Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



lunes, 17 de agosto de 2009

Ayer como hoy, infamia de siglos: Colombia y USA


Dejo acá, algunas líneas con las opiniones del historiador y poeta bolivariano de Colombia –lamentablemente fallecido- Juvenal Herrera Torres, quien en su ensayo El bacanal de las fieras (1), fustiga a las oligarquías de su país y Venezuela y muestra así cómo el poder oligárquico estadounidense también odiaba a todo lo que significara Simón Bolívar.
Herrera Torres escribe así que “¡Qué extraordinaria semejanza hay entre los escritos infames de Santander contra Bolívar y los de los funcionarios de Washington! Ya hemos visto como unos y otros tenían una unidad de propósitos que llevaron a la muerte de Bolívar y Colombia. En cambio, Santander era objeto de halagos y zalemas por parte del gobierno de los Estados Unidos, lo que trae a la memoria aquella sabia frase de Sainte Beuve (escritor y crítico literario francés): ¡Dime quién te admira y te diré quién eres!
Si Herrera Torres estuviese vivo, creemos que con mucha facilidad armaría un fascinante cuadro con las intrigas y acciones maledicientes que rodearon al Libertador Simón Bolívar en su época con las que intentan repetir, en estos precisos momentos, contra Venezuela, su revolución bolivariana y sus líderes.
El más estimado de Washington
Escribió Herrera Torres que “Es público y notorio que no solo Jackson (quien apoyó a Inglaterra para apoderarse de las islas Malvinas (después otro apoyo en el siglo pasado para la guerra contra los argentinos), sino Clay, subalterno de Adams y superior de Tudor, Harrison y otros eminentísimos diplomáticos y espías norteamericanos, eran particularmente deferentes con Santander. ¿Quién lo discute? El propio Santander es el que da fe de ello y con orgullo”.
Líneas más delante en su ensayo, que forma parte de la Compilación Bolívar, Quijote de América (2), refiere el escritor que, “¡ Es tan cierto que Santander fue el más estimado de los renegados de la antigua Colombia, por parte del gobierno de Washington, como lo es también que los imperialistas de los Estados Unidos odiaban al Libertador, y odian hasta su memoria, como a ninguno otro de los hijos de la Gran Colombia, de la cual fue su inspirador, su padre, conductor y defensor hasta el último instante!”
Refiere el historiador que aquellos nuevos dueños del poder en la Nueva Granada eran muy astutos en lo que hacían y así, por un lado fusilaban a los adversarios mientras hacían calumnias a Bolívar-pese a que estaba muerto- mientras se trajeaban de liberales y demócratas. En ese mismo sentido, apeló el ensayista a lo que escribió Florentino González (periodista, santandereano y catedrático colombiano) en sus Memorias:
“…desde que fue patente para nosotros que la República y la Democracia no habían sido objeto de sus afanes y trabajos, ni era para fundarlas que se habían exigido al pueblo tan grandes sacrificios, nuestra adoración (¿?) se cambió en horror por el ambicioso que así había frustrado todas nuestras esperanzas y querido convertir en su provecho personal todo lo que el pueblo había hecho por adquirir el derecho de gobernarse a si mismo. No causó impresión ninguna de dolor en el pueblo (¿?) la muerte de Bolívar, ni lamentaron su pérdida sino aquellos que favorecían sus miras liberticidas.
El odio al Libertador
¿Cómo podrían libertarse los pueblos de ambiciosos de esa clase, si, cuando se mueren, se pusiesen a honrar su memoria?”
¡Estos son –escribe Juvenal Herrera Torres- una muestra de los próceres: ideólogos y héroes oficiales del Estado Santanderista! Se comprende porqué no se enseña historia de Colombia en las escuelas y universidades. ¡Así surgió el liberalismo en Colombia! Su odio al Libertador fue simplemente instrumento de la política del gobierno de Washington para impedir la unidad de las nuevas naciones y destruir a Colombia. El gobierno de los Estados Unidos odiaba a Bolívar (y ahora odia a la revolución y a Chávez) de un modo tan escandaloso, que el conde Dudley, secretario de Estado británico en 1827, recibió de Willimott, su procónsul en Lima, una carta en la que le decía:
La maligna hostilidad de los yanquis hacia el Libertador es tal, que algunos llevan su animosidad hasta el extremo de lamentar abiertamente que allí donde ha surgido un segundo César no hubiera surgido un segundo Bruto.
¡Muy grande –sigue Juvenal Herrera Torres- debió ser la alegría de los imperialistas de los Estados Unidos, cuando vieron que en los Estados Desunidos hispanoamericanos podían alentar el levantamiento de tantos Brutos para destruir a Bolívar! Luego añade el poeta:
“Venezuela, o mejor dicho, el gobierno, acogió con sus brazos abiertos a varios Brutos de esos. Algunos habían tomado parte en la conspiración septembrina de 1828 y, como es sabido, fueron amnistiados (como en Bogotá) y ¡condecorados! Dos días antes de la muerte del Libertador, los diputados de Puerto Cabello habían propuesto que el nombre de Bolívar fuera condenado al olvido.
(1)
Herrera Torres, Juvenal
Ensayo El bacanal de las fieras
(2) Bolívar, Quijote de América
Editorial El perro y la rana
Ministerio del Poder Popular para la Cultura
Caracas-Venezuela

jueves, 13 de agosto de 2009

Las burguesías de hojalata


Hay que bendecir la existencia de los investigadores de la historia latinoamericana, esos que han hurgado y hurgan constantemente en los viejos escritos, esos papeles adormecidos por el tiempo pero que contienen tanto verdades como mentiras.
Y en ese orden, hacemos referencia al historiador y político uruguayo Vivián Trías, cuyo ensayo “Simón Bolívar y el nacionalismo del Tercer Mundo”, es considerado por el Doctor José Díaz, Presidente de la fundación que lleva el nombre del desaparecido historiador, “…el mejor ensayo sobre Simón Bolívar desde el Sur de América Latina, y una de las pocas versiones escritas desde la perspectiva del materialismo histórico”. Por cierto, acaba de ser publicada su cuarta edición por la editorial El perro y la rana, del Ministerio del Poder Popular para la Cultura de Venezuela.
En una interpretación, de las realidades de aquellos tiempos, Trías habla de las naciones europeas y sostiene claramente que “…su propia prosperidad industrial, sus avances democráticos, fueron logros de burguesías verdaderamente nacionales. En la América hispana no existe tal clase. No hay burguesías industriales y nacionales que arrasen las artesanías y formas de producción precapitalistas, para edificar un capitalismo industrial autóctono y libre de coyundas. Son, en rigor, burguesías dependientes, intermediarias derivadas de los intereses de la metrópoli europea. Se enriquecen vendiendo a sus socios mayores materias primas baratas que arrasan del sudor y del sufrimiento de sus pueblos y revendiendo, en los mercados internos, manufacturas importadas, sobre todo de Inglaterra, con lo que exterminan las pocas y burdas manufacturas nativas. Su negocio es el coloniaje, no la independencia económica y la nacionalidad auténticamente soberana. Jean Paul Sartre, mucho más tarde, las calificó de burguesías de hojalata “.
Refiere Vivián Trías que el Libertador había comprendido cabalmente que “solo las masas son insobornablemente patriotas, que la cuestión social y la cuestión nacional, en estas tierras, se confunden en un solo postulado. Un Estado encarnado en el caudillismo carismático, apoyado por peones, trabajadores, arrieros, menestrales, productores de todos los colores y expresado en su ejército, a la vez instrumento político y comprometido hasta los tuétanos con la causa revolucionaria, es la única solución. Sobre ella ha de trabajar infatigablemente”.
El enfoque de este historiador uruguayo es interesante, pues salvando las distancias, caracteriza a las burguesías de nuestros países como en realidad se comportan, que llevó a Sartre a calificarlas de burguesías de hojalata. Ciertamente, un ejemplo de lo expresado por este escritor es la famosa agricultura de puerto que tuvo Venezuela en el pasado y que aún, hay que seguir haciendo mientras fortalecen su agricultura con proyectos de impacto social como la utilización de las tierras que tienen tradición agrícola por parte del campesinado.
Ciertamente, Venezuela desarrolló en el pasado una cultura de la importación que ha vulnerado su soberanía por décadas y ahora hace esfuerzos por salir de ella.
No es difícil entender por qué fue atacado duramente Simón Bolívar y porqué se procede de la misma forma contra la revolución bolivariana, es la misma burguesía de hojalata que ha transmitido en herencia su mentalidad colonialista y a la que no le importa en lo más mínimo las consecuencias de sus actos, porque como define el mismo Vivián Trías, “Su negocio es el coloniaje, no la independencia económica y la nacionalidad auténticamente soberana”.