Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



domingo, 4 de enero de 2009

El periodismo debe ser necesario

Al revisar un análisis crítico que hizo el periodista Carlos G. Reigosa, director de Publicaciones, Análisis y Estilo de la Agencia EFE, escrito a comienzos de enero de 2005, donde el autor decía que el periodismo ya no es lo que era, nos encontramos con un trabajo periodístico que tiene interesantes detalles que los latinoamericanos estudiantes de periodismo deberían tomar en consideración, a los efectos de ser realmente periodistas.
Reigosa argumenta, al acudir al fallecido profesor estadounidense Herbert I. Schiller (amigo del filósofo Herbert Marcuse, padre espiritual del mayo francés del 68), quien habría indicado que la comunicación no se utiliza para comunicar sino incomunicar.
La cuestión no llega hasta allí, pues de acuerdo a Reigosa, Schiller habría ido más lejos al subrayar que, “…en las actuales condiciones sociales y económicas, la comunicación no permite el análisis ni la crítica, por lo tanto no es posible saber qué está pasando verdaderamente en el mundo en general ni a nuestro alrededor en particular. ¿Y por qué es así? Simplemente porque, según sus conclusiones, vivimos en un estado de amnesia cultural controlada por lavadores de cerebro”.
Más adelante, el periodista de la agencia EFE refiere que ha ocurrido un paso en la trayectoria del periodismo de este tiempo, ya que ese periodismo tradicional, de oficio, que él llama, pasó de los años sesenta al ochenta, a quedar en manos de profesionales universitarios. “Pero significa, sobre todo, el surgimiento de grandes grupos de comunicación, con una realidad informativa sometida a la mayor contaminación de intereses de la historia del periodismo. Es algo sobre lo que conviene reflexionar con algún detenimiento”.
Ciertamente que se dicen muchas cosas interesantes en materia de periodismo, pero no hay dudas que discrepamos del colega en unas cuantas cosas. En primer lugar y como en cualquier profesión, la mayoría de las conocidas hoy como profesiones universitarias, en el pasado fueron simples oficios. Y el ejercicio periodístico, se resiste frente a la avalancha de comunicadores y comunicaciones de diversa índole, porque aunque se desarrolla con mayor dominio académico el mensaje, las fuentes, la información y la interpretación, con su carga gramatical y también poética, el periodismo sigue siendo un oficio de primera.
Otro asunto por demás llamativo y ampliamente conocido, es lo que hacen los grandes grupos económicos, con intereses muy particulares cada uno, del ampliamente laureado oficio periodístico. Nadie es ciego respecto a esta realidad pues claramente se conocen las intenciones y hechos de grupos económicos fuertes en la materia al punto que por allí tenemos al italo Berlusconi, quien mueve sus intereses económicos detrás y para obtener metas políticas.
No tenemos razones para creer que la gente es tonta, pero si sabemos que los Estados como tales han fallado en alertar a la ciudadanía sobre la calidad e intereses de los grandes medios de comunicación de masas. Sin duda alguna, muchos de ellos cómplices de quienes han estado al frente de los diferentes gobiernos en Latinoamérica. Podemos citar, valga el caso, de los grupos que en Argentina controlan los medios, como son los casos de los grupos Clarín, La Nación, Amich, Torneos y Competencias, Admira (que de paso es de la Telefónica de España), América Multimedios, Grupo Uno, Hadad, Editorial Perfil y el Grupo Recoletos, que tiene sede en España. La información está en todas partes y no hay nada que no podamos saber. No metemos acá los grupos de Chile, Brasil, Colombia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela y pare de contar, porque nos quedaríamos cortos, pues apenas hablamos de este continente sureño y ni siquiera hemos metido a Centroamérica, el Caribe y México.
La experiencia les dice a los latinoamericanos o le debe decir, que los poderosos dueños de los medios de comunicación, mientras los Estados no logren definir nuevos y verdaderos caminos en el desarrollo de las sociedades, estarán definiendo la vida de las naciones y, todos también sabemos, por las experiencias que se tienen en materia de transculturización e implantación de valores frágiles para la vida, que hasta ahora en nada se han beneficiado los ciudadanos.
Por eso, los latinoamericanos deben pensar en un periodismo que les eduque, que los haga ricos culturalmente, que muestre las tradiciones, el sentimiento, el ambiente, que haga debates sobre la moral, que enriquezca su papel orientando a las personas y no ese periodismo indigno que muchos –por supuesto no todos- vienen haciendo.
No es que tontamente pensemos que requerimos un periodismo fastidioso, donde las páginas de los diarios estén mal diseñadas y escritas, llenas de sandeces, sin ilustraciones de calidad. No se trata de eso, lo que se busca es un periodismo de calidad en su presentación y en su contenido, que enseñe, que orienta, que divierta sin ser un circo, pero especialmente que respete. Ese es el periodismo que es necesario a las personas, un periodismo decente, que no mienta.
Los dueños de la Información y las otras razones

En el blog ¿Medios de comunicación o medios de manipulación? Porque estamos en los medios ¿Vamos a tener miedo?, del 18 de abril de 2007, en una interesante información destacan que:

“La baja rentabilidad económica de la mayoría de las empresas periodísticas revela la existencia de razones de otro orden en la concentración de la propiedad de los medios.
De nueve diarios de alcance nacional existentes en Chile, ocho están relacionados a través de su propiedad a la derecha política y económica. De siete frecuencias televisivas con base en la Región Metropolitana, dos de ellas, ambas con transmisiones hacia todo el país, concentran más de la mitad del total de la inversión publicitaria y de la audiencia televisiva.Detrás de los actores dominantes de cada uno de los mercados de la comunicación se parapetan dominadores de otro signo, pero de una misma especie. En la lógica de la concentración, los grandes consorcios periodísticos poseen un común denominador que ha pasado a ser condición de subsistencia: fortaleza económica para asumir un negocio con una dudosa rentabilidad económica y un riesgo financiero alto. De hecho, se sostiene, y no sin razón, que la verdadera motivación de algunos por controlar determinados medios de comunicación reside en otro tipo de rentabilidad, asociada a beneficios políticos e ideológicos de largo plazo, sin retornos inmediatos".

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