Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



jueves, 26 de junio de 2008

Unos construyen y otros destruyen

Hay gente que nace con el sentimiento de buen ciudadano, como es el caso de James Hansen, científico del clima de la conocida agencia Nasa, quien hace 20 años advirtió ante esa oficina amplia que llaman el Congreso de Estados Unidos de América, que el calentamiento global ya había empezado.
Pues este hombre, acaba de hacer otra advertencia (el lunes 23 de junio) indicando que el mundo ya pasó hace tiempo el nivel peligroso de gases de efecto invernadero en la atmósfera y que nuestro planeta, la Tierra, se aproxima a una situación extrema.
“Estamos condenados si no tomamos un camino muy diferente. Esta es la última oportunidad”, dijo Hansen.
El científico exhortó al gobierno estadounidense a que impida la construcción de nuevas plantas a carbón y, tajantemente, afirmó que “...los principales ejecutivos de las empresas petroleras deben ser juzgados por haber participado en difundir información errónea sobre el cambio climático”.
Al referirse a tales ejecutivo, sostuvo que “...son culpables de crímenes contra la humanidad si continúan disputando lo que es entendido científicamente y financiando a contrarios, y si nos presionan más allá de la situación extrema que termine por destruir a muchas especies en el planeta y teniendo un gran impacto en la humanidad”.
A veces no logramos entender cómo los ciudadanos del mundo no logran ver lo que hacen las grandes empresas petroleras, a quienes les importa un pito la gente y mucho menos la flora ni la fauna. Si quieren tumbar un gobierno legítimo y democrático, con la finalidad de acceder al petróleo se lanzan en esa aventura. Si deben pagar a profesionales para que se ocupen de quienes les molestan con sus críticas lo hacen.
Preparadísimos como están y tecnológicamente al día más que cualquier país, se llevan por delante a quienes les de la gana inmensa. ¿Y qué les pasa a los ciudadanos del mundo? ¿Por qué ignoran lo que ocurre?
Las interrogantes son sencillas y tienen respuestas claras: Han invadido al mundo con tantas películas acerca de las conductas terribles que desarrollan, y donde colocan a un héroe que las castiga, que los sencillos ciudadanos terminan por creer que todo es fantasía, porque así actúan. Crean la industria de lo fantasioso, como es ese cine que en todas partes del mundo se ve y que transmite historias inimaginables o no, con la finalidad de que cuando a la ciudadanía mundial le toque observar situaciones terribles y degradantes, esa misma ciudadanía del mundo, píense que eso es embuste.
De esa manera funcionan los grandes trust económicos de las grandes élites del dinero mundial. Algunos morirán junto a los tontos que somos mayoría, creyendo que el dinero les salvará de la hecatombre mundial, porque consideran que cuando la crisis profundice y sea inaguantable, algunos viajarán a otros planetas, a donde se llevarán sus vasos monedas de oro y vasos de whisky.
En la Europa poco inteligente, algunos piensan igual y por eso van tras el fracturado vaquero americano, quien junto al actual candidato republicano, John Mc Cain, andan viendo la oportunidad continuar las guerras en el mundo y por eso es que éste último dice que no le caería mal otro 11 de septiembre, en donde seguirán enriqueciéndose las petroleras y demás empresas de la muerte y, como es obvio, generando trastornos climáticos en el planeta.
Es incomprensible que los seres humanos del mundo, sin distinción de naciones, por no atreverse a denunciar ni protestar, vivan indiferentes, atemorizados, con la cabeza gacha, sin pensar que alguna vez amaron a sus mujeres y a sus hijos y de vez en cuando a sus países de origen.
No imaginamos qué cosa van a hacer con la mentira y el temor, a medida que la destrucción se acerque a sus puertas, porque a no dudarlo, no hay maneras de detener un río de lodo, un terremoto, una caída de edificios, avenidas y puentes a consecuencia de fuertes aguaceros, incremento de las aguas del mar en las costas y pare de contar. ¿Seguirán pensando que todo es embuste?

Tiempo de actualizar nuestras ciudades


Los ciudadanos, por esa situación tan avasallante como tener que trabajar para vivir, levantarse a las cinco de la mañana para trasladarse al lugar de empleo, tomar cada día una camioneta de pasajeros e ir medio dormido con media taza de café encima, en esa especie de carrera por avenidas y autopistas, ciertamente no disponen del tiempo necesario para la reflexión. Una situación a la que estamos obligados a cambiar. Es un esfuerzo adicional, pero hay que hacerlo porque la vida lo vale.
Sabemos que el tiempo para reflexionar no viene solo. Acaso y en ocasiones, por alguna circunstancia nada deseable, la reflexión se adueña de nosotros y “nos sentamos a pensar”, que es como popularmente el hecho reflexivo es identificado.
Ese sentarnos a pensar, parece mentira, está siempre identificado con dificultades, cuando esa no es precisamente la idea del reflexionar, que tiene un horizonte mucho más amplio y hacia el cual debemos caminar los humanos.
Este 2008 en Venezuela, como en cualquier país latinoamericano que busca un desarrollo independiente, lo que debemos hacer, obligatoriamente, es llamar al tiempo de reflexión, pero una reflexión para crecer, para indagar entre nosotros mismos de qué manera podemos crecer en óptimas condiciones los seres humanos y como ser cada día mejores.
Pienso en la ciudad que vivo, la Caracas que da el ejemplo, e inmediatamente dirijo mis pensamientos al sistema de transporte que debe tener la ciudad: un sistema de transporte y no una larga cadena de individualidades mecanizadas, que llevan a la gente como sardinas en una desvencijada lata de un lugar a otro de la ciudad. Hasta ahora es lo que tenemos y eso debe cambiar.
No creo que eso sea diferente en México, Centroamérica, Colombia, Perú, Ecuador, Bolivia y otras naciones, donde el transporte no transporta, sino que encierra en una caja metálica y lleva como embutidos a más de una treintena de personas con necesidades de viajar.
Caracas y otras ciudades importantes de este continente, de mayoría hispana, lo que necesita son nuevos sistemas de transporte y alcanzarlos significa priorizar, junto a la salud y la educación una mejor manera de que los ciudadanos puedan trasladarse de un sitio a otro.
En estos momentos, esta ciudad suramericana que es amparada por El Ávila requiere hacer crecer su infraestructura vial, lo que significa construir nuevas avenidas, autopistas de dos y tres pisos, muchas vías de enlace, concluir la Cota Mil, abrir dos vías más hacia el Litoral Central, hacia el centro del país y muchas nuevas líneas del Metro de Caracas y enlazadas con el sistema ferrocarrilero que vaya al Litoral y continúe hacia oriente así como otras partes de la nación.
¿Que es necesario que tengan que expropiar y pagar? ¡Pues claro que si! Es una situación normal que la hacen los gobiernos de los países. Lo que debe ocurrir no solo en el caso de Venezuela y otros países, es una situación muy clara: Todo aquello que represente la vigencia de nuestra historia e identidad debe ser preservado.
Lo interesante de todo esto, es que cuando se dispara un proceso como el de fortalecer la infraestructura de un país, todos los resortes de la economía se mueven y a la vez quedan abiertas todas las posibilidades para involucrar en una tarea de esta magnitud a toda la ciudadanía y a todas las instituciones que hacen vida en las grandes urbes, no solo de Venezuela sino de otras latitudes con la consecuente generación de una amplia gama de actividades y empleos. Creo que por ese camino debe andar este continente.