En Venezuela, vuelven a retomar el camino de los libertadores, el sueño de Simón Bolívar. |
La paz es
el perfecto estado, que los creyentes perseguimos desde que asumimos la idea de
que existe Dios. Al menos, lo creemos varios
millones de personas.
Pedro Estacio
En la II Cumbre de
la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), efectuada en la
Habana los días 28 y 29 de enero de 2014, quedó bien claro que las naciones
firmantes del documento final del citado y reconocido encuentro, se
comprometieron “…a seguir trabajando para consolidar a América Latina y el Caribe como Zona de Paz, en la cual las
diferencias entre las naciones se resuelvan a través del diálogo y la
negociación u otras formas de solución pacífica establecidas en el Derecho
Internacional”, sin embargo, los primeros que siembran el camino de espinas
para evitar que las naciones transiten por esa ruta es la élite que controla a
los Estados Unidos.
Una
espinita aquí y otra más allá
Y una prueba
altamente clara de esa conducta la apreciamos cuando el 9 de marzo
de 2015, el presidente estadounidense Barack Obama, firmó una orden ejecutiva
que declara a su país en emergencia nacional, al considerar que Venezuela
constituye “una inusual y extraordinaria
amenaza” a la Seguridad Nacional y a la política exterior de los Estados
Unidos.
Se trata de
una herramienta comunicacional y guerrera destinada a presionar e infundir
temor a las naciones cuyo modos de vida no se ajustan a los requerimientos de las diversas transnacionales que manejan a
ese país
Y eso se interpreta de esa manera porque mientras la geografía
latinoamericana y sus habitantes vienen convertidos en combatientes por la paz,
la figura representativa del poder en Estado Unidos, Barack Obama, recibió de
una mayoría de la VII Cumbre de Las Américas un rechazo, al punto que como
escribió Modaira Rubio en una entrega especial para Cuatro F, periódico del
Partido Socialista Unido de Venezuela, PSUV, “…la región (Latinoamérica) se
debatió entre convertirse nuevamente en
satélite del imperialismo o continuar
avanzando hacia la liberación definitiva
de los pueblos. La no existencia de de una declaración final, es en sí
una derrota para la política
imperialista. El criterio de Washington no pudo imponerse”.
Y más adelante, añade Rubio:
“Tras declarar a la Venezuela Bolivariana y Chavista como una amenaza
para la seguridad interna de EE.UU, y recibir el rechazo casi unánime de los gobiernos latinoamericanos, la Casa
Blanca jugó al “despiste”. Un serenísimo Barack Obama , “aclaró” minutos antes
de subir al avión que lo llevaría a la
ciudad de Panamá, que realmente su gobierno no considera a Venezuela como una amenaza, pero a su vez
soltó su veneno al cuestionar la
situación de los Derechos Humanos en nuestro país, tema que se ha convertido en
la excusa perfecta para propiciar una intervención directa en nuestros asuntos
internos” .
Los
venezolanos no quieren piedras en su camino
La conducta de la población venezolana le sigue
diciendo sí a la revolución bolivariana o lo que es lo mismo, comparte la idea
de un modelo de gobierno de igualdad, justo y solidario con todas las personas,
como lo ha sido hasta ahora, lo que ha determinado en el país una gran cantidad
de movilizaciones de los más variados sectores del país.
En una de esas tantas movilizaciones, que al final
concluyen en el Palacio de Miraflores donde son recibidos por el Presidente
Nicolás Maduro, la dirigente del PSUV,
Blanca Eekhout, destacó que "Después
de 500 años, después de nuestros procesos de independencia volvimos a retomar
la senda de los libertadores, el sueño de Bolívar", destacó Eekhout, quien
insistió en que estas conquistas están amenazadas por un plan de recolonización
en la región que se expresa en países como Brasil, donde hubo un golpe
parlamentario contra la presidenta Dilma Rousseff.
Remarcó que
las acciones intervencionistas que declaran a Venezuela como amenaza no
cesarán, por lo que fue enfática al llamar a fortalecer la unión de los pueblos
y de los partidos políticos patrióticos como la única forma de derrotar los
ataques.
Por otro
lado, los militantes revolucionarios vienen informando sobre movilizaciones en
Caracas y otras regiones del país a los fines de reiterar su apoyo al
presidente Maduro y del mismo modo señalaron que ante cualquier intento de
intervención en Venezuela se pronunciarían en rebelión en defensa de la
estabilidad y la paz del pueblo venezolano.
Latinoamérica, y Venezuela entre sus naciones,
buscan la paz
Alcanzar la
paz, como es el deseo de todos los venezolanos, requiere la solución de
variados asuntos que le conciernen no solo a la revolución, sino a quienes mantienen
el reguero de espinas en el camino por donde se moviliza la ciudadanía,
integrada por la mayoría ciudadana.
Resolver el
proceso de producción y distribución alimentaria en el país pasa porque quienes
se oponen a modelo revolucionario y socialista abandonen el saco de piedras
agudas que suelen lanzar a cada instante que reciben órdenes de EE.UU, cuya
élite debe olvidarse, de una buena vez por todas, de su voracidad con la patria
de Simón Bolívar.
No hay otra
vía, porque a medida que insisten en repetir en Venezuela lo que han hecho en
Irak, Libia, Afganistán, Siria, Somalia y otros, van a terminar por encender a
Suramericano y a los latinoamericanos, que no están precisamente ni en Europa,
ni Asia ni en África, sino en esta parte
del mundo.
Si lo que se
ha revitalizado en Latinoamérica y el Caribe es el diálogo político, ¿por qué
se empeña la élite estadounidense en mantener militares en Guantánamo,
Honduras, Curazao, Colombia, Perú,
Paraguay y quiere hacer lo mismo en Argentina, con lo que genera
malestar entre la mayoría ciudadana, en vez de ir por un camino ajeno a la ganancia
fácil?
De acuerdo a
los expertos, ir por otros caminos en busca de la paz es ponerse de acuerdo con
los otros para erradicar la pobreza y el hambre y adelantar un desarrollo
integral, que incluya a las personas y las haga participar y ser altamente
productivas en armonía con la naturaleza en la que vivimos, hacer lo contrario,
como es lo que vienen haciendo las corporaciones, es seguir lanzando piedras en
el camino y es lo que no quieren los
latinoamericanos, entre ellos los venezolanos.
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