El doctor
Gustavo Pereira, poeta, constituyente reconocido y autor del preámbulo de la Constitución
Bolivariana de Venezuela hizo un discurso, a propósito de la
conmemoración del Bicentenario de la Instalación del Primer
Congreso de Venezuela, el 2 de marzo de
1811. Por supuesto, esta vez es 2 de marzo de 2011. Su calidad histórica y política obliga a que lo publiquemos
en wwwpertinentes.com
Lo que
hoy se celebra acá en este recinto, que alojó la vivienda de uno de los
nobles
llamados entonces mantuanos, que propiciaron el movimiento de
emancipación
de lo que fue la
Capitanía General de Venezuela, no es un hechocasual;
estos festejos responden a un hilo histórico del cual vamos a haceralgunas
referencias que nos conduzcan a esta realidad.
No
vengo, por ello, a hacer un discurso; tampoco está entre mis planes dictar
una
clase de historia, simplemente me propongo hacer algunas breves reflexiones que me
han conducido a algunas interrogantes que probablemente todos hemos compartido
cuando estudiamos las páginas de nuestra historia.
Yo
siempre he creído que el olvido es la verdadera muerte y en los últimos
tiempos
ha cundido la especie, tanto internacional como nacionalmente, de que debemos
olvidarnos del pasado, de que hasta cuándo vamos a rememorar los momentos
ingratos del pasado, cuando lo que nos importa es este presente.
Suele
olvidarse que aquellos polvos, como decía el viejo refrán castellano,
suelen traer
estos lodos y viceversa; aquellas velas suelen traer estos
deslumbramientos.
Yo me pregunto, sobre estos olvidos o sobre estas franjas de olvido
que algunos pretenden echar sobre la memoria colectiva, porque desde los bancos
escolares siempre me preguntaba, con una indignación de niño, por qué en los
manuales de historia, en los que nosotros tuvimos la desdicha de estudiar, siempre
se privilegiaba al ofensor contra el ofendido, al agresor contra el agredido, al
injusto contra el justo. Por qué el conquistador español, que extermina a pueblos
enteros y comete uno de los genocidios más terribles que se han perpetrado
con la historia de la humanidad, era exaltado mientras los indígenas, el pueblo
que resistió y que aquí vivió durante miles de años, era tratado como bárbaro.
Todavía
a fines del siglo XVI un sacerdote que escribió en España, en Sevilla,
un libro que tuvo mucho éxito entonces, Fray Tomás de Mercado, llegaba a decir
que puesto que los indios no se movían por razón sino por pasión, no podían
ser tratados sino como bárbaros. Parecido tratamiento, y tal vez peor, sufrieron
los millones de esclavos africanos que a estas tierras fueron trasladados desde
las costas occidentales de África en número que se calcula no inferior a 40 millones
de seres humanos, para ser esclavizados en estas tierras, en las haciendas
de caña, fundamentalmente de caña de azúcar en el área Caribe, que es la
que nos compete en este momento.
Pero
¿qué ocurre?, me preguntaba yo, cuando al mismo tiempo estudiaba en
aquella
historia o en aquellas historias, como fue aperreado, por ejemplo,
Tamanaco
y como aparecían algunos grabados en donde un mastín, que eran los perros
que acompañaban a los conquistadores españoles para aperrear indios, como
entonces se llamaba el acto de liquidación de los indios que resistían, como aquellos
actos fueron, aquel pasado, como aquel pasado fue rehecho en acontecimientos
posteriores muchos siglos después, cuando en los mismos bancos
escolares me tocó en suerte tener una peseta española, y leo en esa peseta
española, amén de ver la imagen del General Francisco Franco, una leyenda
que decía: “Francisco Franco, caudillo de España por la gracia de Dios.”
Quienes
luego tuvimos la fortuna de estudiar la historia de la Guerra Civil
española,
que costó un millón de muertos; quienes luego tuvimos la dicha de
visitar
España durante tantas veces, nunca llegamos a encontrar un callejón
siquiera
que en España se llamara Bartolomé de las Casas. En cambio, la
memoria
de un porquerizo como Francisco Pizarro en Perú, o un intelectual como Hernán
Cortés en México, esa memoria fue consagrada como héroes de la España
triunfadora. Y me preguntaba: ¿Quién le dio más gloria a España?
¿Cortés
y Pizarro, o Bartolomé de las Casa?, ¿Francisco de Vitoria o Antón de
Montesinos,
quien fue un sacerdote que en la actual isla Santo Domingo –que los españoles
llamaron La Española–
que preconizaba, disertaba, sermoneaba, sobreel
genocidio que se estaba cometiendo en las islas del Caribe, genocidio que 40 años
después de la llegada de los conquistadores españoles, había acabado con casi
todos los pueblos tainos, arahuacos, que en esas islas habitaban?
Los caribes resistimos
Eso
explica el porqué, y empleo la palabra mestizaje con alguna prudencia,
porque
el mestizaje de las islas del Caribe es distinto, por ejemplo, al mestizaje de nosotros,
en donde tuvimos a los caribes que resistieron, pero los caribes resistieron
hasta ahorita, hasta el siglo XX, hasta la Constitución del 1999
que, por primera
vez en la historia de este país, reconoce los derechos de los pueblos indígenas
y todavía se está en esa lucha. (Aplausos)
Basta
extender un poco la vista hacia el sur y vemos cómo los mapuches en
Chile
siguen librando esas luchas, y en estos días estuve viendo una propaganda de un
canal chileno en donde decían más o menos así: Chile está habitado por no sé
cuantas personas. No estaban incluidos los mapuches, es decir, todavía los mapuches
son no personas, del mismo modo que los esclavos negros eran simples
semovientes, eran no personas.
Pero me
preguntaba: ¿Quién le dio y quién le da más gloria a España?,
¿Cortés
y Pizarro o de las Casas y Montesinos? El General Millán Astray, quien a las
puertas de la Universidad
de Salamanca y ante la presencia del rector de la misma
universidad, el gran Unamuno decía: “Cuando oigo la palabra cultura saco mi
revólver.”
¿Quién
le dio más gloria a España?, ¿el General Millán Astray o el sabio
Unamuno?
¿Quién le dio más gloria a España?, ¿el poeta Federico García Lorca
o
Francisco Franco, el jefe de los asesinos de Federico García Lorca, quien
comandaba
el ejército de fascistas que fusiló a ese ser inofensivo llamado
Federico
García Lorca, cuyo cadáver fue depositado en una zanja común en los
prolegómenos
de la Guerra Civil
española? ¿Quién le dio y quién le da más gloria a los
Estados Unidos?, ¿Walt Whitman o Jorge W. Bush?
La injusticia no tiene nacionalidad
La
injusticia no tiene nacionalidad ni color político. La injusticia es injusticia
quien
quiera que la perpetre, y la lucha de los seres humanos es una lucha secular contra
la injusticia, cualquier persona en el mundo está dotada de un alma, de una sensibilidad.
Yo soy y me encuentro entre quienes piensan que eso que llamamos alma no
es sino la expresión de la conciencia sensible, es decir, la razón en estado
de sensibilidad; y la lucha por la justicia es una larga e interminable lucha.
Siempre
habrá motivos por los cuales luchar, independientemente del sistema
social
al que uno aspire o del sistema social en que uno viva. Todos los seres
humanos,
con excepción de algunos seres casi inhumanos, luchan porque el
mundo
sea cada día mejor. (Aplausos)
Y yo me
pregunto: ¿Cuál es la diferencia que existe para hablar del pasado
y para
ver cómo aquel pasado está imbricado directamente en este presente?
¿Cuál es
la diferencia entre los conquistadores españoles, el imperio colonial
español,
contra el que se sublevaron acá? En primer lugar, los mantuanos, pero eso
según la historia, porque según la historia aparentemente el pueblo no aparecía
por ningún lado. Es decir, al parecer eran 20 ó 50 mantuanos que
encabezaron
un movimiento y más nada, dieron un golpe de Estado, como en
efecto
fue un golpe de Estado el 19 de abril. Me pregunto: ¿Y ese pueblo quién lo andaría
y dónde estaría?
Porque
es obvio que ninguna transformación social la hacen 20 personas;
probablemente
la comanden, probablemente tomen iniciativas que conduzcan a la adhesión
de multitudes, ha ocurrido eso y ha sido para las causas justas y para las causas
injustas. Hitler no fue un hecho aislado en Alemania, ni Musolini en Italia.
Hitler
concitó la adhesión de un pueblo y Musolini concitó la adhesión de un
pueblo,
y seguramente Franco concitó la adhesión de un pueblo. ¿Por qué?
Creo que
esa es otra interrogante que debemos también intentar
respondernos,
por qué de pronto un pueblo puede ponerse al lado de sus
victimarios,
al lado de quienes representan la injusticia, la intolerancia. Esas soninterrogantes
que debemos hacernos, como debemos hacernos estas preguntas sobre
los genocidios: ¿Cuál es la diferencia entre el genocidio cometido por el imperio
español en América y el genocidio cometido por los Estados Unidos en Irán y
el Vietnam? (Aplausos)
O el que
extrañamente, y digo extrañamente porque soy uno de esos
dolientes
que admiró profundamente al pueblo judío y lo admira de alguna
manera,
que se condolió hasta los tuétanos con la tragedia que el pueblo judío vivió
con el triunfo del nazismo en Europa y con el exterminio de millones de seres humanos,
que por ser judíos y también por ser comunistas fueron exterminados; y que
ahora ese mismo pueblo o ese mismo gobierno que dice representar o representa
a ese pueblo, está haciendo lo propio con los palestinos, y no es cualquier
cosa lo que está ocurriendo en Palestina, como no es cualquier cosa lo que está
ocurriendo en estos momentos en el Medio Oriente.
La dicha de poseer riquezas
Los
países del Tercer Mundo tuvimos una ingrata dicha que es poseer
riquezas
que son la envidia de quienes agotaron las suyas, y las agotaron por un sistema
de vida que ningún planeta puede resistir; un sistema de vida que ha convertido
los mares, los ríos, las aguas, en cloacas; un sistema de vida que deforesta
millones hectáreas de bosques y de selvas todos los años; un sistema de vida
que ha hecho del consumo y de la degradación del otro una forma de estar en el
mundo.
Quienes
pretendemos o tenemos la soberbia de creer que tenemos un alma,
es
decir, una conciencia sensible, no podemos estar al lado de quienes depredan, de
quienes justifican la injusticia. (Aplausos)
Aquel 2
de marzo de hace 2 siglos inoculó la voluntad independentista de un
grupo de
seres humanos acá en Caracas en donde comenzó todo, por ello les
decía
que no fue un hecho producto del más allá o que llegó un bien amado
espíritu
santo y lo puso acá.
Allí
comenzó todo según la historia –yo tengo mis dudas de que solo en
Caracas
haya comenzado todo– existe entre los seres humanos lo mismo que
pasa
entre las ciudades y los países, cierta vez yo estaba en Madrid y quería ir con mi
familia –mi padre, mi madre y mis hijos– a Andalucía, y estábamos
almorzando
en un restaurante madrileño y cuando un mesonero, que luego hizo cierta
amistad con nosotros, nos preguntó que si habíamos recorrido España, bueno,
una parte muy pequeña hasta donde nos llegan los recursos, pero fuimos invitados
a Andalucía, e íbamos a ir a Andalucía, enseguida nos dijo: Si vais a Andalucía
tened cuidado porque os van a robar.
Él daba
por descontado que en Andalucía nos iban a despojar de todas las
pertenencias
porque los andaluces eran amén de flojos, ladrones, y la flojera lo decía
porque decía que los andaluces no hacen sino pedir limosna, robar, bailar y cantar flamenco,
incluso, esto ha llegado al nivel de la literatura: una vez llegó Federico
García Lorca a Buenos Aires a hacer una lectura de sus poemas y estaba
en Buenos Aires Pablo Neruda, y juntos leyeron poesías y fue una fiesta de la
poesía en Buenos Aires.
En los
últimos años de su vida un periodista bonaerense le pregunta a
Borges
que, ¿qué opinaba él sobre la poesía de García Lorca? Y Borges contesta:
Ah,
García Lorca, lo he oído nombrar, creo que es un gitano profesional.
Ese
mesonero que nos dijo a nosotros eso sobre los andaluces, cuando
nosotros
regresamos al restaurante después del viaje por Andalucía preguntó:
¿Cómo
les fue por Andalucía? Muy bien –y yo le digo– y tampoco es como usted dice que
los andaluces son unos flojos.
Me dice:
Pues claro que son unos flojos, ¿qué vio usted en Andalucía?
Bueno,
yo vi aquello sembrado de cosas, de olivares y de girasoles. Los olivares los
sembraron los árabes hace 500 años.
Lo mismo
dicen los alemanes de Berlín, los alemanes de Dresden, de los
alemanes
del norte, a los que llaman cabezas de pescado, los alemanes de la
zona de
Brandenburgo, Neobrandenburgo, etcétera, son despreciados por los
alemanes
que se consideran a sí mismo gente decente, gente culta y los llaman “cabeza
de pescado”.
Aquí
había el prurito alguna vez en Venezuela sobre los andinos, probablemente
era una especie de venganza popular para poner en su sitio –qué sé yo– a
los gobiernos tiránicos que tuvimos, encabezados por Juan Vicente Gómez
quien gobernó aquí tiránicamente durante tantos años.
Entonces,
a los andinos le aplicaron la connotación de gochos, que quería
decir un
poco lo que en Colombia quería decir el término de paisa, y así
sucesivamente.
Siempre
es una especie de descalificación del otro, porque la incomprensión
del otro
modo de vivir forma parte de una de las taras humanas que se han forjado alrededor
de las luchas sociales. (Aplausos).
Los
antecedes que permitieron los acontecimientos de aquel 2 de marzo de
hace 200
años son muchos, pero voy a mencionar ligeramente apenas uno de los más
importantes. El primero de ellos, los 3 siglos de dominación colonial que no fueron
solamente siglos de dominación política, fueron siglos de dominación económica
y fueron siglos de dominación ideológica.
Recuerden
ustedes que en las historias los indios no tenían idiomas, tenían
dialectos;
no tenían religiones, tenían supercherías; no tenían comida, tenían
brebajes;
no tenían viviendas, tenían chozas; y por supuesto, tampoco tenían
dignidad,
eran indios; había que civilizarlos.
El genocidio para civilizar
¿Y cómo
los civilizaban? Ustedes saben cómo los civilizaban, ahí están las
cifras
de los genocidios, porque alguna gente habla del genocidio español que se cometió
en las posesiones españolas del nuevo mundo y pocos hablan del
genocidio
de los hijos de los ingleses en los Estados Unidos.
Si
ustedes estudian la historia de los Estados Unidos, se van a sorprender
hasta
qué punto el genocidio cometido contra los pueblos indígenas del norte
exacerbó
absolutamente y a tal punto esos crímenes, que los que perpetraron los españoles
acá fueron juegos de niños al lado de aquellos. Aquello fue una cosa planificada;
el español no fue un genocidio planificado, el español fue un genocidio producto
de las condiciones sociales, políticas, económicas de una sociedad que tenía
como paradigma la nobleza, consideraba el trabajo como un desdoro, como una
humillación, estos fueron los paradigmas.
Por eso
los esclavos eran semovientes y a este Congreso que se instala el 2
de marzo
acá en estos espacios, por lo menos bajo este cielo, quienes votaron no fueron
los indios, ni los negros. Ustedes ven los integrantes de ese primer Congreso
y todos, o casi todos por no decir todos, porque ahí se colaron algunos pardos
como Juan Germán Roscio por ejemplo, que no era de la oligarquía, era un abogado
de mucho éxito.
José
Félix Ribas en cambio que sí era de la oligarquía andaba con un gorro
frigio
porque las ideas de la
Revolución Francesa las había hecho suyas desde
hacía
mucho tiempo, y Ribas era un radical, pero un radical tan rotundo que
después
del golpe del 19 de abril fue expulsado junto con su hermano que era
sacerdote.
(Aplausos).
Estos
dos Ribas que formaban parte de la Junta Suprema del 19 de abril,
José
Félix y su hermano Francisco, el sacerdote, fueron expulsados porque a raíz de la
masacre cometida por las autoridades españolas, cuando el primer intento de
emancipación de Quito. Fue una masacre espantosa y tan pronto llegó la noticia
a Caracas hubo, desde luego, un malestar terrible.
Ese
malestar lo encabeza José Félix Ribas, y salieron manifestaciones por
las
calles de Caracas diciendo: “Abajo al poder español”. Y ya se
había instalado la Junta
Suprema, pero esa Junta Suprema era defensora
de los derechos de Fernando VII, conservadora, así se decía: Junta Conservadora
de los Derechos de Fernando VII.
Algunos
dicen que este nombre fue un eufemismo porque, definitivamente,
los
nobles criollos ya tenían entre sus planes la independencia, la independencia política,
es decir, cambiar las formas pero para que todo siguiera igual, porque las mismas
condiciones de explotación a los esclavos, a los indios, eso iba a quedar igual,
pese a que ese primer Congreso, establece, como estábamos conversando con
Noelí ahorita, y me decía Noelí: las primeras tentativas de hacer justicia a
los pueblos
indígenas, por ejemplo, con la eliminación de los tributos a los pueblos indígenas.
¿Pero
qué ocurre? Estos 3 siglos de dominación, que a mi juicio, tanto como
político
fueron mucho más contundentes, porque uno se puede deshacer de la
dominación
política con alguna facilidad, pero de la dominación ideológica no.
Deshacerse
del dominio ideológico eso es una lucha secular, una lucha que
costará
mucho, por eso siempre he creído que si este Proceso Bolivariano no
tiene la
cultura como un mascarón de proa, es decir, para poder derrotar la
inoculación
ideológica que 5 siglos de sometimiento han dejado entre nosotros, con una
trasgresión de los valores tradicionales de los seres humanos, con una superposición
de antivalores, no vamos a lograr nada porque los edificios se construyen
y se caen, los puentes se construyen y se caen, las instituciones se establecen
y se disuelven, las ideas permanecen. (Aplausos).
Los tribunales inquisidores
Y no se
trata –como algunos dicen por allí– de catequizar a alguien, o como
alguno
acusaba al Proceso Bolivariano de llegar desde las escuelas y adoctrinar a los
niños a semejanza de cómo hacía el conquistador español con los indios en los
llamados pueblos, esos se llamaban pueblos de doctrina.
Es
decir, “como estos indios no saben nada de la civilización, vamos a
adoctrinarlos”.
Lo primero es el principio de la religión Católica, ¿pero de cuál
religión
Católica? Estamos hablando de la iglesia contrarreformista española,
estamos
hablando de una iglesia que revitalizó con una hazaña inigualable los
tribunales
de inquisición que trajeron a América. Tribunales de inquisición que
tenían
fundamentalmente por víctimas a los sacerdotes indígenas, a los acusados de
brujos, los hechiceros, y a quien osara transgredir, por supuesto, la ideología del
régimen; es decir del colonialismo.
Esto era
penado con la muerte y, como ustedes saben, ésta fue una de las
tragedias
de Francisco de Miranda. Si un tribunal de inquisición encontraba lo que ellos
llamaban libros prohibidos en la casa de algún súbdito, era llevado a un tribunal
de inquisición.
Esos
libros prohibidos eran aquellos que Bolívar en una carta a Santander le
mencionaba
con mucho entusiasmo, y todo porque había llegado por los años
un
cronista francés que había escrito una especie de biografía de Santander –
Santander
ya era Vicepresidente–, desde luego un cronista pagado, creo que los periodistas
le dicen a eso palangrismo, ya existía la palangria en aquel entonces.
Y de esa
biografía escrita, Santander se la manda con mucho orgullo a Bolívar y Bolívar
le responde: “Me da mucha alegría que Mualan –así se llamaba el cronista de
marras– haya escrito tantas cosas ponderables sobre usted; pero en cuanto a mí se ha
equivocado y le voy a decir una cosa, no soy ése que dice el señor Mualan
que soy”, es decir, una especie de dictadorzuelo inculto que sólo había llegado
al poder por las armas y que había sometido a su pueblo bajo la férula de la
incultura; y Bolívar le decía “…fui criado en una familia noble…”.
Si
ustedes ven los integrantes de la Junta Suprema del 19 de Abril y luego
ven a
los integrantes del Congreso que se instaló hace 200 años acá, ustedes se van a
encontrar allí a tíos, primos-hermanos y tíos políticos de Simón Bolívar por la vía
de los apellidos Palacios. Muchos de ellos, y por emparentar, por ejemplo,los Toro
eran familia de Bolívar: Marqués del Toro, Juan Toro y Francisco Rodríguez
del Toro, quien fue su gran amigo y con quien hizo aquel recorrido por Italia y
vino al Juramento del Monte Sacro, etcétera.
Pero
¿qué ocurre?, Bolívar le dice “en Caracas fui instruido por maestros
especialmente
contratados por mi familia para mí, me dio clases de matemáticas el padre
Andújar –quien era una de las eminencias de aquel tiempo–, me dio clases
de idiomas el maestro Andrés Bello –quien apenas era dos años mayor que él–
aunque por corto tiempo, y sobre todo me dio clases Simón Rodríguez. Luego, a los 16
años me voy a España y vivo en la casa del marqués de Ustáriz”, un ombre
de una cultura proverbial y además –aunque no lo divulgara– admirador de las
ideas que entonces habían triunfado en Europa y que dieron origen a la Revolución
Francesa de 1789.
Cuando
el pueblo de París toma la
Bastilla en 1789, ese pueblo viene nutrido
de las
ideas de los enciclopedistas y Bolívar le menciona a Santander “yo he leído desde
joven a Voltaire, Rousseau, Montesquieu, Locke” los grandes poetas latinos y
contemporáneos y le da toda una lección. Porque Bolívar –parece increíble– entre
sus baúles tenía uno lleno de libros; y cuenta O´leary, en sus memorias, que Bolívar
tan pronto encontraba un reposo, bien en una hamaca o bien tirado en una estera
en la sabana, no fallaba nunca en el acto de leer.
En estas
cuestiones ideológicas, que suelen ser tan subordinadas, normalmente
lo importante es lo que se subordina, y como ya les decía “no es que se trate
de adoctrinar a nadie, se trata de poner simplemente la justicia y la injusticia
también en su lugar”. Porque, como les decía, “la injusticia no tiene nacionalidad,
color político, la injusticia es la injusticia”. (Aplausos).
Hace
pocos años había sido ejecutado José María España, a dos cuadras de
acá en la Plaza Bolívar de
Caracas. El cabecilla del movimiento más radical quese hizo
en este país en los movimientos preindependentistas
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