Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



miércoles, 21 de enero de 2009

Una educación pensando en Latinaomérica


Es interesante leer el trabajo del profesor Manuel Mariña Müller, actual Rector de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez, UNESR, cuando se refiere a algunas razones por las cuales es necesario crear un nuevo sistema de difusión del conocimiento en Venezuela, que nosotros consideramos debe ser para todos los latinoamericanos.
La primera de las razones que esboza el profesor Mariña Müller, es la que sigue textualmente:
“Después de la segunda revolución industrial (1890-1910) la respuesta del sistema educativo, especialmente en el llamado mundo occidental, se desarrollo en el ámbito de los requerimientos de un mercado definido por la especialización del trabajo, la producción en serie, La división entre el trabajo intelectual y el manual y a partir de 1973 en respuesta a la globalización neoliberal. Los nuevos valores de la producción se configuraron, como ya lo hemos expresado, sobre la base de la maximización del beneficio”.
Y más adelante expresa en una publicación de la Universidad que preside como Rector, que “Se configuró un sistema castrante de las aspiraciones humanas. La profesionalización se estableció de acuerdo a las necesidades del mercado. Los deseos y aspiraciones de los estudiantes fueron opacados o limitados por la necesidad de circunscribirse a la selección de carreras requeridas por el mercado capitalista”.
Hay un fenómeno de esta circunstancia educativa que concatena, plenamente por lo dicho por el Rector de la UNESR y es el experimentado en Venezuela, con la computación y la informática. Recordamos en ocasiones los intereses de jóvenes estudiantes de bachilleratos, quienes al preguntarles qué pensaban estudiar en el futuro, el mayor número de respuestas que escuchábamos se refería a computación.
Pero ese no era el exclusivo problema de una realidad lacerante que ha estado entre los estudiantes poco informados u orientados por sus profesores, sino que independientemente de que ellos desearan estudiar computación o informática, los jóvenes bachilleres se encontraban con una dificultad que habían ignorado y obviado por la falta de información de sus profesores guías u orientadores: para estudiar esas disciplinas debían tener buenos promedios y unas excelentes notas en Matemática.
Y esto, además, también ha revelado las fallas del área de orientación en los planteles educativos, instancia que en el pasado se limitaba a intentar escuchar a los jóvenes, ante la gran cantidad de problemas que existían en los hogares, cuando no estaban fracturados y en donde los más afectados siempre fueron los hijos. Una realidad terrible que se vivió en Venezuela durante un tiempo largo. Sería deshonesto de hablar de otras realidades, pero al menos eso era lo que ocurría en las clases menos favorecidas por los ingresos en este país.
Refiere Mariñas Müller en la publicación de la universidad, que “El saber bajo la educación superior venezolana se inició dentro de un sistema configurado sólo para élites civiles, militares y eclesiásticas. Desde su inicio en 1775, en la Real y Pontificia Universidad de Santiago de León de Caracs, solo quienes por su posición social, creencias religiosas y condición racial que obedeciera al conglomerado social de los blancos peninsulares dominantes tenían derecho de ingreso a su sistema educativo. En la UCV de la época no había cupo para negros, mulatos, indios, discapacitados, judíos o incluso mujeres. Con el tiempo y la Guerra Federal de Ezequiel Zamora, y el advenimiento de las luchas sociales, el país cambió y hoy esas limitaciones han desaparecido, pero una nueva exigencia se hizo presente: La prueba de aptitud académica”.
La prueba de la cual escribe el académico, quien por cierto es un PhD en Cibernética, en la Universidad de Brunel, Londres, Inglaterra, hoy día, es la que determina, si el estudiante es apto –al menos en ese momento en que hizo la prueba- si puede estudiar una determinada carrera en una universidad. Es un tema controversial, pues la misma Universidad Central de Venezuela, UCV, también ha mostrado como estudiantes que han entrado por un curso propedéutico (que puede durar un semestre) a esa universidad, no sólo se han ganado su cupo, sino que han mostrado ser mejores estudiantes que aquellos que salieron mejor en una prueba de un día.
Pero todo esto revela que los latinoamericanos, todos, debemos revisar nuestros sistemas educativos y nuestras posibilidades de acceder a la educación, que necesariamente no debe ser exclusivamente universitaria sino técnica y una educación para la creación en un mundo equilibrado y de respeto a nuestro ambiente. No necesitamos una educación que empuje a los jóvenes hacia la depredación del ambiente.

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