Un
dominicano nacido en Baní, probablemente antes de 1836, poblado que
estaba formado por inmigrantes canarios, ha sido considerado como el
personaje mas destacado en la lucha del pueblo cubano por su
independencia, según escribió Roberto Cassá para la Colección
Biografías Dominicanas Tobogan.
Nos
referimos a Máximo Gómez, un hombre con una gran capacidad militar,
calificado de brillante en la historia de América.
Abandonó su país a los 30 años
Dice
el autor que Máximo Gómez debía ser un hombre con un poco mas de
30 años cuando decidió abandonar su país natal. Indica también
Cassá que la vocación militar de Gómez no habría sido casual,
sino que tenía antecedentes militares “...alguno de ellos
españoles instalados en Santo Domingo, como oficiales del batallón
Fijo, en el siglo XVII.
Máximo
Gómez, también conocido como “el negro Gómez” de acuerdo al
estudio genealógico que le hicieron,fue calificado como “blanco
puro” a pesar de su piel morena.
-Uno
de sus oficiales identificado como Fernando Figueredo -narra Cassá-
lo describió de la siguiente manera : “Figura interesante, alto,
enjuto de cara, trigueño, de facciones regulares, ojos negros,
pequeños, mirada penetrante y dominadora, cabello, bigotes y pera a
la española”.
Bautismo de fuego a los 20 años
Al
seguir su narración, Cassá nos dice que a finales de 1855, cuando
Gómez tenía mas de 20 años, le tocó su bautismo de fuego en la
batalla conocida como Santomé, donde tropas dominicanas que dirigía
el general José María Cabral, derrotaron de modo fulminante al
ejército haitiano del emperador Soulouque. Allí actuó como Capitán
El joven Gómez fue prácticamente sujeto de la enseñanza de Cabral.
Escribe
Roberto Cassá que Máximo Gómez, en los siguientes años siguió
como militar “en posiciones inferiores” y alineado con Pedro
Santana, uno de los líderes de República Dominicana y quien
decidió la anexión de esa nación a España. Para Máximo Gómez,
en opinión del autor tal situación no debió haberle molestado
-como a la mayoría de sus compatriotas- ya que el país había sido
bastante afectado por las invasiones haitianas y por la guerra civil
de 1857.
Al
frente de las reservas de Ocoa
Al
parecer, la anexión a España después de todo no había sido mal
vista y quizá algunos hasta la justificarían, si se toma en
consideración los acontecimientos que rodeaban para entonces a los
dominicanos. En ese entonces, Gómez se quedó en la comandancia de
Ocoa, al frente de las reservas criollas.
Cuando
en 1863 estalló la guerra de la llamada Restauración, al parecer la
misma afectó la vida de todos los dominicanos y en la ocasión en
que las tropas nacionales llegaron a Baní y San Cristóbal a muchos
los acusaron de españolismo y los enviaron a prisión a fin de
presionarlos y adherirlos a la insurgencia. Es mas, algunos oficiales
consideraron que los blancos naturales de Baní eran todos
proespañoles. Muchos fueron apresados y ejecutados.
Refiere
Cassá que “Por lo que se desprende de la narración de Gómez y
de las memorias de Luperón (Gregorio, militar y presidente
provisional), avaladas por documentos, la concepción racial de
Florentino (Pedro, quien creía que los blancos naturales de Baní
eran todos españoles), consistentes en identificar el españolismo
con el segmento de los blancos, no era ajena a la lucha entre los
partidos santanista y baecista.
Racistas
españoles vieron como negros a los dominicanos
Indica en Cassá en la biografía
de Gómez que, a los dominicanos que siguieron a los españoles al
retirarse en julio de 1865, les dieron garantías que sería
recibidos como súbditos de Du Majestad, sin embargo, apenas llegaron
a Cuba, les dieron la mala noticia de que no podían permanecer en la
isla. Los racistas gobernantes españoles les ordenaron que deberían
dirigirse a África, Islas Canarias, Baleares o Filipinas, en donde
no correrían ningún peligro.
Muchos se quedaron en la mayor de
Las Antillas, pero debieron mostrar fechacientemente su españolismo,
aunque en sus corazones quedó una amargura “inconmensurable”,
al punto que quienes tuvieron la oportunidad de regresar a
Dominicana.
Máximo Gómez, que era Capitán
de las reservas, fue tratado desconsideradamente por un oficial
español, quien se inclinaba por dar malos tratos y era amante del
alcohol y ello lo obligó a renunciar, lo que le permitió sentirse
liberado de su fidelidad a la Madre Patria.
Cuatro
años arrastrando una existencia oscura y triste
Se dedicó a trabajar duro en el
negocio de la madera y recordó: “Así viví en Cuba cuatro
años, arrastrando una existencia oscura y triste, cargado con los
recuerdos de la Patria y la amargura de los desengaños”.
Dice el historiador, sociólogo y
educador Roberto Cassá que el Libertador de Cuba tuvo un cambio
radical en su vida política y a rechazar el dominio de los
españoles, porque tuvo contacto con la esclavitud y conoció de la
discriminación y la gran violencia hacia los negros, al punto que en
sus apuntes autobiográficos escribió:
“Cuba, país de esclavos; no
había conocido yo tan fatídica y degradante institución, y ni
siquiera había podido tener una idea cabal de lo que era, tan fue
así que me quedé espantado al encontrarme en aquella sociedad donde
se despreciaba y explotaba al hombre, por el hombre, de un modo
inhumano y brutal...Muy pronto me sentí yo adherido al ser que mas
sufría en Cuba y sobre el cual pesaba una gran desgracia, el negro
esclavo. Entonces fue que realmente supe que yo era capaz de amar a
los hombres”.
Refiere
el historiador que el único consuelo que recibieron los dominicanos
emigrados a Cuba fue la hospitalidad de los cubanos, con mas fuerza
en aquellos que manejaban planteamientos independentistas, muchos de
los cuales sentían admiración por el estatuto independiente de la
República Dominicana y que “...por inclinación democrática y
nacional debieron ponderar a los dominicanos como sus hermanos. Por
lo demás, la Restauración dominicana había tenido un fuerte
impacto en la zona oriental de Cuba, siendo uno de los factores que
desató la aspiración por la independencia.”.
Estando
precisamente en la región donde estaba el centro de la conspiración
Máximo Gómez se comprometió con la proclama de la independencia de
Cuba hecha por el hacendado
Carlos Manuel Céspedes, el
10 de octubre de 1868 y quien
inició la guerra de independencia en su hacienda.
Lo
cierto de todo -narra Cassá- es que en octubre de 1968 había miles
de cubanos sublevados en Oriente y Camaguey, pero con un problema
serio como es que carecían de conocimientos militares por lo que
debieron acudir a los dominicanos que ya habían tenido sus
experiencias de guerra con los haitianos. En esas circunstancias,
Máximo Gómez recibió el mando de la vanguardia para enfrentar a
una columna española; con ya conocida experiencia instruyó su tropa
a a que peleasen con el machete y dando él el primer ejemplo. A
partir de allí, el arma clave de los insurrectos contra los
españoles fue el machete. Gómez sobresalió en varias contiendas al
dirigir a las tropas en las cargas con machete. Lo cierto de todo es
que Gómez elevaba su autoridad a medida que peleaba, al punto que
fue considerado como el máximo estratega de la insurrección.
Seguiría
el militar muchas veces metido de lleno en las contiendas que se
dieron en aquellos años. Compartió con Maceo y Martí,
distanciándose del apóstol cubano un tiempo, aunque
después estuvieron muy cercas al punto que Máximo Gómez se cultivó
con el sentir de José Martí.
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