Siempre hurgando en los papeles que reseñan diversos temas de la historia, bien sea venezolana o de otra de nuestra Latinoamérica, nos encontramos con un artículo en el número 23 de Tierra Firme, revista de historia y ciencias sociales (Año 6. Vol. VI, correspondiente a julio-septiembre de 1988), escrito por Mario Molins Pera, de la Escuela de Educación de la Universidad Central de Venezuela, quien refiere que “Las guerras de Independencia hispanoamericanas tuvieron un carácter revolucionario. Pero el resultado de las contiendas no redundó en una alteración absoluta y total de las estructuras establecidas en las colonias, que es la perspectiva del movimiento revolucionario total, sino que únicamente ocurrieron cambios sociales parciales reducidos a la esfera política y, a veces, en algunos aspectos de las relaciones sociales”.
Destaca Molins Pera, que, si bien los distintos movimientos independentistas de nuestra América fueron llevados a cabo “bajo las consignas de las revoluciones estadounidenses y francesa; sin embargo, lograda la independencia y establecidos los gobiernos republicanos, salvo raras excepciones, se mantuvieron el modo de producción y las formas de propiedad privada vigentes durante la Colonia ”.
El punto es interesante, ahora en estos precisos momentos cuando los venezolanos están participando activamente de una efervescencia política-revolucionaria, en donde hay todo una novedad en planteamientos políticos, institucionales, constitucionales, sociales, educativos, de salud, en materia de religión, del vivir de la gente, de sus derechos, etc.
Y la temática es fuerte y de gran vigencia, porque en el actual proceso político venezolano se habla y se reitera de modo permanente, que la revolución bolivariana, basada en el árbol de las tres raíces (Simón Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora) lo que está haciendo en esta nación, es lograr concluir la verdadera independencia que inició el Libertador de América hace doscientos años.
Por más que sean desarrollados diversos juicios en contra de la revolución bolivariana de Venezuela, no es menos cierto que la efervescencia con acento revolucionario, de cambios necesarios en función de las latinoamericanas y latinoamericanos echó andar en este continente sureño.
Escribió Molins Pera que “Después de derrocada la Segunda República Venezolana, el Libertador comprendió que la Guerra de Independencia debía convertirse en revolución social y hacia este propósito dirigió su pensamiento y su acción. Pero a pesar de sus esfuerzos para dar este contenido a la lucha, los intereses de los terratenientes, de los grandes comerciantes y usureros prevalecieron e impidieron llevar a cabo las transformaciones requeridas para lograr la alteración absoluta de las estructuras establecidas, limitándose a lograr una revolución política y algunos cambios en el ámbito de las relaciones sociales. El empeño del libertador de abolir la esclavitud, de dotar de tierras a los combatientes por la independencia, de lograr la liberación social de la población indígena, en definitiva, de lograr la igualdad social, se vieron frustrados por los intereses de clase de los criollos, por las ambiciones de grupos e individualidades que impidieron lograr los cambios sociales esperados, y por la carencia de movimientos populares organizados”.
Este trabajo de Mario Molins Pera, publicado hace 23 años atrás en la revista de historia y ciencias sociales Tierra Firme, trata una temática histórica-política, que pareciera haber sido escrita en estos días de 2011. Porque eso es lo que está presente actualmente en la tierra de Bolívar, es decir, lograr que ese sueños del Libertador de América se cumpla.
El pensamiento y la acción internacionalista
de Simón Bolívar
Molins Pera Mario
Tierra Firme, revista de historia y ciencias sociales
Año 6. Vol. VI. 1988
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