Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



martes, 27 de enero de 2009

Los latinoamericanos y sus organizaciones


Si las mujeres y los hombres de este continente centroamericano, suramericano y caribeño tenemos nuestra forma de vivir completamente distinta a los de otras regiones, no debe ser nada complicado que seamos nosotros quienes decidamos qué tipo de organizaciones deben estar presentes en nuestras vidas para optimizar nuestras relaciones como naciones hermanas y como promotoras y orientadoras de nuestro propio desarrollo.
Tiene que ser de esa manera porque, es triste ver lo que ocurre en algunas regiones de este mundo donde los amos del capital transnacional han hecho y siguen haciendo negocios sin que les importe un bledo la vida humana.
Lo que han hecho con los palestinos no tiene nombre ni precio –como dice una publicidad mundial- y eso lo apreciamos en las cientos o miles de fotografías que han circulado por todo el mundo, en donde lo único que se aprecia es devastación sombría, muerte y dolor imperecedero y lo más grave del asunto, es que los agresores de los palestinos tienen tal descaro, luego de proceder igual a los nazis, de gritar a los cuatro vientos, a través de su actual Primer Ministro, que lo volverían a hacer sin que les importe un comino los demás países del mundo.
Este es el tipo de conflicto que el mundo sionista ha venido desarrollando por años y, como es de esperarse, enriqueciéndose con el mismo. Esto es lo que los latinoamericanos no queremos en nuestras tierras y esto es lo que han estado intentando generar en este sur. Por ello, debemos crear nuestras propias organizaciones destinadas a hacer crecer nuestros pueblos, a llevar más educación a nuestros hijos, a crear un óptimo desarrollo de la ciencia y tecnología y aumentar nuestras capacidades productivas, intelectuales, culturales, ambientalistas y deportivas como lazos que faciliten estrechar cada día más la humanidad que nos caracteriza.
Los latinoamericanos somos personas de un mundo nuevo y como es apreciable, los vicios siempre han venido de otras latitudes. Nuestras poblaciones primigenias vieron otras posibilidades de vivir y nosotros debemos rescatarlas para siempre darle una mejor orientación a nuestra humanidad. Tenemos raíces de hondas contemplaciones sobre la vida en este mundo y fuera de él y por ello, cada día somos más diferentes, porque mientras otros solamente ven negocios como única senda de vida, para los latinoamericanos el mundo tiene otro rumbo muy especial, distinto. El tiempo de los encuentros está en este siglo y hacia allá debemos ir los latinoamericanos. Que otros sigan el camino del dinero, el poder y la guerra, pero ese no es el nuestro. Nuestra senda está en la libertad, la igualdad y en la fraternidad que produce nuestra tierra.

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