradición, lejos de impedir el avance de dicho espíritu, es el módulo que determina su progreso”.

domingo, 24 de mayo de 2009

Latinoamérica: Una totalidad indivisible


Al apreciar este tiempo de creciente energía social que se siente en Latinoamérica, en este comienzo del siglo XXI, es más que necesario revisar, en los escritos de los investigadores de la historia, de esos intelectuales que han hurgado en las palabras escritas del pasado y plasmar sus serias opiniones para así contextualizar los acontecimientos que hacen parte de nuestra vida.
El notable intelectual que fue Arturo Uslar Pietri, escribió en el prólogo de Simón Bolívar Para nosotros la Patria es América, de la Biblioteca Ayacucho, al referirse a la realidad del hecho independentista que “Asombra que aquellos hombres, formados en una tradición estrecha y localista, pudieran alcanzar una concepción tan amplia de la geografía y de la historia. Que no pensaran en términos de lar nativo y de la comarca ancestral, que se abstrajeran de una Europa dividida por los particularismos históricos y las ambiciones nacionales para concebir un nuevo mundo en una dimensión continental. No pensaban en Venezuela, ni en la Nueva Granada. Hasta los nombres mismos los iban a alterar para hacer más patente la presencia de las nuevas posibilidades. Pensaban en términos de masas continentales, de millones de leguas y de millones de hombres, en jurisdicciones políticas dentro de las cuales pudieran nacer y morir los más grandes ríos de la tierra, donde los Andes fueran un accidente geográfico y el Caribe un mar interior. Se sentían unos y los mismos desde el altiplano de México hasta el estuario del río de La Plata y no concebían, sino como una caída y hasta como una traición, una América dividida en pequeñas y rivales naciones”.
Había una emoción de unidad en los independentistas americanos
Uslar Pietri profundiza en su análisis e indica que esa visión que tenían los héroes independentistas latinoamericanos “Era la herencia del viejo sueño del Nuevo Mundo que venía fascinador y viviente desde la época misma de la conquista. Era una emoción de unidad y continuidad sobre la que habían caído, como leves y transitorias cicatrices, las demarcaciones administrativas de la Corona. Para los conquistadores todo era uno y lo mismo. Se iba de Cuba a México como Cortés, de México al Perú como Alvarado, del río de La Plata a La Florida como Álvarez Núñez, de Lima al amazonas y a Venezuela como Lope de Aguirre. Las indias, el Nuevo Mundo y más tarde América fueron vistas como un todo y como un todo se concibió su destino en el alma de los grandes reformadores y utopistas. Cumaná, La Española y Chiapas eran lo mismo para Fray Bartolomé de las Casas. Fue Obispo de los Confines, es decir, del extremo por donde la tierra vieja se prolonga en la nueva. En el sentido viviente de su lengua la palabra frontera no significaba una raya infranqueable sino una zona abierta para el avance y la incorporación”.
Más adelante, el intelectual escribe que “La idea de independencia no fue sino consecuencia de la idea de Nuevo Mundo. Se pensaba en un destino para la inmensa extensión geográfica. No en la suerte peculiar de una provincia”.
En otro párrafo, el autor de Lanzas Coloradas sostiene que “Los hijos de la Capitanía venezolana fueron de los más visionarios y tenaces de entre ellos, y el primero de todos, el caraqueño Francisco de Miranda, nunca habló sino de América y del Nuevo Mundo como una totalidad indivisible”.

viernes, 15 de mayo de 2009

Argentina, aunque lejos, "Venezuela no os perderá de vista"


Las actuaciones y demás expresiones de las relaciones entre Argentina y Venezuela, tan distantes como las letras del abecedario pero más cercanas de lo que nadie se puede imaginar, no son muestras de este siglo XXI.
La relación entre Argentina y Venezuela es de una data muy interesante, prácticamente increíble pero profunda en el tiempo, aunque desconocida para unos cuantos.
Escribimos, en estas líneas, sobre la proclama que hace el Libertador Simón Bolívar a los habitantes del Río de la Plata, desde Angostura, en 1918, en la que reafirma la idea de la unidad del continente y que registra la Colección Claves de América, de la Biblioteca Ayacucho, con el nombre Para nosotros la Patria es América.Simón Bolívar, texto en torno al cual siempre estaremos escribiendo, dado su importante contenido.
La proclama la inicia el Libertador en los siguientes términos:
“¡Habitantes del Río de la Plata!
VUESTROS HERMANOS DE VENEZUELA han seguido con vosotros la gloriosa carrera que desde el 19 de abril de 1810 ha hecho recobrar a la América la existencia política de la que la habían privado los tiranos de España. Venezuela ha visto con gozo y admiración vuestra sabia reforma, vuestra gloria militar y vuestra felicidad pública. Ella no ha podido lisonjearse de haberos igualado en fortuna; pero si en los principios y en el objeto. En todo hemos sido iguales. Sólo la fatalidad, anexa a Venezuela, la ha hecho sucumbir dos veces, y su tercer período se disputa con un encarnizamiento de que únicamente nuestra historia suministra ejemplo. Ocho años de combates, de sacrificios y de ruinas han dado a nuestra patria el derecho de igualarse a la vuestra, aunque infinitamente más espléndida y dichosa.
La sabiduría del Gobierno del Río de la Plata en todos los departamentos de su administración, sus transacciones políticas con las naciones extranjeras y el poder de sus armas en el fondo del Perú y en la región de Chile, son ejemplos elocuentes que persuadirán a los pueblos de la América a seguir la noble senda del honor y libertad. Venezuela, aunque de lejos, no os perderá de vista.
¡ Habitantes del Río de la Plata! La república de Venezuela, aunque cubierta de luto, os ofrece su hermandad; y cuando cubierta de laureles haya extinguido los últimos tiranos que profanan su suelo, entonces os convidará a una sola sociedad, para que nuestra divisa sea unidad en la América Meridional”.
Lo anterior es la Proclama que hace Simón Bolívar desde el Cuartel General de Angostura, en junio de 1818.
Lo que está en este texto es realmente increíble, porque nos muestra a un Simón Bolívar visionario, menos quijotesco de lo que decía el español y muy
Venezolanista después, Pedro Grases. No es rechazable la opinión de Grases, tanto como la del profundo Unamuno, pero ajustando los tiempos en ese extraño reloj que se han creado los humanos, ese luchador tuvo tanta visión como fue igual en Francisco de Miranda.
Hijos de aquellos que vinieron en plan de conquistar y que se adueñaron a sangre y fuego de la América, que fue llamada después, los que nacieron en este continente, lo sintieron como su patria, muy distante de un poder ajeno a quienes vivían y sufrían este sur y luego con corazones americanos dejaron a un lado la obediencia a lo que en un tiempo consideraron el amor a la madre patria. Ellos y nosotros actuales, somos la nueva raza.

jueves, 14 de mayo de 2009

Bolívar quijote,pero también profundamente visionario


De la guerra de independencia conocemos lo que algunos textos nos dicen y, por supuesto, debe ser así; debemos creer en los libros aunque también estamos obligados a apreciar el mayor número posible de exposiciones sobre la guerra independentista y sobre aquellos hombres que hicieron posible tan gigantesca hazaña esa, de liberar a un continente, como el caso de la América de Bolívar.
En los “Escritos Selectos”, del profesor de Letras Pedro Grases, publicado por la Biblioteca Ayacucho (1989), con presentación de Arturo Uslar Pietri, destacado intelectual venezolano, hay un trabajo en el cual, el investigador español Grases habla del quijotismo bolivariano.
En su opinión, “Acaso el rasgo que identifica más hondamente la personalidad de Bolívar a las esencias del carácter hispano, sea su quijotismo. Así lo entendió también Unamuno en la sagaz interpretación que hizo del Libertador suramericano en su espléndido ensayo ”Don quijote, Bolívar”. Por supuesto, Pedro Grases antes deja claro que nadie puede regatear el símbolo de hispanidad que tiene ese personaje de Cervantes.
“Si pensamos en la acción bolivariana realizada como concreción de un sueño de visionario, llegaremos a la conclusión de que es perfecta la equivalencia Don Quijote-Bolívar. Podrían aducirse multitud de referencias para probar este aserto, particularmente en las circunstancias adversas que sólo pudo superar por la fuerza de su propósito. “Hombre de las dificultades”, se llamó a si mismo, pero lo magnífico y aleccionador es que surgía fortalecido como hombre, igual que Alonso Quijano, al vencer los obstáculos a base de su genial convencimiento. Siempre me ha parecido como índice de este quijotismo lo que le acontece a Bolívar en 1819, cuando tenía 36 años y se hallaba a la cabeza de un estado inexistente, ilusorio, a orillas del Orinoco, con el único apoyo de de las soledades que rodeaban la ciudad de Angostura(hoy Ciudad Bolívar). Sin dominio territorial, pues casi la totalidad de Venezuela estaba en posesión de las armas españolas al mando del General Pablo Morillo, convoca Bolívar un Congreso para organizar la República”.
Para Grases, el Libertador tenía un poder precario para entonces y el apoyo que la naturaleza le prestaba con sus desérticas inmensidades, pero pese a ello, Bolívar dicta decretos, nombra ministros, crea el Correo del Orinoco, vocero de la doctrina emancipadora y de las noticias de un Gobierno que apenas era un proyecto.
“Sin soporte territorial; con un ejército en formación; con escasos reclutas; sin cuadros de administración; con el horizonte lleno de oscuros presagios, pues se enfrentaba al poderío militar español, al mando de un gran comandante; rodeado de una región despoblada; así en estas condiciones, se presenta ante el Congreso con un texto de una nueva Constitución, sabiamente pensada para conducir un país que había de crearse”.
Grases estuvo convencido de que todo aquello era “un juego de fantasía, manifestación de una quimera que sólo puede salir de una mente quijotesca. Pues bien; en estas condiciones, no se limita a proponer la Ley fundamental del Estado imaginario, sino que ofrece instituir una gran República, con la Nueva Granada, el Reino de Quito y Venezuela, que va a llamar Colombia en homenaje al Almirante, Y, además, lleva su delirio a escribir en el mensaje o exposición de motivos, con que presenta su plan de Constitución las siguientes palabras:
“Al contemplar la reunión de esta inmensa comarca, mi alma se remonta a la eminencia que exige la perspectiva colosal, que ofrece un cuadro tan asombroso. Volando por entre las próximas edades, mi imaginación se fija en los siglos futuros, y observando desde allá, con admiración y pasmo, la prosperidad, el esplendor, la vida que ha recibido esta vasta región, me siento arrebatado y me parece que ya la veo en el corazón del universo; extendiéndose sobre sus dilatadas cosas, entre esos océanos, que la naturaleza había separado, y que nuestra Patria reúne con prolongados y anchurosos canales.
Ya lo veo servir de lazo, de centro, de emporio a la familia humana; ya la veo enviando a todos los recintos de la tierra tesoros que abrigan sus montañas de plata y oro; ya lo veo distribuyendo por sus divinas plantas la salud y la vida a los hombres dolientes del antiguo universo; ya lo veo comunicando sus precisos secretos a los sabios que ignoran cuan superior es la suma de sus luces, a la suma de las riquezas , que le ha prodigado la naturaleza. Ya la veo sentada sobre el Trono de la Libertad, empuñando el cetro de las Justicia, coronada por la Gloria, mostrar al mundo antiguo la majestad del mundo moderno”.
Y al respecto, Grases escribe “Sobre nada, tanta ilusión, ¿no es quijotismo? Por tanto, ¿no es efectivamente hispánico?”. Y luego el escritor señala que tuvo Bolívar conciencia de que su acción, al contemplarla al final de su vida, era digna de ser considerada como algo quijotesco.
“Dícese que afirmó que en el mundo había habido tres grandes majaderos: Jesucristo, Don Quijote y Simón Bolívar. El joven mantuano, rico, poderoso en su infancia y juventud, bajaba a la tumba en la mayor pobreza por haber servido un ideal. ¿No es eso hondamente hispánico?
En realidad, no discutimos lo del quijotismo que pudo haber caracterizado la personalidad del Libertador, pero nos inclinamos mucho más a creer en su carácter visionario, de un hombre profundamente pensador, filósofo, lleno de ideas y de posibilidades y, por supuesto, dotado de un carácter que le permitía empujar sus ideas, su visión de patria y del mundo americano.

martes, 12 de mayo de 2009

Más sobre la procedencia del venezolano


Como el tema de nuestra procedencia ha sido tratado incompletamente, es importante continuar con quienes han tratado esos temas, pues ellos tienen más autoridad que quienes escribimos. En efecto, Rufino Blanco Fombona, periodista, escritor, ensayista y todo un pensador profundo, agrega en sus estudios acerca de nosotros y la época colonial de los venezolanos y como nos hemos ido formando, lo siguiente:


"El español, que ha impuesto su lengua y su religión, gobierna y practica las funciones superiores del culto.


El americano ejerce por concesión una que otra función de aparato, ya municipal, ya seudomilitar en cuerpos de milicia. Es agricultor, propietario, criador, rentista. Con esos apoyos iniciará, sin embargo, la Revolución".


La impresión que expresó Blanco Fombona es interesante, porque muestra dos aspectos de aquellos americanos que irían después a batallas para liberarse: El sentirse hijos de una tierra y, por otro lado, sentirse también capaces de luchar, al abrazar, muchos de ellos, el sentimiento militar en las milicias.


Habla el escritor de los pardos y escribe que "...ejerce pequeñas industrias en las ciudades, forma batallones de milicias con elementos de su clase, y en la jerarquía de este orden militar puede ascender hasta el grado de capitán. Ejerce algunas profesiones liberales, como la medicina. Es propietario y agricultor. Está sometido a leyes suntuarias.


El indio vive siempre bajo tutela. El Papa ha declarado que sí tiene alma; pero como no comprende abstracciones metafísicas, se le cree torpe en grado heroico. Es astuto como todos los débiles. La alegría y la audacia, en trescientos años de oprobio, lo han abandonado; es melancólico y tímido. En algunas provincias forma pueblos de su raza, gobernados por un corregidor, o bajo el régimen teocrático de religiosos católicos. Cultiva la tierra y es pastor. El indio, no sólo por hábito adquirido, sino por naturaleza, siempre fue pasivo, carneril, sin personalidad. El socialismo incásico da fe".


Este punto de Blanco Fombona es interesante también, porque demuestra varias cosas. En primer lugar que no contempla ni explica el sentido de lo que puede significar o formar parte inherente como la idea del determinismo geográfico. Eso por un lado. Y por el otro, el desconocimiento de un sentido cosmogónico entre las poblaciones indígenas, parte poco estudiada y comprendida y que es un asunto a estudiar por sociólogos y antropólogos.


Escribe Blanco Fombona del manusmiso y dice que "...puede ascender como el hombre de color libre. Si se fuga, durante cuatro meses, cae de nuevo en la esclavitud: es de quien lo aprese. Ejerce industrias, cultiva la tierra, vende, compra y es propietario.


El esclavo cultiva los campos, es sirviente doméstico. Por su mayor fortaleza física y su carácter más regocijado, es quizá, a pesar de la esclavitud, menos desgraciado que el indio. Su precio máximo en la Capitanía General de Caracas es de 300 pesos. Si los reúne, el esclavo puede libertarse a si mismo. Si el amo le maltrata y el esclavo lo comprueba, y encuentra nuevo amo que proponga comprarlo, el propietario está obligado a venderlo".

lunes, 11 de mayo de 2009

¿De dónde venimos los venezolanos?


En realidad a veces no le prestamos atención a ese punto que se refiere a nuestra procedencia y lo mestizos que hoy somos. Cualquiera puede decir que es blanco de cuna, otros dirán que su padre es negro y su madre es blanca, otros alegarán que son descendientes de españoles y que el pelo enrollado lo tienen por un pariente lejos de raza negra, mientras otros hablan de tener abuelas indígenas y negras y otros que son mezclados.
El asunto del mestizaje venezolano es terrífico, como dicen los gringos, pero no por terrible, sino porque la expresión demuestra algo así como muy interesante, entusiasmante y a la vez complicado. Otra pregunta que tiene valor y necesita respuestas es ¿Todos en Latinoamérica tenemos procedencias parecidas, muy diferentes, sin mezclas, con mezclas)
Desconozco al más puro de este país y de este continente suramericano, que diga que tiene una descendencia de sangre azul, lo cual sería altamente complicado porque quienes precisamente vinieron con Colón, tanto los que mandaban como los subalternos no eran personas descendientes de otras personas con lo que algunos denominan linaje, con títulos que a veces le acreditaban a la gente porque los compraban, los recibían por un excelente desempeño en una batalla donde a lo mejor liquidaron a unas cuantas personas o por las torceduras propias de las intrigas políticas que eran muy comunes en los palacios de los llamados reyes.
Si en algo aventajan los españoles a los gringos, alemanes y franceses y otros europeos, es que los hispanos no tuvieron dificultades para intimar con indias y negras. Por supuesto, ello no quiere decir que en las mejores condiciones, porque quienes acompañaron al marino aventurero, no eran exactamente hombres salidos de una academia de buenas costumbres.
Rufino Blanco Fombona, en Ensayos históricos, publicado por la Biblioteca Ayacucho, en 1981, refiere que “En aquel baraje de razas que se produjo en la colonia, y de donde saldrá el basamento de la nueva sociedad, una casta se conservará incontaminada, incólume, orgullosa, pura: la casta criolla, el blanco americano, vástago de conquistadores y pobladores, que será una suerte de nobleza, y que así se llama. Los hombres de esta casta pudieron cohabitar con indias y aún con negras, pero el fruto de esos placeres no lo elevaban socialmente a la condición del padre. Quedaba siendo pueblo.
Las castas, pues, están muy bien delimitadas. Los blancos son muy celosos de sus prerrogativas.
Apurado de dinero y poco escrupuloso, dictó el Monarca de España, a promedios del siglo XVIII, una cédula que se vendía a pardos y mestizos. Se llamaba Cédula de gracias al sacar. Según tarifa, proporcionada a la mayor o menor cantidad de sangre africana, se declara por dicha cédula blancos a los que no lo son. Los americanos blancos pusieron el grito en el cielo”.
Es apreciable, en este sentido histórico aunque siempre actual, ese hecho de la pertenencia a grupos elitescos. Pero Blanco Fombona continúa con el tema y escribe que “Con ese espíritu de toda agrupación, espíritu de defensa y exclusivismo, que hace posible la armonía y aun la existencia entre los distintos centros sociales, los blancos se unificaron y defendieron contra las clases étnicas inferiores y ante el rey. Porque la cuestión era para ellos de mucha entidad. No es que el pardo, por un decreto comprado, fuera étnicamente al blanco, sino que ascendía, en principio, al nivel social de éste, y era apto desde ese punto para ejercer aquellas escasas funciones, más aparatosas que importantes, que el español concedía al colono blanco, pero que bastaban, sin embargo, para conferir a éste el primer puesto en el país donde vivía”. Y más adelante, el periodista y escritor añade:
“La gente de color, encontrando el obstáculo de los criollos, no pudo, a pesar de las cédulas reales, obtener preponderancia social ni política durante la colonia. Mayor cien veces la obtuvo luego, con la República.
Tenemos, pues , una sociedad de castas, a saber: el español, el criollo, el pardo, el indio, los libertos y los esclavos. Entre estas castas hay lucha, ya sorda, ya manifiesta, pero constante; lucha que los españoles dirigentes aprovecharán algunas veces para sus fines de dominación. Ya iniciada la independencia, y por mucho tiempo, España se apoyará en el pueblo contra la oligarquía criolla, que es la que revoluciona”.
Un tema emocionante, porque es irse a esa historia de creación de nacionalidades, es conocer, es sentir muy de cerca la historia y es comprender lo que ahora somos.

lunes, 4 de mayo de 2009

Los próceres latinoamericanos:la raza nueva


Grato e interesante apreciar, como escritores, investigadores talentosos de la historia que fueron, tal es el caso de Rufino Blanco Fombona, califican a quienes llevaron sobre sus hombros la independencia de nuestra América.
Al hacer un escrito sobre el carácter de la revolución independentista, el periodista escribe:
“España, a fuero de conquistadora, ejerció la soberanía de acuerdo con su carácter y educación nacionales, como mejor le parecía. Era lógico, reprocharle su conducta, sobre ocioso es absurdo, y probar que se ignoraban las leyes sociológicas”. Más adelante, el autor añade que “… sería ignorancia de esas mismas leyes el condenar la Revolución. Para fines del siglo XVIII ya estaba en sazón en América una raza de hombres, hijos de conquistadores y colonizadores europeos, que podían dirigir una corriente de opinión adversa a la madre patria; las circunstancias exteriores fueron propicias, y sobrevino la Revolución De la Independencia”.
Pero no solo era la visión que Blanco Fombona tenía sobre nuestros héroes, esa raza de hombres, que para nosotros los seguidores de la historia fue de aquilatado valor, porque el escritor es duro en sus comentario sobre quienes manejaban la madre patria y así lo relata:
“En plena decadencia política, industrial y mercantil; entregada a un rey inepto como Carlos IV, a una mujer liviana como María Luisa y a un favorito de alcoba como Godoy, España, ciega y paralítica, n podía conducir a los que tenían ojos y piernas, a un pueblo situado a dos mil leguas de distancia, con población y territorio mayores que los de la metrópolis, animado en sus mejores hijos del espíritu revolucionario de 1789 y con fuentes de riqueza maravillosas que estaba mirando inútiles por la incuria e incapacidad de los dominadores”.
Profundamente sabio, Rufino Blanco Fombona aclara en su texto –con ese carácter de buen escritor, pero periodista también- cuando señala entre paréntesis que no culpemos a la madre patria: primero, porque estas páginas no son un juicio, sino descarnada sumaria exposición de fenómenos sociales; luego porque recordando el ejemplo de Inglaterra, que en condiciones menos desventajosas perdió sus colonias de Norteamérica”.
Escribió este pensador asuntos tan claros y reiteró que no debíamos olvidar que, “el móvil de la fundación de los sistemas políticos han sido un móvil económico, y que siempre se ha tratado por cierto número de hombres de llegar a un grado superior de bienestar material; pero recordemos también que el anhelo de nuestros padres no se limitaba a una mejora económica exclusivamente. Era mayor su plan. Luchaban por instituir la nacionalidad, pensamiento al cual estaba subordinado el de beneficios materiales o con más propiedad, toda aspiración o móvil subalterno quedaba comprendido en el anhelo de adquirir patria. Sus ideas económicas fueron claras. Ellos rompieron desde el principio con el sistema de exclusivismo y monopolios desde la madre patria, ofrecieron el país al comercio del mundo y decretaron libertad de industrias”.