¡¡Auxilio, auxilio!! ¡¡ Agua, por favor!!
Frase muy terrible dicha en radio, películas y en avisos y cualquier propaganda interesada en lo económico. Un asunto altamente relacionado con la humanidad y del que nos acordamos en una ciudad caribeña, afectada constantemente por las interrupciones del fluido eléctrico, al punto que nos regañaron cuando, creyéndonos en Venezuela, pensamos llenar una jarra con agua del chorro para luego meterla en la nevera. Unas palabras rotundas escuchamos en la cocina.
¡No señor, por allí no sale agua potable! ¡Hay que comprarla envasada!
Y es que a veces no pensamos y nos olvidamos que el agua y la electricidad son, en estos momentos, una combinación explosiva de energía vital para la nación.
La profesora de la Universidad Central de Venezuela, UCV, y de la Universidad Nacional Experimental de los Llanos, Ezequiel Zamora, Mirtha Camacho, quien fue especialista en Desarrollo Rural del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura, Magíster en Manejo Integral de Cuencas Hidrográficas y hoy consultora independiente, suelta su pasión por lo que considera lo más importante en este tiempo, ese líquido que llamamos agua, ¡Agua, agua!
Un valor ancestral perdido
Ella dice que, en esencia, en esta parte del mundo tuvimos una cultura del agua “lo que ha sucedido es que la perdimos, como se han perdido muchos valores ancestrales de los habitantes primigenios de las Américas. Los indígenas tenían un sabio manejo del agua, claro, no todos”.
Se pasea por los Mayas y habla de que ellos hicieron uso y abuso de las aguas, lo que es evidencia científica de lo que hizo el imperio maya, “pero en general en América del Sur nuestros pueblos, incluso los llamados pueblos de agua como los waraos en el Delta Amacuro, han tenido una relación estrecha, sistémica con el agua, mucho más allá de esa vinculación hombre-naturaleza”.
Para Camacho, lo que ha sucedido es que ha habido una división en un sistema que es indivisible, que es el sistema ambiental y del cual formamos parte, “producto de una racionalidad de ver el mundo desde la óptica eminentemente economicista, donde los recursos de la naturaleza son para el usufructo de la raza humana, o de los que tienen mayor capacidad para aprovechar esos recursos”.
¿Tiene la población, la gran mayoría, la gente que precisamente no maneja los negocios, que no gerencia los grandes proyectos del mercado, tendencia hacia una cultura del agua?
“Evidentemente que hay una población que tiene una tendencia hacia una cultura del agua, especialmente aquella que vive en las zonas rurales, que tiene un contacto directo con los recursos naturales y es el agua su alimento de mayor vitalidad. Quienes vivimos en las ciudades perdemos esa conciencia del valor, de las múltiples bondades del agua como recurso vital para la vida, para la energía, la producción de alimentos, etc.
Apela a una verdad que caracteriza de científica y comenta que un ser humano puede vivir un mes sin alimento, pero fallecería si pasa una semana sin consumir agua.
Morir por falta de agua
“Más rápido se muere un ser humano de sed que por falta de alimentos. El agua es el 70% de la composición de nuestro cuerpo y, similarmente el 70% de la composición del planeta”.
Reflexiona sobre la crisis que hay a nivel de todo el planeta con el vital líquido y dice que la fractura de la cultura del agua está relacionada con los modelos de desarrollo que han sido impuestos después de la revolución industrial.
“Esos modelos han provocado que las civilizaciones hayan consumido los recursos naturales de manera atroz, lo que nos ha ocasionado, entre otros problemas, mas pobreza y el cambio climático, pero en particular aspectos centrales como el problema de la producción de alimentos. Esto es un círculo vicioso: mientras hay más pobres el agua es poca y mientras menos agua tenemos hay más pobreza. Dos elementos sumamente relacionados”.
La especialista en manejo integral de cuencas dice que en América Latina se calcula que hay 120 millones de personas sin acceso al agua potable y unos 160 millones de seres que carecen de servicios de saneamiento, fundamentalmente en las zonas rurales, “lo que es resulta paradójico, porque es en esas zonas donde están las fuentes de agua”.
Comenta, y de paso se pregunta que si eso ocurre en dichas zonas y si ellas carecen de saneamiento, ¿Qué acontecerá, entonces, con la calidad del recurso hídrico que llega a las ciudades? Indicó que según la UNICEF, nuestro país tenía, para el año 2002, tenía una población rural dotada de saneamiento cerca de 48% y en lo que concierne a suministro, habló de un 70%, lo cual nos muestra que debemos cerrar esa brecha, para beneficio de nuestra población. “Lo anterior, en términos de ver el agua como un servicio, pero el agua es un recurso”.
¿Qué ocurría en la colonia?
“El agua procedía de los ríos y de los pozos y sigue siendo así. Nuestro sistema de captación viene de los cursos fluviales, cada vez de menos, porque se han secado muchos a nivel mundial. Lo que ha sucedido es que hemos perdido la visión de ver el agua como un recurso natural y pareciera que entendemos que el agua viene del tubo y no reconocemos que el agua viene de un sistema natural, de esas cuencas hidrográficas llenas de árboles, de las cuencas altas donde están los nacientes, donde el ciclo hidrológico por su comportamiento hace que llueva con mayor intensidad y que a partir de ahí se mantiene el flujo de los ríos y la recarga de los acuíferos, se nos olvida que el agua viene de un medio natural donde habita todo un sistema viviente que coexisten y producen alimentos para los demás.
¿Los seres humanos nos hemos desnaturalizados, entonces?
“Obviamente, porque también nos pasa igual con la luz, pretendemos que ella viene del switch, cuando prendemos o apagamos el conmutador. No tenemos conciencia de donde viene la electricidad y eso es parte de la carencia de esa cultura del agua, porque tenemos una información limitada, esporádica y hace falta una mayor comunicación para retomar una cultura del agua vinculada, a mi juicio, con una conciencia de ahorro energética, de ahorro de los recursos vitales para preservar la vida.
Mirtha Camacho piensa en voz alta y dice que siendo el agua un recurso vital para la producción de energía eléctrica, que aporta el 73% de la potencia para generar electricidad, hay que ver el problema eléctrico de la nación desde las cuencas abastecedoras de ese recurso tan importante.
“La eficiencia energética debe verse desde la eficiencia de la producción en el manejo del recurso, es decir, garantizar que los embalses estén llenos de agua de calidad y cantidad suficiente todos los años y para eso nuestras cuencas deben estar bien manejadas, con planes de manejo ejecutándose interinstitucionalmente y con una base fundamental, que es la gestión social de esas cuencas.
Marcado contraste
En un papel de trabajo sobre el futuro del agua en Venezuela, el profesor Rigoberto Andressen, del Instituto de Ciencias Ambientales y Ecológicas (ICAE), de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Los Andes, señala que “Venezuela presenta un marcado contraste entre la distribución de la población, concentrada principalmente en el norte, y la oferta de agua, muy abundante en la franja sur del territorio. Ante este panorama, los efectos adversos del cambio climático podrían agravar, aún más, la situación de presión que sobre los recursos hídricos ejercen otros factores, aunado al hecho de que el problema no es solo de la oferta del recurso, sino también su calidad”.
Objetivos de Desarrollo del Milenio
En un informe conjunto hecho por la Internacional de Servicios Públicos y el Movimiento por el desarrollo Mundial (WDM), titulado Espejismo en el agua (El fracaso de las inversiones privadas en servicios de agua de países en desarrollo), se dice que para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio(ODM) relacionados con el agua, “será necesario, de 2006 a 2015, extender su suministro a 1.600 millones de personas que no lo reciben anualmente, y a 2.100 millones de personas tendría que abrírseles el acceso a los servicios de saneamiento. El 80% de las personas que necesitan esos servicios y carecen de ellos viven en regiones del África subsahariana, Asia del Sur y el Pacífico”. Y más adelante, en su página 8, expresa que “El presente informe se centra en la prueba consistente en verificar si el sector privado realmente ha aportado inversiones adicionales que hayan contribuido a avanzar hacia los ODM. Sobre la base de esa prueba, llega a la conclusión de que la financiación privada no ha desempeñado ni tiene probabilidades de desempeñar –ningún papel importante en el avance hacia los ODM relativos al agua y a los servicios de saneamiento”. (Pedro Estacio).
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