Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



lunes, 24 de julio de 2017

Bolívar, un héroe más vigente que nunca



Un inmenso y florido estandarte de emociones vertidas en palabras nos muestra el colega Freddy J.Melo, al escribir y fortalecer su "Bolívar en luz y sombra"  que dicen un mundo sobre el gigante de América, el caraqueño Libertador Simón Bolívar, hoy, en fecha aniversaria de su nacimiento, más vigente que nunca.




Bolívar en luz y sombra


I
Libertador, tu verbo,
vuelo de cóndor o águila,
electrizante, fundador, flamígero,
estremece el sistema nervioso de Abiayala,
las banderas y el viento se saludan,
el orbe asoma luz en tu mirada,
los ríos bajan cantando, el mar se esponja,
un coro de Amazonas, Orinocos y Platas
al compás de las cumbres de los Andes
anuncia la alegría de la batalla,
mil relinchos de potros y clarines y fuegos
tras Carabobos y Ayacuchos marchan,
un silencio sonoro musita voz de siglos,
el día dispara el alba,
la noche une los rayos a su danza de estrellas,
las manos se entrelazan,
un huracán de pueblos va horadando la historia
como con una carga de montañas,
clama justicia, amor, paz y respeto,
viene otra vez forjando patrias,
y todo eso, mi general libertador padre infinito,
porque volvió a caminar tu espada.

II
El niño no soporta los pájaros cantores
prisioneros en jaulas,
Hipólita lo mima y lo defiende,
el pecho empieza a empollar la llama,
que vuelen, vuelen, es su vida, es flecha
cada canción multicolor y alada,
como mi voz, como mi pensamiento,
como el fulgor en la ventana,
como tus ojos cuando me saludan
al despertar cada mañana.

Que me llevan a casa del tío,
también quieren cortarme la alas,
¿y qué haré para ir con el viento
a bajar una estrella o un águila
o a pedirle a mi padre un aliento,
un rumbo, una palabra?
Yo no como ese pan, no me trago
esa bebida amarga,
yo vine, así me siento,
para galopar en las sabanas,
para batirme con las olas,
para enlazar distancias,
para tramontar cordilleras,
para decir y hacer sin pausas,
para armar iris en las noches,
para entrarle a empellones al alba,
para herir en la tarde un crepúsculo,
para encender alarmas,
para enfrentarme a esta tiniebla
que me asfixia y atrapa
o pretende atraparme, lo juro,
ni punición, ni nada,
sol y luz son mi norte, mi vida
será una llamarada.

III
Pero antes de la luz fue mucha sombra,
cuánta sombra, camarada,
padre y madre en relámpago a lo oscuro,
todo el dolor se te enredó en la infancia
(paréntesis de siembra
el maestro de la voz sabia),
luego mar y ultramar tejieron
un zigzag de esperanza,
mas perdiste la muchacha amorosa
quedando casi exhausta el alma,
tornaste hacia el olvido y la locura,
te abrió París el embrujo de Francia
y para no perderte en el vacío,
otra vez la voz sabia.

IV
El Juramento desató huracanes
sobre las montañas de Italia
tras el hallazgo de un amor sin muerte
llamado Patria.

Raudo fuiste a trenzar el sueño,
volviste por Miranda,
y comenzó el incendio, y las candelas
hacia los horizontes cantaban
llevando la canción de los patricios
cuyos timbres aún decían España.


Y caías bajo el rayo enemigo
y te levantabas,
nada podía vencerte,
pero tampoco tú coronabas,
hasta que convocaste al duro pueblo,
mestizas las espadas,
lanzas en manos firmes y bocas
que rugían para no ser esclavas.

Apures y Orinocos siguieron
el rumbo que apuntabas
y dio Angostura el parto
o la alborada
en que vio luz bajo una sola insignia
una patria de patrias.

Boyacá y Carabobo la sellaron,       
tu designio era eternizarla.

Moral y luces dijiste
y siguen vivas tus palabras,
felicidad, seguridad, estabilidad, igualdad,
                        unidad, patriotismo, lucha, trabajo, constancia,
libertad, independencia, justicia proclamaste
y hacia allá se endereza la esperanza.

Para hacer de la Paz una fiesta
con las notas más claras del arpa,
con la impronta viril del centauro,
con las mozas que luchan y cantan,
con las manos que labran la tierra
y hacen humear las fábricas,
con la ronda de amor en la escuela,
la vida en trama solidaria,
los cuerpos y las mentes alígeros
y al alcance el doctor de confianza,
con el traje y el techo obligantes,
el pan de casa en casa
y la justicia al fin justicia amiga,
sonriente, compañera y ciudadana.

Y para que a los grandes rapaces
se les mellen las garras.


V
Y saliste a dar piso de roca
a la impar alborada,
aún flamean en el Sur y nos retan
las enseñas hispanas,
reaparecen las bravas milicias,
las vibrantes proclamas,
los sudores, los barros, las nieves,
los tambores, las armas,
los ijares nerviosos,
los ayes y las lágrimas,
las ofrendas de amor y de sangre,
las hazañas…
Y la voz que sacude y anima
y arde como una llama
eleva un resplandor de victoria
y no se puede perder la batalla.

Pero atrás en la sombra
la conjura trabaja,
la traición se abre paso reptando,
rasga la gloria y la palabra
y un naciente sin ley y sin freno
viene voraz a sustituir a España.

Y en nombre de la libertad nos plaga de miserias.

¡Libertador, vuelve a esgrimir tu espada!

VI
Los cirios y las caras sollozan,
la Muerte ronda y llama,
los árboles que afuera vigilan
le dicen “pasa,
obsérvalo y olvídalo,
jamás podrás con esa carga”.

Delirantes aplauden
manos desventuradas.

Y él se levanta y sale hacia las calles
y está de nuevo aquí junto a los pueblos
para hacer invencibles sus marchas.

Terminado en Caracas el 31/12/15,
revisión y versión definitiva el 24/4/17

sábado, 8 de julio de 2017

Francisco de Miranda: Un criollo con dimensión histórica mundial


“El drama de un precursor es el de ser un hombre incomprendido: sus contemporáneos no entienden su mensaje".

Diversas opiniones y enfoques que, de inmediato transcribo, llevan como mensaje a quienes lean sobre el Generalísimo Franciscos de Miranda la necesaria intención de comprender quien fue aquel hombre  que soñó por todos los habitantes de este continente una patria unida y libre y diferente frente al resto del mundo.
Mariano Picón Salas, venezolano, amplio activista del escribir, ensayista, novelista, poeta, cuentista, crítico y cronista histórico tuvo su sentir sobre el Generalísimo  y lo dejó sentir en su obra Miranda, de la Colección El Dorado, de Monte Ávila, que hizo dos ediciones: 1995 y 2016.
Y así escribió Picón Salas:
“El tema Miranda, para un drama psicológico y político, drama de eterna vigencia porque inciden en él, como en muchas tragedias colectivas de nuestro tiempo, lo individual y lo social, el irracionalismo y la lógica, la cultura y el instinto, siempre me fascino como proyecto literario”.
 Y si de esa manera lo asumió este insigne escritor, la profesora Marie-Cécile Bénassy, de la Universidad Paris III, también nadó cerca de esas aguas en la que siempre pareció estar el guerrero Miranda.
La profesora Bénassy se expresó de esta forma:
“El drama de un precursor es el de ser un hombre incomprendido: sus contemporáneos no entienden su mensaje. En cuanto a sus lejanos descendientes, estos terminan por olvidar al hombre cuyas ideas forman ya parte del patrimonio común”.
Esa opinión la vierte la docente en el prefacio del libro que escribió la profesora Carmen Bohórquez, también docente universitaria, Doctora en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos, y además filósofa, Carmen Bohórquez y que lleva por título  Francisco de Miranda, Precursor de las Independencias de la América Latina.
Tampoco es fácil para este periodista intentar, porque de eso se trata, acercarnos a Francisco de Miranda, quien se nos presenta como un Aquiles, invencible, solo derrotado al ser herido en su talón, mientras él, guerrero del nuevo continente, se movía con hidalguía por las rutas abiertas del mundo, sin adivinar que iniciaría su caída en las tierras que le vieron nacer.
Porque tampoco podemos olvidar, acontezca lo que acontezca, que, como escribió mariano Picón Salas, Miranda fue “…el primer criollo de dimensión histórica mundial; el primero que en aquel extraño siglo XVIII, propicio a las naturalezas fascinadoras y a la vez nocturnas  como la suya,  se empinó sobre los campanarios coloniales y recorrió el mundo en viajes y peripecias, comprendiendo  y participando en el juego de la política europea, y tratando de aprovecharlo para la revolución de independencia hispanoamericana”.

Miranda y el periodismo 

El lituano José Grigulievich Lavretski, autor de Miranda, La vida ilustre del Precursor de la Independencia de América Latina (libro reimpreso (03/2006) por instrucciones del Contralor General de la República, Clodosbaldo Russián Uzcátegui y prologado por Roy Chaderton Matos), nos muestra un faceta muy poco conocida del prócer latinoamericano Francisco de Miranda.   
Durante los primeros meses de 1810, Sebastián Francisco, le envía comunicación al Coronel Smith, en Estados Unidos en la que le escribe:
-“Los acontecimientos se desarrollan a favor de nuestra patriótica causa. Las últimas noticias recibidas de Quito, Perú y Buenos Aires prometen la libertad en forma de gobierno elegido por el pueblo”.    
El patriota estaba entusiasmado, esperanzado de que todas las colonias españolas alcanzarían la libertad, pese a “la torpeza española y la estupidez inglesa”.
Por aquel entonces “Miranda se muestra más activo que nunca. Ahora de conspirador se transforma en periodista, comienza a editar su propia Revista, El Colombiano, en español, primer órgano de prensa que hiciera agitación por la independencia de las colonias. Su tirada era pequeña, de 250  ejemplares tan solo, pero grande su popularidad”.   El primer número de El Colombiano, de acuerdo al escritor Grigulievich,  sale el 15 de marzo de 1810 y su artículo de fondo estaba centrado en que, los “trágicos acontecimientos en la Península Ibérica exigían de 105 habitantes del Continente Colombiano la adopción de resoluciones acordes con sus intereses. La Revista prometía informar a sus lectores de los acontecimientos en Europa, información que les valdría para tomar decisiones contribuyentes a su futura felicidad”. 

La independencia del Continente Colombiano

Es más, Miranda dejaba claro en la Revista que, “Ya hace tiempo que la independencia del Continente Colombiano se considera como un hecho inminente. Los pueblos tienen puesta la mirada en el Nuevo Mundo, todos desean saber qué decisión toma frente a la crisis por la que actualmente atraviesa la monarquía española”.
Por cierto, por aquellas cosas del destino, más de dos siglos después, los pueblos no solo de Latinoamérica, sino del mundo, tienen puesta la mirada en la revolución bolivariana de Venezuela. Aprecian los logros de una revolución no solo liderada por sus líderes actuales sino por el espíritu de sus próceres y héroes libertadores, como el mismo Sebastián Francisco de Miranda, Simón Bolívar, Antonio José de Sucre, José Félix Ribas, Rafael Urdaneta y una gran pléyade de luchadores.
El Colombiano también reproducía –como hoy lo hacen todos los medios- artículos de otros órganos radicales como El Español, el cual era impreso en Londres y en el que se exhortaba a que se hiciese una revolución en tierras españolas y en el que se les decía a los ciudadanos:
-“Si el fuego de la revolución os asusta, si teméis incluso pensar en libertad, entonces vuestro destino será siempre ser esclavo”, sentencia que, actualmente en este 2017, está más vigente que nunca.   
Pero de vuelta a lo que hacía en materia de periodismo Sebastián Francisco de Miranda, la lectura del libro de Grigulievich nos dice que de dicho medio, El Colombiano, solo aparecieron cinco números, el último fue publicado el 15 de mayo de 1810. Tanto en Londres como en otros centros coloniales, se enteraron de los escritos de El Colombiano y hasta fueron reproducidos en la misma Venezuela y Argentina.  
Pero este prócer estuvo muy entusiasmado con la comunicación editorial de aquella época. Fue parte activa en la publicación –junto al ecuatoriano José María Antepara- de la obra Emancipación sudamericana. También su influencia se dejó sentir en la vista literaria  Edimburg Review, donde su Director, James Mill, escribió La Liberación de Hispanoamérica, valiéndose de materiales suministrados por Francisco de Miranda.