Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



domingo, 30 de mayo de 2010

La insurrección popular de Caraballeda, en Venezuela


Hay un interesante aprendizaje para los venezolanos y demás criollos latinoamericanos acerca de esa historia de los tiempos de la llegada de los españoles y de las luchas que nuestra gente sostuvo contra quienes se creyeron los dueños de estas tierras.
Ese proceso de aprender de los pueblos primeros y de su gente, lo encontramos en la lectura del libro Pueblo Protagónico, /Historia de las luchas sociales y políticas del pueblo venezolano/, cuyo autor es el catedrático José Manuel Hermoso González, de la Cátedra de Historia de Venezuela, de la Facultad de Ciencias de la Educación, de la Universidad de Carabobo.
En su lectura, por ejemplo, encontramos información acerca de nosotros mismos, que aseguramos pocos conocen, como es el caso de la insurrección popular de Caraballeda y en torno a la cual, el también investigador señala que “lo ocurrido a finales del siglo XVI en las pequeñas pero importantes ciudades de Caracas y Caraballeda (El Collado), puede caracterizarse como la segunda insurrección popular incruenta ocurrida en la recién nacida Venezuela”.
Es importante informar que el sector Caraballeda queda en el estado Vargas de Venezuela y fue uno de los más afectados cuando ocurrió el deslave en 1999.
El docente universitario sostiene en su libro que tal rebelión “…desafió la autoridad arbitrariamente ejercida por su gobernador designado por la Corona”.
Así, Hermoso González indica que ambos poblados (Caracas y Caraballeda, molestas, debieron enfrentar al gobernador “y lo hicieron con tanta decisión, firmeza y contundencia que lograron derrotarle, destituirle y –en este último caso- hacerle juzgar y condenar, aunque para lograrlo la población de Caraballeda hubo de sacrificar su propia existencia, pues sus pobladores prefirieron que desapareciera la ciudad antes que ceder a los caprichos del tiránico gobernante”.
La información anterior jamás apareció en los libros de historia de Venezuela y de América con los que estudiábamos.
Según escribe el autor de Pueblo Protagónico, el gobernador “entró en conflicto desde un primer momento con la mayoría de los habitantes de la ciudad y con sus representantes en el Cabildo”.
Un gobernador que nunca creyó en el diálogo
Luis de Rojas Mendoza, natural de Madrid, España, “fue nombrado gobernador de Caracas y Venezuela en sustitución de Juan de Pimentel, un gobernante que se había ganado las simpatías y el respaldo casi unánime de los pobladores de la ciudad”. Su designación ocurrió en 1853.
Por la investigación que realizó el profesional universitario, conocemos que Luis de Rojas y Mendoza, fue un individuo para quien no existió el diálogo, la conciliación o el acuerdo entre él y los gobernados. A su corto entender, él era la suprema autoridad y la única opinión válida, como era de esperarse, era la suya. Entendía que la población a la que gobernaba debía ser sumisa y obediente de modo ciego
¿Pero qué pasó con este funcionario real?
El historiador escribe que la actitud de Rojas y Mendoza generó dos tendencias entre los habitantes, pues la ciudad fue el escenario donde se movían y manifestaban las actitudes de sus seguidores y de quienes le adversaban.
Asoma este historiador que “Se produjo un verdadero desgobierno pues la actitud de Rojas y Mendoza generaba desorden y desestabilización. El gobernador favorecía abiertamente a sus parientes, amigos y partidarios, provocando inseguridad y desconcierto”.
Este asunto de las diversas actitudes en los seres obliga a un paréntesis, porque el tema obliga a profundizar, hurgar en el alma, el espíritu de los hombres. De 1583 a estos tiempos del siglo XXI, sin mencionar los siglos anteriores, los humanos hemos avanzado, pero con la misma fuerza, también hemos retrocedido.
El abuso de ayer, es el mismo de hoy
No hay que ahondar mucho en el asunto para apreciar en este tiempo presente, las mismas actitudes y hasta peores en hombres que han inflingido severos daños a las sociedades; háblese de Somoza (Nicaragua), Duvalier (Haití), Pinochet (Chile) y otros que han dirigido naciones y han auspiciado devastadoras guerras y han arrasado con millones de vidas. No puede ser olvidado que ha habido dos guerras mundiales, el lanzamiento de dos bombas atómicas, intervenciones militares en Corea del Norte, Yugoslavia, Santo Domingo, Panamá, Grenada, Irak, Afganistán.
Lo que escribe el historiador sobre el pasado nuestro, es como estar en el presente con su punto de vista:
“Favorecía (el gobernador Rojas y Mendoza) abiertamente a sus parientes, amigos y partidarios”. Y esto lo decimos porque ¿Acaso no hay –por ejemplo- quienes se han beneficiado de las guerras en Yugoslavia, Irak, Afganistán y sueñan con seguir beneficiándose si desarrollan conflictos con Corea del Norte e Irán?
Dejamos el tema allí, pues forma parte de la historia y siempre saldrá a relucir y retornamos a Rojas y Mendoza, para agregar que este gobernador “intentó colocar como regidores en el Cabildo de Caraballeda a dos de sus incondicionales en contra de la voluntad de los pobladores quienes, desoyendo sus abusivas órdenes procedieron a designar a sus representantes de la manera reglamentaria.
Ante dicha situación, el gobernador fue en contra de los regidores designados, pero eso fue considerado como un abuso de autoridad y los pobladores reaccionaron declarando una paralización de la ciudad, lo que hoy conocemos como una especie de huelga general.
Al final, la gente se fue, porque el gobernador se mantuvo de manera intransigente. Eso determinó que la ciudad fue abandonada y la capital quedó aislada por vía marítima.

martes, 18 de mayo de 2010

Francisco Fajardo: Ni europeo,ni americano, ni africano


Las páginas del libro Pueblo Protagónico (1498-1798), del profesor de Historia de la Universidad de Carabobo, de Venezuela, José Manuel Hermoso González, nos sumergen en ese tiempo desconocido de la formación de nuestro pueblo. Imaginamos que habrán sido muchas las horas de investigación para entregarnos casi 400 páginas de aquella escondida historia que habla de cómo se fue creando nuestro pueblo.
Escribe el historiador de cómo comienza a formarse la nueva Venezuela, “producto de la forzosa integración étnica. Una expresión personificada de estos cambios y un ejemplo anticipado de lo que será el pueblo venezolano ahora en formación, es el mestizo Francisco Fajardo”.
Para el catedrático, es Fajardo no sólo ejemplo, sino “un ser racial, social y culturalmente híbrido. No es europeo, ni americano, ni africano. Aquel mestizo bilingüe es un aventajado, segundón entre los blancos, privilegiado entre los suyos por ser hijo de un español y de Isabel, una indígena Guaiquerí quien además de concubina del europeo tenía entre los suyos, jerarquía y poder de cacica”.
Pero así como es indagador y arma hechos en el tiempo, el escritor plasma con dureza sus afirmaciones:
“Cuña del mismo palo” su hijo Francisco-colaborador en el proceso de opresión de aquellos hermanos de raza de su madre- va a convertirse en un nuevo factor de manipulación contra los aborígenes a favor del conquistador”.
En su opinión, el mestizo se comportará como igual lo harán otros nacidos en el denominado bajo pueblo de estas tierras, que rechaza su origen “y se convertirá en el primer enemigo no europeo de los originarios ocupantes de estos territorios.”…un criollo –mitad español mitad indígena- será el primer venezolano que traiciona a su tierra y a su gente para aliarse con los poderes externos que expolian y saquean el territorio. Aunque nacido acá, Fajardo será un conquistador, un opresor de su propio pueblo”.
Pese a la independencia, los traidores existen.
En esos trescientos años de historia en el que étnicamente se fue generando el mestizaje criollo y los restantes hasta llegar a este presente del siglo XXI, han sido muchos los que se aliaron y siguen empeñados en estar atados a los poderes externos. No es una realidad exclusiva de Venezuela, también lo es de las demás naciones de esta parte del continente americano, es decir, de América Latina.
Hoy, pese a las guerras habidas en este sur para alcanzar la independencia, hay traidores que siguen estando de acuerdo en oprimir y expoliar a sus paisanos, sus compatriotas.
De vuelta al mestizo Fajardo, escribe el historiador que en la primera expedición hacia las costas centrales procedente de la isla de Margarita, en 1555, el hombre no llega con un plan de guerra; para entonces le acompañan unos cuarenta indígenas guaiqueríes y cuatro mestizos. Según nuestro autor de esta oportunidad, quien califica a Fajardo de “ladino y resabiao”, refiere que el hombre no llega en esa primera oportunidad en plan de guerrear y por el contrario simplemente se hace conocer y realiza algunos intercambios con los nativos de Nueva Esparta, pero ya ha estudiado el terreno, al que retornará, pero esta vez con otras intenciones.
En efecto, el mestizo retorna un par de años después y lo hace acompañado por la cacica Isabel, su madre, y esta vez se hace acompañar con casi una docena de españoles y unos cien indígenas guaiqueríes.
La idea que expresó Fajardo, al reunirse con varios caciques, fue que quería fundar un pueblo y para ello necesitaba la autorización de los jefes nativos y de allí en adelante, hubo una realidad:
Unos vieron con buenos ojos la propuesta de Fajardo y otros desconfiaron. El resultado fue que Fajardo, quien buscaba doblegar a los aborígenes, le colocó soga al cuello al cacique Paisana, lo cual generó mayor resistencia por parte de los indígenas y lo obligó a salir de las costas centrales y marcharse de nuevo a Margarita.

Seguiremos examinando, por su importancia y por la necesidad de que siempre conozcamos de donde venimos,  el libro Pueblo Protagónico, del historiador y docente José Manuel Hermoso González. (PE)

jueves, 13 de mayo de 2010

Hemos luchado siempre contra la opresión

“Lo que sociológica e históricamente podríamos llamar, raíz, o matriz del pueblo venezolano –en otras palabras- el pueblo en proceso de surgimiento, aquel pueblo que se iba formando, lo iba haciendo precisamente en lucha, en lucha contra sus opresores”.
La opinión no es nuestra, corresponde a José Manuel Hermoso González, historiador, investigador y profesor en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Carabobo.
El académico, activista de la historia y por ende de la política –no se puede ser un historiador ajeno a la realidad política- se sumerge en su libro Pueblo Protagónico (1498-1798) hasta aquellos tiempos en los que se aparecieron los españoles en nuestras tierras americanas.
A la par que nos dice que así ha continuado siendo, el profesor Hermoso González acuña la mejor expresión que hemos podido escuchar en los años que tenemos de vida y que nos acercan al gran ideal de lo que es nuestra patria y que sabemos que fue pensado y sentido por nuestro Libertador Simón Bolívar. El académico lo dice de la siguiente manera:
“En efecto, el pueblo venezolano es uno de los pocos pueblos del mundo que ha luchado siempre contra la opresión”.
La unidad e integración sale de las gargantas
Y con gran severidad de palabras:
“Dentro y fuera de nuestras fronteras. Nunca Venezuela ha participado en una guerra contra otra nación. Nunca un venezolano ha cruzado los límites de la patria para invadir, oprimir, conquistar o colonizar otros pueblos”.
Y luego, el docente se descarga espiritualmente y con satisfacción al escribir que “Solo hemos luchado fuera de nuestras fronteras para llevar la bandera de la libertad y de la soberanía de la Patria Grande Latinoamericana, blandida con un canto de de unidad e integración en las gargantas. Pabellón tricolor que ondeó en las gloriosas manos de Bolívar, Sucre, Flores y Urdaneta, junto a otros bien llamados padres de la nacionalidad”.
Guaicaipuro, primera gran guerra por la libertad
Comenta el historiador que la primera gran guerra por la libertad la dio Guaicaipuro y al respecto escribió que “Podría hablarse de <>, <>, <>. Cualquiera de estas expresiones, incluida la que sirve de título, podría identificar el capítulo de nuestra historia destinado a narrar esa gran guerra contra el conquistador europeo que protagonizaron durante la séptima década del siglo XVI las tribus Caribes que habitaban la región central del territorio que hoy ocupa Venezuela”.
Para el autor de Pueblo Protagónico, lo que ocurrió en aquel tiempo fue “una verdadera guerra, tanto por su duración, la cantidad de protagonistas y el número de batallas, como por las dimensiones del espacio geográfico que le sirvió de escenario y de territorio en disputa. Fue una verdadera guerra de resistencia de los primigenios ocupantes de esta región americana contra los violentos y arbitrarios visitantes que quisieron adueñarse << manu militare>> no solo del espacio sino de sus habitantes”. Seguiremos con algunas interesantes historias de las luchas sociales en Venezuela, como escribió el autor de este importante y escudriñador libro.

PUEBLO PROTAGÓNICO
HERMOSO GONZÁLEZ, José Manuel
Ediciones Protagónica, 2008
Valencia, Venezuela

martes, 4 de mayo de 2010

Bolívar, el hombre de porvenir

En esta nueva era, en la que todo va cambiando pese a las resistencias propias de quienes no quieren que las cosas cambien, siempre es bueno leer lo que otros han escrito sobre el Libertador de América, Simón Bolívar, sujeto principal de este tiempo bicentenario que hoy celebran los americanos del sur.
Cierto, de este guerrero inmortal, Rufino Blanco Fombona escribe en los Ensayos Históricos publicado por la Biblioteca Ayacucho (1981), que “El único genio –genio de acción y genio del pensamiento- que hasta ahora ha producido la América, desde el estrecho de Behring hasta el de Magallanes, ha sido Bolívar. Bolívar es cosa muy seria y sin parangón. No sólo por lo que hizo, sino por lo que dijo y pensó”.
Añade el escritor en su comentario, que algo parecido lo hicieron antes Pizarro y Cortés y en el tiempo que les correspondió Sucre y San Martín. El énfasis lo pone en cinco palabras al referirse al caraqueño:
“Sin embargo, Bolívar es único”.
Tales palabras, las escribe Blanco Fombona en su ensayo Bolívar y España, cuando comenta al respecto:
“Muchos hombres que representaron papel de primer orden en la fundación de los nuevos Estados de América fueron héroes civiles o héroes militares. Lo mismo en el bando americano que en el bando español. Es decir, fueron personajes de los que cierran una época o de los que contribuyen a abrir una nueva. Sólo Bolívar fue el hombre de porvenir. En esto –y en la genialidad poliédrica-, únicamente César puede comparársele. César como Bolívar y Bolívar como César abren la nueva época, no simples juguetes del destino, sino preparadores conscientes de la nueva edad histórica.
Este fallecido poeta, político y narrador profundiza en su visión sobre el héroe americano y refiere que “Bismarck, Washington, Napoleón, fueron hombres superiores, cuya acción personal coincidía con un gran momento. Pero ninguno de ellos fue, en el grado que Bolívar y César, el hombre del momento que nace, el héroe de la transformación”.
Para el escritor, “Bismarck vivió con los ojos en el pasado; su empeño fue resucitarlo o prolongarlo. Napoleón, de genio incomparable en cuanto a soldado, político, oportunista, siguió el impulso de un movimiento nacional explotado, pero no iniciado por él. Posee del tiempo nuevo un concepto restringido. Resucita en su provecho personal, las formas fenecidas de una época ya caduca, reaccionando contra el exceso y el desorden renovador. Lo aplauden los que quieren la continuidad, renovada, de una expresión histórica”.
En cuanto a Washington, el narrador consideró que “no fue gran cerebro, sin que por ello dejara de ser grande hombre. Representó un papel, no de impulsor deliberado de la nueva época, sino de servidor electo para dirigirla”. Luego voltea la mirada hacia el sur para decir:
“En caso parecido, si no idéntico, están en la otra América el Mariscal Sucre y el general San Martín. Sucre fue un gran soldado, quizá el mejor de América, pero sin Eugenio de Bolívar. Realizaba grandes cosas a las órdenes del Libertador. El genio no recibe órdenes; las da”. Y de seguidas, insiste con la pluma para hablar del argentino:
-San Martín es el héroe del Sur, director militar de la revolución argentino-chilena y dictador del Perú. Apenas se encuentra con Bolívar en Guayaquil chocan las ideas monárquicas del uno con las ideas republicanas del otro. Prevalece lo que debía prevalecer.
El único Hegemón del continente
El abnegado San Martín, en vista de la situación angustiosa porque atraviesan la guerra y la causa de América, se ofrece a servir como segundo del Libertador, y como el Libertador tuviera la delicadeza de no aceptar aquel sacrificio de su émulo en gloria y en servicios, San Martín se retira de la política, de la guerra, de la América y deja en manos de Bolívar las dos ramas de la revolución de América, ya unificadas.
Y sigue Rufino Blanco Fombona:
-Desde aquel instante se borra voluntariamente el gran soldado del Sur ante el gran soldado del Norte; quedan ambas revoluciones, la argentino-chilena y la colombiana –representadas por los ejércitos respectivos- bajo la inspiración de Bolívar.
-Así triunfa en Junín, Ayacucho y El Callao; funda nuevas Repúblicas, las consolida a todas y a todas reúne en el Congreso Internacional de Panamá. Es el único Hegemón del continente.
Y hoy, en este siglo XXI, el Libertador Simón Bolívar despierta otra vez en el sentimiento de las mujeres y hombres de las naciones americanas, que parecieran gritar al unísono en continuadas ocasiones, que su espada camina de nuevo por América Latina.