Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



martes, 28 de octubre de 2008

Inconscientes, se sintieron herederos del Libertador


-Es la interpretación del texto escrito por el peruano García Calderón, en el libro sobre Las democracias latinas de América, La creación de un continente, editado por la Biblioteca Ayacucho en 1987.
“Al igual que los generales de Alejandro, muerto él, se disputaban las provincias de Europa, Asia y África, despojos del festín imperial, y fundaron dinastías en plena decadencia oriental, los generales de Bolívar ejercieron su dominio durante medio siglo sobre la vida americana. Flores en Ecuador, Páez en Venezuela, Santa Cruz en Bolivia, Santander en Colombia gobernaron en calidad de legatarios del Libertador. Mientras se extendía sobre los destinos de América la sombra del magnífico guerrero, los caudillos triunfaban, ratificados por Bolívar. El principio monárquico se imponía así a los hombres inconscientes: el Libertador dejó una dinastía americana”.
¿Qué nos dice este tercer párrafo del Capítulo IV, del libro I, Formación de las sociedades americanas?, del libro Las democracias latinas de América, La creación de un continente, del peruano Francisco García Calderón (1883-1953), quien vivió la mayor parte de su vida en Francia?
Nos refiere, en cierto modo, que lo que se ha estado planteando, desde hace muchos años, en torno a los que acompañaron a Simón Bolívar en la guerra de la independencia, es una verdad, discutible o no, pero lo es: Bolívar fue seguido por hombres que creyeron en él, pero también se le sumaron inocentes e ignorantes, creyentes en una vida mejor, algunos con fe y otros aventurados que transitaron a su lado días y años violentos y muy acerados.
Transitando terrenos enmarañados una masa de hombres, mestiza a veces y silenciosa, otrora pardos orgullosos y altivos así como negros y también indios lastimados, todos ellos siguiendo a un hombre, un líder para entonces, un libertador después.
¿Alguien tiene a mano la grabación de aquellos acontecimientos, los dimes y diretes, las miradas de los actuantes, las intervenciones, las opiniones silenciosas lanzadas al oído, las conversas entre parejas?
Tenemos muchas líneas escritas en las bibliotecas; de gente cercana a los hechos, de otros que lo hicieron por referencias de los intérpretes, algunos por parientes. En fin, ha sido posible un monitoreo por parte de los historiadores que nos permite acercarnos a los hechos.
García Calderón lo deja muy claro cuando escribe que “Las guerras de pueblos se transformaron en luchas civiles, pleitos entre generales en pos de su hegemonía. Unidas en la independencia y en la vida colonial, las flamantes naciones se separaron bajo la influencia de estos guerreros: así Ecuador, Perú y Bolivia, en nombre de Santa Cruz, Gamarra, de Castilla o de Flores”.
Este nuevo despertar de la conciencia histórica en Venezuela, que ha venido derribando las historias mandadas a tejer por los vencedores de batallas que otros guerrearon, no está ocurriendo en este siglo XXI al azar, sino a consecuencias de hechos.
Este latinoamericano escritor que no se olvidó del continente, escribió algunas realidades, hechos, que, en estos momentos que vivimos, a algunas personas les disgusta que se las repitan o se les informen, gritando que ¡hasta cuando historia pasada si estamos en el presente!
El pariente suramericano que vivió en tierra gala, escribió que “La conciencia nacional se fue formando toscamente en los campos de batalla. Los generales impusieron límites arbitrarios a los pueblos; en la historia americana fueron creadores, impresionaron a las multitudes con su boato, con desfiles militares tan brillantes como las procesiones abigarradas del culto católico, con magníficas escoltas, con decoraciones y pompa. Se llamaron Regeneradores, Restauradores o Protectores”.
Eso es parte de lo que ocurrió en nuestro pasado, que nos catapultó hasta este siglo XXI y que la gente de sentido común no sólo debe apreciar en ese gran contexto integral que significa abarcar la historia de una nación, que es la de un continente.
Todo lo que ha acontecido en las historias de todos los países latinoamericanos tiene que ver con ese germen de sumisión, atención, entendimiento, comprensión y aceptación y, es eso, lo que los herederos del suministro del germen antes descrito, aspiran que no cambie, que no varíe, pese a que la revolución ha amainado en el continente.

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