Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



martes, 25 de enero de 2011

El Bolívar de José Ignacio Cabrujas y (II)


Con ilustraciones del talentoso artista Omar Cruz fue publicado, en agosto del año 2010, este discurso del dramaturgo José Ignacio Cabrujas y de cual le entregamos a los lectores esta segunda parte para su conocimiento.
Es interesante destacar que, como una leyenda a la imagen que Cruz hizo del hombre de teatro y que ilustra la publicación una frase de Cabrujas resalta: “La causa de la independencia, la causa de la libertad no se resolvió en Carabobo en 1821. Nosotros estamos buscando esa independencia, esa libertad. El episodio español ya no importa en la historia, pero la independencia continúa”.
En otra parte del contenido de su interesante discurso, el también crítico refiere:
“Ese hombre que me gustaría hoy presentar tal como era, un poco mal hablado, un poco hombre de groserías caraqueñas en su boca –porque como dicen algunos cronistas peruanos, la expresión favorita de este personaje que tenemos en esa estatua, cuando estaba frente a una tribulación, o frente a una bronca, decía: “La pinga”; – ese hombre que lejos de parecerse a una figura protocolar, en la cual lo ha envuelto la Academia de la Historia y la Sociedad Bolivariana, tal vez los peores enemigos que este hombre ha tenido después de muerto, aún peores que los mismos españoles; ese que gustaba de bailar vals y polca, que gustaba de subirse a las mesas en lo banquetes, protagonizó en Perú un pintoresco incidente, junto al general Flores, al mando del Perú, en Lima”.
Bailando con el general y frente a la oligarquía
Y entonces, el fallecido hombre de teatro, en su discurso del 24 de julio de 1991, narra el incidente así:
“Estaba reunida toda la oligarquía limeña, convocada a una fiesta de baile, naturalmente. Ninguna muchacha de la oligarquía limeña quería bailar con el general Flores, porque les parecía venezolano y medio mestizo. ¿Qué hizo entonces este hombre del cual hoy convocamos su nacimiento? Pues se fue al frente de la orquesta, pidió que se tocaran unos valses y él mismo sacó a bailar al general Flores y bailó ocho valses para enrostrárselo a toda la oligarquía de Lima”.
“Ese es Bolívar –añadió José Ignacio Cabrujas-, porque eso es un romántico, que vivió en el ideal romántico. El hombre de las ideas, pero sobre todo lo decía el historiador Liévano Aguirre –quien lo llamó con el mejor título que le han dado a este hombre-, el título que más nos convendría hoy recordar, más que llamarlo Libertador, que ya lo sabemos, Bolívar es el hombre de las dificultades, el hombre que nació para enfrentar las dificultades porque, en efecto, ésa es la vida terrible, dura implacable, donde Bolívar es prácticamente una rutina del fracaso, una rutina del escollo, una rutina prácticamente de lo imposible. Es ese hombre al que vemos alentado en 1810, turbado y extraordinario, reclamándonos una calma de 300 años en 1811; desesperado en 1812; perdido y destruido en 1813; liquidado y remitido al exilio extremo en 1814; apedreado en Guiria de la Costa en 1815, cuando desesperadamente intentaba buscar un pueblo y no lo conseguía por ninguna parte; un tanto recuperado en Guayana, en la cercanía del general Piar, pero a la vez colocado el centro de un conflicto que conllevó al fusilamiento de este hombre que de alguna manera lo había salvado”.
“Luego, alentado otra vez por el gesto de Páez en el llano y por la idea genial y extraordinaria de desplazar la lucha por la independencia hacia Colombia, hacia la Nueva Granada, hacia la Gran Colombia, hacia el sueño de un continente, hasta que logró esa empresa”.
La proeza de Simón Bolívar
“Pero sobre todo, lo que abisma, lo que continuará pasmando generaciones tras generaciones –sin dármelas en este instante de bolivarero, sino simplemente con el reconocimiento elemental de quien hizo una proeza ante nuestra historia-, es que ese hombre vivió su vida, vivió su acción durante 14 años. Sólo en 14 años, en tan escaso tiempo, este hombre se planteó la libertad de este país y logró la hazaña de la libertad de una vasta región de este continente, que se extiende hasta el Perú. Tan sólo en 14 años…”
En el discurso, Cabrujas asume su rol de crítico agudo:
“Nosotros ( en Venezuela) tenemos 31 años de democracia de estos gobiernos, en ese lapso, contando con nada menos que 16 años de ventaja sobre el Libertador, hemos sido incapaces de crear una obra, de construir una obra conocida, tangible ate nuestros ojos. Porque lo que somos, lo que hemos logrado ser los venezolanos en eso 30 años es porque se lo hemos arañado al gobierno, se lo hemos quitado a arañazos al gobierno”.
El hombre que nos convocó a hacer historia
Más adelante, este articulista y crítico, cuyos escritos eran esperados semanalmente por los lectores, se preguntaba:
¿Qué hace que este hombre signifique tanto para nosotros? ¿Qué lo hace significar tanto en nuestra vida, en nuestra cita cotidiana, en el respeto que tenemos a esa imagen de un hombre de cual nos separan 208 largos años?
La respuesta no se deja esperar y viene como una convocatoria a venezolanos y latinoamericanos en aquel discurso que ofreció en un pequeño pueblo de la isla de Margarita, en 1991:
“Bolívar es un hombre cuyo pensamiento tiene una vigencia ética, moral, más no práctica, más no referida a los usos y al mundo contemporáneo, puesto que sería pasarle una factura imposible a este hombre. ¿Qué hizo este hombre? ¿Qué tuvo? ¿Qué nos dijo? ¿Por qué lo recordamos hoy? Lo recordamos porque este hombre nos convocó a una empresa. Nos convocó como pueblo a hacer algo en la historia”
Añadimos desde wwwpertinentes.blogspot.com, que hoy en su nombre los venezolanos y demás latinoamericanos y solidarios del mundo estamos convocados hoy más que nunca a construir una patria grande y soberana.

martes, 11 de enero de 2011

El Bolívar de José Ignacio Cabrujas (I)



En 1991 y especialmente para el 24 de julio, fecha de nacimiento de Simón Bolívar,  el dramaturgo, hombre de teatro, muy crítico y entregado a ella a través de sus artículos de opinión, José Ignacio Cabrujas escribió un discurso a propósito del Bicentenario de ese nacimiento del héroe americano.
¡¡ Solo alguien como él lo escribiría!!
Un discurso muy emotivo y ajustado a Cabrujas que el Ministerio del Poder Popular para la Comunicación e Información editó en los talleres de la Imprenta Nacional, en agosto de 2010. 
No se trata del discurso completo que el dramaturgo pronunció en la isla de Margarita, específicamente en Santa Ana del Norte, sino de una buena parte de su intervención. El título del discurso es
Bolívar:
Sangre y juventud de la nueva independencia.
Muy expresivo como era José Ignacio Cabrujas, escribía que “Alguna vez pensé –hace muchos años- que un día me tocaría presentarme en un acto  como éste, que sería en algún pueblo venezolano, que se cumplirían años del nacimiento o de la muerte de Simón Bolívar, y que unas personas generosas me llevarían a ese pueblo para hablar de este hombre que hizo la nación”.
“Alguna vez lo pensé, y ese día me hice el juramento de que si alguna vez tenía yo el privilegio que hoy se me concede, y que siento casi como una extensión de mi cumpleaños –que fue hace dos días-, si tengo el privilegio de hablar sobre Bolívar, no voy a decir las mismas necedades, no voy a repetir los mismos tópicos, no voy a hablar de la misma rutina que durante decenios y decenios se viene hablando de este hombre; sino que voy a tratar de expresarme como lo siento, como un hombre de la historia; pero como mi contemporáneo, como un amigo, como un hombre que vive, como un hombre que está con nosotros. Y no necesariamente como esa estatua que está a las espaldas de ustedes y a mi frente, esa estatua que lo consagra en bronce y que se repite incansablemente en todos los pueblos de Venezuela”.
La crítica del desaparecido José Ignacio Cabrujas tiene su propio peso y su valor; no es menos cierto que se han dicho discursos sobre Simón Bolívar como si los autores hubiesen acudido a una feria de banalidades para armarse de frívolos lugares comunes. Y reitera Cabrujas una opinión que mucha gente en Venezuela y Latinoamérica comparten.
“Hoy, cuando se cumplen 200 años del nacimiento de este compatriota, no habrá pueblo venezolano, no habrá placita Bolívar en Venezuela donde alguien no esté hablando en este instante, un poquito más temprano, un poquito más tarde, de Simón Bolívar”.
No lo ocultemos, no le quitemos gloria
Y siguió este prolijo intelectual:
“Ojalá no nos invada el palabrerío; ojalá no sigamos ocultando a este hombre; no le quitemos gloria a este hombre; no le quitemos amor a este inmenso personaje diferido en una idolatría, en una bobería que ha tratado de obscurecerlo. Porque, en efecto, amigos, lo primero que a mi se me ocurre es que hoy estamos celebrando el natalicio de un hombre misterioso, de un hombre del cual la historia ha escrito toneladas de papeles”.
Fallecido en 1995, antes de que llegara a Venezuela y Latinoamérica la revolución bolivariana, este director de teatro fue altamente crítico en su discurso, cuando explicó en su intervención que teníamos a Bolívar acorralado, porque ningún momento de su vida se nos escapaba.
“Se ha dicho a veces que el Libertador era un hombre de una intensa vida erótica, un hombre muy dedicado a la conquista femenina. Yo digo que sería justo que sus cronistas e historiadores dejaran en paz a este hombre, aunque fuese para hacer el amor”.
“No lancemos sobre sus espaldas la responsabilidad de lo que no somos…”
Para José Ignacio Cabrujas consideramos al Libertador como la leyenda que escuda al país y por eso, como enojado, decía:
“No tenemos derecho a lanzar sobre las espaldas de este hombre  la responsabilidad de lo que no somos, de lo que no nos atrevemos a ser. No es bolívar ese hombre de frases oportunas que se citan y recitan en tiempos  de democracia, en tiempos de dictadura, que las citan hombres honrados y las citan ladrones. No es Bolívar esa oquedad de palabras que permanentemente se citan y se comentan acerca de él”.
Un hombre que vivió como lo que era, un hombre joven
La descripción que hacía Cabrujas entonces de Simón Bolívar, en tierras margariteñas,  si se quiere, es la que sociológica y filosóficamente se siente en las voces de mucha gente en las calles:
“Es, en primer lugar, -y por eso me maravilla que la primera vez que hablo de él en público sea con motivo de su nacimiento –un hombre joven. El Bolívar del cual tenemos que hablar, el Bolívar que tenemos que sentir está en la historia de un muchacho venezolano, de un hombre joven, tanto que murió a la corta edad de 47 años. Muy joven cuando hizo esa empresa, hombre de juventud cuando intentó cambiar el rostro de este continente”.
“Ese hombre joven procedió y vivió como lo que era, un hombre joven. Hombre de balbuceos, hombre de contradicciones, hombre de errores, hombre de aciertos, hombre que vivía, hombre de sangre. Ése es el hombre que, de alguna manera, creó esta patria”.
Y más, pareciera haber gritado Cabrujas en esa ocasión:
“Ese hombre joven, no como se le pinta en los cuadros, porque tal vez por cierta coquetería que tenía el personaje, le gustaba aparecer pintado  con aire de militar napoleónico, ése no era Bolívar, el de los cuadros, sino un hombre de una larga melena –como cuenta Indalecio Liévano Aguirre-, una melena que le llegaba a la espalda y que después perdió, a partir de 1824, cuando comenzó a ponerse un poco calvo”
Ese hombre al que llamaban “el Zambo”, que usaba pelo largo y que se lo ataba con una cinta en una especie de cola de caballo, ese hombre que no se bajaba de un caballo y que andaba tras la vida, tras un proyecto, fue el hombre que de alguna manera convocó por última vez a este pueblo a una empresa, a la empresa de la libertad, a la empresa de ser...”
Seguiremos.

Bolívar:
Sangre y juventud de la nueva independencia
CABRUJAS José Ignacio
Editado por el Ministerio del Poder Popular para la Comunicación e Información
Imprenta Nacional
Agosto de 2010