Tanscribimos la segunda parte del discurso del poeta, constituyentista reconocido y
autor del preámbulo de la Constitución Bolivariana de Venezuela , a propósito de la conmemoración del Bicentenario de la Instalación del Primer
Congreso de Venezuela, el 2 de marzo de 1811. Su discurso lo pronunció el pasado el 2 de marzo de 1811. Y como señalé antes, la calidad histórica y política del miso obliga a que lo
publiquemos en wwwpertinentes.com
Una sociedad de iguales
El
programa de lucha de Manuel Gual y José María España fue un programa
de lucha
que cuando ustedes lo examinan se dan cuenta que allí sí se iba a hacer
justicia
ya que ellos hablaban de una sociedad de iguales, ellos hablaban de la
libertad
de los esclavos, siendo Bolívar quien la propuso en el Congreso de
Angostura
pero nadie le hizo caso, y hasta su muerte estuvo luchando por eso. Y
es
patético leer las cartas y documentos de los amigos de Bolívar como los de
Mosquera,
por ejemplo, quien llegó a ser Presidente de Colombia. Para rehusar la
libertad
de los esclavos, los eufemismos, los argumentos que utilizaban para no
hacerlo,
por supuesto que no era sino una lucha de intereses, era una sociedad
que se
mantenía y que daba la fortuna a quienes la tenían gracias al trabajo de los
esclavos.
Las relaciones de producción en la
Colonia eran unas relaciones de
producción
absolutamente medievales, esclavistas, bueno, ni siquiera medievales.
Por eso,
los ejércitos de Monteverde no están llenos de españoles, sus
integrantes
son venezolanos; y la primera República así como la segunda
República,
fueron guerras civiles entre venezolanos. Los ejércitos de Gómez
estaban
nutridos por venezolanos, no por españoles.
Ejemplo
de ello tenemos un caso paradójico y diría que hasta paradigmático,
me
refiero a lo que ocurrió en la
Rebelión de Valencia en el año 1812 donde
finalmente
ordenaron a Miranda y lo nombraron general porque nadie quería a
Miranda
en esa Junta. Miranda aparecía como un jacobino y además lucía un
zarcillo
en la oreja izquierda, que era el signo que usaban los revolucionarios
franceses
tal como se usaba en ese entonces. Y si ustedes vieran los pasquines
que
escribían contra Miranda por ese zarcillo, lo acusaban de homosexual,
etcétera.
Como no tenían más argumento entonces acusaban a Miranda de serlo.
¿Qué
ocurre? En esa rebelión de Valencia quienes defendían la República,
por lo
menos la dirección del Movimiento de Defensores de la República, eran
españoles
y quienes comandaban la insurrección contra la Primera República
eran
venezolanos.
Fíjense el cómo estaba distorsionada la vida.
Los delataron
Una vez
más, la lucha de los intereses que conduce a la lucha de las ideas
genera
una conducta frente al mundo. Y fundamentalmente la lucha de los
intereses
de quienes hemos leído a Marx sabemos que eso, en dos platos, se
llama
“lucha de clases”, eso no ha terminado y está más vivo que nunca.
(Aplausos).
Cuando
ejecutan a José María España acá, vale la pena que leamos esos
documentos,
porque además son documentos muy breves y muy bien escritos,
algunos
para injuriar a Gual y España. Decían que eso lo había escrito Juan
Bautista
Picornell, –no sabemos si se llamaba Juan Bautista o Juan Horacio
porque
en algunas partes aparece como Juan Horacio– y Cortés Campomanes,
quienes
eran dos de los cuatro exiliados españoles que participaron en España en
tiempos
del Rey Carlos III.
Después
vamos a hablar un poquito sobre eso, los exiliaron, eran todos
docentes,
eran profesores y, desde luego, eran partidarios de las ideas
revolucionarias
francesas, de la
Revolución Francesa. A ellos los exilian, los
mandan a
una cárcel acá y en esa cárcel es donde coinciden Gual y España.
España
ejercía una autoridad en La
Guaira, pero ya ellos, Gual y España y otros,
habían
armado un movimiento revolucionario, movimiento que fracasó sólo porque
fue
delatado.
En ese
movimiento participaron los que para ese entonces se llamaban
pardos y
bajo pueblo, como les decían, porque una de las consecuencias de esos
tres
siglos de dominación fue la división de la sociedad venezolana en castas, en
castas
irreconciliables. Es decir, por un lado los blancos y, entre ellos mismos,
habían
divisiones: Los blancos peninsulares, los blancos criollos –hijos de los
conquistadores
iniciales– y los que llamaban blancos de orilla, que eran
normalmente
los canarios y los blancos empobrecidos.
Blanco de orilla
Francisco
de Miranda pertenecía a esa clase de blancos de orilla, porque su
padre
que era un bodeguero, caraqueño canario, compró de la Corte un título que
le
permitió que pudiera ingresar al ejército del Rey. Y fíjense cómo son las
cosas,
para que
ustedes vean cómo los líderes, cuando son tales, tienen una especie de
pálpito
o de intuición sabia que los conduce al verdadero camino, y cuando no
tienen
esa intuición se autoderrotan, fracasan.
Simón
Bolívar era un mantuano, todos los antecesores de Bolívar lo eran.
Juan de
Bolívar, Juan Vicente de Bolívar, extrañamente el padre de Bolívar, Juan
Vicente,
no se colocaba el “de”, ni siquiera en la presentación de su hijo; Juan
Vicente
Bolívar no utiliza el Juan Vicente de Bolívar, a pesar de que le pertenecía
y no
sólo eso, sino que la madre de Bolívar mandó a su hermano Esteban a
España
para que tramitara la concesión del marquesado a Juan Vicente, que era
el hijo
mayor de es matrimonio, de María Concepción Palacios y Juan Vicente
Bolívar.
Simón Bolívar tampoco se pone el “de”, se llama simplemente Simón
Bolívar;
pero Francisco Miranda, que es Francisco Miranda y no Francisco de
Miranda,
se agrega el “de”.
No es
que esto haya tenido ninguna relevancia histórica, pero a mí me
pareció
y siempre me he hecho esa interrogante, si eso no era revelador de una
conducta
frente a los otros, frente al bajo pueblo que ellos llamaban, es decir,
frente a
los trabajadores, porque recuerden ustedes que los mantuanos le hacían
honor a
la etimología de la palabra trabajo. Los primeros orígenes de esta palabra
trabajo
fueron, un instrumento de tortura. De allí viene el origen de esa palabra, y
para
algunos sigue siendo así. (Aplausos).
Estos
vuelcos que da la historia. Fíjense, cómo la historia se va engranando.
Cuando
el Movimiento de Gual y España es delatado, todos logran huir a
Curazao.
Huye Gual, huye España, huye Picornell, huye Cortés Campomanes.
Allí,
Gual decide irse a Trinidad y Tobago, donde luego es envenenado, mientras
que
España decide volver a Caracas clandestinamente, donde es delatado por un
vecino.
Y no se
ha escrito todavía en Venezuela, y esto va con nuestras mujeres,
una
historia de Joaquina Sánchez, la esposa de José María España, quien
representó
la dignidad, el coraje y el valor de la mujer venezolana. (Aplausos),
¿Quién
habla de las innumerables mujeres que seguían a las tropas
republicanas?
¿Quién ha escrito un libro sobre eso? Es difícil escribir, porque
habría
que hacer una pesquisa de datos por toda América, de cómo detrás del
soldado
iba la amante, la esposa, la querida, la novia, con la botija o el botijito
donde le
llevaba la comida o la medicina, y lo acompañaba en las tenebrosas
noches
de soledad de los páramos o de las sabanas. Esa historia no se ha escrito,
esa es
una deuda que se tiene con la mujer venezolana. (Aplausos).
Fíjense
que hasta una novela puede conducir a todos los acontecimientos
históricos.
Como decía un sabio chino: El batir de las alas de una mariposa puede
originar
una hecatombe al otro lado del mundo, porque la vida es una eterna y
permanente
dialéctica que vincula unas cosas con las otras. (Aplausos).
Ahora
acabo de leer un artículo de Fidel Castro, donde hablaba de lo que se
está
haciendo con el planeta Tierra, y decía: Si todos los seres humanos somos
hermanos,
y somos hermanos, ¿vamos a destruir el sitio donde vivimos? Estamos
destruyendo
la madre Tierra, y lo dice un hombre como Fidel que ha librado todas
las
luchas del mundo y que ya se ha convertido en un sabio, que ha reflexionado y
ha visto
cómo en verdad, independiente de cómo pensemos, somos hermanos.
Así le
dijo un cacique sioux al Presidente de los Estados Unidos, cuando éste
le
propuso comprar sus tierras: ¿Para qué ustedes quieren tanta tierra? Dejen la
tierra
cumplir su función; nosotros nos levantamos y oímos el canto de los pájaros
y el
rumor de las aguas de los ríos que corren. ¿Para qué desean ustedes
nuestras
tierras?
Ya
sabemos para qué querían sus tierras y ya sabemos lo que pasó, pero no
es eso
lo que quería decir, sino lo que pasó con José María España, con Juan
Bautista
Picornell y con Manuel Cortés Campomanes.
José
María España vuelve a La Guaria,
se enconcha –como decíamos en los
años
60–, es delatado y luego ejecutado, pero Picornell y Cortés Campomanes
van a
Guadalupe. ¿Y por qué escogen ellos como destino a Guadalupe?
Si
ustedes leen una de las más extraordinarias novelas que se ha escrito en
la
lengua castellana, que se llama El Siglo de las Luces, que escribió
Alejo
Carpentier,
que vivió muchos años entre nosotros, y escribió esa novela en
Caracas,
ustedes se van a encontrar con que esa novela tiene dos personajes
principales:
Un revolucionario francés llamado Víctor Hughus, en castellano lo
pronunciamos
como Víctor Hugues, no me vaya a pasar lo que le pasó a
Unamuno,
quien una vez estaba disertando sobre la literatura inglesa y entonces
en el
auditorio dijo “Chaquespiare”; luego se levantó un profesor muy instruido y le
dijo:
Mire, usted me perdona que lo interrumpa, pero así no se pronuncia el
nombre,
se pronuncia Shakespeare. Bueno, gracias por la observación. ¿Ustedes
están de
acuerdo?, Sí. Entonces, Unamuno siguió disertando en inglés.
Víctor
Hughus había sido enviado por el directorio francés, encabezado por
Napoleón
Bonaparte, a América para traer, primero, la declaración de los
derechos
del hombre, es decir, los estatutos de la Revolución Francesa,
que
algunos
se burlaban mucho de la
Revolución Francesa, y había una máxime que
tenían
los conquistadores españoles, cada vez que las autoridades españolas o la
realeza
española emitía alguna ley que favorecía, por ejemplo, a los pueblos
indígenas,
los conquistadores decían: Esta ley es muy buena, se acata pero no se
cumple.
Así decían de los postulados de la Revolución Francesa:
Igualdad,
fraternidad,
se acata pero no se cumple; y la prueba está en que Víctor Hughus
llega a
Guadalupe y lo primero que trae en la nave es la guillotina y no la trae para
exhibirla,
la trae para usarla.
Y
Carpentier narra en esa novela unos detalles que son absolutamente
históricos
y verídicos, y resulta que no solamente Picornell y Manuel Cortés
Campomanes
se encuentran con Víctor Hughus en Guadalupe. ¿Qué van a
hacer?
Son compartidarios, unos españoles y éste francés. Resulta que poco
tiempo
después se incorpora Manuel Piar, y éste conoce a Víctor Hughus, a
Picornell
y a Campomanes, porque los otros dos exiliados tomaron cada uno su
rumbo.
Este
Congreso que se instala aquí el 2 de marzo decreta poco tiempo
después
que una vez que sea aprobada la
Bandera –y es la
Bandera que trajo
Miranda
en sus exposiciones de unos años atrás–, son los hijos de José María
España quienes
la van a izar por primera vez acá en nuestro pueblo. (Aplausos)
Pero los
acontecimientos que dan origen a este 2 de marzo fueron
apresurados
por la invasión napoleónica a España, y no solamente la invasión
napoleónica
a España, sino por los llamados episodios de Bayona.
Y
fíjense ustedes, una vez más, como se empalma la historia: antes de
Bayona,
6 años antes, Bolívar estaba en el País Vasco de Bilbao, a donde había
seguido
a María Teresa Rodríguez del Toro, hija de Rodríguez Toro con quien se
casó;
Bolívar decide pasar a Francia porque él quería asistir a la Firma de la Paz,
de
Amiens, que fue un acontecimiento histórico muy importante, porque era la
firma en
donde ya Napoleón mandaba y no sé si fue una simple maniobra táctica
de
Napoleón para fortalecerse y luego invadir, como en efecto invade a los
ingleses
y luego son derrotados los ejércitos franceses y españoles en la Batalla
de
Trafalgar, y bueno, esa es otra historia.
Bolívar
se interesa en ir a Amiens a presenciar la firma de la Paz de Amiens,
del
mismo modo que se interesa a ver la coronación de Napoleón en Milán cuando
se hizo
Rey de los italianos, y ahí él le confiesa a Perú de Lacroix diciéndole: “Yo
no he
querido expresar públicamente la admiración que tuve por Napoleón,
admiración
desde el punto de vista militar, ojo, porque me van a acusar que yo
quiero
hacer lo mismo, es decir, elegirme en Emperador, pero aquel
acontecimiento
a mí me impresionó tanto, y no porque había esplendor, porque
Napoleón
estaba vestido de la manera más sencilla, él mismo se puso la corona
cuando
la coronación fue en París, todos los papas imponían las coronas a los
Emperadores
franceses menos a Napoleón porque él no quiso”.
Además,
cuando le dijeron que el Papa se iba a resistir, él preguntó:
¿Cuántos
cañonazos puede resistir el Palacio del Papa? Y se acabó la resistencia
del
Papa.
Bolívar
se queda asombrado del fervor popular que rodeaba a aquel hombre
y a
partir de allí algo se iluminó en él, de ahí viene el Juramento al Monte Sacro,
después
de que presenció en Milán la coronación de Napoleón como Rey de
España.
Pero los
acontecimientos de Bayona, que fueron acontecimientos
absolutamente
degradantes para la realeza española, tanto para Carlos III, como
para su
hijo Fernando VII, precipitaron acá los acontecimientos y dieron la
oportunidad
a los mantuanos para emanciparse. ¿Por qué querían emanciparse?
Por
simple y pura razones económicas que fueron expuestas por Bolívar en la
Carta de
Jamaica después.
Los
americanos, decía Bolívar, no tenían otro sitio en la sociedad colonial
sino el
de simple espectadores; o a lo sumo representantes de los ayuntamientos,
como se
llamaban para ese entonces los cabildos.
Por lo
demás, no podían comerciar sino con la metrópolis y eso sí era grave
para
ellos no tener la libertad de comercio con todo el mundo, sino solamente con
los
monopolios españoles. Eso sí era grave, y si vamos a buscar las causas del
movimiento
emancipatorio he allí una de ellas, fundamentales: no por casualidad
ese
Golpe de Estado de abril lo encabezan las familias más empingorotadas de
Caracas,
que los llamaban mantuanos precisamente porque eran los únicos que
tenían
derecho a usar mantos en las iglesias. Todavía en mi isla natal, Margarita,
cuando a
uno le decían: “este muchacho es un mantuano”, esa era una ofensa
muy
grave, eso quería decir: “No sea flojo”, porque el trabajo era un desdoro.
Fíjense
ustedes cómo fue la composición de aquella Junta Suprema del 19
de
Abril, que, desde luego, fue el antecedente inmediato de este 2 de marzo.
Fíjense
ustedes los apellidos: había un tío de Bolívar, Feliciano Palacios, apenas 4
años
atrás, en 1806, ese mismo Feliciano Palacios había llevado el pendón real
para
poner precio a la cabeza de Miranda., había contribuido porque le habían
ofrecido
50 mil pesos, y esos 50 mil pesos fueron contribuciones de estos
mantuanos
que luego forman la
Junta Suprema.
Seis
años después esos mantuanos tratan de impedir que Miranda regrese,
Bolívar
se había hecho una idea equívoca sobre Miranda y en las expediciones
mirandinas
Bolívar, en una carta a un amigo, las condena diciendo que eso va a
perjudicar
sensiblemente la América
porque va a llenar de anarquía y violencia a
nuestros
países y las condena, hasta que lo conoce y Miranda lo seduce, y es por
Bolívar
que Miranda regresa a América y es Bolívar quien hace todas las
diligencias
del mundo para convencer a la clase a cual él pertenecía para traer a
Miranda.
Si
ustedes leen la correspondencia de Juan Germán Roscio a Andrés Bello,
ustedes
se encontrarán con unas cosas muy curiosas, algunas adjetivaciones que
emplea
Roscio contra Miranda, por ejemplo, cuando el Congreso de 1811, que se
establece
el 5 de Julio, que se decreta la Independencia y que se nombra el Poder
Ejecutivo,
integrado por esos triunviratos, Roscio le escribe a Andrés Bello:
“Cuando
el General Miranda se enteró de que el Congreso había nombrado un
ejecutivo
integrado por 3 de sus integrantes, se sintió humillado y dijo: celebro ese
Congreso
porque he encontrado personas, mucho mejores que yo”.
Pero,
según Roscio, a partir de allí Miranda se resabió y tuvo la ojeriza de un
sector
del mantuanismo encabezado, por cierto, por Roscio, que le hizo la vida
imposible
y que solamente acude a él para nombrarlo General de ese ejército en
la
sublevación de Valencia, que es después cuando Miranda nombra a Bolívar
defensor
de Puerto Cabello y ahí ocurre lo que sucedió después.
Pero lo
que quería decirles es que estos integrantes de esta Junta Suprema
es el
mantuanaje absoluto; estoy hablando de la Junta Suprema
conservadora,
defensora
de los hechos de Fernando VII el 19 de abril: José de las Llamozas;
Martín
Tovar Ponte, que era hijo del Conde de Tovar, que ya era un anciano de 80
y tantos
años, y que, premonitoriamente –porque en 1804, fíjense que todo está
concatenado–,
por primera vez yo diría que en el mundo un pueblo logra liberarse
del
colonialismo.
Y es
ahora en este proceso bolivariano, cuando esa deuda histórica la
estamos
comenzando a pagar con Haití. Es ahora, porque cuando Haití demandó
el
reconocimiento del gobierno colombiano que encabezaba entonces Santander,
porque
Bolívar andaba en la Campaña
del Sur, no lo hicieron y Pedro Gual inventó
unos
legalismos para no reconocer al gobierno revolucionario de Haití y Petión,
que
ayuda a Bolívar en las dos expediciones de los Cayos, con todas las armas
que el
propio Petión necesitaba para preservar la propia revolución haitiana, esa
deuda
histórica no la hemos terminado de pagar. Por eso digo, apenas se está
comenzando
a pagar con la ayuda que se está prestando por el terremoto y con
todas
las tragedias que le acaecen. (Aplausos).
Pero lo
extraño es que estos sucesos que ya tienen otros protagonistas, ya
los
mantuanos inmediatamente de instalado el 2 de marzo el Congreso,
comienzan
las rebeliones de los enemigos, y los enemigos no tenían patria,
simplemente
podían ser españoles o podían ser criollos. La mayoría de quienes se
insurreccionan
contra la Primera
República son criollos, son venezolanos, aunque
eran
súbditos españoles, todavía no había una conciencia de la venezolanidad.
Tener
una conciencia de la venezolanidad, tomarla, forjarla, significó el Decreto de
Guerra a
Muerte, fue un reconocimiento de que no se tenía esa conciencia de
nacionalidad.
Bolívar
dice: “Americanos, contad con la vida aun cuando formen parte de los
ejércitos
españoles, y españoles, contad con la muerte si no participan en este
movimiento
de liberación”. Eran tiempos de un radicalismo absoluto, pero un
radicalismo
que venían perpetrando no los patriotas. Cuando usted estudia el
movimiento
de Monteverde de ese tiempo, ustedes verán cómo las carnicerías
fueron
iniciadas por los realistas, pero carnicerías innombrables, no se hizo sino
responder
a esas carnicerías y se respondió como en una guerra, con las armas.
Cuando
se llega a una guerra es el último extremo en donde la condición humana
pasa a
parecerse a las bestias, se los confieso.
Independientemente
de que tenga la convicción de que existen guerras
justas y
guerras injustas, independientemente de eso, y los compañeros militares
que aquí
están pueden dar fe, por fortuna no hemos participado ni participaremos
en
ninguna guerra, a menos que sea otra guerra de liberación si nos invaden, una
guerra
es algo despreciable, la guerra es la última etapa que se puede tomar en la
convivencia
humana, y nosotros hemos logrado derrotar todos los conatos de
guerra
que han intentando vendernos. (Aplausos).
Termino
con esto. Las primeras rebeliones que ocurrieron una vez que se
instala,
desde el 19 de abril, no solamente desde la instalación de este Congreso
el 2 de
marzo del año siguiente, fueron encabezadas por una parte del clero,
encabezada
nada menos que por el Arzobispo Narciso Coll y Prat que estaba
recién
llegado a Caracas. Hay que leerse, las voy a llamar encíclicas, a sabiendas
que eso
no se llama así, ni pastorales tampoco se llaman, pero hay que leerse el
recibimiento
que tuvo Monteverde y el ejército de Monteverde por parte del
Arzobispo
Coll y Prat, cuando el ejército de Monteverde en el año 12 entra
victorioso
a Caracas y comienza a hacer, por supuesto, las razzias que suelen
hacer
los vencedores con sus enemigos.
Bueno,
Coll y Prat le tiende una cortina de flores de oraciones;
posteriormente
a eso, cuando Bolívar entra triunfador en el año 13, en la Campaña
Admirable,
ustedes verán lo que hace Bolívar con el Arzobispo Coll y Prat, no lo
fusila.
Le ordena a Mérida, que era entonces su secretario, que le escribiera una
carta
que Bolívar dictó, diciéndole: Usted tiene que redactar en los mismos
términos
una pastoral –o una cosa como se llame– también recibiendo el ejército
patriota,
a menos que usted no sea patriota. Y el Arzobispo le dio largas al asunto
y
pasaron 15 días, y 20 días, y no redactaba nada, hasta que le mandan otra
esquela:
Si a la vuelta de ésta, no tenemos una respuesta del clero venezolano a
los
ejércitos vencedores patriotas, pues usted va a ser detenido. Vino la pastoral
de Coll
y Prat dándole vivas a las fuerzas patrióticas que habían reconquistado la
República.
Luego
hubo una insurrección de canarios que también fue una insurrección
fuerte,
pero la más fuerte fue la de Valencia, porque allí participó mucho gente
armada y
mucho pueblo contra la
Primera Republica. Primero habían mandado al
Marqués
del Toro que, a pesar de ser un general de la República, nunca en su
vida
había peleado ni sabía nada de eso y lo mandaron en la primera rebelión de
Coro,
cuando se instala la
Junta Suprema el 19 de abril, a que fuera a pelear
contra
los realistas de Coro que nada menos estaban comandados por Ceballos,
que era
un general español de mucho valor y de mucho criterio militar, y por
supuesto
Marqués del Toro fue derrotado inmediatamente, y sólo después que los
mantuanos
logran ver que no podían acudir a nadie que pudiera derrotar a los
ejércitos
enemigos llaman a Miranda y luego pasó lo que pasó, no es necesario
recordar
esos acontecimientos.
Pero lo
que quería decirles para terminar, era que ese movimiento de la
Primera
República que comenzó el 19 de abril de 1810 y creo que antes ese
movimiento
emancipatorio comenzó acá.
José
Leonardo Chirino fue decapitado aquí en la Plaza Bolívar,
apenas 2
años
antes que la rebelión de José María España. Juan Francisco de León, 40
años
antes se había rebelado contra la Compañía Guipuzcoana
que ejercía el
monopolio
acá. Esa Primera República fue un movimiento frustrado de
independencia,
porque la verdadera independencia todavía no se ha hecho.
(Aplausos).
Y
recapitulando con la cuestión ideológica, no se ha hecho porque todavía la
independencia
ideológica no la hemos conquistado, porque todavía los aportes de
la
culturas indias y africanas que forman parte de nuestro ser no han sido
vindicados,
porque todavía nuestro pueblo sigue soñando con MacDonalds,
porque
todavía nuestros niños juguetean con personajes, con juguetes construidos
a
usanzas de culturas que no son las nuestras. Esa independencia ideológica, que
es la
verdadera independencia, no la hemos conquistado, pero tenemos que
conquistarla
juntos, los sectores nobles de la oposición que sé que existen y
nosotros,
quienes la vamos a conquistar y esa va a ser la verdadera
independencia.
(Aplausos).
Muchas gracias.
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