Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



domingo, 19 de junio de 2016

La historia real tiene su inicio






Siempre estoy revisando –para mí  es como una biblia- el libro del profesor José Manuel Hermoso González, que tiene el buen título “Pueblo Protagónico”, porque nos muestra  una realidad escondida por libracos que han querido hacer de nuestra real historia una historia acomodada.
La historia de Venezuela y de toda Latinoamérica, es más rica y prolija de lo que muchos pueden imaginar y que, de paso, deberían sentirse altamente orgullosos si leyeran y se apropiaran del conocimiento de lo que somos y de dónde venimos.
En su libro, nos habla en letras el profesor Hermoso González, en el tópico La frustración de la vía pacífica, que cuando llegó Cristóbal Colón a nuestras tierras, nuestros antecesores, los indígenas, los dueños de estas tierras, los denominados nativos, los recibieron en paz, altamente amables y hasta Colón –que no bajó a tierra como han mentido- en sus fantasías creyó haber llegado al “paraíso terrenal”.
El doctor Hermoso González nos refiere en su trabajo que, las noticias sobre lo que habían descubierto los españoles  se dispararon e hicieron saltar “la ambición de los peninsulares…”.
Los lectores, pienso, deben interpretar que esa ambición se tradujo en tropelías de quienes vinieron a nuestro continente. Es bueno que no se ignore que, cuando Colón vendía su idea del viaje a lo que consideraban las indias –no a nuestra tierra- llevó a sus naves un cargamento de ex presidiarios que no lo pensaron dos veces: la cárcel para toda la vida o la posibilidad incierta  de otro mundo
No es que intente justificar lo injustificable, como lo fue el asesinato vil de muchos de nuestros antecesores, pero es casi igual a hoy día, unos están detrás de las cortinas y dirigen y otros ejecutan cualquier actuación como marionetas. Es una realidad  que no se puede negar, por más que lo deseen. 
Veamos lo que escribe nuestro investigador:
“Los nativos reciben pacíficamente  a los visitantes y les hacen entrega de diversos objetos. A instancias de los españoles –deslumbrados por el oro y las perlas  con que se adornaban los indígenas- se produce el primer intercambio  comercial entre  unos y otros. Los aborígenes aceptan cambiar oro y perlas por espejos y otras baratijas. Como en todo intercambio comercial unos y otros quedan satisfechos”      

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