Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



sábado, 19 de noviembre de 2011

Guerras de independencia solo generaron cambios en la esfera política



Siempre hurgando en los papeles que reseñan diversos temas de la historia, bien sea venezolana o de otra de nuestra Latinoamérica, nos encontramos con un artículo en el número 23 de Tierra Firme, revista de historia y ciencias sociales (Año 6. Vol. VI, correspondiente a julio-septiembre de 1988), escrito por Mario Molins Pera, de la Escuela de Educación de la Universidad Central de Venezuela, quien refiere que “Las guerras de Independencia hispanoamericanas tuvieron un carácter revolucionario. Pero el resultado  de las contiendas no redundó en una alteración absoluta y total de las estructuras establecidas en las colonias, que es la perspectiva del movimiento revolucionario total, sino que únicamente ocurrieron cambios sociales parciales reducidos a la esfera política y, a veces, en algunos aspectos de las relaciones sociales”.
Destaca Molins Pera, que, si bien los distintos movimientos independentistas de nuestra América fueron llevados a cabo “bajo las consignas de las revoluciones estadounidenses y francesa; sin embargo, lograda la independencia y establecidos los gobiernos republicanos, salvo raras excepciones, se mantuvieron el modo de producción y las formas de propiedad privada vigentes durante la Colonia ”.
El punto es interesante, ahora en estos precisos momentos cuando los venezolanos están participando activamente de una efervescencia política-revolucionaria, en donde hay todo una novedad en planteamientos políticos, institucionales, constitucionales, sociales, educativos, de salud, en materia de religión, del vivir de la gente, de sus derechos, etc.
Y la temática es fuerte y de gran vigencia, porque en el actual proceso político venezolano se habla y se reitera de modo permanente, que la revolución bolivariana, basada en el árbol de las tres raíces (Simón Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora) lo que está haciendo en esta nación, es lograr concluir la verdadera independencia que inició el Libertador de América hace doscientos años.
Por más que sean desarrollados diversos juicios en contra de la revolución bolivariana de Venezuela, no es menos cierto que la efervescencia con acento revolucionario, de cambios necesarios en función de las latinoamericanas y latinoamericanos echó andar en este continente sureño.  
Escribió Molins Pera que “Después de derrocada la Segunda República Venezolana, el Libertador comprendió que la Guerra de Independencia debía convertirse  en revolución social y hacia este propósito dirigió su pensamiento y su acción. Pero a pesar de sus esfuerzos para dar este contenido a la lucha, los intereses de los terratenientes, de los grandes comerciantes y usureros prevalecieron e impidieron llevar a cabo las transformaciones requeridas para lograr la alteración absoluta de las estructuras establecidas, limitándose a lograr una revolución política y algunos cambios en el ámbito de las relaciones sociales. El empeño del libertador de abolir la esclavitud, de dotar de tierras a los combatientes por la independencia, de lograr la liberación social  de la población indígena, en definitiva, de lograr la igualdad social, se vieron frustrados por los intereses de clase de los criollos, por las ambiciones de grupos e individualidades que impidieron lograr los cambios sociales esperados, y por la carencia de movimientos populares organizados”.
Este trabajo de Mario Molins Pera, publicado hace 23 años atrás en la revista de historia y ciencias sociales Tierra Firme, trata una temática histórica-política, que pareciera haber sido escrita en estos días de 2011. Porque eso es lo que está presente actualmente en la tierra de Bolívar, es decir, lograr que ese sueños del Libertador de América se cumpla.
 
 
El pensamiento y la acción internacionalista
de Simón Bolívar
Molins Pera Mario
Tierra Firme, revista de historia y ciencias sociales
Año 6. Vol. VI. 1988

sábado, 12 de noviembre de 2011

Bolívar y el socialismo





En su libro “El antiimperialismo e internacionalismo de Bolívar”, editado por el desaparecido Consejo Nacional de la Cultura, Conac, el articulista y ensayista Freddy Yépez nos dice que “Ninguna lucha de nuestro tiempo contra el imperialismo puede dejar de nutrirse del pensamiento de los próceres del pasado que hicieron historia en su tiempo para legarnos identidad y posibilidades de desarrollo social, como tampoco ningún ideal por la emancipación del mundo puede sustentarse buscándole un sucedáneo a la doctrina marxista”.
Tal planteamiento nos lo deja saber al tratar en la publicación, el interesante tema “Bolívar y el socialismo” y donde nos dice que “Bolívar fue un hombre de su tiempo, que supo jugar el papel de la personalidad en la historia de su época en una buena parte de la América Latina. Para reencarnarlo o resucitarlo en otro tiempo, superior al suyo,  es necesario tener el cuidado de entender correctamente las limitaciones de su era, las realidades que le rodearon, y las oportunidades que le fueron provechosas o contrarias a sus voluntades y luchas”.
Tal criterio lo compartimos y lo auspiciamos pues, somos de la idea de que siempre el hombre necesita saber de donde viene para planificar esos pasos que le permitan construir su destino o un destino mejor para su vida. ¿Si no miramos hacia nuestra historia pasada, pasaremos por el mundo como un guisante trangénico encerrado en una bolsa, esperando ser digerido para desaparecer?
Ejemplo vibrador por la emancipación
Y de hecho, Yépez abunda en razón al indicar que “Querer encontrar en el pensamiento de Espartaco, por ejemplo, una categoría acabada y científica que nos defina las características del imperio de su tiempo,  sería como buscar en las ideas de Cristo algún planteamiento proponiendo la propiedad social sobre los medios de producción en su lucha contra el imperio romano. Eso no es posible por más que uno se empeñe en llevar la piedra a la cima a sabiendas que la capacidad física no permite excederse de un determinado peso sin ayuda  de otros factores  de fuerza, donde la tecnología es un elemento esencial. Lo acertado es juzgar la obra y el pensamiento de un importante personaje histórico, como Bolívar por ejemplo, porque de allí se desprenden la necesidad y el deber de tomar, como legado, sus aportes a las luchas e ideas futuras en la búsqueda de redención social”.
Y dice más el ensayista:
“Decir “Al César lo que es del César”, significa dar los méritos a quien se lo merece cuando se trata de individualidad. Lisonjear  a Bolívar no es enaltecerlo sino desmeritarlo; idealizarlo es crucificarlo y no sentirlo como ejemplo vibrador en las luchas por la emancipación de la humanidad”.
Yépez se refiere a un asunto que venezolanos y demás hermanos latinoamericanos sabemos, es decir, que las clases pudientes y oligarcas han venido haciendo uso de escritores e historiadores para escribir una historia que les favorezca. En ese sentido, El Libertador Simón Bolívar y otros héroes y realidades políticas latinoamericanas  han sido objeto de tales escribidores de nuestra historia y, por ende, falsificadas u adornadas de acuerdo a quienes vinieron pagando.
 Al respecto, Freddy Yépez escribe que “Don Mario Briceño Irragorry es, en mi humilde manera de interpretar a Bolívar, quien mejor ha escrito sobre el alfarero de naciones. Bien vale la pena leerlo y estudiarlo.

YÉPEZ Freddy
El antiimperialismo e internacionalismo de Bolívar
Ministerio del Poder Popular para la Cultura
Consejo Nacional de la Cultura
1ra. Edición 2007
Caracas-Venezuela