Franklin
González
A los lectores de pertinentes.blogspot.com les presento para su lectura, un aspecto
de una interesante ponencia del sociólogo y Doctor en Ciencias Sociales
Franklin González.
Nuestro académico es actual Embajador
de la República Bolivariana de Venezuela
ante la República Helénica
y antes tuvo el miso cargo en Polonia y
Uruguay. Es Profesor Titular de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad Central
de Venezuela, UCV, y ex Director de la Escuela de Estudios Internacionales de esa misma
universidad.
Cuestiones de método
Hay quienes sostienen que la historia no se repite
porque esta no es más que lo ocurrido en el pasado, mientras que hay quienes
sostienen la tesis contraria.Para los primeros la historia no se repite porque
esta per se es sui géneris, esto es, los
eventos nunca se repiten de la misma forma, como lo dijo el antiguo filósofo
griego Heráclito: nadie se baña dos veces en las mismas aguas de un río. Como mínimo,
siempre son distintas las personalidades individuales que participan en los
diversos eventos y las condiciones en que se hacen
Frente a esa encontramos la
tesis del dèjá vu, la cual sostiene que aún cuando las personalidades
particulares y las condiciones que rodean los diversos eventos pueden cambiar
con los años, existe, sin embargo, algunos elementos comunes y paralelos que
pueden encontrarse a través de
diferentes períodos en la historia (Frederic S. Pearson y J. Martin Rochester,
2000, 35).
Por nuestra parte, pensamos que la independencia
de nuestro país hay que entenderla inscrita en un proceso, en un continuo
histórico, esto es: un antes, un in situ
y un después.
Un antes
Haití fue independizada en
1.804 del domino francés después de un
largo proceso emancipador que tiene por protagonista a François Dominique
Toussaint-Louverture, quien entre 1793 y 1802 dirige la revolución
haitiana con sagacidad, enfrentando a españoles, ingleses y franceses, hasta su
captura, destierro y muerte en Francia. Toussaint, no sólo declaró la independencia de
la isla y la libertad de los esclavos sino que también instituyó los derechos
del hombre como ley en la región.
Las nuevas ideas de la
revolución estadounidense de 1776 y francesa de 1789 hallaron suelo fértil en
Venezuela, tierra en donde la revolución independentista había sido anunciada
por sublevaciones locales: el
movimiento de los comuneros de Los Andes, que buscaba eliminar los impuestos de
la Corona; de negros,
indios, mestizos, (mulatos) en Coro, como el movimiento de José Leonardo Chirinos que intentaba lograr la libertad
de los esclavos y proclamar la
República en 1795 y la conspiración (¿revolución?) abortada de La Guaira en 1797, de José María España y Manuel Gual, que contó con la
participación de todas las clases de la sociedad colonial.
Francisco de Miranda, por su
parte, preparó todo un proyecto de
Gobierno, intentó dos veces en 1806 invadir el territorio venezolano con una
expedición armada originalmente en los muelles de Nueva York. Sus incursiones
terminaron en fracaso.
Sin embargo, todas constituyen
precedentes bien importantes de la independencia de nuestro país. Por eso hay
que hablar mejor de un proceso de un independencia (Battaglini, O., 2009,
72-79).
In situ.
En Venezuela, los
"criollos" estaban molestos por ciertas normas que habían impuesto
los españoles, tal como lo expresó más tarde Simón Bolívar en su carta de
Jamaica: "... con restricciones chocantes; tales son las prohibiciones del
cultivo de frutos de Europa, el estanco de las producciones que el rey
monopoliza, el impedimento de las fábricas que la misma Península no
posee, los privilegios exclusivos del comercio hasta de los objetos de primera
necesidad; las trabas entre provincias y provincias americanas para que no se
traten, entiendan, ni negocien" (Bolívar,S.,2010, 72).
Además de estos motivos, la
gota que derramó el vaso fue que los franceses, bajo el mando de Napoleón
Bonaparte habían invadido a España, obligando al rey Carlos IV y a su hijo
Fernando VII a renunciar al trono a favor de Napoleón, quien puso a su hermano,
José Bonaparte, como rey de España.
El 19 de Abril de
1810
La independencia de
Venezuela se inicia en Caracas, el 19 de Abril de 1810, cuando un grupo de
criollos caraqueños aprovechó la excusa de que en España estaba mandando un
francés, para convocar una reunión del cabildo y proclamar un gobierno propio
hasta que Fernando VII volviera al trono de España. De esta manera Vicente
Emparan fue destituido de su cargo de gobernador y Capitán General de
Venezuela.
Para sustituir a Emparan se
nombró un grupo con el nombre “muy hipócrita” de "Junta Suprema
Conservadora de los Derechos de Fernando VII". Las primeras medidas que se
tomaron fueron las de liberar el comercio exterior, prohibir el comercio de
esclavos negros, crear la Sociedad Patriótica (para fomentar la agricultura
y la industria), así como la
Academia de Matemáticas.
Vicente Emparan, en su informe oficial sobre estos
sucesos dirá que los mantuanos caraqueños eran “hombres desleales por
naturaleza, ignorantes y ambiciosos” y constituyeron la cabeza visible del
movimiento político que lo desalojó del poder por estar “poseídos del espíritu
de rebelión”(Ministerio del Poder Popular para la Cultura y el Centro
Nacional de Historia, 2010, 77-78).
Declaración de La Independencia
El 5 de julio de 1811 el
primer Congreso de Venezuela, reunido en Caracas, y formado por representantes
de siete Provincias (Caracas, Cumaná, Barcelona, Margarita, Barinas, Mérida
y Trujillo), proclamó
oficialmente la
Independencia de Venezuela. No lo hicieron las provincias de
Guayana, Maracaibo y Coro.
Algunas ideas de esa
Declaración fueron:
|
En el nombre de Dios Todopoderoso, nosotros, los
representantes de las Provincias Unidas de Caracas, Cumaná, Barinas, Margarita,
Barcelona, Mérida y Trujillo, que forman la Confederación
americana de Venezuela en el continente meridional, reunidos en Congreso, y
considerando la plena y absoluta posesión de nuestros derechos, que recobramos
justa y legítimamente desde el 19 de abril de 1810, en consecuencia
de la jornada de Bayona y la ocupación del trono español por la conquista y
sucesión de otra nueva dinastía constituida sin nuestro consentimiento,
queremos, antes de usar de los derechos de que nos tuvo privados la fuerza, por
más de tres siglos, y nos ha restituido el orden político de los
acontecimientos humanos, patentizar al universo las razones que han emanado de
estos mismos acontecimientos y autorizan el libre uso que vamos a hacer de
nuestra soberanía.
Por tanto, creyendo con todas estas razones satisfecho el
respeto que debemos a las opiniones del género humano y a la dignidad de las
demás naciones, en cuyo número vamos a entrar, y con cuya comunicación y
amistad contamos, nosotros, los representantes de las Provincias Unidas de
Venezuela, poniendo por testigo al Ser Supremo de la justicia de nuestro
proceder y de la rectitud de nuestras intenciones, implorando sus divinos y
celestiales auxilios, y ratificándole, en el momento en que nacemos a la
dignidad, que su providencia nos restituye el deseo de vivir y morir libres,
creyendo y defendiendo la santa, católica y apostólica religión de Jesucristo
como el primero de nuestros deberes. Nosotros, pues, a nombre y con la voluntad
y autoridad que tenemos del virtuoso pueblo de Venezuela, declaramos
solemnemente al mundo que sus Provincias Unidas son, y deben ser desde hoy, de
hecho y de derecho, Estados libres, soberanos e independientes y que están
absueltos de toda sumisión y dependencia de la Corona de España o de los
que se dicen o dijeren sus apoderados o representantes, y que como tal Estado
libre e independiente tiene un pleno poder para darse la forma de gobierno que
sea conforme a la voluntad general de sus pueblos, declarar la guerra, hacer la
paz, formar alianzas, arreglar tratados de comercio, límites y navegación,
hacer y ejecutar todos los demás actos que hacen y ejecutan las naciones libres
e independientes. Y para hacer válida, firme y subsistente esta nuestra solemne
declaración, damos y empeñamos mutuamente unas provincias a otras, nuestras
vidas, nuestras fortunas y el sagrado de nuestro honor nacional (Por Internet,
Wikepedia).
El acta de independencia fue
encomendada a Juan Germán Roscio y el texto definitivo fue aprobado el 7 de
julio.
El recién creado estado
necesitaba una constitución, para lo cual se encargó a Francisco Javier
Ustáriz, a Gabriel Ponte y a Juan Germán Roscio para que la redactaran. La
primera constitución fue muy similar a la de los Estados Unidos, es decir, de
tipo federalista (o descentralizada), en donde las provincias conservaban mucha
autonomía y podían tener sus propias leyes. A pesar de que este sistema fue
objetado por varios miembros de la Sociedad Patriótica
(entre ellos Bolívar y Miranda), fue aprobado por la mayoría. Esta
constitución también estuvo inspirada en las ideas francesas, respetando los
derechos del hombre y dándoles a todos los habitantes el tratamiento de
ciudadano, sin importar la clase social. Había nacido la Primera República.
A esta república no le
faltaron las dificultades. Los que se oponían a la independencia de Venezuela,
llamados los realistas, dominaban las provincias de Maracaibo, Guayana y Coro.
España había ordenado el bloqueo a Venezuela, dificultando el comercio
exterior, y organizó la resistencia bajo el mando del capitán Domingo
Monteverde.
No obstante, debe decirse
que sólo se dio una independencia política. No económica. Una independencia
para los mantuanos, no para los pardos, esclavos y plebeyos. Es por ello que el grupo de los mantuanos o criollos
serían los abanderados de la lucha en pro de la independencia americana, con el
fin de obtener lo que "por derecho" les correspondía.
Doscientos
años después
Pero
pese a lo dicho, debemos celebrar ese proceso de independencia, no como una
mera conmemoración, sino más bien como la materialización de nuestra concepción
histórica, como la continuidad de los hechos, porque la historia no se limita a
la narración de lo que ocurrió en el pasado, para nosotros, es el pasado, el
presente, pero sobre todo es el futuro, por eso decimos que hay que analizarla
en “tres tiempos verbales”. Celebramos los doscientos años de esos
acontecimientos, para ubicar ambos sucesos en el contexto histórico y social de
Venezuela y del mundo, con el contenido clasista de ambos, que marcaron la
historia de nuestros países.
Pero
volviendo a los inicios del Siglo XIX, no podemos olvidar que aún con el avance
que significó la independencia política, ese proceso adoleció de la ausencia de
las voces de quienes constituían la gran mayoría de la población de Venezuela,
los pardos, los mestizos, los campesinos, los esclavos(1). Esas voces
presumiblemente desoídas, fueron quizás no pronunciadas, por quienes no
percibieron diferencia alguna, entre estar dominados políticamente por los españoles
y pasar a ser dominados, en los mismos términos, por los mantuanos. Porque su
experiencia era de subordinación permanente a éstos últimos, desde el punto de
vista de las relaciones de la producción, de la explotación, del trabajo. Tan
es así, que los que combatieron contra el proceso de independencia —los
representantes de la corona española—, contaron en su ejército con venezolanos
de estos sectores olvidados que no se identificaron con el proceso
independentista (2).
De
allí que insistamos en la importancia de analizar esos procesos desde el
punto de vista de su composición de clase.
Esos
sectores que fueron olvidados van a estar permanentemente, — con más propiedad:
históricamente—, buscando su redención social, buscando su liberación, buscando
su participación, su protagonismo y esa búsqueda histórica es la generadora de
acontecimientos en nuestro país.
La visión de Bolívar
Simón
Bolívar, el más avanzado y versado de todos los próceres de nuestra
independencia, tuvo la visión de la composición clasista de ese proceso,
entendiendo que sin la participación de los olvidados, difícilmente pudiera
consolidarse (3). Por eso, tempranamente, ya para 1816 en Carupano, levantará
entonces la bandera de la abolición de la esclavitud, con la consiguiente contradicción
y el rechazo de su clase, precisamente por provenir de una familia
perteneciente a la oligarquía.
Bolívar,
el Libertador de cinco repúblicas, defendió no solamente la participación
social haciendo oír las voces de los pueblos, sino también entendiendo el
escaso valor de las fronteras, frente al gran sentido de la conformación de la Patria Grande de la
cual habló y por la cual batalló hasta sus últimos días de vida.
Prosiguió
su lucha durante toda su existencia y llegó a su muerte a los 47 años,
acaso con la impresión de haber fracasado en el proyecto de la unión de
nuestras repúblicas. Habiendo sido traicionado por esa clase que sentía que él
la trascendía, porque estaba pensando y proponiendo un proyecto con composición
social, absolutamente distinto a lo ocurrido el 19 de abril de 1810 y el 5 de
julio de 1811.
Se desatan las pasiones y se ponen en marcha los
pactos
Con
la desaparición física de Bolívar en 1830, se desatan las pasiones, las
contradicciones y las luchas en Venezuela. Se desarrolla la guerra larga, la de
los 5 años o la guerra federal entre 1859 y 1863. El máximo exponente de la
lucha independentista en ésta etapa fue Ezequiel Zamora, un hombre que
reivindicó el pensamiento bolivariano dirigido hacia esos sectores mayoritarios
pero olvidados. Pero una vez más los sectores de la oligarquía, con sus alforjas llenas, con Generales Federales
convertidos en Terratenientes y con Godos haciendo lo propio,
interpusieron su poder y truncaron el proceso liderado por Zamora, a través de
la ejecución de un pacto de gobernabilidad entre liberales y conservadores que
les aseguraba su posición durante todo el siglo XIX y hasta principios del
siglo XX: el Pacto de Coche firmado el 23 de abril de 1863 (4).
Después
de décadas y décadas de búsqueda de nuevos derroteros,
cuantiosas las Revoluciones (Azul, Abril, Reivindicadora, Legalista,
Restauradora) instauradas y derrocadas; considerables las conjuras, muchos los
años de represión y miedo, diversos los victimarios, oscuras, por decir lo
menos, muchas de las circunstancias que dieron pie a derrocamientos fratricidas
como el de Isaías Medina Angarita y/o Rómulo Gallegos; o las huída del dictador
Marcos Pérez Jiménez; sin embargo, una constante se presenció en cada uno de
dichos acontecimientos: la burla cínica e indolente de una clase dirigente
títere de los estamentos económicos dominantes de cada época a las grandes
mayorías populares de Venezolanos que ciegamente confiaron en ellos.
Los jefes liberales y
conservadores, aunque derrotados durante la dictadura de Juan Vicente Gómez,
dejaron sus ideas y prácticas políticas para que otros, mutatis mutandis, se metamorfosearon bajo la forma de partidos
políticos. Los dos más destacables, Acción Democrática (AD) y el Comité de
Organización Política Electoral Independiente (COPEI), dirigirán nuestro país
entre 1959 y 1998, también bajo otro pacto, el llamado Pacto de Punto Fijo,
firmado el 31 de octubre de 1958 (5), con el contubernio de otro partido
político: Unión República Democrática (URD).
De
esta forma nace una democracia, la representativa, la procedimental, que en el
momento mismo de su nacimiento se niega a si misma porque establece el pacto y
no la disidencia, la contradicción, como su razón de ser.
Ante
los deplorables resultados de las gestiones de gobierno en ese largo período
(más de cuarenta años), el pueblo venezolano, que había cifrado esperanzas en
los dirigentes de esos partidos políticos, comenzó a tomar conciencia. En el
año 1988, producto de la experiencia del fracaso de esas políticas y del engaño,
ese mismo pueblo deja de votar en un porcentaje que supera el 18%, lo que era
un claro síntoma del descreimiento generado por esos acontecimientos, en un
país que se colocaba hasta entonces, como ejemplo de participación electoral,
por sus bajos índices de abstención (6).
Luego
vino “El Caracazo” en 1989, una explosión social que se expresó en Caracas y en
varios lugares del país, donde el pueblo dejó claro su descontento con los
gobiernos que lo dirigían hasta ese momento. La variable social, olvidada y muy
despreciada hasta entonces, insurge con tal fuerza que produce un
estremecimientos en los cimientos de las estrategias de políticas económicas y
del correspondiente sistema político, clientelar y bipartidista.
Después
de esos sucesos la situación nacional ya no será igual. En el ambiente existía
el comentario de que algo faltaba y estaba por llegar. Y ciertamente así fue.
En 1992 se produce la explosión militar, el intento de golpe de Estado del
entonces Tte. Coronel Hugo Chávez Frías, desconocido hasta el momento en
Venezuela, que se catapulta como consecuencia de este hecho y se posiciona como
referente de ese pueblo que se encontraba en la búsqueda de un líder. Los
dirigentes políticos de ese momento encarcelaron a Hugo Chávez durante dos
años. Cuando Chávez sale de la cárcel se dedica a recorrer el país consolidando
el liderazgo logrado en la acción de 1992, para finalmente y en contra de todas
las maniobras de la clase dirigente, constituirse en candidato a la
presidencia.
Ese
pueblo, decidido a buscar un nuevo derrotero, manifiesta su voluntad en las
elecciones de 1998, eligiendo Presidente al Tte. Coronel Hugo Chávez Frías, con
más del 56% de los votos, nuevamente contra la maquinaria del Estado, las
maniobras y los pactos que volvieron a hacerse en esas elecciones, cuando los
principales partidos –Acción Democrática y Copey- en vista de que sus
candidatos individualmente no tenían posibilidad de triunfar, sin previo aviso
y con el mayor desparpajo, lo echaron a un lado y optaron, en consecuencia, por
hacer una nuevo pacto, en este caso con Proyecto Venezuela en la figura del
candidato Henrique Salas Römer. Sin embargo, a diferencia de los Pactos de
Coche y de Punto Fijo, que le funcionaron con total éxito, este pacto electoral
terminó en un profundo fracaso.
La refundación de la República
En
estos 13 años se ha logrado en Venezuela lo que no se había logrado en 190 años
y cuando decimos que la historia es el pasado, el presente y el futuro, estamos
afirmando que en este presente se está construyendo una nueva República.
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