Bolívar y la Iglesia es el título del
IV capítulo del libro “Bolívar ante la política”, escrito por el general de
Brigada ®, Héctor Bencomo Barrios, impreso por Editorial Arte (septiembre 2010)
y forma parte de la
Colección Bicentenario del Ministerio del Poder Popular para la Cultura y contó con e
apoyo de Centro Nacional de Libro y el Archivo General de la Nación.
A juicio del general Bencomo
Barios, Simón Bolívar habría entendido desde un principio “la gran utilidad de la Iglesia en la educación
moral y socia del pueblo” y dicho entender lo habría llevado “a las múltiples
acciones que puso en práctica para sacar el mayor provecho de ésta y de sus
ministros”.
Como detalle adicional
habría que comentar aquí que algunos escritores han dejado entrever que siempre
hubo un enfrentamiento entre el guerrero caraqueño y el sector eclesiástico.
Pero presentemos acá lo escrito por el Dr. Gustavo Pereira, en su libro “Simón Bolívar, escritos anticolonialistas”,
(1) de la serie Libertador de la palabra:
“En aquellas patrias
troqueladas y amordazadas por tres siglos de dominación, el aparato clerical
católico contrarreformista se había impuesto a la collera esclavista. Perú de
Lacroix cuenta cómo las feroces campañas de ese clero intentaron
predisponer a las clases populares
contra los ejércitos libertadores. Pese a ello Bolívar respetaba esas creencias
populares y tenía por costumbre acudir
regularmente a misa aunque ignoraba absolutamente
el momento en que debía ponerse de rodillas, o mantenerse en pie, o
sentarse, además de que nunca se persignaba. Interrogado sobre dichos asuntos, explicaba que no
gustaba de entrar en metafísicas que
descansaban sobre bases falsas:
-Me basta saber y estar
convencido de que el alma tiene
la facultad de sentir, es decir, de recibir las impresiones de nuestros
sentimientos, pero que no tiene la facultad de pensar , porque no admite ideas
innatas. El hombre tiene un cuerpo material y una inteligencia representada por
el cerebro, igualmente material, y, según el estado actual de la ciencia, no se considera ala inteligencia sino como
una secreción del cerebro; llámese,
pues, este producto alma, inteligencia, espíritu, poco importa ni vale la pena disputar sobre ello: para mi la vida no es otra cosa
sino el resultado de la unión de dos principio, a saber: de la contractilidad,
que es una facultad de cuerpo material, y de la sensibilidad, que es una
facultad del cerebro o de la inteligencia. Cesa la vida cuando cesa aquella
unión; el cerebro muere con el cuerpo, y muerto el cerebro no hay más de
secreción de inteligencia. Deduzca usted de ahí cuáles serán mis opiniones en
materia de Eliseo y de Fánaro o Tártaro y mis ideas sobre las ficciones
sagradas que preocupan todavía tanto a los mortales”.
Un predicador que pide que maten a un líder político
El tema de los hombres con
grandes visiones políticas y la visión de la iglesia, siempre con intenciones
hegemónicas desde que existe, no es nuevo en el mundo y, precisamente en este
tiempo, ha sido posible levantar el velo sacramental con el que se ha cubierto
la iglesia católica y apreciar que se trata de un antiguo poder imperial
religioso que logró en el pasado un estricto control sobre la humanidad y sus
riquezas, apoyado en bases que no tienen explicación científica alguna y que
chocan con el conocimiento que la ciencia expone a mundo actual.
Ya más en dirección a este
tiempo moderno y contemporáneo, es posible ver cómo el discurso clerical no
cambia y así, su dirigencia mundial levanta espadas y se coloca al lado de los
poderes dueños del capital para intentar agredir a los gobiernos de pueblos que
buscan un camino distinto a la sumisión, la agresión y luchan por la dignidad y
soberanía de sus naciones. Por eso nada extraña escuchar o leer proclamas o
palabras de fanáticos religiosos que son capaces de pedir la muerte de otros
seres humanos.
Es
conocida a nivel mundial, la locura de
Pat Robertson, un tele predicador y fundador de la Coalición Cristiana
de Estados Unidos y quien también fuera ex aspirante a la Casa Blanca, quien le
solicitó al jefe del gobierno de EE.UU. George Bush, en uno de sus sermones por
televisión, que asesinara a Hugo Chávez, al que calificó de peligro terrorífico
para USA.
A lo anterior habría que adicionar las variadas declaraciones de unos
cuantos sacerdotes venezolanos, alejados del sentir de la población, que se
ubican en la denominada Conferencia Episcopal Venezolana, como es el caso del
Cardenal Jorge Urosa Savino, quien ha expresado su crítica a diversas leyes de
la revolución bolivariana ”que considera inconstitucionales y que constituyen
una gran preocupación para el pueblo, un atentado contra la democracia y el
pluralismo político, como por ejemplo la referida a la educación y la de los
procesos electorales, sobre las que los obispos ya se han pronunciado
oportunamente”, como citó un medio web, pero
que nada tienen que ver con la realidad
porque precisamente en materia de educación el país tiene en la
actualidad más de 9 millones de personas que estudian, en diversos niveles y en
materia electoral el modelo venezolano ha sido considerado como uno de los más
transparentes del mundo.
Conductas clericales del
presente, iguales a las del pasado
El sacerdote, valga decir, solo expresa lo que la oligarquía venezolana
manifiesta a través de los voceros de los partidos que la representan,
negándose a aceptar que la mayoría
ciudadana respalda al actual presidente de los venezolanos e ignorando cuando
se cuestiona al anterior Cardenal Velásquez –a quien sucede Urosa- quien fue
uno de los primeros que firmó a favor de Pedro Carmona Estanga, cuando éste
llegó al poder con un golpe de Estado, que duró horas porque el pueblo que
respalda a al presidente Hugo Chávez lo devolvió a Miraflores.
La cuestión, a nuestro modo
de ver las cosas y observando las conductas de hoy iguales a las del pasado, es
que Simón Bolívar, como era de esperarse para quien planteara las ideas de
libertad, soberanía, igualdad y rechazo a la esclavitud, al hacerlo, chocaba de
frente contra quienes eran partidarios de la sumisión y obediencia de los
hombres y mujeres de los pueblos americanos al poder político, económico,
militar y clerical de la época.
Y en cierto modo eso s lo
que plantea el general Héctor Bencomo
Barrios cuando dice que “Independientemente de las creencias de Bolívar y de sus ideas acerca de la religión, nuestra
afirmación es que él no podía exhibir ante sus gobernados una conducta contraria al credo y a la
idiosincrasia de éstos. Durante 300 años el pueblo americano fue objeto de un
adoctrinamiento impuesto por los europeos. Esa acción, llamada por ellos
evangelización, era una de las muchas que realizaron en obsequio de lo que la Historia denomina
conquista y colonización, que no fue otra cosa que dominación. Por ello, fue
tarea muy difícil, por no decir imposible, cualquier intento de cambio del
comportamiento de los habitantes ante la iglesia, si es que dentro de los
planes del líder de la revolución hubiesen estado presentes acciones contra
ésta, por no ser de la aceptación pública”.
A juicio de Bencomo Barrios,
lo que buscaba Bolívar es que la iglesia dirigiera sus actividades a favor de
los pueblos liberados, con la aspiración, quizá el sueño, de que el clero
modificase su conducta, para entonces contraria a los intereses republicanos.
Pero como se ha visto, no solo en Latinoamérica sino en muchas otras latitudes,
la conducta de algunos sectores del clero se pronuncia hacia la oligarquía,
hacia los dueños de dinero. De hecho, la iglesia católica es una de las
instituciones más poderosas del mundo, económicamente hablando.
Bencomo Barrios Héctor
Bolívar ante la política
Editorial Arte 09/2010
Colección Bicentenario
Ministerio del Poder Popular para la Cultura
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