Hace unos 18 años, la antropóloga Otilia Rosas González escribió para la
colección Historiadores SC, que “El Tributo del Indígena americano, a la vez
que fue una importante fuente de ingreso para la Corona española, constituyó un
eficiente medio aculturativo”, es decir, que por esta vía, la población
indígena asimiló variados rasgos de la cultura dominante para aquel entonces.
El tema es válido porque pudiera pensarse que lo ocurrido tras ese
encuentro entre nuestros aborígenes y los españoles fue un exclusivo
enfrentamiento armado, un asunto de arcabuz contra flecha y no fue
exclusivamente eso, porque de acuerdo a la investigadora los españoles
implantaron “...un sistema de recaudación que se adaptaba a cada jurisdicción
dependiendo de ciertos aspectos inherentes al pueblo indígena”.
Los representantes de la Corona española en nuestras tierras- según la
investigadora-, solían estudiar todas las variantes que pudieran caracterizar
cada población indígena, valga decir, cuál era el tipo de economía que
practicaban, en que sitio geográfico se encontraban, los habitantes, cuántas
mujeres, hombres, niños, si vivían en parejas, en fin, todas sus
características socio culturales.
Obligados a ser vasallos
La antropóloga -que presentó una versión en calidad de ponencia en la
XLV Convención Anual de la Asociación Venezolana para el Avance de la Ciencia
en 1995- dijo que con tal medida (el tributo) “...la Metrópoli obligaba a los
amerindios a vivir en policía, es decir, a aceptar la condición de vasallos del
Rey de España, bajo un total dominio de la Corona y la Iglesia, con la
imposición de la cultura europea, representados en la mano del conquistador,
primero, y luego del encomendero y el cura doctrinero, con lo cual se pretendía
borrar la cultura nativa para suplantarla por la recién llegada”.
Aquí en wwwpertinentes.blogspot.com pensamos que si
bien especialistas o conocedores dicen que la cultura venezolana se formó con
la integración -si se puede llamar así- de las culturas indígenas, africanas y
española, no es menos cierto que lo que prevalece en dicho proceso,
fundamentalmente, es la imposición de una cultura sobre otra, es decir, un
proceso de transculturización y suele ocurrir cuando una nación como mucho mas
poder que otra se impone sobre ella y le transmite -en ocasiones de modo
obligante- todo su bagaje cultural, valga indicar, sus costumbres, modas,
hábitos, idioma, normas, gastronomía, etc.
Transnacionales transculturizadoras
Valga destacar en estos momentos, que las organizaciones comerciales
transnacionales son las que adelantan un proceso de transculturización en todo
el mundo, prácticamente controlando sus producciones y llevándolas a todos
lados del mundo y promoviendo incesantemente, a través de la publicidad, su
consumo.
Desde que existe este mundo, y desde que unos con mayor fuerza invaden y
conquistan a otros pueblos menos fuertes, se inicia un proceso de transmisión
de valores culturales, de unos a otros. Siempre ha sido de esa manera, aunque
algunos pueblos se nieguen a alejarse de sus propias maneras de llevar sus
vidas. Sucede que en ocasiones algunas naciones pueden ser mas tolerantes que
otras y permiten que otras conserven sus costumbre y hasta religiones. No
olvidemos el dominio y control de Roma sobre el oriente y particularmente sobre
Jerusalén y otras localidades.
En el pasado, con las guerras, por lo general, siempre hubo una
imposición cultural, mientras que en la actualidad, pudiera decirse, el proceso
de transculturización se maneja de modo muy distinto y con diversas facetas.
Hoy entran en juego los convenios, acuerdos y tratados entre los pueblos y a
veces suelen presentarse situaciones que afectan o dañan algunas naciones. Con
todos esos tratados comerciales, lo que hay es un fluir de un lado a otro de
productos, maneras de vestirse, de peinarse, de alimentarse, de cortarse el
pelo, de tatuarse, de desplazarse y un sin fin de productos inherentes a ello,
de marcas que la producción, fomento y consumo les dan carácter mundial. Hay mucho
que se puede escribir -y lo han hecho- sobre el proceso de transculturización,
aun cuando sigamos refiriéndonos al tributo que cancelaban nuestros indígenas.
Y al respecto la profesora Otilia Rosas González nos dice:
“En la provincia de Venezuela, la tributación presentó particularidades
que la distinguen de cualquier otra parte de América”
Indicó que “La esclavitud indígena se había iniciado desde los primeros
descubrimientos colombinos (Jiménez, 1986), pero los excesos cometidos contra
las poblaciones autóctonas de las islas del Caribe fueron tales, que la Corona
se vio obligada a promulgar una Real Cédula en 1500, condenando esos
atropellos, y declarando libres a los aborígenes, así como la devolución de
aquellos raptados y llevados a España como esclavos”.
Por supuesto, pese a ello, los españoles continuaban con sus abusos, lo
que obligó a que la Corona emitiera una Real Cédula al año siguiente donde le
indicaban a Nicolás Ovando (Gobernador de La Española, actual isla de Santo
Domingo y Haití) que se ocupara de proteger y garantizarle a los indígenas su
libertad. Eso estaba bien, les garantizaban la libertad a los indígenas y hasta
le pagaban sus salarios, pero quedaba clarísimo que seguían siendo vasallos y
además de eso, les correspondía pagar sus tributos.
Choque natural entre indios y españoles
La cuestión, entonces, es que había una
gran contradicción entre ambos grupos y no podían ser concretadas las
ordenanzas porque, para el indígena trabajar con una remuneración no
significaba nada, ya que sus actividades en el área económica –si puede ser llamada
de esa manera- no tenían que ver con producir a escala mayor para lograr un excedente,
un enriquecimiento como lo contemplaba el recién llegado a nuestras tierras.
Como es de suponer, los indígenas
suramericanos tenían otras prácticas como la recolección de frutos, la caza y
la pesca y un cultivo pequeño, para la subsistencia e intercambio.
Ya en ese tono de vidas y modos
diferentes, existía un choque y si era obligado, opresivamente a trabajar, pues
las cosas ternarían en lo que realmente ocurrió: Un enfrentamiento entre
blancos y aborígenes, que daría lugar a negras historias como las que serían
protagonizadas por los Belzares, esa corporación alemana que sembró de muertes
el norte de Suramérica.
Colección Historia para todos/29
El Tributo Indígena en la Provincia de Venezuela
Impresión Gráficas Tao, S.A.
Caracas 1998
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