Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



miércoles, 31 de diciembre de 2008

Educación, la gran herramienta para latinoamérica


La profesora Mercedes M. Álvarez T. en su libro Simón Rodríguez tal cual fue Vigencia Perenne de su Magisterio (*), refiere que “Es asombroso que desde el primer momento (Simón Rodríguez) comprenda que nuestro principal problema hispanoamericano es de orden educacional” El tema lo planteó la investigadora en el capítulo XXIX ¿Qué es la política para Don Simón?, cuando escribe que “Calcado en sus ideas de educación republicana, está su concepto de política”. Y más adelante, al decir que no fue político ni militar añade:
“Lo absorbe sólo la educación, se orienta siempre en este único sentido. Eminentemente técnico en la materia, el la concibe, la practica en su más alto y recio concepto. No halla fraternidad entre las armas, el poder y el magisterio. No tenía apego a las variadísimas emociones de la política. Asumió sus tareas de maestro no con espíritu de partido o de secta, sino con ánimo puramente pedagógico. También mostraba públicamente en los escritos sus condiciones naturales de educador. Ni siquiera toleró que los intereses de la pasión partidista tuvieran influjo en la educación. Bolívar y Sucre comprobaron que (Rodríguez) no era el maestro de un gobierno sino de todos los jóvenes”.
Es interesante la referencia de la profesora Mercedes M. Álvarez T. a ese exclusivo carácter del Maestro Rodríguez, porque la historia registra, a título de ejemplo, que Samuel Robinson, como se hacía llamar, en 1824 andaba por Bogotá con la intención de montar u organizar una “Casa de industria pública”, en la cual enseñar a los jóvenes un oficio mecánico, además de los conocimientos elementales como escribir, contar, nociones de gramática. Por cierto, debido a su dedicación y esfuerzo, le conceden un inmueble denominado Hospicio, el cual repara y luego da clases a varios jóvenes.
Se nos ocurre que esta idea de Simón Rodríguez, quizá habría inspirado al también Maestro y hombre de letras Luis Beltrán Prieto Figueroa creador del Instituto Nacional de Cooperación Educativa, actual Instituto Nacional de Capacitación Socialista, pues entre los fines de esta organización, está la de impulsar la formación y capacitación de la población que proviene de los sectores de escasos recursos, a través de programas de formación profesional acelerada dirigidos a personas desempleadas y subempleadas, canalizar sus deseos de emprender y la posibilidad del auto-empleo, incorporando a estas personas al proceso productivo, que es lo que en efecto era uno de los principales planteamientos de Simón Rodríguez.
Pero para ser más exactos, leamos lo que escribió la profesora Mercedes Álvarez, en su libro editado por segunda vez por la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez, al referirse al Plan de Educación Popular decretado por Bolívar para Bolivia y diseñado por el Maestro:
“En la organización escolar, la escuela goza de autonomía, sin influencia oficial. Los métodos pedagógicos se ensayan antes de que sean adaptados en las escuelas públicas Atiende al desarrollo armónico de la vida humana en todas sus manifestaciones: físicas, morales, intelectuales, sociales, espirituales, materiales. Trata de retener al alumno al mayor tiempo posible, pretendiendo hasta que tomara alguna comida en la escuela y durmiera en ella si quería. Busca estrecho contacto entre padres, maestros, alumnos y la comunidad. La enseñanza estaba impartida sin distinción de clases sociales, de sexos, de creencias religiosas, de situación económica. Se enseñaba todo a todos, para poder llegar a penetrar en el pueblo, pues él creía apostólicamente en la igualdad entre los seres humanos. Practica la coeducación de sexos porque pone al alcance la realidad misma, porque en la familia y en la vida se encuentran los varones y las niñas sin perturbaciones graves. Presta además importancia a la mujer y su educación, por la responsabilidad que le incumbe a ella. Propugna los trabajos manuales, considéralos obligatorios, a la vez dándole finalidad educativa y de pre-aprendizaje vocacional. Las actividades en ese sentido abarcan albañilería, carpintería, herrería, trabajos en minas, horticultura, arboricultura, agricultura. El alumno debía estar en contacto con la naturaleza para amarla, comprenderla, respetarla, modificarla, proyectarla en sentido estético, en bien común y particular del individuo”.
Está totalmente claro lo que representaba para el Maestro Simón Rodríguez o Samuel Robinson, la educación en las sociedades americanas y de hecho, ese era el pensamiento que llevaba a donde le condujeran sus viajes. Pero si esto tenía una gran significación para aquel entonces, hoy, en esta actualidad tan dura a veces, nos recuerda a los latinoamericanos, que sin educación estamos a un paso de las sombras. Es por eso que todos los caminos deben conducirnos hacia la educación integral de nuestros hermanos latinoamericanos. Por eso el esfuerzo que se hace en Venezuela, el que han hecho los cubanos y que también se adelanta en Bolivia, Nicaragua y Paraguay y que debe generalizarse en las demás naciones porque es la única manera de enfrentar las crisis, adquirir dominio tecnológico y conducirnos hacia una sociedad mas culta.

(*) Simón Rodríguez tal cual fue, Vigencia Perenne de su pensamiento
ALVAREZ T. Mercedes M.
Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez
Ediciones del Consejo Rector. 1977

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