De la pluma de la poetisa Daniela Sadman traemos a Pertinentes, un estupendo enfoque sobre un aspecto de ese ser tan especial (estadista, guerrero, visionario, político y más) que fue Simón Bolívar, como fue el hombre dueño de una poesía de la vida.
Entre discursos, proclamas y versos
** El prócer de la
Independencia, el amoroso Quijote de los sueños todos, el que hizo del pasado
el futuro necesario, fue también un poeta.
Daniela Saidman
De lejos parecía que la pluma dibujaba
garabatos. Vistos de cerca los trazos eran letras y éstas formaban palabras,
oraciones, párrafos, textos enteros. La visión de América emergía de esas manos
que trastocaban el tintero en sangre, en pulso y pensamiento, en amorosa razón
liberadora. Allí estaba él, apenas alumbrado por una vela, que todo a su
alrededor convertía en fantasmas y en sombras. En cambio su palabra iluminaba
el futuro. Manuela era una presencia que lo acompañaba de lejos y le soplaba al
oído las caricias que a distancia lo hacían levantar por un instante los ojos
del papel y tal vez, tal vez un suspiro se colaba entre sus labios.
Banderas de sueños
Simón Bolívar (Caracas,
24 de julio de 1783 - Santa Marta, República de Colombia, 17 de diciembre de
1830), el prócer
de la Independencia, el amoroso Quijote de los sueños todos, el que supo darse
a la vida por la vida misma, el que hizo del pasado el futuro necesario, el que
se sembró entero en la memoria de esta América, que con largas piernas y hondo
aliento, nos cobija y nos nombra, fue también poeta.
Cada uno de sus textos son piezas que
nos hablan de su pensamiento emancipador, de su hechura de ser humano
trascendente y divinamente humano.
En sus palabras está él y estamos nosotros,
las mujeres y hombres que tomamos sus banderas de sueños para izar utopías y
vivirlas hechas realidad en este siglo XXI signado por esperanzas y pueblos.
Discursos como versos
Como canta nuestro padre cantor, Alí
Primera, Bolívar es el amigo que vibra en el presente nuestroamericano, porque
“Bolívar, bolivariano, no es un pensamiento muerto, ni mucho menos un santo
para prenderle una vela”.
Sus discursos, cartas y proclamas
están colmadas de su vida. Y leyéndolas tanto tiempo después es imposible no
imaginar a ese Simón que se sienta a escribir como soñando los mañanas que
laten en las ganas y en los ojos del niño que juega pelota en cualquier barrio
de Caracas o de Quito, en la madre que amamanta a su hija cantándole el Gloria
al Bravo Pueblo o a la maestra que enseña historia y se sigue conmoviendo
después de años de ejercicio docente por el Discurso de Angostura. Ese es
nuestro Bolívar el que compra la leche y el pan, el que celebramos en cada
fiesta patria, el que sirve de consuelo a las palomas en las plazas, el que
ondea en la octava estrella de nuestra bandera y el que nos dice presente en el
proyecto de país que respaldamos la mayoría de las mujeres y hombres de esta
Venezuela que también lleva su nombre.
“Yo he sido el soldado de la
beldad, porque he combatido por la Libertad, que es bella, hechicera y lleva la
dicha al seno de la hermosura donde se abrigan las flores de la vida”, le dijo el joven Simón a una
señoras peruanas, un 13 de agosto de 1826.
Y es que todo lo humano vive aún en
ese hombre que se regó fecundo sobre la tierra, que germinó hecho millones,
hecho viento, canto, fuego, himno. Bolívar es la palabra libertaria, el
pensamiento convertido en acción, la trinchera armada de pensamientos y flores
que sigue siendo, que seguirá siendo siempre, lumbre y estandarte.
El tiempo
“Venga usted al Chimborazo;
profane usted con su planta atrevida la escala de los titanes, la corona de la
tierra, la almena inexpugnable del Universo nuevo. Desde tan alto, tenderá
usted la vista; y al observar el cielo y la tierra, admirando el pasmo de la
creación terrena, podía decir: dos eternidades me contemplan: la pasada y la
que viene; y este trono de la Naturaleza, idéntico a su autor, será tan
duradero, indestructible y eterno como el Padre del Universo”, le escribió Bolívar a su
maestro Don Simón Rodríguez, el 19 de enero de 1824. Precisamente esa visión de
la tierra, su conmoción ante lo inmenso de la naturaleza y el ser humano, dan
muestras de su sensibilidad, de la magia con que pudo ver el mundo y el paso de
los hombres por el.
Y es que hay un Bolívar más grande y
hermoso, más humano, más próximo, más prójimo, que el brillante estadista y
militar. Porque Bolívar fue eso, pero sobre todo fue y seguirá siendo un
hombre, inmenso en lo pequeño, frágil, leve, enamorado, libre, tierno, un
hombre pues, en el que vivieron y viven todas las humanas pasiones y todos los
sueños. Tal vez por eso pudo entregarse íntegro, valiente y eterno, a la vida
que vive hoy, a la vida que seguimos nosotros edificando juntos y juntas, para
las hijas e hijos que vendrán.
Canto a Bolívar (fragmento)
Pablo Neruda
“Pero
hacia la esperanza nos conduce tu sombra,
el laurel y la luz de tu ejército rojo
a través de la noche de América con tu
mirada mira.
Tus ojos que vigilan más allá de los
mares,
más allá de los pueblos oprimidos y
heridos,
más allá de las negras ciudades
incendiadas,
tu voz nace de nuevo, tu mano otra vez
nace:
tu ejército defiende las banderas
sagradas:
la Libertad sacude las campanas
sangrientas,
y un sonido terrible de dolores precede
la aurora enrojecida por la sangre del
hombre.
Libertador, un mundo de paz nació en
tus brazos.
La paz, el pan, el trigo de tu sangre
nacieron,
de nuestra joven sangre venida de tu
sangre
saldrán paz, pan y trigo para el mundo
que haremos.
Yo conocí a Bolívar una mañana larga,
en Madrid, en la boca del Quinto
Regimiento,
Padre, le dije, eres o no eres o quién
eres?
Y mirando el Cuartel de la Montaña,
dijo:
Despierto cada cien años cuando
despierta el pueblo”.
Carta al Dr. Unanúe, Presidente del Perú. 25 de noviembre de 1825
Simón Bolívar
“Nuestras repúblicas se ligarán de tal
modo, que no parezcan en calidad de naciones sino de hermanas, unidas por todos
los vínculos que nos han estrechado en los siglos pasados, con la diferencia de
que entonces obedecían a una sola tiranía, y ahora vamos a abrazar una misma
libertad con leyes diferentes y aun Gobiernos diversos; pues cada pueblo será
libre a su modo y disfrutará de su soberanía según la voluntad de su
conciencia”.
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