Creo
que por la mente de esas personas que se convirtieron en líderes
debió haber transitado esa interrogante que Eduardo Galeano escribió
en Las venas abiertas de América Latina, por
allá por los años sesenta, cuando
al abordar el problema de la pobreza escribió:
¿Tenemos
todo prohibido, salvo cruzarnos de brazos?
Y
realmente digo que un líder tiene que ser de esa manera. No puede
depender de lo que le digan quienes le acompañan, por el contrario,
debe sentirse pinchado en el alma por aquello que vean sus ojos y
reaccionar en consecuencia.
Me
hace acordar cuando el Comandante Hugo Chávez, en
su transitar por una vía, se detuvo y se acercó pequeño perro que
presuntamente fue atropellado y tenía una pata rota, fracturada,
quizá por un vehículo. En
esa ocasión, el líder
llanero conmocionó a sus seguidores y el mismo dijo que no se puede
ser tan indiferente frente a una realidad como esa. El animal fue
recogido y sometido
a tratamiento.
Un
líder lo es,
simplemente, porque viene siendo desde pequeño, un ser que nunca
se quedó con los brazos
cruzados frente a los acontecimientos que le tocó
presenciar y que quizá fue
objeto de sanciones por parte de sus mayores, por “meterse donde no
le llamaban”, por ser siempre un ser curioso.
El líder no puede considerarse una pared, un muro, pues de
modo permanente es impactado por todo lo que acontece a su alrededor.
Lo
anterior no significa contar con un hombre que no tenga tiempo para
lidiar con el arte, la literatura, el esparcimiento y viva
siempre sumergido en la
vorágine de los duros problemas que puedan afectar a una sociedad.
El líder es un hombre lleno de mucha comprensión, capaz de
conducirse con equilibrio e
inteligencia ante un sabio
como sencillamente amoroso
ante un niño
que apenas comienza a hablar.
Pero
el líder, también debe ser muy estricto y ser muy claro al hablar,
de modo que sus seguidores puedan entender e
interpretar con claridad a
quien los dirige. Cito acá una carta del Libertador Simón Bolívar,
del 25 de mayo de 1826,
dirigida a su sobrino
Anacleto Clemente Bolívar,
hijo de su hermana María Antonia Bolívar, a
quien amonesta y en la misma
se mantiene muy firme en su llamado de atención:
Anacleto:
Cansado ya de oír las quejas de tu madre y de su familia, voy a
hablarte por la última vez aprovechando la ocasión de mi edecán
O’Leary que te llevará esta carta ; te dirá de viva voz cuán
disgustado estoy por tu mala conducta y te intimidará la orden de
que inmediatamente te vayas para Venezuela a estar al lado de tu
familia, sino a cuidarla, al menos a no desacreditarla como lo has
estado haciendo en Bogotá. Te lo digo por la última vez,
Anacleto:si no te vas inmediatamente de Bogotá; sino abandonas ese
maldito vicio del juego, te desheredo para siempre; te abandono a ti
mismo.
Los líderes o aspirantes a
serlo, deben mantener una conducta, si se quiere, muy rígida, que no
den lugar a críticas bien merecidas por conductas no
ejemplarizantes. El líder debe tener un curso de vida, si se quiere
intachable, que no de lugar a la controversia y tampoco debe
convertirse en lo que algunos suelen denominar como el adorno del
pastel o el invitado indiscutible de fiesta.
Se es líder porque la
presencia del dirigente se corresponde con la necesidad de desarrollo
y transformación de los mas variados sectores de una sociedad como
la educación, el arte, lo militar, la investigación científica y
social, la producción, la invención, el arte, la literatura, la
medicina y la ingeniería de un conglomerado.
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