Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



lunes, 14 de octubre de 2024

Hay que decirlo: no somos argentinos

 


Pedro Estacio

Condiciones innatas parecieran reunidas, agrupadas, concentradas en cada uno de los nacimientos de cada venezolano, que los hacen actuar de una forma muy poco usual en esta gigantesca humanidad.

A esa especie de confluencia parecieron acudir los miembros de esa comunidad nativa que por miles de años estuvo serpenteando en nuestras selvas montañosas, haciendo hogar cerca de los grandes ríos, lagos y lagunas y en las heladas cumbres.

Y hacia esa confluencia, hacia allá ingresaron los nativos del África, arrastrados  como esclavos hacia este continente bautizado como América. Otros, seres blancos, que se identificaron como salvadores de la vida, pero muy apertrechados militarmente para eliminar, también ingresaron a esa confluencia. No todos, por supuesto, pero hacia allí fueron.

Nunca medidos por el tiempo en ningún calendario, los seres nativos, blancos y africanos acudieron en confluencia hasta constituir una mezcla que, afortunadamente fue aliñada con las ideas de ese complejo guerrero, visionario, muy humano y político que fue Simón Bolívar y sigue siendo considerado el Padre de la Patria.

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, muy claramente establece en su artículo 21 que todos somos iguales ante la Ley y eso no solo es un asunto de la norma, sino un convencimiento de lo que somos desde hace siglos. Por eso es que es difícil escuchar, muy poco común, que alguien trate de actuar con discriminación sobre otros.

Si ha sucedido creo que en un par de ocasiones, pero la denuncia e intervención del poder público ha impedido esas conductas destinadas a menoscabar el ejercicio de la igualdad, los derechos de las personas. 

Las realidades suelen ser diferentes. Ya sabemos de las conductas de funcionarios estadounidenses, de españoles y otros, pero desconocíamos esa creencia de algunos argentinos, de considerarse europeos como parece ser cosa del expresidente Alberto Fernández, quien comparte junto a otros la idea de provenir de Europa, pero no de cualquier país sino de Inglaterra, Alemania y Francia.

Pero hay cosas peores en esas conductas fascistas que hoy vemos, pues es interesante recordar que muchos gobiernos argentinos se han venido ocupando de ocultar esos 200 mil esclavos africanos que fueron llevados a esas tierras así como ignorar a los millones de descendientes de los primeros nativos argentinos como ha sucedido con Milagros Sala. Ni hablar de los miles desaparecidos durante la dictadura del General Videla en su faena fascista. 

Es interesante saber, por ejemplo, qie el antropólogo Norberto Pablo Cirio, director de la Cátedra Libre de Estudos Afroargentinos y Afroamericanos de la Universidad Nacional de La Plata, dijo en una entrevista para DW que en Argentina “La población afrodescendiente dejó de ser mencionada en textos de historia y exposiciones en museos, no fue tomada en cuenta en los censos y dejó de ser reflejada en los mapas del país. "La escuela fue, y sigue siendo, una parte vital en la reproducción generacional de esa memoria blanca", afirma.

"A diferencia del resto de América Latina, este país tiene serios problemas mentales para identificarse como americano, esto es, mestizo", dijo el antropólogo.

Ni hablar de la discriminación en los Estados Unidos hacia las personas de color donde pese a las normas que faciliten un mejor ambiente para las personas de color y los pobres, el trato real es discriminatorio tal como sucede con el acceso a los servicios de salud. Si no tienes dinero, pues no hay tratamiento médico.  

Hemos tenido y todavía tenemos mucha discriminación en el mundo. La hay por el color de la piel, por la pertenencia a sectores exclusivos de la sociedad, por la condición económica, el carácter religioso y por el poder político que es muy visible. Los venezolanos no escapamos de la discriminación económica, por ejemplo, que padecemos a causa de lo inmoral e ilegalidad de las sanciones del imperio estadounidense y de los europeos hacia Venezuela donde, por cierto, todo está cambiando. 

 

 

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