Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



jueves, 26 de junio de 2008

Tiempo de actualizar nuestras ciudades


Los ciudadanos, por esa situación tan avasallante como tener que trabajar para vivir, levantarse a las cinco de la mañana para trasladarse al lugar de empleo, tomar cada día una camioneta de pasajeros e ir medio dormido con media taza de café encima, en esa especie de carrera por avenidas y autopistas, ciertamente no disponen del tiempo necesario para la reflexión. Una situación a la que estamos obligados a cambiar. Es un esfuerzo adicional, pero hay que hacerlo porque la vida lo vale.
Sabemos que el tiempo para reflexionar no viene solo. Acaso y en ocasiones, por alguna circunstancia nada deseable, la reflexión se adueña de nosotros y “nos sentamos a pensar”, que es como popularmente el hecho reflexivo es identificado.
Ese sentarnos a pensar, parece mentira, está siempre identificado con dificultades, cuando esa no es precisamente la idea del reflexionar, que tiene un horizonte mucho más amplio y hacia el cual debemos caminar los humanos.
Este 2008 en Venezuela, como en cualquier país latinoamericano que busca un desarrollo independiente, lo que debemos hacer, obligatoriamente, es llamar al tiempo de reflexión, pero una reflexión para crecer, para indagar entre nosotros mismos de qué manera podemos crecer en óptimas condiciones los seres humanos y como ser cada día mejores.
Pienso en la ciudad que vivo, la Caracas que da el ejemplo, e inmediatamente dirijo mis pensamientos al sistema de transporte que debe tener la ciudad: un sistema de transporte y no una larga cadena de individualidades mecanizadas, que llevan a la gente como sardinas en una desvencijada lata de un lugar a otro de la ciudad. Hasta ahora es lo que tenemos y eso debe cambiar.
No creo que eso sea diferente en México, Centroamérica, Colombia, Perú, Ecuador, Bolivia y otras naciones, donde el transporte no transporta, sino que encierra en una caja metálica y lleva como embutidos a más de una treintena de personas con necesidades de viajar.
Caracas y otras ciudades importantes de este continente, de mayoría hispana, lo que necesita son nuevos sistemas de transporte y alcanzarlos significa priorizar, junto a la salud y la educación una mejor manera de que los ciudadanos puedan trasladarse de un sitio a otro.
En estos momentos, esta ciudad suramericana que es amparada por El Ávila requiere hacer crecer su infraestructura vial, lo que significa construir nuevas avenidas, autopistas de dos y tres pisos, muchas vías de enlace, concluir la Cota Mil, abrir dos vías más hacia el Litoral Central, hacia el centro del país y muchas nuevas líneas del Metro de Caracas y enlazadas con el sistema ferrocarrilero que vaya al Litoral y continúe hacia oriente así como otras partes de la nación.
¿Que es necesario que tengan que expropiar y pagar? ¡Pues claro que si! Es una situación normal que la hacen los gobiernos de los países. Lo que debe ocurrir no solo en el caso de Venezuela y otros países, es una situación muy clara: Todo aquello que represente la vigencia de nuestra historia e identidad debe ser preservado.
Lo interesante de todo esto, es que cuando se dispara un proceso como el de fortalecer la infraestructura de un país, todos los resortes de la economía se mueven y a la vez quedan abiertas todas las posibilidades para involucrar en una tarea de esta magnitud a toda la ciudadanía y a todas las instituciones que hacen vida en las grandes urbes, no solo de Venezuela sino de otras latitudes con la consecuente generación de una amplia gama de actividades y empleos. Creo que por ese camino debe andar este continente.

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