Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



jueves, 1 de diciembre de 2011

Bolívar, el hombre de las dificultades





Nunca ha sido fácil escribir sobre Simón Bolívar y por eso, le concedo desde este blog mucha importancia a esos hombres que se dedicaron y se han dedicado a investigar la vida de este genio latinoamericano. Y además, la vida del Libertador fue y sigue siendo tan ejemplar que ha insuflado, aún después de hacer la guerra y morir decepcionado, el espíritu de los latinoamericanos de revolución.
Pero, ¿Lo sabemos todo sobre El Libertador?
Indalecio Liévano Aguirre, cuyo libro Bolívar, ha sido considerado una obra biográfica y apasionada sobre este importante y verdadero héroe Latinoamericano, nos presenta  en el Capítulo XV, La tierra prometida,  la descripción que hace un oficial británico, integrante del primer regimiento de lanceros venezolanos sobre este guerrero y que considero necesario dejar acá, con la idea de que tengamos una aproximación más sincera hacia este grande hombre:
(,,,) Cuando yo conocí a Bolívar tenía treinta y cinco años; no era alto, pero bien proporcionado  y bastante flaco. Llevaba un casco, una chaqueta de paño azul con vueltas rojas y tres series de botones dorados, pantalones azules y, a guisa de zapatos, sandalias de cuero (…) Los oficiales que lo rodeaban eran casi todos de color, excepto los generales Páez y Urdaneta. Pocos de ellos tenían chaqueta. Su vestido consistía en una camisa hecha de pañuelos de diferentes colores, muy ancha y con grandes mangas; pantalones blancos rotos, que les llegaban a las rodillas, y un sombrero de hojas de palmera con penacho de plumas. Casi todos estaban descalzos, pero ceñían grandes  espuelas de plata con rodajas de cinco pulgadas, a lo menos, de diámetro.
Pero hay otro momento en que Indalecio Liévano Aguirre, en su libro, nos ofrece la descripción que, de Simón Bolívar da el oficial Gustavo Hippisley, uno de los jefes de las tropas inglesas y e irlandesas que vinieron a luchar a favor de nuestra independencia:
El general Bolívar tiene una apariencia poco interesante, y, no contando sino 38 años, aparenta 50. Su estatura es de cinco pies, seis pulgadas, seco, demacrado, inquieto, febril. Parece haber soportado  grandes fatigas. Sus ojos oscuros, a juzgar por lo que refieren sus amigos, eran brillantes, pero ahora son opacos y pesados. Pelo negro, atado atrás por una cinta; bigotes largos, pañuelo negro alrededor del cuello, gran casaca azul y pantalones del mismo color, botas y espuelas. Ante mis ojos pudo haber pasado por todo, menos por lo que era en realidad. En la hamaca, donde se recostaba hundido, mientras conversaba, no permanecía dos minutos en la misma posición.
Las desobediencias de Páez
Le añadimos aquí lo escrito por Liévano Aguirre, quien sobre los malestares del guerrero apuntó:
“Poco contribuyeron las noticias recibidas en estos tristes días para ayudar a su convalecencia; por ellas supo  que Cedeño había sido batido en Calabozo por Morales, y La Torre había obligado a Páez internarse definitivamente en el Apure. Los Llanos de occidente y del centro estaban perdidos o, cuando menos gravemente amenazados, y la causa republicana, cuyo renacimiento en 1817 había puesto en marcha las excepcionales energías que llevaron sus ejércitos hasta las puertas mismas de Caracas, entraba en peligroso eclipse, pues los territorios aún dominados por los patriotas se encogían  como una piel de zapa; solamente parecía segura la Guayana , punto inicial de partida”.
Señaló el autor que las “apariencias señalaban  a Bolívar  como el culpable del fracaso de la campaña sobre Caracas; pero él sabía muy bien que la causa de la derrota residía en las desobediencias del general Páez, que, preocupado por mantener su feudo del Apure, había privado al ejército republicano, en los momentos decisivos, del necesario apoyo de la caballería llanera. Lo que más ha contribuido –escribía a Brión- a prolongar esta campaña ha sido la temeraria resistencia de San Fernando, y el empeño del general Páez de tomar esta plaza, que siempre se habría rendido con el simple bloqueo que se le había puesto desde mi llegada aquí”. 
Pero hay más sobre  Simón Bolívar, que el escritor colombiano nos entregó en su libro:
“El día 29 de mayo, todavía muy débil, Bolívar subió a una pequeña embarcación de su escuadrilla, que debía conducirle por el Orinoco hasta Angostura, donde estaba próximo a instalarse el Congreso, convocado por él en los momentos de euforia que precedieron a la catástrofe. Pocas horas después se desplegaron las velas y los escombros de San Fernando, capital soñada por Páez para su imperio llanero, se alejaban de su vista, como se alejaban dolorosos recuerdos de esta agitada etapa de su existencia ante las nuevas preocupaciones que, muy a su pesar, le llenaban de inquietud. ¿Cómo recibiría  los leales  las malas nuevas y qué harían los descontentos y los rebeldes  al conocer los últimos contratiempos? Tales eran las preguntas que se formulaba el Libertador, mientras la embarcación se deslizaba  velozmente sobre las ondas del Orinoco, y el general Morillo, convaleciente como él, recibía de su rey, en premio de la victoria, el título de marqués de La Puerta ”.

BOLÍVAR
Liévano Aguirre, Indalecio
Colección Clásicos Americanos/serie Biografías
Tomado de las ediciones de las editoriales Ciencias Sociales y José Martí
La Habana, 2005
Fundación Editorial El perro y la rana, 2011
Alba Cultural


sábado, 19 de noviembre de 2011

Guerras de independencia solo generaron cambios en la esfera política



Siempre hurgando en los papeles que reseñan diversos temas de la historia, bien sea venezolana o de otra de nuestra Latinoamérica, nos encontramos con un artículo en el número 23 de Tierra Firme, revista de historia y ciencias sociales (Año 6. Vol. VI, correspondiente a julio-septiembre de 1988), escrito por Mario Molins Pera, de la Escuela de Educación de la Universidad Central de Venezuela, quien refiere que “Las guerras de Independencia hispanoamericanas tuvieron un carácter revolucionario. Pero el resultado  de las contiendas no redundó en una alteración absoluta y total de las estructuras establecidas en las colonias, que es la perspectiva del movimiento revolucionario total, sino que únicamente ocurrieron cambios sociales parciales reducidos a la esfera política y, a veces, en algunos aspectos de las relaciones sociales”.
Destaca Molins Pera, que, si bien los distintos movimientos independentistas de nuestra América fueron llevados a cabo “bajo las consignas de las revoluciones estadounidenses y francesa; sin embargo, lograda la independencia y establecidos los gobiernos republicanos, salvo raras excepciones, se mantuvieron el modo de producción y las formas de propiedad privada vigentes durante la Colonia ”.
El punto es interesante, ahora en estos precisos momentos cuando los venezolanos están participando activamente de una efervescencia política-revolucionaria, en donde hay todo una novedad en planteamientos políticos, institucionales, constitucionales, sociales, educativos, de salud, en materia de religión, del vivir de la gente, de sus derechos, etc.
Y la temática es fuerte y de gran vigencia, porque en el actual proceso político venezolano se habla y se reitera de modo permanente, que la revolución bolivariana, basada en el árbol de las tres raíces (Simón Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora) lo que está haciendo en esta nación, es lograr concluir la verdadera independencia que inició el Libertador de América hace doscientos años.
Por más que sean desarrollados diversos juicios en contra de la revolución bolivariana de Venezuela, no es menos cierto que la efervescencia con acento revolucionario, de cambios necesarios en función de las latinoamericanas y latinoamericanos echó andar en este continente sureño.  
Escribió Molins Pera que “Después de derrocada la Segunda República Venezolana, el Libertador comprendió que la Guerra de Independencia debía convertirse  en revolución social y hacia este propósito dirigió su pensamiento y su acción. Pero a pesar de sus esfuerzos para dar este contenido a la lucha, los intereses de los terratenientes, de los grandes comerciantes y usureros prevalecieron e impidieron llevar a cabo las transformaciones requeridas para lograr la alteración absoluta de las estructuras establecidas, limitándose a lograr una revolución política y algunos cambios en el ámbito de las relaciones sociales. El empeño del libertador de abolir la esclavitud, de dotar de tierras a los combatientes por la independencia, de lograr la liberación social  de la población indígena, en definitiva, de lograr la igualdad social, se vieron frustrados por los intereses de clase de los criollos, por las ambiciones de grupos e individualidades que impidieron lograr los cambios sociales esperados, y por la carencia de movimientos populares organizados”.
Este trabajo de Mario Molins Pera, publicado hace 23 años atrás en la revista de historia y ciencias sociales Tierra Firme, trata una temática histórica-política, que pareciera haber sido escrita en estos días de 2011. Porque eso es lo que está presente actualmente en la tierra de Bolívar, es decir, lograr que ese sueños del Libertador de América se cumpla.
 
 
El pensamiento y la acción internacionalista
de Simón Bolívar
Molins Pera Mario
Tierra Firme, revista de historia y ciencias sociales
Año 6. Vol. VI. 1988

sábado, 12 de noviembre de 2011

Bolívar y el socialismo





En su libro “El antiimperialismo e internacionalismo de Bolívar”, editado por el desaparecido Consejo Nacional de la Cultura, Conac, el articulista y ensayista Freddy Yépez nos dice que “Ninguna lucha de nuestro tiempo contra el imperialismo puede dejar de nutrirse del pensamiento de los próceres del pasado que hicieron historia en su tiempo para legarnos identidad y posibilidades de desarrollo social, como tampoco ningún ideal por la emancipación del mundo puede sustentarse buscándole un sucedáneo a la doctrina marxista”.
Tal planteamiento nos lo deja saber al tratar en la publicación, el interesante tema “Bolívar y el socialismo” y donde nos dice que “Bolívar fue un hombre de su tiempo, que supo jugar el papel de la personalidad en la historia de su época en una buena parte de la América Latina. Para reencarnarlo o resucitarlo en otro tiempo, superior al suyo,  es necesario tener el cuidado de entender correctamente las limitaciones de su era, las realidades que le rodearon, y las oportunidades que le fueron provechosas o contrarias a sus voluntades y luchas”.
Tal criterio lo compartimos y lo auspiciamos pues, somos de la idea de que siempre el hombre necesita saber de donde viene para planificar esos pasos que le permitan construir su destino o un destino mejor para su vida. ¿Si no miramos hacia nuestra historia pasada, pasaremos por el mundo como un guisante trangénico encerrado en una bolsa, esperando ser digerido para desaparecer?
Ejemplo vibrador por la emancipación
Y de hecho, Yépez abunda en razón al indicar que “Querer encontrar en el pensamiento de Espartaco, por ejemplo, una categoría acabada y científica que nos defina las características del imperio de su tiempo,  sería como buscar en las ideas de Cristo algún planteamiento proponiendo la propiedad social sobre los medios de producción en su lucha contra el imperio romano. Eso no es posible por más que uno se empeñe en llevar la piedra a la cima a sabiendas que la capacidad física no permite excederse de un determinado peso sin ayuda  de otros factores  de fuerza, donde la tecnología es un elemento esencial. Lo acertado es juzgar la obra y el pensamiento de un importante personaje histórico, como Bolívar por ejemplo, porque de allí se desprenden la necesidad y el deber de tomar, como legado, sus aportes a las luchas e ideas futuras en la búsqueda de redención social”.
Y dice más el ensayista:
“Decir “Al César lo que es del César”, significa dar los méritos a quien se lo merece cuando se trata de individualidad. Lisonjear  a Bolívar no es enaltecerlo sino desmeritarlo; idealizarlo es crucificarlo y no sentirlo como ejemplo vibrador en las luchas por la emancipación de la humanidad”.
Yépez se refiere a un asunto que venezolanos y demás hermanos latinoamericanos sabemos, es decir, que las clases pudientes y oligarcas han venido haciendo uso de escritores e historiadores para escribir una historia que les favorezca. En ese sentido, El Libertador Simón Bolívar y otros héroes y realidades políticas latinoamericanas  han sido objeto de tales escribidores de nuestra historia y, por ende, falsificadas u adornadas de acuerdo a quienes vinieron pagando.
 Al respecto, Freddy Yépez escribe que “Don Mario Briceño Irragorry es, en mi humilde manera de interpretar a Bolívar, quien mejor ha escrito sobre el alfarero de naciones. Bien vale la pena leerlo y estudiarlo.

YÉPEZ Freddy
El antiimperialismo e internacionalismo de Bolívar
Ministerio del Poder Popular para la Cultura
Consejo Nacional de la Cultura
1ra. Edición 2007
Caracas-Venezuela  

martes, 11 de octubre de 2011

Patriotas marinos venezolanos por mares de Cuba


Interesante leer Bolívar y la Independencia de Cuba, un ensayo escrito por el lamentablemente fallecido investigador cubano e historiador Francisco Pérez Guzmán. Llama la atención su trabajo porque pone en contacto a los amantes de la historia de América Latina con aquellas circunstancias que caracterizaron la identificación y emoción con las ideas independentistas que el venezolano Simón Bolívar motorizaba para ese tiempo de 1800.
Pérez Guzmán, Premio Nacional de Ciencias Sociales, nos entrega nombres y hechos en los que participaron aquellos latinoamericanos y hasta europeos que se sintieron identificados con las ideas libertarias de la América hispana. Saber, por ejemplo, que el mallorquín Juan Bautista Picornell, el mismo que junto a José María España y Manuel Gual había elaborado un programa revolucionario “que planteaba restituir al pueblo americano su libertad  y orientaba la insurrección como medio para obtenerla”, fue desterrado de Venezuela una vez que la conspiración fue descubierta, y llegó a Cuba, donde trabajó como maestro y boticario.     
Pero hay otros como los venezolanos Juan Jorge Peoli y su esposa Socorro Mancebo, partidarios de las ideas bolivarianas y de las cuales se encargaron de propagar. Escribió el autor de “La guerra en La Habana ” que la pareja sostuvo “correspondencia con el Libertador y sufragaron con su dinero las compras de armamentos para la insurrección que se preparaba en 1823. Socorro Mancebo estaba unida por lazos familiares a la cubana Inés Mancebo, radicada en Venezuela. La antillana había alimentado con su leche materna  a Bolívar durante su infancia. Este hecho sacado a luz por la investigadora  Mary Ruiz de Zárate, evidenció, entre otras cosas, el grado de identificación de los Mancebo con el Libertador”.
Otro independentista que apreció las cualidades de Bolívar
Anotó Pérez Guzmán, también conocido como Panchito, en su libro “Bolívar y la Independencia de Cuba” que otro de las personas de conocida trayectoria independentista fue el médico colombiano José Fernández Madrid y Fernández de Castro, nacido en Cartagena de Indias, Colombia, con una ascendencia familiar de una gran rancia aristocracia española.
Mientras estuvo en Colombia, participó activamente en lo que algunos denominaron la marea independentista, una fuerza antiespañola y patriota que se desarrollaba con mucho brío. Madrid conoció a Simón Bolívar en 1814 y apreció sus “cualidades de dirigente del proceso independentista. Después de ocupar la presidencia de las Provincias Unidas, pasó al exilio, donde escribió memorias científicas  y ejerció la medicina. En La Habana alcanzó gran prestigio intelectual y su reputación era más que suficiente para ser aceptado como miembro estimado de la Sociedad Patriótica , transformada después  en Sociedad Económica de Amigos del País”.
Narra el escritor que el médico y poeta colombiano no se conformó con ejercer la medicina, escribir poesías y visitar a los amigos mientras estaba en La Habana , sino que “Pensó que luchar en Cuba contra el poder español contribuiría a extirpar  del continente su nefasto sistema opresor. Basado en la unidad continental, propagó las ideas bolivarianas, y de las palabras pasó a las acciones emancipadoras cuando, en unión de otros hispanoamericanos y naturales de la Isla , comenzó a conspirar”.
La lista de amantes de la independencia no era pequeña.
A los nombres antes citados habría que agregar  los de Félix M. Tanco y Barrientos, ambos de raíces colombianas, como escribió el cubano Pérez Guzmán, “Ambos fueron gestores del movimiento insurreccional de inspiración bolivariana que estremeció a la Isla en 1823” .
Sumemos también los nombres del ecuatoriano Vicente Rocafuerte y el argentino José Antonio Miralla, ambos, junto Fernández Madrid desarrollaron una gran actividad política al escribir en impresos como El Argos y El Americano Libre y no contentos con eso, de la lucha ideológica pasaron a desarrollar acciones prácticas concretas.
Cuenta el cubano Pérez Guzmán que el ecuatoriano Vicente Rocafuerte, al parecer de Guayaquil, que había conocido a Bolívar, recordó:
“Había entonces en La Habana una sociedad muy secreta, que estaba en correspondencia activa con otra de Caracas y que presidía  el mismo Dr. Fernández Madrid, muy conocido entre nosotros por sus virtudes, su distinguido talento y sincero patriotismo; él me hizo el favor de iniciarme en los misterios de esa patriótica  asociación y, desde entonces, quedamos estrechamente unidos por los vínculos de la más franca y tierna amistad…”
Cuenta el fallecido periodista e integrante de las FAR que “La labor  realizada en La Habana por los revolucionarios del continente fue muy meritoria. Desde el prisma histórico, trajeron a Cuba la solidaridad hispanoamericana y contribuyeron a formar la conciencia de la nacionalidad en un sector de la población. Difundieron la verdadera imagen y el pensamiento de Simón Bolívar cuando el gobierno colonial de Cuba se esforzaba por detractarlo. Y sobre la levadura bolivariana construyeron los cimientos de la gigantesca conspiración que, conocida después como  Soles y Rayos de Bolívar, pasó a ser la organización política más temida por el poder  colonial  durante el primer cuarto del siglo XIX cubano”.
Los corsarios patriotas
Nos explica el historiador, por otro lado, que la motivación y estímulo por las ideas bolivarianas llegó a Cuba también de la mano de los llamados corsarios patriotas, quienes apuntalados en los conceptos de guerra a muerte y de guerrear y ser contundentes con el enemigo donde quiera que estuviese, los guerreros del mar venezolanos y neogranadinos, invadieron las aguas de la Isla Antillana.
Al respecto, escribe Pérez Guzmán que “Sus acciones iban más allá de atrapar embarcaciones españolas; una muestra significativa fue el ataque de los venezolanos al puerto de Manzanillo, el 8 de octubre de 1819, en el cual demostraron una osadía sin límites.
También el escritor nos amplía la información al señalarnos que la relación de las incursiones de los corsarios patriotas de Venezuela a lo largo y ancho de Cuba fue bastante extensa. Es posible que pocos venezolanos y demás latinoamericanos sepan  que nuestros marinos insurgentes “Sin temor a la Marina española y con inteligencia, cumplían sus objetivos de propagar las ideas independentistas de Cuba. A manera de ilustración exponemos el informe del teniente gobernador de Baracoa al Capitán General Dionisio Vives, donde le expresa que corsarios colombianos habían apresado las balandras españolas Esperanza y Manuela en el Surgidero de La Caleta , a 12 leguas de esa ciudad. Y más adelante agrega que la tripulación fue despojada del cargamento que transportaba y le permitieron  continuar de viaje con la condición de que distribuyeran los impresos que le entregaron. La propaganda que el citado  teniente gobernador le remitió a la máxima autoridad de la Isla el 9 de diciembre de 1823, estaba redactada en los términos siguientes:
República de Colombia
Habaneros.
Hermanos de la Isla de Cuba:
Colombia ha sabido de vuestros gloriosos esfuerzos, ella pronto los auxiliará con todo su poder; el reinado de los tiranos ha acabado en América, ella está llamada al rango independiente que debe ocupar entre las naciones del universo. El Libertador de Colombia, y sus soldados los saludan amigable y fraternalmente.
Finalmente, nuestro investigador nos dice que el mensaje de solidaridad entregado por los corsarios patriotas de Colombia hacía un reconocimiento  al trabajo revolucionario que adelantaban los “conspiradores descubiertos en 1823 y alentaba la esperanza de la ayuda bolivariana para liberar a Cuba. De esa forma contribuían  a fomentar los ánimos revolucionarios y plasmaban  el poder alcanzado por los patriotas de la Gran Colombia ”.

domingo, 9 de octubre de 2011

Mintieron en contra de Bolívar y otros lo siguen haciendo ahora



No es fácil plasmar una idea cuando no se tienen muy claros los datos que forman parte de ella. Por ejemplo, libertar a Puerto Rico y a Cuba se ofrece entre las muchas ideas, aparentemente sueltas, de uno de los más grandes héroes de la historia mundial como lo fue Simón Bolívar y quienes compartían con él las inquietudes revolucionarias en nuestra América Hispana. Unos creen que fue así, mientras otros no comparen esa opinión.
El cubano Francisco Pérez Guzmán, profesional de la mecánica de motores y de fuselaje de MIG-15, de la cual fue docente y que posteriormente abandonó para dedicarse al periodismo y luego a la historia. En su libro “Bolívar y la Independencia de Cuba, cita la obra del colombiano Germán Cavelier,”La política internacional de Colombia, en la cual dice:
“…el punto difícil de dilucidar  y referente a todo problema, es el de saber  si las amenazas colombianas reinvasión a Cuba fueron tan solo una parte de la ofensiva diplomática contra España o si fue en realidad un plan definido y concreto, una intención decidida que abortó a causa de la oposición de los Estados Unidos y de la Gran Bretaña. Webster se inclina a lo primero, pero los documentos diplomáticos  indican lo segundo”.
A veces cuesta creer que un hombre de la talla del Libertador, que mantuvo una visión, convicción, espíritu, fuerza y una rectitud a toda prueba no haya tenido en mente la libertad de Puerto Rico y Cuba. Es interesante recordar que, en su Carta de Jamaica (Contestación de un americano meridional a un caballero de esta isla) se haya expresado con relación a ambas islas en los siguientes términos:
“Las islas de Puerto Rico y Cuba que entre ambas pueden formar una población de setecientas a ochocientas mil amas, son las que más tranquilamente poseen los españoles, porque están fuera del contacto con los independentistas. Más, ¿No son americanos estos insulares? ¿No son vejados? ¿No desean su bienestar?”. (1)
Hay otra idea de Bolívar expuesta en la misma Carta de Jamaica, que a nuestro modo de ver, pareciera dar fortaleza a la tesis de que no era simplemente parte de una ofensiva diplomática contra España.
Veamos:
“Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria. Aunque aspiro a la perfección del Gobierno de mi Patria, no puedo persuadirme que el Nuevo Mundo sea por el momento regido por una gran República; como es imposible, no me atrevo a desearlo, y menos deseo una monarquía universal de América, porque este proyecto, sin ser útil, es también imposible”. (2)
Hay, en este par de párrafos varios asuntos muy claros, determinantes, diríamos, como el deseo firme del héroe americano de libertad y gloria a los ciudadanos de ambas islas  de saber que sus habitantes eran vejados por la monarquía española y por otro lado, que los sabía merecedores de bienestar. Por eso es increíble que el Libertador no haya mantenido firme su línea independentista frente a dichas islas.
Hay que leer y entender con frialdad las palabras vertidas por el glorioso venezolano en la Carta de Jamaica cuando escribe:
“Los americanos, en el sistema español que está en rigor, y quizá con mayor fuerza que nunca, no ocupan otro lugar  en la sociedad que el de siervos propios para el trabajo”. (3) 
¿A que se refirió Simón Bolívar cuando habló de siervos propios para el trabajo? ¿Acaso no se refería a la esclavitud de los americanos? De hecho, insiste en la Carta en reiterar lo que somos cuando señalaba que si acaso para los españoles no éramos otra cosa que simples consumidores, con muchas restricciones, impedimentos, en fin, que los americanos estábamos en estado negativo. Ahora bien, ¿Simón Bolívar excluía a los habitantes de Puerto Rico y Cuba de su amplísimo diagnóstico sobre los americanos de aquella época?
Los llamados ecos bolivarianos  en Cuba
La investigación de Francisco Pérez Guzmán, por cierto, ganadora del Premio de Investigación Histórica del Concurso  26 de Julio del MINFAR (Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias) en 1983, nos dice que en septiembre de 1810 comenzaron a llegar a Cuba las primeras familias que vivían en enezuela, a consecuencia del proceso emancipador que se iniciaba en la América del Sur. Refiere el autor del importante ensayo, desde la primera página, que si bien al principio eran pocas las familias, a medida que aumentaban los acontecimientos “…centenares de mujeres, niños, ancianos, esclavos y militares acrecentaron un éxodo que parecía no tener fin”.   
“En 1813 –cita- los santiagueros vieron atracar en el muelle de legendario puerto de su ciudad al bergantín Luxan y a la balandra Tres hermanos. De esas embarcaciones descendieron ciento quince personas, veintiséis eran oficiales y soldados. De sus labios conocieron cómo los insurgentes se habían apoderado de Cartagena, lo cual motivó la marcha precipitada de ellas para no caer prisioneras de los patriotas. Esas mismas escenas se repetirían  durante los casi once años que abarcaría el proceso emancipador de Venezuela, Nueva Granada, Ecuador y Perú”.
Nos adiciona Pérez Guzmán  que entre 1821 y 1823 llegaron a Santiago las tropas derrotadas en Coro por los patriotas “divisiones completas, como la del general Francisco Tomás Morales, que capitularon en Maracaibo, y el Regimiento de León, rendido en Cartagena de Indias”.
Mentían como ahora otros lo hacen ahora
Explica el fallecido historiador que por todos esos años también llegó a Cuba la imagen distorsionada de Simón Bolívar, la cual era un producto de las voces de la soldadesca y oficialidad derrotada. Nada nuevo porque la mentira continúa siendo usada como herramienta de destrucción. La Derecha oligárquica y elitesca, siempre ha reacionado contra toda idea de libertad e igualdad. Pero veamos como relata Pérez Guzmán aquellos malestares contra nuestro Libertador:
“Secundados por familias aristocráticas, relataban (los derrotados) a su manera  las incidencias de la cruenta guerra. Bolívar devenía un fanático y visceral enemigo de los españoles. Sin escrúpulos, mentían  cuando aseguraban que, por órdenes del Libertador, familias hispanas habían sido asesinadas, y que su ateísmo lo impulsaba a incendiar y saquear las”.
Pero hay más:
“El Bolívar presentado por los colonialistas, vencidos en la América del Sur, y que ahora desataban  su ira contra los vecinos de la Isla, era portador de la anarquía, la destrucción de las propiedades, de la inmoralidad y constituía el enemigo número uno de la familia. Su concepción antiesclavista, reiteraban una y otra vez, había propiciado que los negros, alentado en su odio salvaje de razas , masacraran a los blancos”.     
Señala el autor en su ensayo, que la versión descrita antes, no siempre consiguió oídos cautivos, como ocurrió en Puerto Príncipe (Camaguey) en 1822,  cuya población salió a las calles a elevar su frenética voz de protesta cuando se enteraron que querían enviar hacia su pueblo el Regimiento de Infantería de León, el cual había sido expulsado de Colombia un año antes. Y hasta un impreso circuló por aquellos días donde dejaban clara su posición. El impreso fue redactado por el peruano Manuel Vidaurre Escalada, para el momento Oidor de la Real Audiencia y en uno de sus párrafos decía:
-Esas tropas componen una parte de las que han derramado muchísima sangre de nuestros hermanos los de América. (…) Los soldados ofendidos por los americanos valientes que los arrojaron de sus países, ¿no querrán tomar la revancha en el inocente y pacífico principeño?
Reconoce este autor revolucionario que fue Francisco Pérez Guzmán, el hecho de que si bien Cuba se convirtió en una especie de refugio para las tropas colonialistas  que salían derrotadas de América del Sur, no fue menos cierto que también la Isla recibió a muchos hispanoamericanos que llegaron como emigrados políticos. Pero lo cierto del caso es que, para el ensayista cubano “A venezolanos, granadinos, ecuatorianos, argentinos y peruanos, entre otros, se debe en gran parte el acercamiento de los independentistas de la mayor isla de las Antillas al pensamiento del Libertador”.   


PEREZ GUZMÁN Francisco
Bolívar y la independencia de Cuba
(Tomado de la primera edición de1988)
Colección Alba Bicentenario
Editorial de Ciencias Sociales, 2010
Instituto Cubano del Libro

(1), (2) y (3)
PEREIRA Gustavo
Simón Bolívar, escritos anticolonialistas.
Fundación Editorial El Perro y la rana. 2007
http://www.elperroylarana.gob.ve    

domingo, 7 de agosto de 2011

Bolívar legó al futuro la verdad de la amenaza estadounidense

 

 



El upatense Freddy Yépez en su ensayo “El antiimperialismo e internacionalismo de Bolívar”, al referirse a la visión que el Libertador tenía sobre Estados Unidos, encabeza el punto indicando que “Si algo legó al futuro el Libertador Bolívar como la verdad verdadera internacional más importante de su tiempo fue avizorar lo que sería Estado Unidos para la América”. 
Y, ciertamente, ha sido y sigue siendo para venezolanos y latinoamericanos una gran verdad, es decir, que esa nación se convertiría en una amenaza para los habitantes de Centroamérica, el Caribe y el continente suramericano, porque no es secreto alguno que los líderes de esa nación se han caracterizado por intentar manejar no solo los destinos de nuestros países sino nuestros recursos, para lo cual se han valido de todas las triquiñuelas posibles.
Anotó Yépez que “El Congreso Anfictiónico de Panamá se inauguró el 22 de junio de 1826, cuando ya los caudillos, con suprema ambición de mando nacional, no mostraban casi ningún interés por la unión internacional de los estados latinoamericanos y, mucho menos, por la integración de los pueblos de la América Meridional. A las clases y sectores populares carentes de medios de producción o de bienes para una subsistencia digna poco les importaba la unión o desunión, siempre y cuando hubiera política que contribuyera a la solución de sus más urgentes necesidades materiales. Esta era la verdad en ese tiempo, porque de haberles interesado la idea del Libertador, nadie debería dudar de las revueltas que se hubiesen producido en apoyo al gran conductor de naciones y pueblos, Simón Bolívar”.  
Desprendimiento de los ideales  
Un asunto observamos con lógica claridad y es que para aquel tiempo, las regiones liberadas por el héroe suramericano se encontraban en un proceso de recuperación socioeconómica, mientras los herederos de las victorias gestadas por el Libertador se desprendían de los ideales y asumían, como lo hicieron, sus intereses personales. Simón Bolívar araba en el mar con su propuesta de unificar a los nuevos países en una gran nación.
La lucha internacional
Refiere el ensayista que “Para Bolívar, la independencia de una nación no podía interpretarse  sin la independencia de otras naciones; es decir, sin la lucha internacional y solidaria por el objetivo común, la estrategia de un mismo fin”.
Para este autor, nuestro héroe suramericano había previsto dadas las características como nacía EE.UU., con una amplia economía, “la formación de un imperio para someter  a su designio al resto de las naciones del continente americano. De allí su interés y la lucha por la unidad latinoamericana, mientras que la dirigencia política gobernante de Estado Unidos lo hacía por la división, la desunión de nuestros países y pueblos, para así coronar su reinado imperialista. Y en América Latina no faltaban los epígonos de las autoridades gringas”. 
Revisar la ingerencia
Si revisamos el rol de la ingerencia de los Estados Unidos en nuestro continente suramericano, habría que escribir mucho, de modo que nos limitamos con citar un solo ejemplo, como es el caso de Cuba, nación que viene soportando un inmoral asedio por parte del imperialismo estadounidense, a punto que éste país de origen anglosajón, que se encuentra en una devastadora crisis económica, piensa invertir cerca de 200 millones de dólares en planes contra la revolución cubana, intentando, como siempre ha hecho crear un desequilibrio en la sociedad de la isla del prócer Martí.
Adiciona Freddy Yépez que “El Estado estadounidense, con su perniciosa política de aparente neutralidad, venía dando prueba de sus rasgos de ave de rapiña, su ambición de tonina, para predominar sobre América Meridional. En 1817 dos barcos (Tigre y Libertad) -¡que ironía!-, de comerciantes gringos, fueron retenidos por los patriotas en Guayana, cuando trataban de hacer llegar armas y otros recursos bélicos al ejército español. El gobierno de Estado Unidos, ofendido como suele sentirse cuando le descubren su macabro intervencionismo contrarrevolucionario en los asuntos de otras naciones, no solo exigió la devolución de las naves, sino también –prueba del descaro-indemnización por daños causados a los neutrales”.
El alerta del Libertador
Sostiene Freddy Yépez en su trabajo que el Libertador, en 1918 “alertaba sobre la actitud de los mandatarios gringos en relación con la lucha independentista de las naciones latinoamericanas”.
Enriquece el autor el planteamiento anterior al seguir comentando el caso de las citadas naves, indicando que “Bolívar le dijo a Irvine (Bautista, enviado estadounidense) en Angostura que “Los ciudadanos americanos (…) olvidando lo que se debe a la fraternidad, a la amistad y a los principios liberales que seguimos, han intentado  y ejecutado burlas al bloqueo y el sitio de las plazas de Guayana y Angostura, para da armas a unos verdugos y para alimentar unos tigres, que por tres siglos han derramado la mayor parte de la sangre americana…No son neutrales los que prestan armas y municiones de boca y de guerra a unas plazas sitiadas y legalmente bloqueadas”.
Por cierto, valga el detalle: Existe una publicación que reseña la web Bicentenario de las Américas, aunque no leída por nosotros, que trata sobre las comunicaciones entre Simón Bolívar y Juan Bautista Irvine, agente enviado por el gobierno estadounidense para tratar el caso de las goletas capturadas por los patriotas, Constancia Histórica Venezuela Vs. USA. La nota de la web señala que La correspondencia entre Bolívar e Irvine es el primer enfrentamiento entre un país latinoamericano con los Estados Unidos. La altura intelectual de Bolívar, el conocimiento de las relaciones internacionales y del Derecho de gentes, colocan en su lugar al agente de U.S.A. Irvine utiliza el lenguaje de la escuela de Washington; prepotencia, desconocimiento, mentira, falsa ironía y desvío de los problemas que trata el asunto aludido”.

YÉPEZ, Freddy
El antiimperialismo e internacionalismo de Bolívar
1ra. Edición 2007
Consejo Nacional de la Cultura
Ministerio del Poder Popular para la Cultura       

lunes, 1 de agosto de 2011

La falsedad multiplicada por la publicidad del imperialismo


Siempre es bueno aclarar y reiterar que cuando el Libertador hablaba o escribía sobre América, su referencia, estrictamente, se ubicaba regionalmente entre México hasta la Patagonia, en Argentina y, por supuesto, incluía a todo el Caribe.
Y este tópico, dentro de la gran historia que tiene Venezuela y nuestro sureño continente, fue abordado muy especialmente por Miguel Acosta Saignes, reconocido antropólogo, etnohistoriador, periodista, fundador en la Universidad Central de Venezuela, UCV, del Departamento de Antropología y de los estudios de periodismo en la conocida casa de estudios.
Decano de Humanidades y Educación, este notable investigador, en su libro “Bolívar, Acción y Utopía del hombre de las dificultades” (la primera edición fue publicada por la Casa de las Américas, en Cuba, en 1977), deja muy claro que cuando el Libertador se refería a la América o nuestra América, se refería a esa gran región que, para entonces, se encontraba bajo la influencia y el gobierno español. Y en ese orden, el fallecido y talentoso investigador que era Acosta Saignes escribía:
“En la innumerable bibliografía relativa al Congreso de Panamá, gran parte está dedicada a demostrar sofísticamente que Simón Bolívar convocó a la reunión de 1826 con el pensamiento puesto en la unión de todos los países de lo que geográficamente conocemos  como el continente americano. La falsedad es multiplicada por todos los medios de publicidad del imperialismo. Alcanza a la gente ingenua y aun a muchos historiadores que no estudian específicamente lo relativo al proyecto de anfictionía. Desde luego, otros numerosos investigadores medran de la propagación consciente de una falsedad que no es difícil demostrar, porque ellos no practican la verdad de las ciencias. Propagan elucubraciones políticas que sustentan falsas posiciones históricas”.
El daño de los falsos análisis
El notable Miguel Acosta Saignes fue mucho más crítico cuando comentó que “En algunos países latinoamericanos, como Venezuela, se completa el daño al país con la anulación de los estudios históricos, así, la mayoría puede aceptar  todas las afirmaciones que sobre el pasado hagan unos cuantos que elaboran libros con falsos análisis. Coadyuvan a la construcción, totalmente consciente, de grandes redes de sofismas. Poco a poco se va elaborando una historia falsa, lo cual no quiere decir que haya existido otra totalmente llena de verdades, Como las ideas dominantes, en cualquier época de las sociedades de clases son las ideas de la clase dominante, es claro que todavía no se ha escrito una verdadera historia de América  ni de sus países, porque primero estuvo el escribirla  en mano de los colonizadores, posteriormente de sus seguidores criollos y durante el presente siglo (XX), tanto en manos de estos como de los intelectuales sometidos al imperialismo, en diversos grados”. 
¿Qué historia escriben los dominados?
La interrogante que plantea el intertítulo anterior es sencilla y hasta lógica, pero Acosta Saignes tuvo razón en su planteamiento porque ¿Qué historia podían escribir quienes eran sujetos de dominación? Nuestros aborígenes, en general,  tenían modos y experiencias diversas de vida y así, unos eran pescadores, otros cazadores y otros tenían capacidad para cultivar, todos con el manejo de sus propias herramientas.
En otras latitudes como en las regiones que hoy ocupan México, Guatemala y Perú, los niveles de conocimiento fueron superiores  pero tanto sus habitantes como los caribeños y parte del continente suramericano, fueron objeto de la dominación española y portuguesa, y como era de esperarse, nunca llegaron a constituirse en los sujetos de las historias que se escribieron sino en el complemento directo. Pocas historias del padecimiento de los vencidos  en tierras mexicanas, por ejemplo, se conservaron como las descritas  por el antropólogo, historiador, filólogo y filósofo, Miguel León Portilla, quien hurgó con la paciencia del investigador en los pueblos prehispánicos de México. Una de sus obras muy reconocidas fue La Visión de los Vencidos, editado por primera vez en 1959, en donde aborda la cruda conducta que exhibieron los conquistadores españoles en suelo mexicano, narrada por los mismos aborígenes en los pocos dibujos que se salvaron de la fiereza española.
Lo que quedó asentado en las historias de nuestros pueblos siempre fueron las narraciones de quienes tuvieron la fuerza de las armas y el poder político delegado, todo hasta que los criollos, influenciados por un pensamiento más libertario y separatista en las distintas regiones, comenzaron a mostrar ideas distintas a los dominadores dando inicio a las rebeliones contra los españoles, y aún así, los sectores más conservadores y dueños del capital, continuaron escribiendo historias bajo sus visiones.  
Las naciones depredadoras del mundo, con sus aliados de los grupos económicos de los países menos fuertes, siempre han manejado las políticas y economías de éstos últimos. Se han valido de una feroz propaganda  y de una andanada de dinero para intentar convencer a sus habitantes de que llevan una vida errada y que el futuro consiste en seguirles a ellos. A eso se enfrentó Simón Bolívar y otros grandes próceres y hoy, sus seguidores en este continente suramericano y en el resto del mundo, continúan enfrentándose y poniendo al descubierto esa historia sin verdad que han escrito y desean continuar vendiendo.

viernes, 22 de julio de 2011

Bolívar y la opinión pública


Volvemos a revisar el libro del profesor Ignacio La Cruz “Bolívar y su concepción del periodismo”, de la colección Análisis, del Ministerio del Poder Popular para la Comunicación e Información, y de nuevo nos sentimos agradados al reconocer la visión integral que tuvo el Libertador.
Escribe el fallecido catedrático zuliano que “El 10 de noviembre de 1817, Bolívar instala en Angostura el Consejo de Estado, acto de enorme trascendencia: internacionalmente  le confiere a Venezuela  la categoría de un Estado en armas que lucha por su independencia. En su discurso, el Libertador destaca el hecho, y sobre todo la proyección de su impacto:   
-El gobierno que, en medio de tantas catástrofes y aislado entre tantos escollos, no contaba antes con ningún apoyo, tendrá ahora por guía una congregación de ilustres militares, magistrados, jueces y administradores, y se hallará en el futuro protegido no solo de una fuerza efectiva, sino sostenido de la primera de todas las fuerzas, que es la opinión pública. La consideración popular, que sabrá inspirar el Consejo de Estado, será el más firme escudo del gobierno. 
Si revisamos hoy, en este 2011, ese punto de vista del Libertador, nos damos cuenta que ese visionario hombre pareciera haber visto en aquel tiempo, lo que hoy estamos haciendo en la revolución bolivariana, cuando descansaba el peso de la defensa del gobierno en la consideración popular, como hoy está descansando la revolución y como su actual líder la enfatiza en el pueblo.
El profesor La Cruz sostiene en su libro de ensayos que “El seguimiento de las pulsaciones de la opinión pública será una de las preocupaciones constantes de su vida. En sus cartas desfila multitud de referencias a periódicos de América, Europa y los Estados Unidos. Siempre tendrá bajo su mirada la situación interna y externa de España y las repercusiones de la revolución de la independencia”.
Y el docente y periodista que fue La Cruz , refuerza el punto de vista expuesto, al referir que, en una carta que Simón Bolívar le escribe a José Antonio Páez, enfatiza su opinión al decir:
-Tan necesario es cuidar de crear, por decirlo así, el espíritu público, que sin su auxilio la fuerza física apenas produce un efecto muy precario. Terrible son las guerras de opinión.  
Escribe el profesor  Ignacio La Cruz que “…con este criterio de crear un espíritu conveniente, el Libertador se esmeraba en que los periódicos bajo su influencia no promovieran  roces entre las naciones  hermanas, ni inflamaran a unas contra otras. Debía estar al servicio de su unidad, contra los peligros exteriores y contra los intereses de las oligarquías locales, que en todas partes atizaban  odios y fricciones para rehacer los cotos de sus antiguos privilegios”. 
Punto interesante este, el de líneas anteriores, porque es bueno recordar  para la historia que hubo ocasiones en que tanto la prensa colombiana como la venezolana, generaron resquemores entre los gobiernos de ambas naciones, siempre intentando generar odio.
Nada nuevo, porque fue una práctica durante el siglo pasado por parte de las oligarquías de las dos naciones hermanas.
La Cruz, quien fuera docente de la Universidad del Zulia, ilustra muy bien esta situación al registrar una comunicación del Libertador al Mariscal José de La Mar , desde Loja, el 14 de octubre de 1822:
- Mucho siento tener que indicar a Ud., de paso, que las imprentas de Lima no me tratan tan bien como la decencia pareciera exigir. Quiero suponer que mi conducta  o la del gobierno sean viciosas; no basta, sin embargo, esta causa para empeñarse entre naciones amigas en increpar la una a la otra sus defectos. Colombia ha podido juzgar  con desaprobación algunas operaciones de los gobiernos americanos; y Colombia se ha abstenido  de la murmuración porque su gobierno ha influido de modo que ha impedido el uso de un arma que no es dado a todos manejar  con acierto y justicia. Yo espero, mi amigo, que Ud., impedirá este abuso que no se está haciendo contra mi, para no verme obligado a mandar órdenes  al general Paz Castillo que me sería desagradable, pues no es razón que la moderación de Colombia se retribuya con ultrajes.  


El cuadro que ilustra este trabajo, pertenece al artista plástico Jesús Espinoza, considerado un hombre que domina muy bien el dibujo, el color y llamado el pintor bolivariano. Formó parte de una colección sobre Bolívar y sus amores, que estuvo expuesta en Fundación La Previsora, a propósito de la jornada del Bicentenario de la Independencia de Venezuela, en julio de prsente año.   

lunes, 4 de julio de 2011

5 de julio de 1811 en Venezuela, realidad vigente hoy en este siglo


 

 El canto patriótico popular, conocido como la Canción Americana, hallado entre los papeles o documentos que encontraron a Gual y España y a quienes compartían aquellos momentos de rebelión y oposición en lo que fue conocido como La Conspiración de La Guaira (1796-1797) contra la corona española, en cierto modo refleja lo que ha estado anidando en los corazones de millones de latinoamericanos hoy día.
En efecto, el profesor José Manuel Hermoso González (Universidad de Carabobo, Valencia, Venezuela), en su libro Pueblo Protagónico (1498-1798)  Historia de las luchas sociales y políticas del pueblo venezolano, (Primera edición, octubre 2008, Valencia) registra la letra, bastante apasionada y muy al día, de ese canto dirigido a los habitantes de este continente sureño:

Es la Patria nuestra Madre
nuestra Madre muy querida
A la cual tuvo el tirano
siempre esclava y afligida:

Es por ella que luchamos
Arriesgando hasta la vida;
¡compatriotas! ¡perezcamos
Antes que verla oprimida!

Hemos considerado necesario hacer esa introducción antes de referirnos al 5 de julio de 1811, porque es importante que todos conozcamos, que el espíritu rebelde y de justicia de los venezolanos y demás latinoamericanos es de vieja data, nace desde el mismo momento en que comenzaron las agresiones de los imperios europeos contra los aborígenes, primero americanos y luego africanos y desde entonces fue siendo fortalecido ese espíritu libertario de este continente, que se concretó en las más variadas luchas y en diversas regiones del continente.
En la edición facsimilar “Independencia para siempre” (Documento fundacional de nuestra República), de la Comisión Presidencial para la Conmemoración del Bicentenario de la Independencia de Venezuela, que circuló el 3 de julio del presente 2011 con el diario el Correo del Orinoco, uno de sus subtítulos dice una realidad innegable “La Independencia en Venezuela: un proceso en construcción” y es de esa manera porque, la libertad, el ser dueño de su propio andar, no es un asunto nuevo que el imperio español haya traído a este continente sureño, pues antes de que ellos viniesen, nuestros antecesores fueron libres, aunque posteriormente ofendidos, vejados,  sometidos y encadenada su libertad.
Es entonces a partir de allí, de la vulneración de la vida aborigen, que se genera la rebeldía en todos los pueblos latinoamericanos y se inicia una larga lucha, con sus avances y retrocesos, que hoy día no ha cesado pues se trata de un permanente enfrentamiento entre el respeto, la igualdad, la dignidad y la soberanía en contra de la discriminación, exclusión, explotación, la depredación y la injusticia y en el que los sectores más conservadores de las naciones apuestan a ser siempre los controladores de las sociedades.
Eso ha sucedido en otros países y en Venezuela, y se dice que hoy día la construcción de su independencia es un proceso, porque la necesidad de justicia, igualdad, respeto, dignidad y soberanía ya es un asunto de conciencia política de la mayoría ciudadana, cuyo grito encontró eco en las mentes revolucionarias de Francisco de Miranda, Simón Bolívar, José Félix Ribas y otros ciudadanos jóvenes y más adultos en el seno de la Sociedad Patriótica y que conduciría, posteriormente, a la Declaración de la Independencia de Venezuela, el 5 de julio de 1811.
Hoy, doscientos años después, una revolución con el apellido de Bolívar, nacida de sus ideas y de sus sueños y liderada por militares y civiles, profesionales universitarios y un alto contingente de jóvenes, al frente de quienes se encuentra el  Comandante y presidente de Venezuela, Hugo Chávez F. quien se esfuerza por hacer posible lo que decía el Libertador, quien refería que e mejor gobierno era aquel que llevara la mayor suma de bienestar posible a sus habitantes.
El texto de un acta
Refiere la edición facsimilar Independencia para siempre, que “El texto del Acta del 5 de julio no puede leerse sin una emoción a la vez actual y antigua. Los representantes del pueblo de Venezuela denuncian sin cortapisas la opresión sangrienta de la conquista imperial española, y aun tienen la nobleza de omitir mencionar los hechos a fin de mantener la elegancia política. Analizan la irreparable crisis nacional española, desnudan la decadencia de los Borbones y se rehúsan a a admitir una nueva monarquía ilegítima y espurea. Desenmascaran a Carlos IV y a Fernando VII como traidores y cobardes. Se rebelan ante las pretensiones de unas cortes que aspiran a seguir  dominando en América, de manera inconsulta, en nombre de un “rey imaginario”, y hacen saber al mundo sus intentos de sembrar el caos dentro de un proceso político ordenado y civilista que no ha hecho más que recuperar para su pueblo sus más sagrados derechos. Reivindican para siempre una voluntad popular soberana y una orgullosa dignidad nacional que inscriben a Venezuela entre los países libres del mundo, en condiciones de plena igualdad política y con pleno derecho natural de afirmarse, defenderse y salvaguardarse”.    
Vigencia indiscutible
En la edición se afirma que “El Acta del 5 de julio tiene el valor  de una declaración de principios, indiscutibles y perennes, y a la vez de un programa político del destino nacional. Ella encierra los fundamentos del proceso independentista de Venezuela iniciado en 1810 y vigente dos siglos después, cuando el pueblo venezolano ha retomado sus riendas y, de frente a las amenazas de los nuevos imperios, sigue dispuesto a jugarse la vida por la causa de su libertad y su felicidad supremas”.

miércoles, 8 de junio de 2011

La economía de la guerra independentista


Escribió el antropólogo, ensayista, periodista, etnohistoriador y político Miguel Acosta Saignes, en su libro “Bolívar, acción y utopía del hombre de las dificultades, que hasta el año 1976 no se había publicado en Venezuela algún tema respecto a lo que pudiera ser llamado  como la economía de la guerra de independencia.
Y podemos decir nosotros, que el tema es realmente interesante y por demás, necesario conocer ya que de lo que hemos escrito en este blog y de lo que otros también han escrito, es sobre las más variadas incidencias acaecidas en el tiempo que duró la guerra de independencia, con Simón Bolívar y otros próceres al frente de esa cruenta confrontación bélica, pero nunca hemos hecho referencia a ese asunto tan vital que debió ser la parte económica, porque ¿de qué vivían los hombres y mujeres involucrados en esa guerra contra los españoles? ¿Quiénes producían en el fragor de esos acontecimientos? ¿qué se producía y de qué manera lo hacían?
Quien fuera fundador de los estudios antropológicos de Venezuela y de los estudios de periodismo, hombre de gran sensibilidad, de la generación de 1928, sufrió en esa época cárceles y exilios y este hombre en su comentado libro lanzó al aire varias preguntas como ¿cuáles fueron los bienes producidos, el modo de producción y las relaciones de producción?
Y si bien este humanista e investigador dejó claro que hubo diversos trabajos que se hicieron sobre la economía colonial en el siglo XVIII, en lo que concierne al período de la guerra de independencia “sólo se conocen trabajos fragmentarios, regionales o parciales”.
Y más adelante:
“Es curioso que hasta ahora ningún economista haya emprendido un estudio sistemático para comprender cuales fueron las bases productivas sobre las cuales pudo desarrollarse el período que va aproximadamente desde 1810 hasta 1830. Esos veinte años no pueden ser concebidos a cabalidad sin un conocimiento siquiera somero de la economía y de los caracteres peculiares de la producción que sustentaron el terrible esfuerzo de la contienda”. 
Los esclavos eran quienes producían
Quien fuera Decano de Humanidades y Educación de la Universidad Central de Venezuela, UCV, y Senador de la República. Refirió  que en el siglo XVIII la tierra estaba en manos de los mantuanos (criollos descendientes de españoles) y la explotación de las mismas tenía un carácter esclavista. Los esclavos negros se encargaban de la producción  tanto para el consumo como para la exportación y añadía que casi la mayoría de la mano de obra esclava estaba concentrada en la costa.
Desde lo que hoy es el estado Falcón hasta la península de Paria en el estado Sucre, toda esa amplísima faja de montañas y costas estaban habitadas por la población esclava. En ciertas regiones convivían negros esclavos e indios, como ocurrió con los que estaban entre los estados Miranda y Yaracuy y se dedicaban al servicio doméstico y a la agricultura de unos cuantos valles en los estados Mérida, Táchira y Trujillo.
En lo que se refiere hacia el sur (Guayana) habían centros misiones y la producción estaba en manos de los indígenas, mientras en los llanos  de Barinas a Monagas fue notoria la ausencia de esclavos. Toda la producción de entonces estuvo dedicada al cacao, caña de azúcar, café, maíz, frutos menores y ganado.
A juicio de Acosta Saignes, “Quien estudiase algún período aislado de la lucha por la independencia en Venezuela, como por ejemplo, el establecimiento de Bolívar en la región guayanesa, donde instaló un congreso en 1819, nada entendería sino poseyese algunos datos fundamentales sobre la producción tradicional en Venezuela y sobre las relaciones comerciales que esa producción permitía establecer”.
Y en ese orden  el investigador precisa que ni Bolívar, ni Mariño, ni Páez, en las regiones de Guayana, oriente y los llanos, podrían ser comprendidos si son ignorados los hechos económicos muy propios de esas regiones en el siglo XVIII así como la distribución, bien sea en lo cuantitativo como en lo cualitativo socialmente hablando. Y así dice que “y si no se conocen  ciertas peculiaridades económicas de 1810 y los años anteriores y siguientes, es imposible  comprender la formación y el mantenimiento del Ejército Libertador que pudo actuar  en una inmensa extensión de América de Sur y llegar al encuentro del Ejército Libertador de San Martín”.
Un tema que seguiremos hurgando en busca de respuestas.


Bolívar, acción y utopía del hombre
De las dificultades

ACOSTA SAIGNES, Miguel

Ministerio del Poder Popular para la Comunicación e Información

Caracas-Venezuela