Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



lunes, 1 de agosto de 2011

La falsedad multiplicada por la publicidad del imperialismo


Siempre es bueno aclarar y reiterar que cuando el Libertador hablaba o escribía sobre América, su referencia, estrictamente, se ubicaba regionalmente entre México hasta la Patagonia, en Argentina y, por supuesto, incluía a todo el Caribe.
Y este tópico, dentro de la gran historia que tiene Venezuela y nuestro sureño continente, fue abordado muy especialmente por Miguel Acosta Saignes, reconocido antropólogo, etnohistoriador, periodista, fundador en la Universidad Central de Venezuela, UCV, del Departamento de Antropología y de los estudios de periodismo en la conocida casa de estudios.
Decano de Humanidades y Educación, este notable investigador, en su libro “Bolívar, Acción y Utopía del hombre de las dificultades” (la primera edición fue publicada por la Casa de las Américas, en Cuba, en 1977), deja muy claro que cuando el Libertador se refería a la América o nuestra América, se refería a esa gran región que, para entonces, se encontraba bajo la influencia y el gobierno español. Y en ese orden, el fallecido y talentoso investigador que era Acosta Saignes escribía:
“En la innumerable bibliografía relativa al Congreso de Panamá, gran parte está dedicada a demostrar sofísticamente que Simón Bolívar convocó a la reunión de 1826 con el pensamiento puesto en la unión de todos los países de lo que geográficamente conocemos  como el continente americano. La falsedad es multiplicada por todos los medios de publicidad del imperialismo. Alcanza a la gente ingenua y aun a muchos historiadores que no estudian específicamente lo relativo al proyecto de anfictionía. Desde luego, otros numerosos investigadores medran de la propagación consciente de una falsedad que no es difícil demostrar, porque ellos no practican la verdad de las ciencias. Propagan elucubraciones políticas que sustentan falsas posiciones históricas”.
El daño de los falsos análisis
El notable Miguel Acosta Saignes fue mucho más crítico cuando comentó que “En algunos países latinoamericanos, como Venezuela, se completa el daño al país con la anulación de los estudios históricos, así, la mayoría puede aceptar  todas las afirmaciones que sobre el pasado hagan unos cuantos que elaboran libros con falsos análisis. Coadyuvan a la construcción, totalmente consciente, de grandes redes de sofismas. Poco a poco se va elaborando una historia falsa, lo cual no quiere decir que haya existido otra totalmente llena de verdades, Como las ideas dominantes, en cualquier época de las sociedades de clases son las ideas de la clase dominante, es claro que todavía no se ha escrito una verdadera historia de América  ni de sus países, porque primero estuvo el escribirla  en mano de los colonizadores, posteriormente de sus seguidores criollos y durante el presente siglo (XX), tanto en manos de estos como de los intelectuales sometidos al imperialismo, en diversos grados”. 
¿Qué historia escriben los dominados?
La interrogante que plantea el intertítulo anterior es sencilla y hasta lógica, pero Acosta Saignes tuvo razón en su planteamiento porque ¿Qué historia podían escribir quienes eran sujetos de dominación? Nuestros aborígenes, en general,  tenían modos y experiencias diversas de vida y así, unos eran pescadores, otros cazadores y otros tenían capacidad para cultivar, todos con el manejo de sus propias herramientas.
En otras latitudes como en las regiones que hoy ocupan México, Guatemala y Perú, los niveles de conocimiento fueron superiores  pero tanto sus habitantes como los caribeños y parte del continente suramericano, fueron objeto de la dominación española y portuguesa, y como era de esperarse, nunca llegaron a constituirse en los sujetos de las historias que se escribieron sino en el complemento directo. Pocas historias del padecimiento de los vencidos  en tierras mexicanas, por ejemplo, se conservaron como las descritas  por el antropólogo, historiador, filólogo y filósofo, Miguel León Portilla, quien hurgó con la paciencia del investigador en los pueblos prehispánicos de México. Una de sus obras muy reconocidas fue La Visión de los Vencidos, editado por primera vez en 1959, en donde aborda la cruda conducta que exhibieron los conquistadores españoles en suelo mexicano, narrada por los mismos aborígenes en los pocos dibujos que se salvaron de la fiereza española.
Lo que quedó asentado en las historias de nuestros pueblos siempre fueron las narraciones de quienes tuvieron la fuerza de las armas y el poder político delegado, todo hasta que los criollos, influenciados por un pensamiento más libertario y separatista en las distintas regiones, comenzaron a mostrar ideas distintas a los dominadores dando inicio a las rebeliones contra los españoles, y aún así, los sectores más conservadores y dueños del capital, continuaron escribiendo historias bajo sus visiones.  
Las naciones depredadoras del mundo, con sus aliados de los grupos económicos de los países menos fuertes, siempre han manejado las políticas y economías de éstos últimos. Se han valido de una feroz propaganda  y de una andanada de dinero para intentar convencer a sus habitantes de que llevan una vida errada y que el futuro consiste en seguirles a ellos. A eso se enfrentó Simón Bolívar y otros grandes próceres y hoy, sus seguidores en este continente suramericano y en el resto del mundo, continúan enfrentándose y poniendo al descubierto esa historia sin verdad que han escrito y desean continuar vendiendo.

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