Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



lunes, 26 de marzo de 2012

El continente de Bolívar

En el ensayo “La contribución de Bolívar a la Economía Política de América Latina”, del historiador y economista chileno Luís Vitale, llama la atención el título con el que su autor desarrolla un capítulo del tema económico en la época en que el Libertador se inclinó a hacer la guerra para liberarnos de la presencia del dominio español.
Nos refiere Vitale que en aquellos tiempos Bolívar “tuvo que enfrentar una formación económico-social distinta a la europea, caracterizada  básicamente por una economía primaria exportadora. El proceso de colonización  hispano-lusitano había originado  condiciones sociales que pasaron a ser  parte de una formación más global: el sistema mercantilista mundial”.  
Nos dice además el profesor Vitale que la economía agraria de la época  fue sustituida por “la producción de metales preciosos y materias primas destinadas  al mercado internacional en formación. Los españoles y portugueses introdujeron el valor de cambio y un germen de economía monetaria en una sociedad que solo conocía el valor de uso y la economía natural, aunque utilizara, bajo los aztecas principalmente, algunos medios convencionales de intercambio”.  
El continente no tenía una economía de subsistencia
Lo cierto de todo, es que la economía de aquel entonces debió subordinarse  a las nuevas formas de producción, comenzaron nuevas relaciones de producción  y de cambio. El historiador refiere en su ensayo que los nativos fueron incorporados al “régimen de explotación de los metales preciosos y de las actividades agropecuarias e “integrados” mediante el uso de la violencia. Los productos extraídos por los indígenas y los esclavos negros se transformaron en mercancías que coadyuvaron al procedo de acumulación originaria de capital a escala mundial”, (Celso Furtado, en La economía latinoamericana).
Nos dice igualmente el autor del ensayo que “El excedente económico colonial que se apropiaron los imperios español y portugués provino fundamentalmente  de dos vertientes: de la renta o tributación en especie, trabajo o dinero que estaban obligados a pagar los indígenas y de la explotación del trabajo asalariado, esclavista y servil en las minas, haciendas y plantaciones”. 
Para el historiador, nuestro continente latinoamericano no tenía una economía de subsistencia, pues su economía era de exportación, que tenía como finalidad exportar minerales y materias primas. Y luego añade: “Las colonias hispano-lusitana no se estructuraron sobre la base de la economía natural de trueque  o de la pequeña economía agraria y artesanal, sino de la explotación de productos mineros y agropecuarios para el mercado mundial, mediante el empleo de grandes masas de trabajadores indígenas y negros esclavos”, (Luís Vitale, Interpretación marxista de la historia de Chile, Tomo II, La colonia y la revolución de 1810).
Es de la idea Vitale que los colonizadores no impusieron algún modo determinante de producción ; incorporaron nuestro continente al mercado internacional y al sistema mercantilista imperante, es decir, al europeo, pero de ninguna manera ello originó relaciones de producción capitalista, pese a que los principales centros mineros “fueron explotados con relaciones salariales de producción y con una avanzada tecnología.
Todo un ambiente construido a través de la fuerza por los conquistadores españoles y portugueses con formas de trabajo que nada tenían que ver con los quehaceres indígenas y de los negros provenientes de África. Ese era el escenario que duró bastante tiempo y del cual haría referencia Simón Bolívar cuando Venezuela avanzaba presurosa hacia la declaración de su independencia.
Bolívar sabía de las protestas de los criollos ante monopolio español
Narra Vitale que Simón Bolívar, por relatos de su padre Juan Vicente, sabía de de las protestas de los criollos frente al cerrado monopolio de los españoles; también conoció de la explotación de que eran objeto los esclavos que trabajaban en las plantaciones de cacao y también conoció el futuro Libertador de América de la rebelión de José Leonardo Chirino, “líder del primer embrión de lucha independentista  combinada con la liberación  de sus hermanos esclavos. Luego, se enteró de la conspiración de Picornell, Gual y España, cuyo programa  anticolonialista y de unidad latinoamericana iba a recoger una década más tarde”.
Hace referencia el historiador a que tales brotes independentistas mostraban el descontento  de los criollos acomodados, como lo fue la familia de los Bolívar, “que habían logrado  presentar claramente sus demandas en la Representación de los Hacendados  de 1797; Ya es tiempo de romper el velo al silencio, de hacer frente a los opresores de estos países…de procurar los medios de desconcertar  sus usurarias ideas y, en una palabra, de decir claramente que esta tan extraña , rara, inesperada gestión de algunos de nuestros comerciantes, tiene su verdadera raíz en el espíritu de monopolio de que están animados, aquel mismo  bajo el cual ha estado encadenada, ha gemido y gime tristemente esta provincia”, (Eduardo Arcila Farías, Introducción y compilación del Real Consulado de Caracas, 1957).
Otro asunto que corre parejo con el conocimiento de Bolívar sobre las protestas y  y malestares de la época,  fue, como dice Luís Vitale, que “El joven Simón fue testigo de la profunda discriminación racial de su clase no solo contra los negros sino también contra los pardos, agudizada por la cédula de “Gracias Al Sacar” dictada en 1975 a favor de los mestizos. Los mantuanos protestaron  indignados ante el Rey en un tono que expresaba aquellos tiempos de marcada discriminación social: “el tránsito de los pardos  a la calidad de blancos es espantoso a los vecinos y naturales de América, porque solo ellos conocen  desde que nacen, o por el transcurso de muchos años de trato en ella, la inmensa distancia que separa a los blancos y pardos, la ventaja y superioridad de aquellos y subordinación de estos” (José Gil Fortoul, La historia constitucional de Venezuela, Tomo 1).
Si bien el Libertador fue hijo de una clase que “menospreciaba y explotaba a los negros y pardos”, como escribe Vitale, no es menos cierto que Simón Bolívar se elevó por encima de esos mezquinos intereses y se adentró en la historia mundial al adoptar medidas  muy adelantadas a su época y lanzarse en una guerra de independencia en la que vio no solo consumir sus riquezas sino su vida.

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