Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



martes, 11 de enero de 2011

El Bolívar de José Ignacio Cabrujas (I)



En 1991 y especialmente para el 24 de julio, fecha de nacimiento de Simón Bolívar,  el dramaturgo, hombre de teatro, muy crítico y entregado a ella a través de sus artículos de opinión, José Ignacio Cabrujas escribió un discurso a propósito del Bicentenario de ese nacimiento del héroe americano.
¡¡ Solo alguien como él lo escribiría!!
Un discurso muy emotivo y ajustado a Cabrujas que el Ministerio del Poder Popular para la Comunicación e Información editó en los talleres de la Imprenta Nacional, en agosto de 2010. 
No se trata del discurso completo que el dramaturgo pronunció en la isla de Margarita, específicamente en Santa Ana del Norte, sino de una buena parte de su intervención. El título del discurso es
Bolívar:
Sangre y juventud de la nueva independencia.
Muy expresivo como era José Ignacio Cabrujas, escribía que “Alguna vez pensé –hace muchos años- que un día me tocaría presentarme en un acto  como éste, que sería en algún pueblo venezolano, que se cumplirían años del nacimiento o de la muerte de Simón Bolívar, y que unas personas generosas me llevarían a ese pueblo para hablar de este hombre que hizo la nación”.
“Alguna vez lo pensé, y ese día me hice el juramento de que si alguna vez tenía yo el privilegio que hoy se me concede, y que siento casi como una extensión de mi cumpleaños –que fue hace dos días-, si tengo el privilegio de hablar sobre Bolívar, no voy a decir las mismas necedades, no voy a repetir los mismos tópicos, no voy a hablar de la misma rutina que durante decenios y decenios se viene hablando de este hombre; sino que voy a tratar de expresarme como lo siento, como un hombre de la historia; pero como mi contemporáneo, como un amigo, como un hombre que vive, como un hombre que está con nosotros. Y no necesariamente como esa estatua que está a las espaldas de ustedes y a mi frente, esa estatua que lo consagra en bronce y que se repite incansablemente en todos los pueblos de Venezuela”.
La crítica del desaparecido José Ignacio Cabrujas tiene su propio peso y su valor; no es menos cierto que se han dicho discursos sobre Simón Bolívar como si los autores hubiesen acudido a una feria de banalidades para armarse de frívolos lugares comunes. Y reitera Cabrujas una opinión que mucha gente en Venezuela y Latinoamérica comparten.
“Hoy, cuando se cumplen 200 años del nacimiento de este compatriota, no habrá pueblo venezolano, no habrá placita Bolívar en Venezuela donde alguien no esté hablando en este instante, un poquito más temprano, un poquito más tarde, de Simón Bolívar”.
No lo ocultemos, no le quitemos gloria
Y siguió este prolijo intelectual:
“Ojalá no nos invada el palabrerío; ojalá no sigamos ocultando a este hombre; no le quitemos gloria a este hombre; no le quitemos amor a este inmenso personaje diferido en una idolatría, en una bobería que ha tratado de obscurecerlo. Porque, en efecto, amigos, lo primero que a mi se me ocurre es que hoy estamos celebrando el natalicio de un hombre misterioso, de un hombre del cual la historia ha escrito toneladas de papeles”.
Fallecido en 1995, antes de que llegara a Venezuela y Latinoamérica la revolución bolivariana, este director de teatro fue altamente crítico en su discurso, cuando explicó en su intervención que teníamos a Bolívar acorralado, porque ningún momento de su vida se nos escapaba.
“Se ha dicho a veces que el Libertador era un hombre de una intensa vida erótica, un hombre muy dedicado a la conquista femenina. Yo digo que sería justo que sus cronistas e historiadores dejaran en paz a este hombre, aunque fuese para hacer el amor”.
“No lancemos sobre sus espaldas la responsabilidad de lo que no somos…”
Para José Ignacio Cabrujas consideramos al Libertador como la leyenda que escuda al país y por eso, como enojado, decía:
“No tenemos derecho a lanzar sobre las espaldas de este hombre  la responsabilidad de lo que no somos, de lo que no nos atrevemos a ser. No es bolívar ese hombre de frases oportunas que se citan y recitan en tiempos  de democracia, en tiempos de dictadura, que las citan hombres honrados y las citan ladrones. No es Bolívar esa oquedad de palabras que permanentemente se citan y se comentan acerca de él”.
Un hombre que vivió como lo que era, un hombre joven
La descripción que hacía Cabrujas entonces de Simón Bolívar, en tierras margariteñas,  si se quiere, es la que sociológica y filosóficamente se siente en las voces de mucha gente en las calles:
“Es, en primer lugar, -y por eso me maravilla que la primera vez que hablo de él en público sea con motivo de su nacimiento –un hombre joven. El Bolívar del cual tenemos que hablar, el Bolívar que tenemos que sentir está en la historia de un muchacho venezolano, de un hombre joven, tanto que murió a la corta edad de 47 años. Muy joven cuando hizo esa empresa, hombre de juventud cuando intentó cambiar el rostro de este continente”.
“Ese hombre joven procedió y vivió como lo que era, un hombre joven. Hombre de balbuceos, hombre de contradicciones, hombre de errores, hombre de aciertos, hombre que vivía, hombre de sangre. Ése es el hombre que, de alguna manera, creó esta patria”.
Y más, pareciera haber gritado Cabrujas en esa ocasión:
“Ese hombre joven, no como se le pinta en los cuadros, porque tal vez por cierta coquetería que tenía el personaje, le gustaba aparecer pintado  con aire de militar napoleónico, ése no era Bolívar, el de los cuadros, sino un hombre de una larga melena –como cuenta Indalecio Liévano Aguirre-, una melena que le llegaba a la espalda y que después perdió, a partir de 1824, cuando comenzó a ponerse un poco calvo”
Ese hombre al que llamaban “el Zambo”, que usaba pelo largo y que se lo ataba con una cinta en una especie de cola de caballo, ese hombre que no se bajaba de un caballo y que andaba tras la vida, tras un proyecto, fue el hombre que de alguna manera convocó por última vez a este pueblo a una empresa, a la empresa de la libertad, a la empresa de ser...”
Seguiremos.

Bolívar:
Sangre y juventud de la nueva independencia
CABRUJAS José Ignacio
Editado por el Ministerio del Poder Popular para la Comunicación e Información
Imprenta Nacional
Agosto de 2010





















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