En una ocasión, el poeta venezolano
-hoy fallecido- Víctor Valera Mora, en su poema “Nuestros hermanos miran”
escribió:
Aún
colmada de bienes
La
vida es un perenne combate
Y ese par de líneas
escritas al calor de una espiritualidad no definible, parecieran encerrar el
sentimiento de la mayoría venezolana, lo cual es entendible al leer y conocer –sin
ser juristas- a la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en
torno a la cual escribimos algunos interesantes tópicos.
La edición del eliminado
Consejo Nacional de la Cultura, Conac, del año 2006, de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, en la exposición de motivos, nos habla de
los principios fundamentales de ese documento mayor de los venezolanos, uno de los
cuales “consagra la condición libre e independiente de la República Bolivariana
de Venezuela”.
Hoy día, al subrayar
la condición de libre e independiente, lo hacemos por la sencilla razón de que
los ciudadanos venezolanos, frente a las amenazas de la Derecha Corporativa
Transnacional y las más precisas –no veladas- que intentan decir que Venezuela es
un amenaza para los Estados Unidos (dichas por boca de su propio presidente,
Barack Obama), reiteran ante el mundo, cada vez con mayor fuerza, que son un
país libre, independiente y soberano y que no están dispuestos a renunciar al
legado que les dejó el Libertador Simón Bolívar y los héroes independentistas que
le acompañaron.
En su línea firme
de protestas frente a las amenazas, los venezolanos vienen siendo acompañados
por los latinoamericanos y sus organizaciones propias (Alba, Unasur, Celac,
Asociación de Estados del Caribe) como otras del mundo.
Lucha incesante por la libertad
En su documento
mayor, es decir, la Constitución Bolivariana, “…se rescata el legado histórico
de la generación emancipadora, que en la gesta heroica con la independencia de
Venezuela luchó para forjarnos una patria libre, soberana e independiente de
toda potencia extranjera. Al me3ncionar la figura paradigmática de esa revolución inicial, el Libertador
Simón Bolívar, se recoge el sentimiento popular que lo distingue como símbolo
de unidad nacional y de lucha incesante y abnegada por la libertad, la
justicia, la moral pública y el bienestar del pueblo, en virtud de lo cual se
establece que la Nación venezolana, organizada en Estado, se denomina República
Bolivariana de Venezuela”.
Siempre en ese
sentido, los venezolanos han definido la organización jurídico-política que ha adoptado la Nación
como “…un Estado democrático y social de
Derecho y justicia. De acuerdo con esto, el Estado propugna el bienestar de los
venezolanos, creando las condiciones necesarias para su desarrollo social y
espiritual, procurando la igualdad de oportunidades para que todos los ciudadanos
puedan desarrollar libremente su personalidad, dirigir su destino, disfrutar
los derechos humanos y buscar su felicidad”.
Dentro de la Constitución todo
Al leer este párrafo,
se entiende a la perfección cuando los más altos dirigentes políticos de la
Revolución Bolivariana y expertos constitucionalistas, con frecuencia suelen
decir “dentro de la Constitución todo, fuera de la Constitución nada”.
Es importante que
se diga, como está escrito en esta publicación
de desaparecido Consejo Nacional de la Cultura, que “Los principios de la solidaridad social y del bien común conducen al establecimiento de ese Estado social, sometido al imperio de la
Constitución y de la Ley, convirtiéndolo en un Estado de Derecho, Estado social
de Derecho que se nutre de la voluntad de los ciudadanos, expresada libremente
por los medios de participación política y social para conformar el Estado
democrático , Estado social y democrático de Derecho comprometido con el progreso
integral que los venezolanos aspiran, con el desarrollo humano que permita una calidad de vida digna, aspectos que configuran el
concepto de Estado de Justicia”.
La anterior
definición se corresponde “…con una de las principales motivaciones expresadas
en el Preámbulo, es decir, el fin supremo de refundar la República para
establecer una sociedad democrática. Ya no solo es el Estado el que debe ser democrático,
sino también la sociedad. Siendo
democrática la sociedad, todos los elementos que la integran deben estar
signados por los principios democráticos y someterse a ellos”.
Así, queda
establecido que “…la educación y el
trabajo son los procesos fundamentales
para garantizar los fines del Estado”.
En ese orden “…los
ciudadanos y las organizaciones sociales tienen el deber y el derecho de
concurrir a la instauración y
preservación de esas condiciones mínimas
y de esa igualdad de oportunidades, aportando su propio esfuerzo,
vigilando y controlando las actividades estatales, concienciando a los demás
ciudadanos de la necesaria cooperación
recíproca, promoviendo la participación individual y comunitaria en el orden
social y estatal, censurando la pasividad, la indiferencia y la falta de solidaridad”.
Todo lo escrito
antes, ha sido incorporado al texto constitucional “…como valores superiores
del ordenamiento jurídico del Estado y de su actuación, la vida, la libertad,
la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad
individual y social, la preeminencia de
los derechos humanos, la ética pública y el pluralismo político”.
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