Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



miércoles, 31 de diciembre de 2008

Educación, la gran herramienta para latinoamérica


La profesora Mercedes M. Álvarez T. en su libro Simón Rodríguez tal cual fue Vigencia Perenne de su Magisterio (*), refiere que “Es asombroso que desde el primer momento (Simón Rodríguez) comprenda que nuestro principal problema hispanoamericano es de orden educacional” El tema lo planteó la investigadora en el capítulo XXIX ¿Qué es la política para Don Simón?, cuando escribe que “Calcado en sus ideas de educación republicana, está su concepto de política”. Y más adelante, al decir que no fue político ni militar añade:
“Lo absorbe sólo la educación, se orienta siempre en este único sentido. Eminentemente técnico en la materia, el la concibe, la practica en su más alto y recio concepto. No halla fraternidad entre las armas, el poder y el magisterio. No tenía apego a las variadísimas emociones de la política. Asumió sus tareas de maestro no con espíritu de partido o de secta, sino con ánimo puramente pedagógico. También mostraba públicamente en los escritos sus condiciones naturales de educador. Ni siquiera toleró que los intereses de la pasión partidista tuvieran influjo en la educación. Bolívar y Sucre comprobaron que (Rodríguez) no era el maestro de un gobierno sino de todos los jóvenes”.
Es interesante la referencia de la profesora Mercedes M. Álvarez T. a ese exclusivo carácter del Maestro Rodríguez, porque la historia registra, a título de ejemplo, que Samuel Robinson, como se hacía llamar, en 1824 andaba por Bogotá con la intención de montar u organizar una “Casa de industria pública”, en la cual enseñar a los jóvenes un oficio mecánico, además de los conocimientos elementales como escribir, contar, nociones de gramática. Por cierto, debido a su dedicación y esfuerzo, le conceden un inmueble denominado Hospicio, el cual repara y luego da clases a varios jóvenes.
Se nos ocurre que esta idea de Simón Rodríguez, quizá habría inspirado al también Maestro y hombre de letras Luis Beltrán Prieto Figueroa creador del Instituto Nacional de Cooperación Educativa, actual Instituto Nacional de Capacitación Socialista, pues entre los fines de esta organización, está la de impulsar la formación y capacitación de la población que proviene de los sectores de escasos recursos, a través de programas de formación profesional acelerada dirigidos a personas desempleadas y subempleadas, canalizar sus deseos de emprender y la posibilidad del auto-empleo, incorporando a estas personas al proceso productivo, que es lo que en efecto era uno de los principales planteamientos de Simón Rodríguez.
Pero para ser más exactos, leamos lo que escribió la profesora Mercedes Álvarez, en su libro editado por segunda vez por la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez, al referirse al Plan de Educación Popular decretado por Bolívar para Bolivia y diseñado por el Maestro:
“En la organización escolar, la escuela goza de autonomía, sin influencia oficial. Los métodos pedagógicos se ensayan antes de que sean adaptados en las escuelas públicas Atiende al desarrollo armónico de la vida humana en todas sus manifestaciones: físicas, morales, intelectuales, sociales, espirituales, materiales. Trata de retener al alumno al mayor tiempo posible, pretendiendo hasta que tomara alguna comida en la escuela y durmiera en ella si quería. Busca estrecho contacto entre padres, maestros, alumnos y la comunidad. La enseñanza estaba impartida sin distinción de clases sociales, de sexos, de creencias religiosas, de situación económica. Se enseñaba todo a todos, para poder llegar a penetrar en el pueblo, pues él creía apostólicamente en la igualdad entre los seres humanos. Practica la coeducación de sexos porque pone al alcance la realidad misma, porque en la familia y en la vida se encuentran los varones y las niñas sin perturbaciones graves. Presta además importancia a la mujer y su educación, por la responsabilidad que le incumbe a ella. Propugna los trabajos manuales, considéralos obligatorios, a la vez dándole finalidad educativa y de pre-aprendizaje vocacional. Las actividades en ese sentido abarcan albañilería, carpintería, herrería, trabajos en minas, horticultura, arboricultura, agricultura. El alumno debía estar en contacto con la naturaleza para amarla, comprenderla, respetarla, modificarla, proyectarla en sentido estético, en bien común y particular del individuo”.
Está totalmente claro lo que representaba para el Maestro Simón Rodríguez o Samuel Robinson, la educación en las sociedades americanas y de hecho, ese era el pensamiento que llevaba a donde le condujeran sus viajes. Pero si esto tenía una gran significación para aquel entonces, hoy, en esta actualidad tan dura a veces, nos recuerda a los latinoamericanos, que sin educación estamos a un paso de las sombras. Es por eso que todos los caminos deben conducirnos hacia la educación integral de nuestros hermanos latinoamericanos. Por eso el esfuerzo que se hace en Venezuela, el que han hecho los cubanos y que también se adelanta en Bolivia, Nicaragua y Paraguay y que debe generalizarse en las demás naciones porque es la única manera de enfrentar las crisis, adquirir dominio tecnológico y conducirnos hacia una sociedad mas culta.

(*) Simón Rodríguez tal cual fue, Vigencia Perenne de su pensamiento
ALVAREZ T. Mercedes M.
Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez
Ediciones del Consejo Rector. 1977

viernes, 26 de diciembre de 2008

Ciudadanos, ¡Vamos por nuestros países!


¿Deben los latinoamericanos vivir una vida que le dictan los países desarrollados en función de ser poderosos económica y militarmente?
Es una interrogante muy sencilla que deberían responder los ciudadanos, salvo que tienen nuestros habitantes un poder opositor que hace todo lo posible para que nuestros ciudadanos no piensen mucho. Así de elemental como el agua, como ese mismo recurso que los desarrollados tienen entre sus planes.
La realidad actual debe hacer reflexionar a todos los habitantes de este sureño continente, para que desde una vez emprendan el camino a la unidad política de las naciones, porque si no se tienen regiones fuertes seguirán siendo pasto de los llamados industrializados y sus empresas transnacionales, como es el caso de una de ellas que controla todo el negocio de la basura y el reciclaje a nivel mundial, pero, en lo que concierne a esta parte de la tierra le importa un pito el reciclaje porque lo que hace es montar basureros como el que existe en Venezuela denominado (¡que contradicción!) la bonanza, con contrataciones a 20 años. ¿Qué tal?
A medida que nos alejamos de ese consumismo despiadado, auspiciado y promovido por las grandes empresas capitalistas, podremos ir desarrollando nuestros propios modos y no los impuestos por otros.
Está claro que somos gente pensante y podemos desarrollar nuestras propias tecnologías, pero eso lo haremos si entendemos el fin de la unidad. No debemos unirnos para “negociar” y “explotarnos” nosotros mismos, porque estaríamos siguiendo malos ejemplos. Debemos unirnos para apoyarnos los unos a los otros, para fortalecer la inteligencia de nuestra gente, porque si algo claro existe, es que los países desarrollados han capturado desde hace años, la inteligencia de nuestros pueblos. Es nuestra gente y los demás ciudadanos de Asia y de otras partes del mundo, quienes le hacen no solo la ciencia sino los desarrollos a las naciones industrializadas.
En nuestros países, estamos obligados a pagar más a nuestros profesionales (generalmente mal pagados) para evitar sigan marchándose. Hay que reconocer cuál ha sido su formación y el nivel que tienen. Para nadie es un secreto que cada final de semestre o año, vienen empresas transnacionales a venderles planes a los muchachos (eso lo saben hasta en la luna) y nosotros, en vez de pagarles mejor salario a esos chamos, estamos enredados en una madeja estúpida del sindicalerismo y unos pasos enredados de la administración pública nacional y, mientras tanto, se cansan de llevarse y contratar a los carajitos talentosos de Venezuela. La revolución debe tomar en consideración, ese hecho que no es teoría ni coba, es una realidad que quema, porque si no están en su país, tarde o temprano trabajan contra su país en otras naciones aunque ellos mismos no lo sepan.

domingo, 21 de diciembre de 2008

Una referencia legítima, actual y determinante


Los que vivimos en el sur hemos despertado al camino de la esperanza y de alcanzar sueños y convertirlos, dejando a un lado la retórica, en hechos concretos. Así es y debe ser siempre porque los años se van gastando y si no nos ocupamos de las realidades en el camino van quedando los sueños convertidos en pesadillas, de las cuales no se van a librar aquellos quienes de una forma u otra han podido hacer algo para empujar nuestros pueblos hacia la necesaria transformación de este continente suramericano.
No es que pensemos que debemos ser eminentemente pragmáticos, ajenos a ese mundo espiritual y creador de los intelectuales y demás cultivadores de las ciencias humanísticas, que ciertamente constituyen la sal de la vida, sino que debemos lograr que la creación sea un hecho real que conduzca al bienestar de la mayoría. Tampoco significa que sepultemos a los grandes pensadores del pasado, porque estamos en un presente que difiere mucho del quehacer de ellos muy distinto al nuestro.
De lo que se ha tratado siempre, es de tener como referencias válidas a esos pensadores, visionarios y luchadores del pasado, porque aún cuando hayan pasado siglos, muchos de ellos tienen plena vigencia por sus actitudes.
En El magisterio americano de Bolívar, el fallecido maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa analiza con gran despliegue de conocimientos el pensamiento del Libertador en lo que concierne a su actitud positiva por la educación, pero resalta también otras cualidades y, entre ellas, el optimismo de nuestro héroe suramericano. Al respecto, en un aparte titulado Una lección de optimismo, Prieto Figueroa escribe:
-Alucinación o delirio de Casacoima llama la historia a la concepción bolivariana de libertar América, partiendo desde las márgenes del Orinoco. Locura denominaron la empresa sus tenientes, que le oyeron expresarla, todavía chorreando el agua cenagosa, después de un chapuzón en el sitio donde el Orinoco rebalsa la laguna Casacoima. Un piquete realista sorprendió a Bolívar, desprevenido con un grupo de oficiales. Para salvar la vida se lanzaron a la laguna, y ya en la otra orilla, mientras seguía buscándoles la partida española, guarecidos en un rancho destartalado, con resuelto ademán, la voz segura, dueño absoluto de sus sueños, dictó una lección de fe en el futuro americano al puñado de guerreros que le acompañaban, diciéndoles:
Salí de Los Cayos solo en medio de algunos oficiales, sin más recurso que la esperanza, prometiéndome atravesar el país enemigo y conquistarlo. Se ha realizado la mitad de mis planes; nos hemos sobrepuesto a todos los obstáculos hasta llegar a Guayana; dentro de pocos días rendiremos a todos los realistas de la zona, y entonces iremos a libertar Nueva Granada y, arrojando a los enemigos del resto de Venezuela, constituiremos a Colombia. Enarbolaremos después el tricolor sobre el Chimborazo e iremos a completar nuestra obra de libertad de América del Sur y asegurar nuestra independencia, llevando nuestros pendones victoriosos al Perú: el Perú será libre.
-Esa lección de fe (escribe el Maestro Prieto) prendió en los espíritus, y todos, reanimados por el fuego de aquella pasión libertadora, sintieron, no solamente que sus ropas se secaban, sino que les renacía la confianza en el triunfo.
Para este reconocido intelectual, “Bolívar se crecía en la adversidad. No podía desanimarse porque todos esperaban de él estímulos y dirección. Le impulsaba su fe en los destinos de América, y su pasión de libertad le inspiraba los esfuerzos y las palabras con que sembraba en los seguidores su mismo ardor y su misma voluntariosa energía, puesta entera contra la adversidad. Acaso el sueño de Casacoima, que era un plan ideal de redención, le reanimaba en los momentos difíciles. Por ello quizás, ya tramontados los Andes y en plena brega por consolidar la libertad del Perú, enfermo y abatido, en medio de los arenales de los desiertos peruanos próximos a Pativilca, rodeado de poderosos enemigos, a los cuales sólo podía oponer un menguado ejército con escasas armas y precarias provisiones, a la pregunta que le formulara el gran patriota neogranadino Don Joaquín Mosquera: “¿Qué piensa usted hacer ahora?”, respondió sin vacilaciones: “¡Triunfar!”…Luego que recupere mis fuerzas me iré a Trujillo. Si los españoles bajan de la cordillera a buscarme, infaliblemente los derroto con la caballería; si no bajan, dentro de tres meses tendré una fuerza para atacar. Subiré a la Cordillera y los atacaré.
La historia –escribió el Maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa- sabe del cumplimiento de esta promesa, que es lección de optimismo permanente dictada a nuestros pueblos. Poco tiempo después fueron Junín y Ayacucho, las batallas finales de la independencia americana y el comienzo de la gran batalla para ganar la paz, en un continente que se había acostumbrado a guerrear como única forma de subsistir. Realizar el tránsito del campamento regimentado a la vida de convivencia, bajo el imperio de la Ley, donde la fuerza mayor no estriba en el alcance de las armas, sino en la largueza de la justicia, fue una dura pelea que le amargó la vida y le llevó a la muerte.
Pero en el fondo, pensamos nosotros, la gran fuerza la dio su ejemplar y tenaz vida, su visión, su viva creencia en lo que hacía y toda la fe que le imprimió a su conducta. Por eso Simón Bolívar es una referencia legítima y determinante de una vida ejemplar para los latinoamericanos.

sábado, 20 de diciembre de 2008

El Libertador, un hombre de calidad


Cada diciembre los latinoamericanos solemos recordar al Libertador de América, Simón Bolívar, quien por cierto, rindió homenaje permanente a los intelectuales. El historiador José Luis Salcedo Bastardo, en su ensayo “Empeño y desempeño cultural, refiere que el general “…reconoce como eficaz para la regeneración ética de los pueblos la estimación a los literatos; éstos con los científicos, los artistas y los educadores, labran la imagen moral de la patria”.
Es interesante entender esto, porque nos permite ver el camino que debemos seguir. Antes que algunos juegos que ciertas personas consideran placenteros como las cartas y las maquinitas en los casinos y las apuestas también en las carreras de caballos y el juego de terminales, creemos que sin ser santurrones, hay otras posibilidades en la vida de los ciudadanos.
Al recordar lecturas acerca de Simón Bolívar, no queda menos que decir que su calidad humana fue siempre indiscutible, independientemente de que como cualquier otro ser cometiese errores.
A propósito de ello, el estadounidense Waldo Frank, ensayista, historiador, crítico, considerado como uno de los pocos ciudadanos de ese país que miraba hacia el sur con respeto y sentido humanista y quien además hizo una biografía de Bolívar, calificada como excelente por Leonardo Depestre Catony (en un artículo para la web Habana Radio, Emisora de la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana), en su ensayo Los cien años (*) escribía acerca del Libertador que “Las cartas nos descubren que Bolívar podía ser noble y ruin, un egoísta y un hombre que se daba cuenta de su egoísmo y lo trascendía, un mártir de abnegación y un monstruo de orgullo. Era capaz de amar y despreciar al mismo individuo; sabía ser hipócritamente astuto y(lo fue muchas veces con Santander) y, al mismo tiempo, impetuosamente espontáneo. Bolívar era una personalidad integrada en la obra de su vida, no en el tejido diario de los años de la misma”. Y más adelante escribe Waldo Frank:
“Bolívar estuvo engranado a la realidad americana en su fracaso no menos que en su triunfo; no más que su voluntad de libertar a América y de levantar la ciudad del hombre, que en el trágico derrumbamiento de los métodos y de los instrumentos con que trató de levantarla”.
La integralidad del héroe latinoamericano quedaba dibujada en su rol de militar, su trato con las tropas y como político y estadista su sentido organizador y educador de los hombres y mujeres de la sociedad. Su imagen integral hay que tenerla presente como una gran referencia y recordarla, porque permite a la vez apartar las vituperaciones de viciados políticos y hombres de intereses exclusivamente económicos.
La bacanal de las fieras
El historiador colombiano y bolivariano Juvenal Herrera Torres, fallecido en 2005, en su ensayo La bacanal de las fieras “muestra su dolor cuando tilda de tragedia para Colombia la muerte del Libertador. Tal hecho, en su opinión, “…provocó la bacanal de las fieras que pusieron en la presidencia al asesino Obando. En su demencial odio a Bolívar, las fieras repudiaron el nombre de Colombia”. Y más adelante señala “Con Obando a la cabeza del santanderismo en el poder empieza una tormentosa pesadilla cuya sangre nos sigue ahogando hasta hoy”.
¿Qué es lo que el santanderismo ha hecho de Colombia en esta prolongada y tormentosa bacanal de fieras?, se pregunta Herrera Torres, para luego expresar:
-“Respondamos con la certera síntesis hecha por el Mayor® Gonzalo Bermúdez Rossi (El poder militar en Colombia, Ediciones Expresión, 1982, Bogotá): “…como en un bajo fondo de la política: administraciones demasiado ineficaces, mandatarios sombríos, patíbulos activos, gobernantes dispuestos a traicionar la naciente patria, innumerables golpes de Estado, guerras civiles a granel, violencia continuada y sistematizada, violación de la Constitución y los derechos humanos, relajamiento absoluto de la moral pública y una despiadada explotación y empobrecimiento de los nacionales proletarios de clase media”.
Ante esto, recordaba entonces Herrera Torres, que “…el Libertador nos enseño reiteradamente que la función de las fuerzas armadas consiste en defender las garantías sociales, cuidar de las fronteras de la nación y aquilatar las libertades del pueblo. Nos enseñó que la razón de ser del Estado es la de producir el bienestar social de la nación”. Y luego el historiador añade que “Otra valiosa lección que nos da Bolívar es que nunca podremos crear un mundo nuevo si no lo renovamos nosotros mismos, constantemente, sin cesar. Para ello debemos estudiar mucho, pensar con nuestra propia cabeza, mirarnos con nuestros propios ojos, superar el lastre del sectarismo que aliena y para liza, ser originales, creativos, imaginativos, realistas, dialécticos, nutrirnos de nuestros valores, de nuestra historia, identificarnos con nuestro pueblo, con nuestra tierra y nuestra época”.
En La bacanal de las fieras, el autor colombiano escribió que “Bolívar es un ejemplo espléndido: nos despierta y nos enseña a diferenciarnos de la común ordinariez, y nos invita a lo grandioso y a lo esencial de la vida. Nos invita a ser humanos y universales, a querer el suelo que pisamos y el paisaje nativo que nutrió nuestra infancia. Nos invita a reconocernos a amar nuestros ancestros, y nos reta a luchar contra esa opresión, que es invisible pero demoledora: la tiranía de la costumbre, el peso de la rutina y por sobre todo, nos invita a realizar lo imposible, ¡porque de lo posible se encargan los demás todos los días! Hay que crecer todos los días con la dignidad de ser hijo de Bolívar y Colombia y sentir como él que nuestra patria es América y que debemos dar todo lo mejor de la vida al servicio de la humanidad”.
Su ensayo, a nuestro entender, no sólo está lleno de dolor y tristeza por los acontecimientos después de la muerte de Bolívar, sino que a la vez, es altamente optimista y esperanzador para los latinoamericanos.

(*) Bolívar Quijote de América. Antología de ensayos. Juvenal Herrera Torres, Colección Alfredo Maneiro, Fundación Editorial El perro y la rana.


miércoles, 10 de diciembre de 2008

Bolívar y la continuidad de la autoridad en el cargo



Manuel López
Inmediatamente después de plantearse la posibilidad de la enmienda a la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, los adversarios del Gobierno revolucionario han esgrimido una cita del Libertador Simón Bolívar y la han ubicado fuera de su contexto para presentarla como contraria a la propuesta del PSUV.
La intencionalidad de la campaña oposicionista es hacer ver al pueblo venezolano que la reelección es propia de los tiranos.
“…nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo…”.
El texto extraído del Discurso de Angostura (1819) es presentado fuera de su contexto para contradecir la prolongación del mandato presidencial, nada más apartado de la intencionalidad del Libertador: “La continuación de la autoridad en un mismo individuo frecuentemente ha sido el término de los gobiernos democráticos. Las repetidas elecciones son esenciales en los sistemas populares, porque nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la usurpación y la tiranía. Un justo celo es la garantía de la libertad republicana, y nuestros ciudadanos deben temer con sobrada justicia que el mismo magistrado, que los ha mandado mucho tiempo, los mande perpetuamente”.
Es evidente que el Libertador Simón Bolívar califica de largo período de un ciudadano en el poder cuando no hay repetidas elecciones, es decir, un ejercicio del poder que coloca al pueblo en situación de solamente obedecer y al magistrado en situación de mandar, la cual la califican, a los ojos del Libertador, como una situación de tiranía.
Añádase que la tiranía tiene aspiración a la “perpetuidad”, según explica el historiador Juan A. Calzadilla Arreaza, en un trabajo sobre el tema. Una situación muy distinta al proceso que lidera el presidente Chávez, en la que se han planteado nueve consultas al pueblo venezolano y la progresiva transferencia del poder al soberano.

Ilustración Iván Lira

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Tiempos de vigencia y de metas


¿Qué ocurre en la América Latina en estos días finales del año 2008? La respuesta nada tiene de complicada. Hoy como ayer, los hombres honestos de esta gran nación del sur se buscan y se unen, están construyendo el denominador común que les permita atar y unir, como en el pasado soñó Simón Bolívar, sus pueblos en una sola geografía de la conciencia, del espíritu y la libertad. No hay dudas, después de tantos años, que el camino de la unidad ha sido encontrado por los latinoamericanos.
Todo ello no ha sido fácil. Reencontrarse, como lo están haciendo hoy en esta Suramérica, ha significado un redoblar de la conciencia, dormida ella por los acicates de una filosofía somnífera que sepultó a la humanidad en un simple mundo de baratijas espirituales y pragmáticas.
Reencontrarnos, conocernos más que en papeles, mostrar nuestras identidades, sonrisas y lágrimas de la geografía que nos cobija, ha sido un esfuerzo educativo, igual que ayer, cuando Bolívar, creador de pueblos e inventor desde la nada, como lo calificó el Maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa (El magisterio americano de Bolívar, Colección Claves de América, Biblioteca Ayacucho).
Ese ayer y este hoy, estamos plenamente convencidos, fueron y continúan siendo procesos educativos para la libertad, porque el hombre sin ella, es pasto de las alimañas que viven del dinero y del poder. Creemos en ese importante sentir de la educación que sintió como necesario el Libertador, como hoy lo es igual para los venezolanos y sus hermanos de la gran nación.
Humildemente compartimos con ese Maestro y pensador que fue Prieto Figueroa en torno al Bolívar educador, porque a la par de militar, de guerrero, el hombre sabía que sin educación era imposible derribar las barreras que se anteponía a la libertad. Así, el Maestro escribía:
“En Bolívar el político y el educador marchan juntos, ligados íntima y solidariamente. Para él libertar y educar eran tareas de una misma naturaleza. Por ello, una vez creada Bolivia, por considerar “que las más de las obras pías tienen por objeto la educación, instrucción y beneficencia pública”, decreta, con fecha 11 de diciembre de 1825, la adscripción de ciertas rentas de capellanías a los establecimientos públicos, así como las de sacristías mayores de canónigos y curias, cofradías, hermandades, rentas de monasterios suprimidos y las de censos y comunidades indígenas. En otro decreto de la misma fecha fija como primer deber del gobierno dar educación al pueblo; que esta educación debe ser uniforme y general; que los establecimientos de este género deben ponerse de acuerdo con las leyes del Estado y que la salud de la República depende de la moral que por la educación adquieren los ciudadanos en su infancia, y crea las rentas necesarias para atender a los servicios educativos, ordena al Director General de Enseñanza dar cuenta del estado de las escuelas y colegios y de los fondos que los sostienen, proponer un plan para crear una institución de enseñanza que abrace todos los ramos de instrucción, haciéndola general a todos los pueblos, establecer en cada ciudad capital de Departamento una escuela primaria con las divisiones correspondiente para recibir todos los niños de ambos sexos que estén en estado de instruirse, establecer una escuela militar y reparar los colegios de ciencias y artes. También dispuso Bolívar en ese mismo días, que pareciera de inspiración educativa, en medio de las preocupaciones de su tarea de organizar el nuevo Estado, “para prevenir el abandono, en que se crían muchos individuos por haber perdido en su infancia el apoyo de sus padres”, la creación de una escuela de huérfanos.
Revisar con seriedad los documentos y más variadas opiniones de los investigadores y contrastar con lo que está aconteciendo hoy día en nuestro continente del sur, es el camino para descubrir que los latinoamericanos, se vuelven a descubrir, entendiendo y comprendiendo cada día más al Libertador Simón Bolívar.

martes, 25 de noviembre de 2008

Héroe de carne y hueso


No tratamos de escribir una antología de alabanzas sobre Simón Bolívar, conocido bien por su título de Libertador, simplemente tratamos, si es posible, conocer a través de otros más estudiosos y escritores que nosotros, a este héroe que está grabado en uno de los mejores capítulos de la historia de la humanidad, ajeno a las manipulaciones pero manipulada su personalidad en el tiempo; no fue un simple guerrero, no fue un peleador por pelear ni un aventurero y tampoco un conquistador. Simplemente fue un héroe y no de historietas.
El brasileño José Veríssimo, en su ensayo “Bolívar, profesor de energía”, que seleccionó el historiador y bolivariano colombiano, Juvenal Herrera Torres para su antología de ensayos “Bolívar quijote de América”, sostenía que El Libertador era el hombre más grande de América y uno de los más grandes de la humanidad y él, “…reunió en grado eminente y en una perfecta armonía cualidades excepcionales de pensamiento y acción”.
Ciertamente que hemos estado investigando, buscando, hurgando en la historia a fin de conseguir a un ciudadano con las cualidades de Simón Bolívar o mejores que las que poseía. Es necesario hacerlo, a fin de evitar aparecer, en ocasiones, como un fanático irracional que solo del arco iris ve un par de tonalidades.
Seguimos buscando porque no es nada fácil encontrar en otras personas el talento, la inteligencia, comprensión, reflexión, ese análisis de los acontecimientos, la visión de futuro, su tenacidad tras las metas, solidaridad, sentimientos, pasión en quehacer político, perseverancia y otras características que a veces pasamos por alto.
En su ensayo, Veríssimo escribe que “Aplicando esas cualidades de acción y pensamiento con una maravillosa energía y una actividad sobrehumana (nos hace recordar la travesía del soldado por Los Andes), realizó Bolívar, con débiles y escasos recursos, y en las condiciones más desfavorables, un hecho tal vez sin igual en la historia: Él arrancó a una potencia, entonces el mayor de los imperios coloniales, más de la mitad de sus dominios; él fundó cinco naciones e influyó poderosamente en la formación de otras”.
Juana de Ibarbourou, uruguaya, en su ensayo Alabanza de Bolívar(es otro trabajo de la antología de ensayos de Juvenal Herrera Torres), escribió que “Si a algún ser humano le cabe el título de superhombre, es a él, sin discusión; porque Bolívar es la figura más empinada y altiva que posee la historia de América. Fue el héroe, de la misma manera que el diamante es el diamante; por donde quiera que se le mirase, física o espiritualmente, en conjunto y en detalle. En él no había nada vulgar, ni de inferior. Parece que Dios mismo se hubiera complacido, al crearlo, en hacer de él la imagen más atrayente del heroísmo. Si tuvo faltas y defectos, su propia grandeza los borra de tal modo, que con él es ya casi imposible hacer crítica fría o sencillamente serena; avasalla, sugestiona y por fuerza de todo estudio sobre su personalidad vertiginosa se transforma en alabanza exaltada y en rendido panegírico”.
A nuestro entender, se requiere de mucha calma en la lectura de un guerrero como Simón Bolívar. No es el hombre de armas de las historietas de caballeros, la misma que mostraba a un valeroso hombre capaz de cumplir las más atrevidas hazañas para ser recompensado con la mano de una princesa suspirante.
Este admirado caraqueño fue un héroe de carne y hueso, con mucho carácter, enamorado y bailarín como pocos, capaz de molestarse con algún amigo, pero también pudo –y de hecho lo hizo- ser capaz de reconocer cuando había errado. Un lector de los clásicos y crítico de la vida de su tiempo, un reflexivo hombre americano.

martes, 18 de noviembre de 2008

El despertar de la ciudadanía


En Venezuela se ha estado viviendo, los últimos diez años a propósito del proceso político que desarrolla la revolución bolivariana, de una experiencia cultural realmente extraordinaria y cerca de realidades circundantes que expresan tiempos de cambios como las que acontecen en Bolivia y Ecuador. La definimos conceptualmente como un hecho cultural y muy en específico, trascendentalmente educativo.
No hablamos de un hecho aislado en el tiempo sino de una especie de eslabón de la cadena histórica de este continente que, como el ADN, pareciera tener infinidad de componentes que bañan nuestra luminosa geografía y que se desplaza por ella en el tiempo que los hombres miden.
El énfasis educativo de la actualidad bolivariana en Venezuela se desplaza como brisa de cambios que aumenta cada día. Se aprecia como un entusiasmo colectivo que recorre el país por todas partes y contagia a los hermanos de las naciones vecinas.
¿Acaso nos devolvemos en el tiempo? Ciertamente no podríamos. Lo que ocurre en estos momentos, es que el deterioro de la moral con todo su modelaje de situaciones imperfectas que se desprenden de esa fractura espiritual y de conciencia ha generado el despertar de los ciudadanos latinoamericanos.
El Maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa, en una investigación que le tomó años desarrollar, a causa, como el mismo escribiera, de su “actividad de educador desterrado, al servicio de la UNESCO” y que luego publicó con el título de El magisterio americano de Bolívar, editada por sexta vez en octubre de 2006, por la Biblioteca Ayacucho en la Colección Claves de América, abordó en su investigación en Bolívar educador, el que planteaba la liberación de nuestros hombres y mujeres.
Al centrarse en la parte educadora del Libertador, el doctor Prieto escribió:
“El proceso de la educación de hombres y de pueblos logra vencer la débil naturaleza humana, respetándola, y enseña a enfrentarse con todos los recursos de la inteligencia a los poderosos elementos circundantes, para construir con ellos, y a veces a pesar de ellos, una civilización. Combatir la naturaleza, domeñarla, poniéndola al servicio de la humanidad, es la labor del hombre educado. Toda educación implica un aprendizaje para ese menester libertador”.
La opinión del Maestro Prieto, está referida, fundamentalmente al carácter de Simón Bolívar en ese magisterio, en los días del terremoto de 1812 que destruye a Caracas y, los sacerdotes españoles, “abusando de la ingenua credulidad e ignorancia del pueblo, prometían rayos y truenos, acumulada destrucción y exterminio para las rebeldías liberadoras de nuestro pueblo”. Así, escribe el exministro de Educación, “Bolívar se yergue entonces en ejemplar actitud educativa, para reanimar la fe del pueblo en la libertad, para estimular la resistencia y crear la voluntad de victoriosa constancia. Desde una improvisada tribuna de polvorientas ruinas, piedra sobre piedra, símbolos de una catástrofe reciente, lanza al rostro de los asustados moradores de la ciudad mártir su apóstrofe inmortal, al mismo tiempo protesta y advertencia contra los propaladores del miedoso instinto de conservación: Si se opone la naturaleza a nuestros designios, lucharemos contra ella y la haremos que nos obedezca.
Luego, el Doctor Luis Beltrán Prieto define más explícitamente que “KLa imprecación de Bolívar contra el oscurantismo y la barbarie, abría a su pueblo, no el camino de la huida por un Mar Rojo servicial, sino el de la libertad lograda con esfuerzos y con sacrificios, duro trecho por donde hemos venido trillando y seguiremos la marcha hasta arribar a la definitiva conquista de la naturaleza inhóspita de nuestro continente y, con ello, a la total liberación, no solo del poderío de otros pueblos, sino también del hambre, la miseria y la incultura, nuestros tradicionales enemigos internos”.

martes, 11 de noviembre de 2008

¡Americanos, seamos severos con la impunidad!


El profesor de la Universidad Simón Rodríguez, Juan Miguel Díaz Ferrer, Doctor en Filosofía, investigador y ensayista, en su trabajo La Revolución Bolivariana y la “enfermedad infantil del izquierdismo”, aborda un aspecto puntual que es vital en estos momentos que vive no sólo Venezuela, sino la patria grande, es decir, Latinoamérica y sobre el cual hay que insistir.
El filósofo plantea, como reto para una verdadera revolución, la necesidad de ser muy severos con la impunidad y destaca que ese asunto de lo impune en nada educa a los revolucionarios (y mucho menos a quienes no lo son, le añadimos), y tampoco es licencia para que unos y otros sean tratados de modo privilegiado, ni reciban un trato indulgente por parte de las autoridades cuando violenten la ley, porque entonces, por esa rendija, la corrupción que se quiere eliminar estaría coleándose.
Del mismo modo, este investigador sostiene que “…lo que se espera de los revolucionarios es que den el ejemplo de moral y cumplimiento de la ley revolucionaria, y esto implica todo lo contrario a ser indulgentes con los que se consideran más revolucionarios; si somos más revolucionarios entonces debemos ser más responsables, porque somos más conscientes de nuestros actos, por lo que en lugar de reclamar mayor indulgencia en referencia a los que no son revolucionarios, debemos reclamar mayor severidad, lo cual no quiere decir de ningún modo en ser extremistas con el castigo”.
El asunto es que la impunidad no debe pasar, pero también hay que tener una concepción integral del problema, porque la impunidad no es sólo falta de castigo cuando se delinque, sino que también contempla esa imposibilidad de que se realice plenamente la justicia; alcanzar este nivel óptimo, por otro lado, significa dar respuestas necesarias a la población, que ansía y sueña con la justicia en todos los niveles: responsabilidad, respuestas precisas a las comunidades en sus necesidades.
¿Hay justicia cuando no se atienden los requerimientos de una comunidad? Si no hay justicia hay impunidad. Eso es como decir que no hay delito cuando se quebranta la ley, lo cual ocurre a cada instante en la calle, porque en momentos en que funciona mal el transporte y la recolección de los desechos no se lleva a cabo se trata de algo reprobable, lo que es aceptado como delito también.
Sobran ejemplos de injusticia
Hay que seguir escribiendo sobre impunidad, porque sobran ejemplos de mucha injusticia. Si los que vivimos en este continente sureño vemos hacia el norte del mismo nos encontramos, inmediatamente, con los problemas de Haití y Cuba, no sólo afectados por la dureza de la naturaleza, sino por acciones injustas que no se merecen sus habitantes. No se puede olvidar, por ejemplo, el bloqueo inclemente a que ha sido sometida una nación como Cuba y tampoco ignorar que a los haitianos les invadieron, les quitaron su presidente y los terminaron por sumir en una situación de pobreza desesperante. Y menos olvido pueden tener los cinco cubanos que pagan cárcel en Estados Unidos, por el simple hecho de intentar evitar que conspiraran contra su nación.
¿Es justo lo que aconteció en Bolivia, donde hubo un genocidio, sólo porque la mayoría indígena acepta constituir de nuevo el país y salir del atolladero donde le han mantenido por décadas?
¿Hubo justicia en los acontecimientos de Venezuela de 2002, cuando derrocaron a su Presidente y sometieron al país a paros y saboteo? ¿Es justo que en Nicaragua asesinen a dos personas porque unos consideran que hubo fraude en las recientes elecciones donde se alza con la victoria el Frente Sandinista de Liberación Nacional, FSLN?
Todo este comentario habla de que hay impunidad porque al no existir la justicia, no hay maneras de ver o conocer donde están los sancionados por los delitos cometidos.
Afortunadamente, en Argentina hay una gran movilización destinada a sancionar a los autores de tantos crímenes consumados durante los negros días de los momentos de dictadura. Por ahora, sólo podemos gritar a los americanos de este continente sureño, que seamos severos con la impunidad.

El asunto es enseñar a pescar


El sentido de la vida es y será mucho más importante que atesorar dinero, bienes, perlas, oro, diamantes y cualquier otra cosa y esto es lo que hace la diferencia entre quienes forman parte de ese mundo de pescadores y los humanistas, quienes se empeñan en enseñar a pescar a los demás.
Y es que el mundo se trata de eso. No hemos venido a este planeta a lanzarnos bombas, proyectiles teledirigidos, sembrar minas, espiar a las personas y quitarles la vida a los demás cuando nos de la gana y arrasar con el verde que caracteriza nuestro ambiente y las cristalinas aguas que abundan en nuestra América del Sur y el Caribe.
Hemos perdido la cuenta de las veces que hemos abordado este punto de vista, el de que hemos nacido para aprender y enseñar a los demás. En esto de la educación, Simón Rodríguez fue un visionario. En unas notas sobre el proyecto de Educación Popular, El Libertador del mediodía de América (Arequipa, 1830) y en donde destaca el hecho educativo, Rodríguez escribe:
“Los Doctores Americanos no advierten que deben su ciencia a los indios y a los negros; porque si los Señores Doctores hubieran tenido que arar, sembrar, recoger, cargar y confeccionar lo que han comido, vestido y jugado durante su vida inútil… no sabrían tanto:…. estarían en los campos y serían tan brutos como sus esclavos- ejemplo los que se han quedado trabajando con ellos en las minas, en los sembrados detrás de los bueyes, en los caminos detrás de las mulas, en las canteras, y en muchas pobres tiendecillas haciendo manteos, casacas, borlas, zapatos y casullas”.

Unos se educan y otros trabajan
Lo que dijo el Maestro es algo que alguna gente no entiende: Deja claro que unos tienen la posibilidad de educarse gracias a que otros desempeñan las tareas más duras, lo que es una realidad. Hoy día los tiempos son otros y en esta revolución que se vive en Venezuela y las muestras de cambios que se viven en otras naciones hermanas, lo vital es que todos tengan las mismas posibilidades de acceder no sólo a la educación, sino a la salud, la recreación, vivienda y empleo, porque la vida es integral y es para todos y no una parte de la población.
Y escribimos acerca de la vida y la educación, porque ambas están unidas;
El bebé para desarrollarse en esta vida requiere del cuidado de los padres y éstos mientras más posibilidades tengan, mayor apoyo darán a la familia y por ende a la sociedad. Así que el sentido de la vida y de la educación, estarán privando siempre en este mundo, pese a que otros se empeñen en cultivar antivalores cuyo peso fundamental está en el egoísmo y en la acumulación de poder, dinero y otros bienes. Escrito el 5 de enero de 2007.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Y las andanzas siguen en el mundo


Cuando Simón Bolívar, en la Carta de Jamaica enjuicia al propio continente americano, al decir “que América no estaba preparada para desprenderse de la metrópoli, como súbitamente sucedió por el efecto de las ilegítimas cesiones de Bayona, y por la inicua guerra que la regencia nos declaró sin derecho alguno para ello, no sólo por la falta de justicia sino también de legitimidad”, lo que el prócer hacía en su Contestación de un americano meridional a un caballero de esta isla, eran unas reflexiones no sólo sobre las jóvenes sociedades, si se quiere desprovistas del conocimiento necesario que crecían en este continente, sino de su agresor el Estado español de entonces, al punto que lo dice claramente:
“Barbaridades que la presente edad ha rechazado como fabulosas porque parecen superiores a la perversidad humana; y jamás serían creídas por los críticos modernos, si constantes y repetidos documentos no testificasen estas infaustas verdades”.
La nociva tendencia de creer que el mundo existe a partir de este momento, sepultando inmisericordemente el pasado por ser escabroso, es habitualmente una conducta de quienes se creen poderosos subestimando a los demás. Y es esa tendencia la que lleva a ciertos intelectuales, a ignorar documentos o a presentarlos como de poco valor.
Así, El Libertador se refiere a las andanzas del gobierno español destacando que “El filantrópico obispo de Chiapa, el apóstol de la América, Las Casas, ha dejado a la posteridad una breve relación de ellas, extractada de las sumarias que siguieron en Sevilla a los conquistadores, con el testimonio de cuantas personas respetables había entonces en el Nuevo Mundo, y con los procesos mismos que los tiranos se hicieron entre si: como consta por los mas sublimes historiadores de aquel tiempo. Todos los imparciales han hecho justicia al celo, verdad y virtudes de aquel amigo de la humanidad, que con tanto fervor y firmeza denunció ante su gobierno y contemporáneos los actos más horrorosos de un frenesí sanguinario”.
Han transcurrido 193 años de aquella Carta y el llamado nuevo mundo, con un ropaje diferente vuelve a estar sumido en una especie de confrontación que todavía no toma cuerpo. ¿Por qué tal sentencia?
El movimiento de piezas en un tablero de ajedrez tiene una sofisticación que se aleja, momentáneamente de los hechos bárbaros, aunque nunca se descarta en la práctica el desarrollo de hechos violentísimos.
Cuando comenzó la última moderna crisis financiera y bancaria de este siglo XXI, una de las primeras respuestas que el mundo vio fue el auxilio que hicieron a los entes financieros en Estados Unidos, sin salir de la sorpresa, todos atónitos leemos luego sobre los momentos de descanso que fueron a tener los ejecutivos de esos entes, en un conocido hotel de California, donde la noche cuesta mil dólares. Mientras pasaban ese momento las bolsas del mundo caían a diario, algunas estrepitosamente y los Estados a sacar dinero para salvarlos.
Pasado ese momento ahora andan reuniéndose los diferentes grupos que han montado los Estados para sus reuniones en donde toman muchas decisiones políticas y comerciales, blandiendo un garrote nuevo, es decir, es un problema de todos los países, mientras las bolsas siguen cayendo y ahora los dirigentes de los países altamente industrializados le piden dinero a los árabes para salvar al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial. Y vuelven a esgrimir otro garrote: La Organización de Países Exportadores de Petróleo, OPEP, debe bajar los precios.
Tendríamos que decir que, dentro de las guerras de exterminio, hay una variedad gigante de hechos que le suceden a los países, unos más naturales que otros y otros menos naturales, entre los primeros los fenómenos de la naturaleza como los que han afectado a Cuba, Haití y parte de Centroamérica y otros como los que recibe la misma Cuba, Bolivia y Venezuela, que responden a otros modelos de exterminio.
Lo que no deben hacer los países del continente sur, para evitar la siembra de dudas sobre su futuro y no agredir el porvenir con el que sueñan los americanos del sur, es entender de una vez por todas el sentido de la unidad pues es el único que les dota de fuerza para defenderse de las andanzas de los poderosos y poder trazar su futuro.
Quizá por ello nuestro guerrero advertía: “Ciertamente, el oro y la plata son objetos preciosos; pero la existencia de la república y la vida de los ciudadanos son más preciosos aún”, así lo manifestaba el Libertador al general Santander en carta del 7 de julio de 1820.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Una brecha en el tiempo


El mundo ya sabe que hay un sendero por donde vuelve a caminar la humanidad latinoamericana. La verde maleza aplastada contra el suelo muestra huellas recientes e indicios de una travesía lejana. El reconocimiento de los pueblos primigenios (entre 28 y 35 etnias) por la Constitución Bolivariana de Venezuela 1999, en cuyo preámbulo deja claramente establecido que se hizo una constituyente para refundar la República a fin de establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural, en un Estado de justicia…que consolide los valores de la libertad, la independencia, la paz, la solidaridad, el bien común, la integridad territorial, la convivencia y el imperio de la ley para esta y las futuras generaciones, se deja sentir en el alma de las naciones del sur.
Aún cuando tenebrosas iniciativas se han tejido tras escritorios y han corrido por entre llanos, ríos y montañas, ocasionando deterioro en las vecindades, hombres y mujeres del continente sudamericano se han encontrado, sintiendo la necesidad de la unión como una bisagra que rescata los pasos andados.
La reunión del Grupo de Río en el primer trimestre de 2008, en la República Dominicana, fue la expresión de un sentimiento solidario en Latinoamérica pues toda la familia de este continente sureño intervino para impedir una confrontación entre naciones hermanas, lo que ponía al descubierto un tercero conocido: la intervención y manipulación del poder político y económico estadounidense, que aspiraba concretar su estrategia de invadir y apoderarse de las reservas petroleras y agua dulce venezolanas, utilizando como disfraz a Colombia y el deteriorado pero bien planificado argumento de una agresión al vecino Ecuador, en una supuesta persecución en caliente a miembros de la guerrilla colombiana.
Los caballeros del Grupo de Río, porque no hay otra forma de llamarlos, limpiaron la embarazosa circunstancia en la que había caído uno de sus miembros, a instancias de las ambiciones imperiales estadounidenses. El tiempo histórico que suele abrazar siempre a la humanidad, permite traer en esta circunstancia ese sentimiento, ese sentir que heredado por los latinoamericanos, escrito por el brasileño José Veríssimo, Bolívar, profesor de energía y que forma parte de la antología de ensayos del desaparecido historiador Juvenal Herrera Torres, titulada Bolívar, Quijote de América.
Bolívar, poeta de la acción
Así, escribió Veríssimo sobre el prócer: “Dotado de una imaginación ardiente de poeta de la acción, potente idealista, Bolívar soñó una confederación de los pueblos americanos. En esta grandiosa empresa el Libertador empeñó la parte viva y sana de su obra. Arranques impulsivos no lo hicieron desviar de su propósito”. Y más adelante,
“Desde el momento en que aparece, y durante todo el curso de su emotividad revolucionaria, Bolívar es uno de los pocos espíritus, sino el único, que penetra con lúcida comprensión el levantamiento de América contra España, su trascendencia ulterior y el medio social de las colonias. Lo atestiguan claramente sus cartas, sus discursos, sus mismas proclamas. En tales documentos abundan las ideas, las previsiones, las sagacidades de sociólogo, y aún consejos y sugestiones de mero buen sentido, dignos de la discreción de un Washington. Es de ver la perspicacidad y el vigor de su pensamiento, la propiedad de su expresión, la justeza con que define y caracteriza los pueblos sobre los cuales obra. Analiza las capacidades de cada uno de ellos, les inculca virtudes y hasta les predice el porvenir; predicción que se cumple en todos, desde México hasta Chile y el Plata”.
Pero Veríssimo no se queda allí y adiciona detalles al decir que “Su ardor cívico (de Bolívar), con todo, era más grande, y su idealismo más exaltado que su visión de las cosas, generalmente perfecta. Ensombreciendo su clara mirada de hombre de Estado, se pone en contradicción con su propia experiencia y su propio juicio sobre aquel medio social, del cual era, puede decirse, producto no natural, sino milagroso. El proyecto de confederar o unir los pueblos de Hispanoamérica hace más honor a su noble espíritu que a su inteligencia práctica, aunque de ésta diera prueba en múltiples ocasiones. Esa vasta confederación debía tener su sede en el istmo de Panamá, del cual comprendió Bolívar mejor y antes que nadie la importancia. ¿No fue el precursor de la apertura del canal? ¿No quiso él mismo realizarla en 1822? Ya en 1815 escribía respecto a Panamá y centroamérica:
-Esta magnifica posición entre los dos mares podrá ser, con el tiempo, el emporio del universo. Sus canales acortarán las distancias del mundo, estrecharán los lazos comerciales de Europa, América y Asia, traerán a tan feliz región los tributos de las cuatro partes del globo. Acaso sólo allí podrá fijarse algún día la capital de la tierra, como pretendió Constantino que fuese Bizancio la del antiguo hemisferio.
Recordar a Simón Bolívar en este preciso e importante tiempo de la primera década del siglo XXI, no es sino colocar frente a frente, esas dos imágenes que la historia registra con la precisión de un buril: Los tiempos de los sueños dorados del Libertador, que se volvieron prácticos en la liberación y creación de países y en alcanzar una gran confraternidad y los tiempos actuales, donde los propios latinoamericanos comienzan a tener un mayor sentimiento de identificación con el hecho de ser parte de una sola gran región. Hoy, son muchos los senderos que se han abierto en Sudamérica, por donde comienzan a transitar los vecinos de siempre.

sábado, 1 de noviembre de 2008

¿Tenía razón El Libertador?


¿Tenía razón el Libertador Simón Bolívar, cuando pensaba que Estados Unidos parecía predestinado a plagar la América de miseria a nombre de la libertad o acaso es elucubración de individualidades que parecieran haber nacido con el sello que dice made in Usa en sus frentes? Es una interrogante como cualquier otra, pero puede ser respondida simplemente al tomar en consideración hechos que saltan a la vista y que nos golpean de modo contundente una y otra vez, de manera repetitiva todos los años. Hemos estado leyendo el artículo del Dr. Atilio A. Boron, director del Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales (PLED), Buenos Aires, Argentina, publicado por el Servicio Informativo "Alai-amlatina".
El artículo es altamente esclarecedor cuando, desde Buenos Aires, su autor refiere que La enumeración de las atrocidades cometidas en los últimos tiempos contra los pueblos y la naturaleza para salvaguardar el sistema capitalista ocuparían todas las páginas de este diario”. Valga decir que una versión más resumida de dicha nota fue publicada en Página 12, de Buenos Aires, el día 31 de Octubre del presente año. Boron se detiene a comentar una nota de gran actualidad, “ante la inminencia de las elecciones presidenciales en Estados Unidos y la votación que días atrás tuvo lugar en la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde 185 de los 192 países miembros aprobaron, por decimoséptima vez, una resolución exigiendo poner fin al bloqueo iniciado hace cuarenta y seis años en contra de Cuba”.
El académico analiza la situación y escribe que en unas 17 ocasiones, en Washington ignoraron por completo “las recomendaciones, prácticamente unánimes, de la comunidad internacional. Y todavía tiene el descaro de arrogarse la misión de diseminar la justicia y la libertad a lo largo y a lo ancho del planeta”.Esta realidad de la conducta de quienes controlan el gobierno estadounidense, como puede apreciarse, ya era algo que estaba en la visión del Libertador Simón Bolívar. Este hombre, de talla inconmensurable, tuvo una especie de pensamiento, mezcla entre filosofía y sociología, que le permitió expresar opiniones tan certeras.
Capacidad para prever el peligro
El ruso Anatoli Shulgovski, en su ensayo Bolivarismo y monroísmo, que forma parte de la antología de ensayos del historiador Juvenal Herrera Torres, editada por El Perro y la rana, del Ministerio del Poder Popular para la Cultura y de quien hemos escrito antes, escribió al respecto que “Con frecuencia estas palabras (las dichas por El Libertador sobre USA) se consideran de modo general, como testificación de la asombrosa capacidad de bolívar de prever el gran peligro que podían encerrar las ambiciones imperiales de Estados Unidos, con su política expansionista, para los pueblos latinoamericanos”.
Imaginamos que el glorioso guerrero, desde el empíreo, debe estar exclamando y repitiéndonos a los latinoamericanos ¡Yo se los dije, se los venía diciendo! Sugiere este ensayista que así, en ese enfoque, Bolívar es caracterizado por ser el precursor del antiimperialismo.
Pero Shulgovski no se queda simplemente en ese comentario sino que se interroga acerca del planteamiento inicial con el que comenzamos esta nota y dice que es importante dilucidar a cual libertad se refirió Bolívar respecto a los Estados Unidos. ¿Por qué estos últimos parecían, según sus palabras, destinados por la misma providencia a traer males a los jóvenes Estados Latinoamericanos, en nombre de la sagrada libertad?
Para el autor, tal tipo de interrogante siempre se ha respondido en el marco de del “Bolivarismo contra monroísmo”. Luego agrega que el rechazo de Bolívar a las instituciones estatales de Estados Unidos debe ser examinado en el contexto de la búsqueda de este luchador de los ideales sociales que se ajustaran a las condiciones históricas concretas de la vida de los pueblos latinoamericanos y de las bases sociales y políticas de esas jóvenes naciones.
Apunta al respecto el ensayista, que es importante señalar que el modelo constitucional que El Libertador había elaborado para la naciente Bolivia “…por principio, se diferenciaba en gran parte de la Constitución norteamericana, con su recortada y limitada soberanía popular, por los innumerables obstáculos jurídicos en el camino de su realización. Sin hablar de que ambas constituciones se distancian diametralmente una de la otra con respecto a la esclavitud”.
Tener una reducida visión acerca de la soberanía popular, casi sembrada como un adn, del resto de los pueblos del mundo, es precisamente la característica tan nefasta que asume el equipo que controla a los Estados Unidos, al punto que como dice Atilio Boron, “En 17 oportunidades Washington ignoró olímpicamente las recomendaciones, prácticamente unánimes, de la comunidad internacional. Y todavía tiene el descaro de arrogarse la misión de diseminar la justicia y la libertad a lo largo y a lo ancho del planeta”.
Pero, por otro lado, hay que reseñar también, lo escrito por el académico ruso, al referir que “El general Santander y sus partidarios vieron su ideal político en las instituciones estatales de Estados Unidos, acercándose en sus concepciones a la ideología del federalismo norteamericano.
No pudiéramos dejar de citar acá lo señalado por el fallecido historiador, poeta y bolivariano, el colombiano Juvenal Herrera Torres, cuando escribió La bacanal de las fieras y en donde textualmente acuñó: “La muerte del Libertador fue la coyuntura para que el santanderismo abriera su caja de Pandora. El gobierno de Bogotá hizo llegar una nota de cobro al gobernador de Santa Marta, por haber sufragado con dineros del Estado el austero funeral de Bolívar. Fue entonces cuando Santander reconoció como suyo un libraco que había escrito contra Bolívar en 1829, Ese escrito fue agregado a sus Memorias. Allí Santander afirma:
Yo fui uno de los que, siendo vicepresidente de Colombia, contradijeron y resistieron sus proyectos con firmeza y legalidad; me opuse a la dictadura militar a que él aspiraba ardientemente (…) Sus decretos después del año de 1828, en que subió al poder absoluto, parecen dictados por el gabinete de Felipe II. Sólo la inquisición no se ha restablecido en Colombia. Bolívar no ama el clero, aunque le hace corte con destreza y maña. Menos ama a los abogados y libertadores.
Herrera Torres dice que “Santander no hacía más que copiar el repugnante lenguaje utilizado contra Bolívar por los diplomáticos y espías de los Estados Unidos. Por ejemplo William Tudor:
La profunda hipocresía del general Bolívar ha engañado hasta ahora al mundo…muchos de sus antiguos amigos (¡como Santander!) han descubierto sus intenciones hace más de un año y ya lo han abandonado. Con la violenta disolución del Congreso (Lima, 1826), la máscara debe caer del todo y el mundo verá con indignación, o con aquel a quien el destino por una afortunada combinación de circunstancias había preparado los medios para dejar una de las más nobles reputaciones que la historia pudiera registrar, sea recordado como uno de los más rastreros usurpadores militares, cargados con el peso de la maldición de sus contemporáneos por las calamidades que su conducta ha de traer aparejada.
Juvenal Herrera Torres enfatiza en su ensayo al decir ¡Qué extraordinaria semejanza hay entre los escritos infames de Santander contra Bolívar y los de los funcionarios de Washington! Ya hemos visto como unos y otros tenían una amistad de propósitos que llevaron a la muerte de Bolívar y Colombia. En cambio, Santander era objeto de halagos y zalemas por parte del gobierno de los Estados Unidos, lo que trae a la memoria aquella sabia frase de Saint Beuve: ¡”Dime quien te admira y te diré quien eres”!
Con época y nombres diferentes, hoy tenemos una realidad muy parecida entre los Estados Unidos y las naciones latinoamericanas que buscan un horizonte diferente, con relaciones respetuosas y donde la soberanía de los pueblos no siga siendo mancillada.
Hoy pasa como en aquellos tiempos, los enemigos de la patria y del liderazgo latinoamericano tienen otras referencias, pero siguen siendo enemigos mortales de la soberanía y libertad de los pueblos y, ayer como hoy, tienen sus lisonjeros y traidores de turno.

Como cuentan la historia


Los latinoamericanos estamos obligados a ver con detenimiento, quienes son los que, alegres y preñados de buenas intenciones, suelen hacer análisis sobre las vidas de nuestros países, sus economías, fuentes de riqueza, finanzas, etc., etc. Ello es vital porque esos supuestamente bien intencionados analistas, lo único que tratan de exponer, aparentemente, es una especie de justificación de hechos o situaciones y tratar de lavarle la cara al desatinado modelo capitalista que ha puesto al mundo “patas arriba”, con su quiebra financiera y la secuela de exterminio social que esta dejando.
Para algunos, como publicó la agencia IPS, mostrando un planteamiento que tendría fundamento en la idea expuesta en el 1957, por el brasilero Celso Furtado, según la cual “La gran cantidad de divisas generada por la exportación de un recurso natural no renovable, como el petróleo, cuyo precio nada tiene que ver con los costos de producción, lleva a una "sobrevalorización externa de la moneda" que "tiende a provocar la desorganización de importantes sectores productivos" en un país que tiene baja actividad a excepción del sector de hidrocarburos, habría expuesto Furtado refiriéndose a Venezuela.
Tal cuestionamiento, vuelve ha ser puesto de moda en el vecino país, de acuerdo a la agencia informativa, al señalar que “La ocurrencia de esa enfermedad es apuntada en Brasil desde el año pasado por Luiz Carlos Bresser-Pereira, ex ministro de Hacienda y de la Reforma del Estado, quien atribuye al abultado superávit comercial obtenido por las exportaciones agropecuarias un papel idéntico al del petróleo en Venezuela y el gas natural en Holanda.
El caso es que refieren que la crisis financiera mundial habría corregido en nuestros vecinos, la excesiva sobrevaluación del real, provocada por la política del Banco Central, alejando temporalmente los temores de la "enfermedad holandesa", que bien podría llamarse venezolana en el mundo en desarrollo.
Esto es, en pocas palabras, criticar indirectamente el modelo político y económico que actualmente está construyendo Venezuela, de una manera subrepticia al traer y exponer como una referencia válida una opinión expuesta hace 50 años atrás dejando entrever que aquellas críticas de Furtado en 1957, de haber identificado lo que ocurría en el país como, presuntamente, “el subdesarrollo con abundancia de divisas”, no sólo pareciera estar vigente sino que se trata de un fenómeno que presuntamente afectaría a Brasil, por efectos del petróleo descubierto y ahora se transforma en una potencia y exporte abundantes hidrocarburos, pero que dicha nación no tenga suficiente capacidad “de hacer del petróleo una fuente de desarrollo”, según el profesor Julio Gomes de Almeida, de la Universidad de Campinas y consultor del Instituto de Estudios para el Desarrollo Industrial, creado por empresarios en 1989.
Hay una especie de sutil descalificación en el fondo de todo esto pues, pese a que en la vecina nación se habla de crear un fondo (parecido a uno que existe en Noruega) con el fin de transformar la riqueza petrolera en beneficios para toda la población, especialmente para las futuras generaciones, con inversiones en educación y presuntamente evitando “la maldición” del petróleo o la enfermedad holandesa”, como indica la agencia IPS, se deja colar un último párrafo, atribuido al profesor Almeida y quien destacaría que Brasil no es Noruega y que será más difícil en esa nación que se tenga la capacidad de “hacer del petróleo una fuente de desarrollo”, sugiriendo que Brasil está más cerca de Venezuela no sólo geográficamente.
Sin apasionamiento
Si observamos los hechos claramente, sin apasionamiento alguno, no vemos las razones por las cuales se pretenda descalificar a un país, ignorar sus posibilidades, cuestión en la que se hace gala parecida a la de los presuntos expertos en pronosticar el futuro, horoscopistas, con el fin de enfatizar que el petróleo afectará a Brasil porque anda más que geográficamente cerca de Venezuela.
No se dice en la información, que consideramos tendenciosa y parcializada, que Venezuela construye un modelo de desarrollo diferente, que tiende a apartarse del capitalismo, modelo que prácticamente ha desvalijado a buena parte de los países del mundo, que ha elevado miserablemente los niveles de pobreza, de analfabetismo y que ha auspiciado un orden universal que se maneja por la fuerza militar y la agresión para preservarlo.
En estos momentos, puede decirse, Venezuela mira otros horizontes e intenta alejarse de la competencia especulativa del capital y buena parte de su presupuesto va dirigido a la educación, salud, ciencia, tecnología, creación de empresas de gestión social, recuperación de tierras y entrega a los campesinos a fin de aumentar la producción alimenticia y reivindicar el papel de la tierra en una nación que en el pasado fue totalmente de tradición agrícola; realiza convenios y tratados con países que antes ignoraba, auspicia el ALBA para apoyar el desarrollo de otros países con un modelo comercial basado en la complementación y la solidaridad y no en la especulación; plantea la creación de un gasoducto por todo nuestro continente sureño, crea Petrocaribe para ayudar a las naciones del Caribe, coloca un satélite de telecomunicaciones para apoyar a todas las naciones desde Centroamérica, pasando por el Caribe y hacia el sur del continente sureño, todo esto con la finalidad de conducirse por un sendero de mayor justicia para los ciudadanos.
Pero de eso no se habla en los medios de comunicación, que siguen su línea comercial de explotación publicitaria, porque se trata de un país que lucha por desanudarse de un modelo eminentemente capitalista y expoliador que no respeta vidas ni normas.
Esa es la realidad que todos los medios de comunicación en Latinoamérica, (profundamente mercantilistas y asociados al gran capital) ocultan a los ojos de los ciudadanos de sus respectivos países, ofreciéndoles a través de la prensa escrita, radio y televisión, modernos espejitos como dádivas, igual que cuando llegaron los españoles a nuestro continente.

martes, 28 de octubre de 2008

Inconscientes, se sintieron herederos del Libertador


-Es la interpretación del texto escrito por el peruano García Calderón, en el libro sobre Las democracias latinas de América, La creación de un continente, editado por la Biblioteca Ayacucho en 1987.
“Al igual que los generales de Alejandro, muerto él, se disputaban las provincias de Europa, Asia y África, despojos del festín imperial, y fundaron dinastías en plena decadencia oriental, los generales de Bolívar ejercieron su dominio durante medio siglo sobre la vida americana. Flores en Ecuador, Páez en Venezuela, Santa Cruz en Bolivia, Santander en Colombia gobernaron en calidad de legatarios del Libertador. Mientras se extendía sobre los destinos de América la sombra del magnífico guerrero, los caudillos triunfaban, ratificados por Bolívar. El principio monárquico se imponía así a los hombres inconscientes: el Libertador dejó una dinastía americana”.
¿Qué nos dice este tercer párrafo del Capítulo IV, del libro I, Formación de las sociedades americanas?, del libro Las democracias latinas de América, La creación de un continente, del peruano Francisco García Calderón (1883-1953), quien vivió la mayor parte de su vida en Francia?
Nos refiere, en cierto modo, que lo que se ha estado planteando, desde hace muchos años, en torno a los que acompañaron a Simón Bolívar en la guerra de la independencia, es una verdad, discutible o no, pero lo es: Bolívar fue seguido por hombres que creyeron en él, pero también se le sumaron inocentes e ignorantes, creyentes en una vida mejor, algunos con fe y otros aventurados que transitaron a su lado días y años violentos y muy acerados.
Transitando terrenos enmarañados una masa de hombres, mestiza a veces y silenciosa, otrora pardos orgullosos y altivos así como negros y también indios lastimados, todos ellos siguiendo a un hombre, un líder para entonces, un libertador después.
¿Alguien tiene a mano la grabación de aquellos acontecimientos, los dimes y diretes, las miradas de los actuantes, las intervenciones, las opiniones silenciosas lanzadas al oído, las conversas entre parejas?
Tenemos muchas líneas escritas en las bibliotecas; de gente cercana a los hechos, de otros que lo hicieron por referencias de los intérpretes, algunos por parientes. En fin, ha sido posible un monitoreo por parte de los historiadores que nos permite acercarnos a los hechos.
García Calderón lo deja muy claro cuando escribe que “Las guerras de pueblos se transformaron en luchas civiles, pleitos entre generales en pos de su hegemonía. Unidas en la independencia y en la vida colonial, las flamantes naciones se separaron bajo la influencia de estos guerreros: así Ecuador, Perú y Bolivia, en nombre de Santa Cruz, Gamarra, de Castilla o de Flores”.
Este nuevo despertar de la conciencia histórica en Venezuela, que ha venido derribando las historias mandadas a tejer por los vencedores de batallas que otros guerrearon, no está ocurriendo en este siglo XXI al azar, sino a consecuencias de hechos.
Este latinoamericano escritor que no se olvidó del continente, escribió algunas realidades, hechos, que, en estos momentos que vivimos, a algunas personas les disgusta que se las repitan o se les informen, gritando que ¡hasta cuando historia pasada si estamos en el presente!
El pariente suramericano que vivió en tierra gala, escribió que “La conciencia nacional se fue formando toscamente en los campos de batalla. Los generales impusieron límites arbitrarios a los pueblos; en la historia americana fueron creadores, impresionaron a las multitudes con su boato, con desfiles militares tan brillantes como las procesiones abigarradas del culto católico, con magníficas escoltas, con decoraciones y pompa. Se llamaron Regeneradores, Restauradores o Protectores”.
Eso es parte de lo que ocurrió en nuestro pasado, que nos catapultó hasta este siglo XXI y que la gente de sentido común no sólo debe apreciar en ese gran contexto integral que significa abarcar la historia de una nación, que es la de un continente.
Todo lo que ha acontecido en las historias de todos los países latinoamericanos tiene que ver con ese germen de sumisión, atención, entendimiento, comprensión y aceptación y, es eso, lo que los herederos del suministro del germen antes descrito, aspiran que no cambie, que no varíe, pese a que la revolución ha amainado en el continente.

Guerrero de ímpetu indetenible


En la antología de ensayos Bolívar Quijote de América, del fallecido historiador y poeta bolivariano, Juvenal Herrera Torres, que forma parte de la colección Alfredo Maneiro de la editorial El perro y la rana, del Ministerio del Poder Popular para la Cultura de Venezuela, una de las llamadas lecturas bolivarianas es la titulada Don Quijote Bolívar, escrita por el español Miguel de Unamuno.
El escritor destacaba en su ensayo que, “Cuando me pongo a escribir estas líneas sobre Bolívar, uno de los más grandes y más representativos genios hispánicos, arde la guerra, una guerra tan metódica como cruel, en lo mejor de Europa. Y a través del fragoroso polvo de esta guerra, tan largos años meditada y preparada, se me aparece más grande, mucho más grande la figura de nuestro Bolívar, como guerrero, como estadista, como creador de patrias, y sobre todo y ante todo como hombre.
Unamuno aclara en ese ensayo, que Bolívar fue un maestro en el arte de la guerra, más no un catedrático en la ciencia de la milicia, si es que ésta es tal. En su opinión, fue un guerrero más que un militar. (…) “fue teatral y enfático, tal como es naturalmente y sin afectación su raza, nuestra raza, pero no fue un pedante. Bolívar fue un hombre, todo un hombre; un hombre entero y verdadero, y ser todo un hombre es más, mucho más que ser Uebermensch- lo dejaré, para mayor oscuridad, en alemán-, una mera abstracción nietzscheana, de los que quieren y presumen, pero no lo logran. (Unamuno –creemos- hace esta especie de referencia al sobrehombre, del Uebermensch, textualmente, con que soñaba Nietzsche).Bolívar era de la estirpe de Don Quijote, el de los bigotes grandes, negros y…caídos”.
De Simón Bolívar se ha escrito y se seguirá escribiendo y no es porque se trate de la construcción de un mito por parte de una agencia publicitaria, sino porque la vida del caraqueño fue como el recorrido de una llama en la llanura, que se extiende con la alianza del viento y hace crecer su crepitar a medida que avanza entre mesetas y valles sinuosos.
Para dar una idea de lo que el guerrero despertaba entre admiradores y detractores, basta recordar el acontecimiento que significó para el prócer cubano José Martí su llegada a Caracas.
Daima Cardoso Valdés, Coordinadora Suplemento digital José Martí, del Periódico Guerrillero Órgano del Comité Provincial del Partido en Pinar del Río, refiere que “Bolívar ejerció en Martí un impacto enorme que tuvo sus orígenes siendo él un niño. Para el año 1881 lo contó en el discurso que pronunció en el Club del Comercio de Caracas. El conocimiento de la vida y obra del Libertador ayudarían al Maestro a conformar su concepción americana y a trazarse, sin lugar a dudas, un proyecto equilibrado de independencia”.
Cardoso Valdés escribe que a partir de 1873, en Guatemala, Martí escribe:" El alma de Bolívar nos alienta; el pensamiento americano me transporta. Me irrita que no se ande pronto".
Expresa que Martí confiesa su deslumbramiento por Bolívar. “Llega a esta tierra después de sucesivos fracasos del ideal republicano en España, México, Guatemala y Cuba. Tiene la impresión de haber llegado a la zona soñada. En varios de sus textos llama a Bolívar el Padre de todos los americanos y solo a Venezuela la madre de nuestras repúblicas. Ve a Bolívar como ápice negro en el plumón del cóndor. Martí no va a alabar en Bolívar la virtud superior, sino su ímpetu indetenible. Reconoce que Bolívar muestra (aún hoy es así) el camino a los libertadores”.
En su trabajo titulado La presencia de Bolívar en Martí, ella escribe que, en la magna oración bolivariana del 28 de octubre de 1893, dice de Bolívar: "Hombre fue aquel en realidad extraordinario. Vivió como entre llamas, y lo era. Ama, y lo que dice es como florón de fuego".Más adelante agrega sobre él:"Escribe, y es como cuando en lo alto de una cordillera se coge y cierra de súbito la tormenta, y es bruma y lobreguez el valle todo, y a tajo abre la luz celeste la cerrazón, y cuelga de un lado y otro las nubes por los picos, mientras en lo hondo luce el valle fresco como el primor de todos sus colores".
¿Repeticiones históricas?
Desconocemos el número de veces que hemos escuchado decir que la historia suele repetirse, aunque también habría igual número para los que se inclinan por una situación contraria, como decir que los acontecimientos son irrepetibles y hasta hay una tercera banda que apuesta no exactamente a la repetición de la historia sino a creer que hay una ocurrencia de situaciones y circunstancias similares en la vida de los pueblos y de los hombres.
Anatoli Shulgovski (Rusia), en su ensayo Bolivarismo y monroísmo, inserto en la antología de ensayos del fallecido historiador y bolivariano, Juvenal Herrera Torres (publicado en fecha reciente por la editorial El perro y la rana, del Ministerio del Poder Popular para la Cultura, libro que estaremos citando las veces que sea necesario), nos permite reflexionar y refrescar el porqué del carácter antiimperial de los venezolanos hoy día.
Shulgovski refiere que la campaña enemistosa en contra de Simón Bolívar no solamente fue desatada en Colombia y Europa sino también en los Estados Unidos y esa realidad de aquellos días del Libertador, se nos asemeja a estos años desde que la revolución bolivariana se instaló en Venezuela. Entonces al caraqueño lo tildaron, según el ensayista, de usurpador del poder y antiliberal, mientras “vendían” a Santander como el “liberal auténtico”. Esto es algo muy parecido a como las agencias noticiosas de los grandes grupos económicos mundiales intentan ilegitimar a Venezuela, mientras “venden” de modelo para el resto de los sudamericanos a la Colombia actual.
Refutando a quienes veían la solución de todos los problemas de los países latinoamericanos en la implantación de las formas estatales estadounidenses, Bolívar –escribe Anatoli Shulgovski- expresaba con toda exactitud: “Es desgracia que no podamos lograr la felicidad de Colombia con las leyes y costumbres de los americanos”.
Y hace tiempo –puntualiza el ensayista- son conocidas las siguientes palabras de Bolívar, las cuales se han vuelto clásicas: “Los Estados (…) parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miseria a nombre de la Libertad”.
Comenta el escritor muy frecuente tal expresión ha sido considerada como una especie de testificación de la capacidad del guerrero americano para prever el gran peligro que podían encerrar las ambiciones imperiales de estadounidenses, con su política expansionista, para nuestras naciones latinoamericanas. Dice que en tal enfoque, Bolívar es caracterizado como el precursor del antiimperialismo, lo cual, fuera de toda duda, es importante.

domingo, 26 de octubre de 2008

¿Unasur, templo de asilo contra el crimen?


La historia, tal cual como la concebimos en estos tiempos es un acontecer de hechos, de circunstancias en un momento incrustable en la cronología que ha sido construida por el mismo hombre y bajo la cual gráficamente nos venimos rigiendo en esta llamada tierra.
Siendo así nos parece altamente interesante, asombroso y valedero registrar en este momento o circunstancia histórica que vive el planeta las palabras visionadas de ese hombre que fue Simón Bolívar, El Libertador.
En carta que le dirige a Francisco de Paula Santander, en el primer mes del año 1825, Bolívar le expresa que “El objeto que más me llama la atención en el día es la tranquilidad interior de América”.
Utilizo en mis expresiones y para Pertinentes el libro del Doctor Gustavo Pereira, que la amiga Laura Nazoa, del Consejo Nacional de la Cultura, le correspondió producir.
Y más adelante, saltando algunas palabras de quien escribe otros detalles, el hombre que es gloria de Latinoamérica refería: “Cada día me convenzo más de que es necesario darle a nuestra existencia una base de garantía. Veo la guerra civil y los desórdenes volar por todas partes, de un país a otro, mis dioses patrios devorados por el incendio doméstico (…)
No creo que haya que ser exageradamente un tarado que no entendamos lo que decía Bolívar y que estuvo ocurriendo mucho después de su muerte y hasta ahora. Es decir, el hombre ya había presentido, había tenido la visión de las cruentas divisiones que experimentaría nuestra América y de los muchos golpes de Estado, traiciones y deslealtades que se habrían registrado en cada una de las naciones de este sureño continente.
Bolívar fue un genio porque ya había avizorado todo lo que nos ocurrió después, que no es mentira. ¿Algún hombre sensato puede relatar cronológicamente las interrupciones políticas de la marcha de los diferentes Estados que constituyen nuestro continente, y que se fueron por la borda a causa de intereses y apetencias individuales o de grupos?
Escribir sobre los acontecimientos no cuesta, lo que impacta y molesta demasiado duro, en nuestros espíritus, es ver cómo hemos sido utilizados todos los latinoamericanos como tontos útiles mientras se han aprovechado de nosotros desde hace siglos.
La federación, único remedio
Hay que entender lo que sentía El Libertador hace casi dos siglos –por eso la importancia de este único hombre de la humanidad- cuando decía: “Hablo de Venezuela, mi querido país. Esta consideración me ocupa noche y día; porque contemplo que el primer desorden que allí nazca destruye para siempre hasta la esperanza, porque allí el mal será radical y penetra luego a la sangre; vuelvo, pues, a mi primer proyecto como único remedio: la federación. Esta federación me parece a mí un templo de asilo contra las persecuciones del crimen. (…)
Escribir sobre estos temas, no siendo historiador sino un comunicador que hace interpretaciones de hechos que impactaron las diversas historias de esa gran localidad que ha sido el sur de la América, no ha sido nada fácil, pero si emocionante, aleccionador y generador de broncas espirituales por como los hechos en ese importantísimo pasado ocurrieron.
Nos ha estado diciendo Bolívar, desde hace casi dos siglos, que nos unamos y por ello vuelvo a utilizar una palabra de corte popular en Argentina para ver si nos acordamos de las cosas: ¿Es que somos acaso tarados cuando no podemos entender que debemos unirnos todos en Latinoamérica, a pesar de que nuestros héroes de la independencia nos lo decían?
Simón Bolívar, desde todas las plazas donde se encuentra en las distintas naciones de Latinoamérica, nos recuerda cada día y a cada instante –máximo si pasamos cerca de sus bustos o estatuas-, que somos una tierra de seres libres, única, con unas mujeres y hombres únicos, con colores diferentes, con pensares distintos, poseedores de una gran espiritualidad, con inmensas posibilidades como Unasur, Alba, Mercosur, Banco del Sur, Banco del Petróleo y del Gas y los demás recursos que poseemos; valga decir, con la necesaria e ineludible integración, somos una gran nación del sur. Por primera vez, latinoamericanos, ¡Veámonos las caras!

martes, 21 de octubre de 2008

Bolívar, el hombre


“tenía la frente alta, pero no muy ancha y surcada de arrugas desde temprana edad (…) Pobladas y bien formadas las cejas; los ojos negros, vivos y penetrantes; la nariz larga y perfecta; tuvo en ella un pequeño lobanillo que le preocupó mucho, hasta que desapareció en 1820 dejando una señal casi imperceptible. Los pómulos salientes; las mejillas hundidas, desde que le conocí en 1818. La boca fea y los labios algo gruesos.La distancia de la nariz a la boca era notable. Los dientes blancos, uniformes y bellísimos; cuidábalos El pelo negro, fino y crespo; lo llevaba largo en los años de 1818 a 1821 en que empezó a encanecer y desde entonces lo uso corto. Las patillas y bigotes rubios; se los afeitó por primera vez en Potosí en 1825.
“(…) Aunque grande apreciador y conocedor de la buena cocina, comía con gusto los sencillos y primitivos manjares del llanero y del indio. Era muy sobrio; sus vinos favoritos eran graves y champaña; ni en la época en que más vino tomaba nunca le vi beber más de cuatro copas de aquél o dos de éste. Hacía mucho ejercicio. No he conocido a nadie que soportase como él las fatigas. Después de una jornada que bastaría para rendir al hombre más robusto, le he visto trabajar cinco o seis horas, o bailar otras tantas, con aquella pasión que tenía por el baile. Dormía cinco o seis horas de las veinticuatro, en hamaca, en catre, sobre un cuero, o envuelto en su capa en el suelo y a campo raso, como pudiera hacerlo sobre blanda espuma. Su sueño era tan ligero y su despertar tan pronto, que no a otra cosa debió la salvación de la vida en el Rincón de los Toros. En el alcance de la vista y en lo fino del oído no le aventajaban ni los llaneros. Era diestro en el manejo de las armas, y diestrísimo y atrevido jinete, aunque no muy apuesto a caballo. Apasionado por los caballos inspeccionaba personalmente su cuido, y en campaña o en la ciudad, visitaba varias veces al día a las caballerizas. Muy esmerado en su vestido y en extremo aseado, se bañaba todos los días, y en las tierras calientes hasta tres veces al día (…)
Esta parte descriptiva de cómo veía a su jefe El Libertador, la hizo su edecán Daniel O´Leary y está registrada en el libro Simón Bolívar Escritos Anticolonialistas, del poeta Gustavo Pereira, doctor en Estudios Hispanoamericanos de la Universidad de Paris, Francia y fundador del Departamento de Humanidades y Ciencias del Centro de Investigaciones Sociohumanísticas de la Universidad de Oriente, UDO, estado Anzoátegui, Venezuela.
La idea fundamental de abusar del talento de este humanista que es Gustavo Pereira, oriundo de la isla de Margarita, de exponer algunas cosas de su valioso libro, es que este intelectual nos permite mostrar esa parte del caraqueño inmortal alejada de los añejos registros oficializados, a veces por enemigos o por quienes se mostraban ante él con la lisonja. Es necesario escribir sobre El Libertador para mostrarlo como lo figuraron sus más cercanos y porque en este momento, hay que decirlo a los cuatro vientos, es el espíritu que guía a los venezolanos en la revolución, de hecho, es bolivariana.
Pereira nos narra en su libro, por ejemplo, que Páez, quien le viera por primera vez en 1818, lo recuerda así en las páginas autobiográficas que escribiera en su vejez:
“Hallábase entonces Bolívar en lo más florido de sus años y en la fuerza de la escasa robustez que suele dar la vida ciudadana. Su estatura, sin ser procerosa, era, no obstante, suficientemente elevada para que no la desdeñase el escultor que quisiera representar a su héroe; sus dos principales distintivos consistían en la excesiva movilidad del cuerpo y el brillo de sus ojos, que eran negros, vivos, penetrantes e inquietos, con mirar de águila, circunstancia que suplía con ventaja a lo que la estatura faltaba para sobresalir entre sus acompañantes. Tenía el pelo negro y crespo, los pies y las manos tan pequeños como los de una mujer, la voz aguda y penetrante. La tez tostada por el sol de los trópicos; conservaba no obstante la limpidez y lustre que no habían podido arrebatarle los rigores de la intemperie ni los continuos y violentos cambios de latitud por los cuales había pasado en sus marchas (…) Era amigo de bailar, galante y sumamente adicto a las damas y diestro en el manejo del caballo; gustábale correr a todo escape por las llanuras de Apure, persiguiendo a los venados que allí abundan. En el campamento mantenía el buen humor con oportunos chistes, pero en las marchas se le veía siempre algo inquieto; procuraba distraer su impaciencia entonando canciones patrióticas. Amigo del combate, acaso los prodigaba demasiado, y mientras duraban, tenía la mayor serenidad (…)
Por supuesto que este revolucionario latinoamericano tuvo sus ¿detractores? ¿enemigos gratuitos o tarifados? No sabemos, pero el poeta Pereira al referirse al asunto menciona a Ducoudray-Holstein y quien de paso sirvió de fuente a Marx. La lisonjería es un vicio humano de siglos y es mejor, cuando es fructífera, salpicada de monedas y nada de extraño –no lo dice Pereira sino quien escribe- que algunos individuos, sean la clase de que se sientan, vivan de esa manera. De hecho, hoy en pleno siglo XXI, tenemos a ciertos medios tarifados de comunicación en Latinoamérica y el mundo –nada en ellos es gratis- que opinan de acuerdo hacia donde se incline el peso del dinero y los negocios.
No hay alguna duda en el pensamiento revolucionario de Simón Bolívar. Un hombre que pensó que había que concederle mucho peso a la educación de las mayorías, revolucionando ese sistema educativo privilegiado y que había que darle un régimen legal justo a los ciudadanos que para entonces eran la servidumbre y que había que oponerse a la trata de esclavos, era obvio que generaba malestares.
La realidad actual se parece a esos viejos tiempos, en los que algunos individuos no logran aceptar que los privilegios son insanos. La demonización que vienen haciendo de la revolución bolivariana, desde hace diez años, no logra hacer mella en la mayoría de la población, la misma que siempre fue excluida de los beneficios del Estado.
La situación es igual en el resto de las naciones latinoamericanas. Quienes son los dueños de los privilegios atacan a todos los procesos gubernamentales que intenten hacer justicia, que quieran ser honestos, que manifiesten el amor por los tontos.
Es la gran realidad que todos los latinoamericanos deben entender y comenzar a actuar como lo que son, soberanos, autónomos, inteligentes, con identidades culturales propias y ricas y dueños de sus destinos hacia la gran nación donde todos sean dueños de si mismos y nunca jamás servidumbre de quienes se creen dueños del mundo.

lunes, 20 de octubre de 2008

Los latinos somos mágicos


Los latinos cada día sentimos lo que somos y los demás ciudadanos, llámense estadounidenses, canadienses y europeos, no tienen la menor idea de lo que somos ni lo que está en nuestros espíritus.
Lo que ha ocurrido es que ellos (gringos y demás especies conquistadoras) piensan que tienen el mundo a sus pies, que ellos manejan la tecnología, tienen el dinero y tienen la piel de un tono con la presunción que es más hermoso que los demás y que ello les da derecho a controlar todo, porque eso lo ha decidido una divinidad que no conocemos y, por supuesto, que ellos tampoco conocen.
Vivimos un mundo hermoso, lo sentimos, hay una sensación en el aire de que hay que compartir más de lo que en el pasado fue posible hacer. La música, que es la más liviana y enriquecedora de las manifestaciones espirituales con sonido que existe en el mundo, es el anuncio permanente de la emoción de los humanos.
No hay manera alguna de cambiar o transformar la belleza de nuestro continente sureño, porque la belleza no puede ser cambiada en algo horrible o algo que moleste.
Por eso me liberé canta el Gran Combo de Puerto Rico, que se escucha desde hace tiempo y está vigente en estos días finales de 2008, todo el tiempo en las diversas emisoras y que también escuchan en las diversas parroquias de la capital de Venezuela, mostrando un sentimiento que pocos pueden entender. Hay mucho amor en el sentimiento expresado por la canción y también hay amor en quienes lo escuchan porque amorosamente lo entienden así. Es un asunto de alma y salsa o ¿salsa y alma?
¿Cuál flota!
Los latinoamericanos tenemos un idioma que no pueden comprender los sajones, por más que digan que la cuarta flota vino a sacarle los dientes y ponerle curitas a nuestro gante, como si olvidáramos las invasiones a República Dominicana, Grenada, Panamá y el golpe en Haití para destituir a su electo y legítimo mandatario.
Tenemos los latinoamericanos una magia que nada tiene que ver con lo externo a la latinidad. ¿Piensan los ingleses como los latinos? Creemos que no hay comunidad, como no la hay con los poderosos de las elites que controlan el poder en los Estados Unidos. Ellos persiguen, luchan, eliminan, matan y destrozan todo con tal de demostrar que son un poder, mientras nosotros amamos y nos preocupamos por nuestras gentes.
Como escribimos en una oportunidad, no pateamos a los hijos a los dieciséis años de edad para que se vayan y les reiteramos que se larguen. Los latinos, queremos que nuestros hijos se queden siempre con nosotros. ¡No importa que crezcan y se casen y se vengan con los hijos, nuestros nietos a nuestras casas! ¡Así somos!
Actuar como latinos
La gente que tiene la enfermedad del absolutismo, de sentirse hijos de Dios y privilegiados como raza superior no lo pueden entender y los dueños del poder, los mismos que mantienen sojuzgados a la mayoría ciudadana estadounidense no entienden que seamos diferentes. Quizá eso lo puedan entender, a lo mejor los noruegos y lo suecos, pero independientemente de todo, los latinoamericanos, siempre hemos tenido la idea de un mundo mejor, de un mundo con amor, con problemas y todo, como suele ocurrir, pero un mundo donde el amor es lo importante, porque el amor es lo que hace a las familias, a la sociedad y el mundo.
Es tiempo ya de actuar como latinos que somos y eso significa amar a nuestras naciones, respetarnos, encontrarnos y convertirnos e una sola gran nación unida.
El fallecido historiador, poeta, bolivariano comprometido, Juvenal Herrera Torres, en su libro “Bolívar Quijote de América”, una antología de ensayos que recién publicó la editorial revolucionaria El perro y la rana, registra la opinión del uruguayo José Enrique Rodó, reconocidísimo intelectual de esta parte del continente, cuando escribió:
“Con más o menos dilación, en una u otra forma, un lazo político unirá un día a los pueblos de la América nuestra, y ese día será el pensamiento del Libertador el que habrá resurgido y triunfado, y será su nombre el que merecerá, antes que otro alguno, cifrar la gloria de tan alta ocasión.
Este es el momento, pues, de aplaudir y apoyar la creación y funcionamiento de todos los organismos estructural y funcionalmente que nuestras naciones requieren para desarrollarse:
- Busquemos el dinero entre nosotros, financiemos nuestros propios proyectos, compremos lo que nosotros mismos producimos, explotemos nuestros recursos en función de las personas, de las mujeres, de los hijos, de los ancianos de todas nuestras naciones hermanas. ¡Seamos mejores y con conciencia! Es el gran momento de unidad para todas las naciones latinoamericanas y del caribe, porque podemos ser y vivir mejores.