Leo
una parte llamativa del libro “LA COMUNA”,
Antecedentes Heroicos del Gobierno Popular, firmado por
Juan Barreto Cipriani y quien escribe destacando de paso, que muchas personas estuvieron participando
en el nacimiento de la citada publicación, entre ellos Jesús Ernesto Parra y
Héctor Julio Sánchez, dos grandes colaboradores, quienes habrían insistido en
que la autoría del libro recayera en el profesor Barreto.
Esa
parte que llama la atención –y ojalá ocurriera de esa manera con todos los
lectores, como me ocurrió a mi- se refiere a la lucha ancestral que se ha
tenido, no solo en el país por la ecología, sino en muchas partes del mundo.
La alarma está encendida
Escribió
todo ese equipo curioso que laboró con Barreto en la obra, que cuando se habla
“…de ecología no solo estamos hablando de la posibilidad de la sobrevivencia
humana en el planeta. Esa alarma está encendida y reconocemos la urgencia.
Estamos hablando, también, del amplio abanico de culturas y formas de
intercambio que han sido obligadas a
plegarse, silenciarse, aislarse por acción y gracia de la racionalización de los
recursos y de su regularización
(privación, privatización, despojo).
Y
en las siguientes líneas citan que, “El aprovechamiento y uso de los recursos
por parte de las comunidades originarias
y tradicionales cada vez mas son estigmatizados por el capitalismo; es común,
muy común, encontrarse con clichés en los que estos grupos aparecen como depredadores del ambiente y
como grandes deudores al progreso de la humanidad.
¡Ni
qué hablar de los improperios en contra de la gente de los barrios!, exclaman.
Lo
cierto de todo es que esta realidad de la que escriben, me recuerda, unos
acontecimientos populares que hubo en las parroquias La Pastora y San José,
cuando diversos grupos se opusieron a la demolición de antiguas viviendas para
dar paso a grandes torres para viviendas. En la primera de las parroquias
pudieron frenar un poco la situación, pero en San José no fue así, pues
construyeron grandes edificios en dirección norte de la avenida Fuerzas Armadas
de Caracas.
Siguen
con el tratamiento del tema y expresan que “El capitalismo echa mano a cuanto artificio
ecologista encuentre en su camino para
despojar a esos grupos de sus trincheras
de resistencia, resultando así que son los grandes laboratorios (con blindadas
patentes) los que aseguran el bienestar y la salud de la humanidad, o que son
las grandes enciclopedias las que resguardan
el saber de la especie humana en el mundo, o que son las grandes
constructoras (plagadas de ingenieros,
arquitectos y agentes inmobiliarios) las que garantizan el derecho a la tierra a la vivienda
de una forma ecológicamente responsable.
Pero estos artificios han echado raíces en la subjetividad digamos que
planetaria”.
Y ahí también tenemos que piquetear.
Así,
plantean que “Mientras los pueblos no logremos un camino diferente para regular
el metabolismo social impuesto por el capitalismo, personificado en el buen
vivir de los burgueses(a saber, el orgullo de ser modernos: no somos
irracionales, ni animales, ni manuales, ni ignorantes, ni pobres, ni locales,
ni peleones, ni insumisos, ni toscos, ni vagos) seguirán teniendo vigencia las
alarmas (aún no ensordecedoras) del colapso de la vida en el planeta”.
Es
aquí donde cabe recordar las palabras del Comandante Hugo Chávez F., cuando en 2012, al
presentar el programa de Gobierno para
el período 2013-2019 refiere:
“Es claro que Nuestra América vive un cambio de época que
arrancó, y es justo reconocerlo, con la llegada de al poder de la Revolución
Bolivariana: un cambio de época que se caracteriza por un cambio real y
verdadero de las relaciones de poder a favor de las grandes mayorías. Es claro,
también, que el sistema mundo capitalista atraviesa por una crisis estructural
que puede llegar a ser terminal: una crisis que, por su catastrófica magnitud,
nos obliga políticamente, como diría Martí, a aclarar y prever cada día , como de hecho lo hemos
venido haciendo, para minimizar sus impactos sobre Venezuela. Pero hay un
signo alentador que quiero destacar: ha
comenzado a sentar sus bases un sistema internacional multipolar que se orienta
hacia ese gran principio que Bolívar llamara el equilibrio del universo”.
Recogen
en este trabajo que representa el libro COMUNA un testimonio de Atilio Borón,
el cual destaca que, “El problema principal ha sido causado por un patrón de
consumo que es totalmente irracional y predatorio. Pero ese patrón es inherente
al capitalismo como sistema pues es la expresión de un modo de producción igualmente irracional.
Cambiarlo supone abandonar el
capitalismo y construir un sistema
ética, social y económicamente superior, algo que ni remotamente pasa por la
cabeza de los líderes del mundo desarrollado. Por eso afirmo que no habrá
solución a la crisis ecológica del planeta, algo que nos coloca al borde de un suicidio colectivo, en la
medida en que no se reemplace un sistema económico-social que considera a hombres y mujeres y a la naturaleza, como
simples insumos para la incesante
generación de ganancias”. Tal sistema es inviable y su abandono por otro más
humano y congruente con el medio ambiente es solo cuestión de tiempo. (…)Pero,
en lo mediato, lo único que salvará al planeta es la abolición del capitalismo
y la instauración de un modo de producción y una forma civilizatoria superior,
un nuevo socialismo”.
LA
COMUNA, Antecedentes Históricos del Gobierno Popular
BARRETO
CIPRIANI Juan
Caracas,
2011
Juanbarreto.blogspot.com
juabarreto@gmail.com
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