Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



sábado, 14 de septiembre de 2024

Los nativos americanos: primeras víctimas del fascismo

 



Pedro Estacio

Es bueno que el programa Base Comanche (España) pueda entender mejor las cosas que se dicen a la ligera en el ámbito político, como es el caso del fascismo que dicen anidó con Franco en España, cuando eso no es así porque el fascismo, lo que ello significa, es completamente europeo y ha estado entre los españoles desde que se acercaron con sus naves al mando de Cristóbal Colón y donde lo supieron poner en acción en contra de los nativos americanos.


El fascismo ha sido y es odio, generar terror en los demás, es aniquilación de la vida de otros seres, es prenderles fuego aún dentro de sus propias viviendas, es acercarles feroces perros para que destrozaran sus carnes nativas y eso lo hizo en nuestras tierras la banda criminal que junto al marino Colón llegó a nuestras costas.


Ha habido, por parte de los imperios, una aromatización del término fascista, como para vender la idea de que nada malo tiene, que es una corriente política mejor que cualquier otro sistema político de gobierno. El nuevo aroma, por supuesto, se desprende de las poderosas, económicamente hablando, clases de la altas sociedades europeas que ahora mantienen un vínculo con las poderosas empresas corporativas de alta tecnología que hacen todo lo posible para controlar el planeta.


Pero el fascismo no solo ha sido promovido en solitario por las antiguas cortes europeas, por el contrario, siempre contaron con la silenciosa corte religiosa del catolicismo, que siempre actuó muy solapadamente pero que supo imponer su inquisición, su odio hacia los que no se arrodillaban ni compartían sus verdades. Por eso no debemos olvidar lo que escribió hace años Álex Grijelmo en su libro La seducción de las palabras:


Las palabras manipuladas, en efecto, van por delante de las injusticias para abrirles el camino”.

Me pregunto si las palabras manipuladas de quienes llegaron en 1492, de venderse ante los gentiles nativos americanos, como los representantes de un verdadero Dios en la Tierra y no las creencias de los nativos en los dioses representativos del sol, la luna y las estrellas, acaso no se dejaron escuchar antes de la injusta arremetida española contra las vidas de esos americanos.


Hasta los mismos periodistas y analistas han caído bajo la nueva aromatización con la que se ha vestido el fascismo para acceder y controlar el poder global y someter, como en el pasado medioeval, a quienes se encuentran abajo, los desposeídos, excluidos, separados e ignorados, sin ningún tipo de voz y mucho menos sin voto.


Todo esto hace recordar que, en el pasado reciente, la Caracas del Libertador Simón Bolívar, siempre estuvo adornada y protegida por hermosas montañas. La ciudad siempre ha estado como adornada, pero también flagelada porque miles de ciudadanos que vivían en provincia, debieron marcharse a buscar nuevos rumbos de vida porque los gobernadores jamás se ocuparon de los hombres y mujeres que habitaban en los campos.


Esos venezolanos que carecieron de todo tipo de beneficio social, de lo que debieron ocuparse y no hicieron los pasados gobiernos, optaron por irse hacia las pequeñas montañas que rodeaban a Caracas y establecerse en ellas. Dejaron de ser pequeñas montañas y se convirtieron en cerros. Y ellos, también fueron víctimas de ese fascismo que formaba parte de lo que los viejos partidos y los oligarcas millonarios de siempre denominaban democracia.


No puede perderse de vista que el fascismo, ante todo, es caracterizado por una actitud de poderío, que excluye a quienes no forman parte de una clase que se siente dueña de una ciudad, de un país, de sus riquezas y del poder político, a través del cual controlar a la nación y por eso es que aromatizadamente, y a través del clero, intentan mediante la palabra manipulada, entrar en la conciencia de muchos ciudadanos y controlarlos con despiadadas mentiras que entran en contradicción con el ánimo espiritual que debe desprenderse de la palabra redentora de los sacerdotes.

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