Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



sábado, 24 de agosto de 2024

El país necesita debatir sobre muchas cosas

 

                                        


Pedro Estacio


Observando, leyendo y analizando profundamente los mensajes que parecen torcer la mentalidad de algunas personas, prendiéndoles un cartucho de dinamita en el cerebro y desatando en algunos el odio. la bronca a rabiar y hasta las ganas de golpear, quemar, y apuñalar hasta asesinar a seres humanos, no cabe duda alguna que este tipo de asuntos ocurre en personas no solo ignorantes sino perturbadas, además indicativo de que algunas cosas no están como debería encontrarse.


Cuando hablo de personas ignorantes planteo que es bueno que se discuta este asunto, porque no incluimos exclusivamente en estas líneas a quienes nunca estudiaron o apenas obtuvieron un certificado de Primaria. No, es un poco mas complicado que eso, porque muchas veces tenemos frente a nuestras propias narices a gente que ha logrado alcanzar un nivel un poco mas alto, hasta universitario, pero siguen siendo escasos de mente y ello, imaginamos, tiene respuestas que los psicólogos y médicos psiquiatras pueden ofrecer.


Lo que intento al garabatear el teclado y vaciar en la computadora lo que sale de mi mente, es simple y llanamente lo que veo y escucho en el transporte, bien en el Metro de Caracas o en las camionetas que tomo para ir a un lado. Y siento que no solo se aprecia de vez en cuando, que no siempre hay sentido común y, por otro lado, que hay contradicciones por donde me desplazo y aún antes de salir a la calle cualquiera las presumiría.


Lo mas contradictorio que presenciamos en las mañanas, valga decirlo, son las penosas expresiones que vemos en las pantallas de las plantas de televisión, lo cual sucede porque tienen infinidad de vacíos en el aire. Si sintonizas un canal privado, la tecnología te muestra el colorido del ambiente y la vestimenta, pero también la banalidad de una clase que aspira vender el mensaje que le ordenan. Si ubicamos un canal oficial, digamos el primero que está en la numeración tradicional, pues es una mala copia de la televisión privada, sin originalidad y te quiere vender animados que tienen medio siglo de existencia como la última novedad y otros asuntos.


Observamos igual que quienes contratan parecen no saber lo que hacen. Hay gente con programas cuyas voces chillan, aterran por lo mal que suenan, la pronunciación no es la mejor, se comen las eses y hasta sustituyen años por jaños. Muestran incapacidad para diseñar la originalidad en una pantalla, colocan palabras mal escritas, interrumpen, ignoran, copian programas extranjeros con pequeñas variantes, pero los copian y hay un centenar de cosas que pueden ser mejores, pero que no logran entender lo que es originalidad y hasta emplean mal esa palabra.



El talento es relativo, pero sigue siendo un lugar común escuchar a mas de un moderador, locutor o quizá periodista el señalar “ese es un personaje de talento”, cuando tal calificación no merece trato tan ligero.


¿Hacemos una televisión que vale la pena? ¿Está bien orientada hacia la mayoría ciudadana, nuestra sociedad o hacemos un circo, una televisión llena de programas de chismes de espectáculos? ¿Qué es lo que se hace?


Ya en la década de los setenta en un libro escrito por Brian Groombridge, artista canadiense y en la que planteaba como título de la primera parte Una Misión para el Medio, iniciaba con la pregunta ¿Para qué la televisión? Y seguidamente apuntaba que si el escritor Bernard Shaw estuviese vivo para aquel entonces, no cabía la menor duda de que “...se estaría suscitando corrientes debates acerca de la televisión con furiosa brillantez”.


Lo que sucede en Venezuela es que tenemos la revolución bolivariana y no ha tocado todavía con las ideas al medio televisivo, a sabiendas que si es rigurosamente analizado encontraremos que carece de toda calidad posible y que nuestra televisión es una herramienta cultural que se limita a repetir lo que hace la televisión del exterior y a copiar y transmitir patrones ajenos a nuestro sentir cultural. El hecho de que la televisión venezolana incorpore ahora mas que antes lo folclórico nuestro, no significa que haya cambiado.


En realidad necesitamos hacernos muchísimas preguntas acerca de lo que es la televisión y la primera interrogante que se me ocurre es la siguiente ¿A quien está dirigida la televisión venezolana? ¿A las madres que no trabajan en la calle? ¿A los padres que están en las oficinas u otros empleos? ¿ A los niños? ¿A los jóvenes que estudian? ¿Lo que queremos es que los usuarios compren todo lo que anuncia la publicidad? ¿ Nuestra televisión informa o solo comunica? ¿Educamos o formamos? ¿Realmente divertimos? ¿A qué responde la televisión venezolana? ¿Son orientadores sus programas o son dirigidos ?


¿En Venezuela se ha suscitado algún debate acerca de la televisión o todos los medios que funcionan en este país? ¿No es necesario un debate nacional sobre los medios y lo que interesa a los jóvenes que son el futuro y la sociedad en general? ¿En ese debate nacional no deberían estar las comunas y demás organizaciones importantes de Venezuela?





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