El Libertador escribía, como indicó Pérez Vila, “con mucha
mayor frecuencia de lo que hasta ahora se había creído…difícilmente podría
negársele su calidad de periodista, ni regatearle su puesto como uno de los
mejores de la América Hispana de su tiempo”.
Cada vez que leemos
más acerca de Simón Bolívar, se acrecienta nuestro respeto hacia ese guerrero y
estadista venezolano –hoy universal-
lleno de virtudes como ningún otro y en “El
Libertador con el periódico en las manos”, autoría del investigador
histórico Roberto J. Lovera de Sola, este importante autor escribe que “No solo incitó el Libertador a escuchar la voz de todos, sino que en
varios momentos de su trayectoria, en instantes que debía tomar graves
decisiones, pidió la opinión de gente capacitada. En otros momentos pidió
consejos sin importarle la discrepancia. Hubo circunstancias en las cuales
propuso planes a la consideración de todos”.
Tal realidad sobre
la cual escribió Lovera de Sola debe ser conocida por el mundo, ya que permite
no solo fortalecer su imagen como hombre integral que fue y a la vez facilita
el seguir echando por la borda esa mentira fabulada por sus enemigos.
Apreciar su
sentido, su visión, su responsabilidad de estadista y de reconocimiento de los
demás, lo encontramos en el primer caso
que nos presenta Lovera de Sola:
“El
primero de los casos que debemos considerar se llevó a cabo cuando el Libertador
ocupó militarmente la ciudad de Caracas, al final de la llamada Campaña
Admirable (agosto 6, 1813). En aquel momento Simón Bolívar era el
Jefe de una revolución en armas, quien ejercía un autoridad suprema que solo
era efectiva en un reducido territorio y que apenas estaba respaldada por
escasas fuerzas militares y casi ningún poderío financiero y económico”.
Nos agrega el
investigador que en tal situación “…sintió
el Libertador la necesidad de determinar
cuáles debían ser las bases jurídicas
sobre las que debía constituirse el Estado. Pocos Jefes militares, a
todo lo largo de la historia, se han hecho en tan espinosos instantes
interrogantes de este tipo. Todos han esperado a consolidar el triunfo o tener el poder en sus manos,
para hacerlo. Él no esperó. Formó un pequeño gabinete constituido por tres Secretarías.
Estado, Relaciones Exteriores y Hacienda Pública”.
Esas Secretarías
fueron asumidas por Antonio Muñoz Tébar, Comandante Ramón García de Sena y
Rafael Diego Mérida. Luego le pide al ilustre Francisco Javier Ustariz –siempre
con la idea de ordenar el gobierno- “…que
le presentara un plan de gobierno provisorio para el país (agosto 13)”, lo
cual hizo y entregó días después (agosto
18).
El plan provisorio –añade
Lovera de Sola- fue enviado a la imprenta de Juan Baillio (Valencia-Carabobo) y
fue impreso con el título: Contestación oficial del Ciudadano Francisco Javier
Ustariz al General en Jefe del Ejército
Libertador o proyecto de un gobierno
provisorio para Venezuela.
Un hombre consciente
de la importancia de la imprenta
Después el plan impreso
iría a manos de una serie de ciudadanos preparados o capacitados para que
opinaran sobre el mismo. Varios de los
consultados y sus opiniones impresas en las columnas de la Gaceta de Caracas y
hasta el licenciado Miguel José Sanz publicó, en otro folleto, un proyecto para
el gobierno provisional en Venezuela.
Escribe Lovera de
Sola que Simón Bolívar, desde muy temprano, estuvo muy consciente de la
importancia que la imprenta tenía en el proceso emancipador que lideraba y al
respecto es bueno recordar que, cuando viajó a Londres en misión de la Junta
Suprema, en 1810, al regresar trajo de
aquella nación una imprenta.
Como dato histórico
interesante, es indispensable reseñar que, durante la conocida Campaña
Admirable, estuvo a su lado el haitiano Juan Baillio, un tipógrafo responsable
de todos los impresos que salieron en la Segunda República.
Al Libertador le
acompañaba una prensa portátil
Nos añade el
investigador histórico que cuando Simón Bolívar volvió al frente de la Expedición de Los Cayos (en 1816) tenía una
imprenta que luego perdió ese año en el llamado desastre de Ocumare y dicha
pérdida le afectó, a punto que ello sería lo que le hizo pedir de modo urgente
a su amigo el oriundo del pueblo de Píritu (oriente de Venezuela), Fernando
Peñalver, otra imprenta que fue utilizada para imprimir el Correo de Orinoco.
Nos ilustra Lovera
de Sola que “Cuando no estaba (Simón
Bolívar) cerca del aparato de caracteres móviles, desde lejos enviaba sus directrices a quienes lo dirigían. Y en
muchas de sus campañas, como sucedió en el Perú, llevaba junto con su ejército
una pequeña prensa portátil que lo
acompañaba a donde fuera, y en la cual, pese a la precariedad de sus
tipos, se editaba El Centinela en
campaña donde el Libertador continuaba
la práctica de los denominados “combates de papel” como llamaba a las polémicas que sostenía con los Realistas (Cartas, t.IV,
p.113), con esas palabras se lo dijo a Santander (marzo 30, 1824)”.
Su arma psicológica
para la “guerra de los papeles
Expresa Lovera de
Sola que el Libertador Simón Bolívar no solo tenía muy claro el cómo debía
hacerse un periódico, sino que, además, se preocupaba de escribir para los voceros
patrióticos. “La pasión de escribir para
la prensa, de utilizarla como arma
psicológica para continuar lo que
denominaba la “guerra de los papeles”, o
simplemente para dar cuenta de sus
convicciones, no le abandonó nunca. Poco a poco la investigación bolivariana ha
venid haciendo luz en este aspecto de su actividad. Área no siempre expedita,
de no fácil conocimiento, ya que el Libertador escribió siempre utilizando el
seudónimo o en forma anónima”.
Bolívar, tenía cualidades de comunicador social
En “El Libertador con el periódico en sus manos”,
escribe este investigador histórico que, Simón Bolívar como columnista se
inició en Caracas “…durante los días de la Segunda República al insertar en la Gaceta de Caracas (febrero
7,1814) el “Artículo sobre la política de Inglaterra” (Escritos, t.VI, pp.123-125)”.
No dice también que
durante sus actividades, a lo largo del tiempo, el Libertador siguió escribiendo
y muchos textos en columnas en diversos periódicos y entre esos textos destaca la
Carta de Jamaica y luego añade que “Quienes
han recopilado sus escritos han tenido especial interés en rescatarlos. Así lo hizo Vicente Lecuna
quien compiló los que fue encontrando en sus pesquisas en sus Papeles de Bolívar. Paciente labor continuada
por Manuel Pérez Vila al realizar el
trabajo heurístico de identificación de diversos textos del Libertador,
aparecidos en publicaciones periódicas, tal los que encontramos en sus libros Las campañas
periodísticas del Libertador y Para acercarnos a Bolívar.
Pero hay más sobre
este interesante y discutido asunto sobre el Libertador Simón Bolívar, el
periodismo y su ejercicio de acuerdo a como lo escribe este investigador
histórico y crítico literario.
Nos refiere de
Lovera de Sola que “Francisco J. Ávila
(1915) ha explicado que el Libertador poseía cualidades de comunicador social
porque sabía que la comunicación verbal era su mejo arma. De la misma manera poseía
capacidad de persuasión, era un conocedor profundo e intuitivo de la conducta
de los seres humanos, esta, más que característica de periodista lo era de político sagaz. De la misma forma
tenía capacidad de empatía que es, según el psiquiatra norteamericano Carl
Rogers, “la capacidad para sumergirse en el mundo subjetivo de los demás y
participar en su experiencia en la medida que la comunicación verbal y no verbal lo permite”.
El Libertador con el periódico en
las manos
Roberto J. Lovera de Sola
Colección Alfredo Maneiro/Serie en
la historia
Fundación Editorial
El perro y la rana 2010
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