Con ilustraciones del talentoso artista Omar Cruz fue publicado, en agosto del año 2010, este discurso del dramaturgo José Ignacio Cabrujas y de cual le entregamos a los lectores esta segunda parte para su conocimiento.
Es interesante destacar que, como una leyenda a la imagen que Cruz hizo del hombre de teatro y que ilustra la publicación una frase de Cabrujas resalta: “La causa de la independencia, la causa de la libertad no se resolvió en Carabobo en 1821. Nosotros estamos buscando esa independencia, esa libertad. El episodio español ya no importa en la historia, pero la independencia continúa”.
En otra parte del contenido de su interesante discurso, el también crítico refiere:
“Ese hombre que me gustaría hoy presentar tal como era, un poco mal hablado, un poco hombre de groserías caraqueñas en su boca –porque como dicen algunos cronistas peruanos, la expresión favorita de este personaje que tenemos en esa estatua, cuando estaba frente a una tribulación, o frente a una bronca, decía: “La pinga”; – ese hombre que lejos de parecerse a una figura protocolar, en la cual lo ha envuelto la Academia de la Historia y la Sociedad Bolivariana, tal vez los peores enemigos que este hombre ha tenido después de muerto, aún peores que los mismos españoles; ese que gustaba de bailar vals y polca, que gustaba de subirse a las mesas en lo banquetes, protagonizó en Perú un pintoresco incidente, junto al general Flores, al mando del Perú, en Lima”.
Bailando con el general y frente a la oligarquía
Y entonces, el fallecido hombre de teatro, en su discurso del 24 de julio de 1991, narra el incidente así:
“Estaba reunida toda la oligarquía limeña, convocada a una fiesta de baile, naturalmente. Ninguna muchacha de la oligarquía limeña quería bailar con el general Flores, porque les parecía venezolano y medio mestizo. ¿Qué hizo entonces este hombre del cual hoy convocamos su nacimiento? Pues se fue al frente de la orquesta, pidió que se tocaran unos valses y él mismo sacó a bailar al general Flores y bailó ocho valses para enrostrárselo a toda la oligarquía de Lima”.
“Ese es Bolívar –añadió José Ignacio Cabrujas-, porque eso es un romántico, que vivió en el ideal romántico. El hombre de las ideas, pero sobre todo lo decía el historiador Liévano Aguirre –quien lo llamó con el mejor título que le han dado a este hombre-, el título que más nos convendría hoy recordar, más que llamarlo Libertador, que ya lo sabemos, Bolívar es el hombre de las dificultades, el hombre que nació para enfrentar las dificultades porque, en efecto, ésa es la vida terrible, dura implacable, donde Bolívar es prácticamente una rutina del fracaso, una rutina del escollo, una rutina prácticamente de lo imposible. Es ese hombre al que vemos alentado en 1810, turbado y extraordinario, reclamándonos una calma de 300 años en 1811; desesperado en 1812; perdido y destruido en 1813; liquidado y remitido al exilio extremo en 1814; apedreado en Guiria de la Costa en 1815, cuando desesperadamente intentaba buscar un pueblo y no lo conseguía por ninguna parte; un tanto recuperado en Guayana, en la cercanía del general Piar, pero a la vez colocado el centro de un conflicto que conllevó al fusilamiento de este hombre que de alguna manera lo había salvado”.
“Luego, alentado otra vez por el gesto de Páez en el llano y por la idea genial y extraordinaria de desplazar la lucha por la independencia hacia Colombia, hacia la Nueva Granada, hacia la Gran Colombia, hacia el sueño de un continente, hasta que logró esa empresa”.
La proeza de Simón Bolívar
“Pero sobre todo, lo que abisma, lo que continuará pasmando generaciones tras generaciones –sin dármelas en este instante de bolivarero, sino simplemente con el reconocimiento elemental de quien hizo una proeza ante nuestra historia-, es que ese hombre vivió su vida, vivió su acción durante 14 años. Sólo en 14 años, en tan escaso tiempo, este hombre se planteó la libertad de este país y logró la hazaña de la libertad de una vasta región de este continente, que se extiende hasta el Perú. Tan sólo en 14 años…”
En el discurso, Cabrujas asume su rol de crítico agudo:
“Nosotros ( en Venezuela) tenemos 31 años de democracia de estos gobiernos, en ese lapso, contando con nada menos que 16 años de ventaja sobre el Libertador, hemos sido incapaces de crear una obra, de construir una obra conocida, tangible ate nuestros ojos. Porque lo que somos, lo que hemos logrado ser los venezolanos en eso 30 años es porque se lo hemos arañado al gobierno, se lo hemos quitado a arañazos al gobierno”.
El hombre que nos convocó a hacer historia
Más adelante, este articulista y crítico, cuyos escritos eran esperados semanalmente por los lectores, se preguntaba:
¿Qué hace que este hombre signifique tanto para nosotros? ¿Qué lo hace significar tanto en nuestra vida, en nuestra cita cotidiana, en el respeto que tenemos a esa imagen de un hombre de cual nos separan 208 largos años?
La respuesta no se deja esperar y viene como una convocatoria a venezolanos y latinoamericanos en aquel discurso que ofreció en un pequeño pueblo de la isla de Margarita, en 1991:
“Bolívar es un hombre cuyo pensamiento tiene una vigencia ética, moral, más no práctica, más no referida a los usos y al mundo contemporáneo, puesto que sería pasarle una factura imposible a este hombre. ¿Qué hizo este hombre? ¿Qué tuvo? ¿Qué nos dijo? ¿Por qué lo recordamos hoy? Lo recordamos porque este hombre nos convocó a una empresa. Nos convocó como pueblo a hacer algo en la historia”
Añadimos desde wwwpertinentes.blogspot.com, que hoy en su nombre los venezolanos y demás latinoamericanos y solidarios del mundo estamos convocados hoy más que nunca a construir una patria grande y soberana.
1 comentario:
Valoro mucho su interesante aporte.
Me gustaría saber la fuente de un acápite en especial, el del Gral Flores.
¿Fue Flores o Quintana quien bailó con el Libertador?
Le invito a leer lo siguiente:
http://www.ivettedurancalderon.com/articulos/Bolivarianologia/Pasajes-olvidados-del-Libertador/41
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