Unir a los países latinoamericanos bajo una sola bandera, una sola lucha y un mismo destino, fue su sueño, ese que ya se percibe en el Juramento del Monte Sacro. Allí, en esas inteligentes, cultas y, a la vez, delirantes palabras, está la idea de la unidad, de la integración; pero no para levantar un imperio lleno de vicios y edificado sobre las cenizas de otros pueblos, sino para construir una nueva sociedad que él solo avizoraba en el Nuevo Mundo, en este continente.
Tal
es la lo que escriben Pedro Salima y Luis Aníbal Velàsquez, al
comenzar a desarrollar el punto relativo al Legado del Monte Sacro y
en donde destacan que la idea de unidad que tenía Bolìvar nada
tenia que ver con una liga de naciones que se apoyaran en lo
económico, sino su idea era crear una próspera naciòn, en la que
los ciudadanos vivieran en democracia, sin la presencia de dictadores
ni hacendados poderosos que pervirtieran a la sociedad ni se
levantaran en contra de la pobreza del pueblo y en donde la educación
fuese ejemplar.
La
idea de Bolìvar -plantean- sigue teniendo vigencia, aunque no en las
grandes proporciones visualizadas por él. Quizá no sea posible una
nación única, pero si la unidad de propósitos, la integración de
varios países para lograr superar la pobreza y fortalecer la
democracia en plena libertad, sin estar sometidos a un imperio
poderoso.
Permítaseme
acotar (Pedro Estacio, pertinentes), a
propósito de este punto, que el 20 de noviembre pasado, el Consejo
Ministerial de Petrocaribe, al realizar su decimocuarta
reunión, presentó el cronograma de actividades del Plan para la
Erradicación del Hambre y la Pobreza “Hugo Chávez”, que va a
desarrollar junto a la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura, FAO.
Ni
los venezolanos ni latinoamericanos han estado alejados de esa idea
de Bolívar de la unidad e integración para superar la pobreza y
fortalecer la democracia. Es mas, el reto los integrantes de
Petrocaribe es saltar a crear una Zona Económica, pasar del
intercambio energético al relacionamiento productivo,
en el marco de promover la complementariedad entre las economías de
los integrantes en base al comercio justo entre los pueblos.
Un
inédito esfuerzo que tiene 9 años, pero que resume las esencia de
las ideas de un hombre con una visión por encima de los tiempos y
que la revolución bolivariana
con su Comandante Supremo
Hugo Chávez supieron concretar.
El
cáncer de la corrupción
Dicen
los ensayistas Salima y Velàsquez
que “si nos volcamos a lo que hoy vivimos podremos observar que la
democracia representativa solidificó a lo largo de cuarenta años
con una especie de legitimidad política e institucional, un cáncer:
la corrupción. Ese mal fue mermando la credibilidad del pueblo en
los políticos.
Asimismo, convirtió en
espectáculo cotidiano, en panorama diario, la hediondez y suciedad
de nuestras ciudades. Le dio una especie de certificado de legalidad
a la desidia, el desorden y el caos en la suministración pública,
patentó como normal la viveza conciudadana para alcanzar metas sin
mayores esfuerzos.
Luego
añaden:
“Bolívar
nos advierte desde el Monte Sacro que una sociedad que se levante
sobre ese sustento no puede caer sino en la perversión”. Mucho mas
peligroso -añadimos nosotros- cuando esos vicios todavía son
demasiado fuertes en la Venezuela de hoy., en esa Venezuela que
procura consolidar un proceso revolucionario y de transformación
social. De allí la urgencia de atender al llamado del Libertador.
Los
tiempos parecieran acercarse, porque de la fuerza y el clamor
bolivariano de luchar contra la perversión surgen acontecimientos,
hoy día, que parecieran corresponderse, como pareciera ser con la
reciente aprobación de 40 artículos que facilitarán la defensa de
la ciudadanía ante la embestida económica que se ha venido
registrando en Venezuela, lo que da una idea de como el país viene
interpretando al héroe de la independencia.
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