Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



miércoles, 30 de diciembre de 2009

La cara oculta del imperialismo



Confesiones de un gángster económico (La cara oculta del imperialismo americano), es el testimonio de John Perkins, donde éste, tal cual dice la tapa del libro en cuestión, da a conocer su curriculum de trabajo, “de servidor obediente del imperio a defensor apasionado de los derechos de los oprimidos. Seleccionado por la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense y puesto en la nómina de una firma internacional de consultoría, estuvo en Indonesia, Panamá, Colombia, Arabia Saudí, Irán y otros países estratégicamente importantes del planeta”. El objetivo de su trabajo “consistió en fomentar medidas políticas favorables a los intereses de lo que el autor llama la corporatocracia estadounidense (la alianza entre la administración, la banca y las corporaciones)”.

De acuerdo a los traductores del libro, aparentemente, la idea era remediar la situación de pobreza en los países “asistidos”, pero al final, las naciones quedaban alienadas por las políticas implementadas y, además, esa realidad terminó por conducir a los hechos del 11 de septiembre y al rechazo generalizado que está teniendo Estados Unidos en el mundo.
Nuevo ciclo para pertinentes
Con este comentario y otros que estaremos haciendo sobre este ineludible tema para los visitantes de este blog, cerramos un ciclo de wwwpertinentes.blogspot.com y nos preparamos para convertirlo en una página Web superior, en la que continuaremos con nuestro enfoque histórico-político, dándole cabida a esos temas políticos, sociológicos, psicológicos, ambientales y muy actuales de la comunicación y del momento actual de la realidad latinoamericana, siempre apelando al trabajo de escritores, investigadores y demás aportes de importantes profesionales.
¿Asunto de gángsters económicos?
Desde hace años, en Venezuela y en otras naciones suramericanas, el imperio estadounidense ha venido siendo denunciado no solo por el mismo Libertador Simón Bolívar sino por otros notables seguidores y es un asunto que jamás podrá ser negado.
En fecha reciente, para ser más exactos, el 28 de este último mes del año 2009, el presidente venezolano Hugo Chávez, denunció que, “el gobierno de Colombia, apoyado y dirigido por Estados Unidos (EE.UU.), prepara “un falso positivo” contra su país, que justifique una acción bélica”
"Tengo las evidencias, tenemos las evidencias que el gobierno (de Colombia) instruido y apoyado por (Estados Unidos) están preparando un falso positivo (Â…) con ello preparan el terreno para lanzar un ataque sobre territorio venezolano simulando un campamento, un falso positivo", dijo Chávez.
Según Venezolana de Televisión, fuente original de la información, el Comandante de la Revolución Bolivariana habría explicado que “el plan es hacer creer a la opinión pública local y mundial que Venezuela apoya la presencia en su territorio de campamentos de la guerrilla Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y con ello fabricar las pruebas que justificarían el ataque”.
"No sería extraño que ellos, que matan tanta gente en Colombia, maten a no se qué gente, ni cuánta gente, los traigan a territorio venezolano (...) construyan unas chozas, un campamento improvisado (...) y digan ahí está el campamento", que también contará con armamento y panfletos con propaganda”.
Sometidos a la corporatocracia

También es muy explicable la participación de los chacales, a que se refiere John Perkins en su libro, cuando comenta que si ellos, los gángster económicos, fracasan, entonces intervienen los otros, es decir, un tipo de gángster más siniestros, que andan ocultos entre las sombras y, cuando estos sujetos intervienen, pues la muerte aparece:
“Cuando ellos actúan, los jefes de Estado caen(intentos de golpe de Estado en Venezuela), o tal vez mueren en <> violentos. Y si resulta que también fallan los chacales, como fallaron en Afganistán e Irak, entonces resurgen los antiguos modelos. Cuando los chacales fracasan, se envía la juventud estadounidense a matar y morir”.
Los visitantes a este blog, fácilmente pueden analizar todos los golpes de Estado que han sucedido en nuestros países latinoamericanos, tal como ocurrió en Venezuela y cuando el intento de los chacales queda en eso, intentos, entonces nos encontramos con ese modelo antiguo de las intervenciones y las guerras o como el mismo Perkins dice “…se envía a la juventud estadounidense a matar y morir”.
No extraña la presencia de tropas en Colombia
Así que nada de extraño tiene la presencia de los militares en Colombia, Panamá y el Caribe, lugares donde se preparan para una agresión, como es de suponer según el testimonio de John Perkins en su libro Confesiones de un gángster económico. Es un asunto que concierne a todos los latinoamericanos.
Pero Perkins tiene sus reflexiones también. El hombre considera que el libro escrito es tanto su historia personal como de casi todas las diversas corporaciones del mundo y, por supuesto, también es la historia de Estados Unidos, imperio al que califica de “auténticamente planetario”. En esas reflexiones que hace, sostiene que el pasado les ha enseñado algo, es decir, o cambian de rumbo o tienen un final trágico y añade que todos los imperios terminan muy mal, que han realizado grandes destrucciones de culturas (¡Recuérdese los daños a Vietnam y los actuales en Irak y Afganistán!), pero siempre han caído, porque ningún grupo de personas o países pueden prosperar explotando, impactando negativamente a los demás.


















Al exponer a los lectores de wwwpertinentes.blogspot.com la denuncia anterior, junto a lo que plantea John Perkins en Confesiones de un gángster económico, en el sentido de que él y otros constituyen una suerte de “élite” que utilizan las “organizaciones financieras internacionales para fomentar condiciones por cuyo efecto otras naciones quedan sometidas a la corporatocracia que dirigen nuestras grandes empresas, nuestro gobierno y nuestros bancos”, no es muy difícil entender las actuaciones del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y otras instancias financieras tanto en Latinoamérica como hasta en el mismo Estados Unidos, como se pudo apreciar con la catástrofe financiera que mantiene en crisis a ese país así como el gran desembolso en millones de dólares que hizo Washington para proteger a los causantes de esa gran crisis, mientras la mayoría de la población perdía su dinero.

domingo, 6 de diciembre de 2009

La iglesia en la caída de la Primera República



Cuando la caída de la Primera República, Simón Bolívar, desde Cartagena de Indias, “trata de buscar las causas de tan nefasto hecho” y por eso lo expresa en su Manifiesto en 1812, escribe Jonás Flores, educador y Magíster en Historia de Venezuela, de la Universidad de Carabobo, en su libro Postura de la Iglesia católica en el proceso de emancipación de Venezuela (1), una investigación que formó parte de su trabajo de grado.
A nivel de la página 41, cuando hace referencia al intertítulo Injerencia de la Iglesia en la caída del primer Estado Venezolano, comenta Flores que “Las inquietudes de Bolívar llegan hasta nuestros días: ¿No tendría nada que ver la Santa Madre Iglesia? Le horroriza al Libertador la posición de la Iglesia católica incluyendo en tan valioso documento las siguientes palabras:
-Es muy probable que al expirar la Península, haya una prodigiosa emigración de hombres de todas clases, y particularmente de cardenales, arzobispos, obispos, canónigos y clérigos revolucionarios capaces de subvertir, no sólo nuestros tiernos y lánguidos Estados, sino de envolver al Nuevo Mundo entero en una espantosa anarquía. La influencia religiosa, el imperio de la dominación civil y militar, y cuantos prestigios puedan obrar sobre el espíritu humano, serán otros tantos instrumentos que se valdrán para someter a estas regiones. (2)
Refiere el autor que sería deshonesto responsabilizar exclusivamente a la Iglesia de la caída de la Primera República, “sin embargo en el análisis de Bolívar en cuanto a las causas probables de la caída de la Primera República en este famoso manifiesto, explica en qué sentido el clero fue responsable de este hecho.
Flores, quien se graduó en Educación mención Teología por la Corporación Universitaria Adventista, en 1984, no deja a un lado la cuestión del terremoto del 26 de marzo de 1812 y el impacto que pudo causar en lo que denominó “los espíritus supersticiosos e ignorantes, quienes, gracias a la influencia del clero, aseveraban que dicho terremoto era un castigo de Dios por haberse sublevado contra Fernando VII. Para mayor estigma, la destitución del Capitán General Vicente Emparan había ocurrido un Jueves Santo del 19 de abril de 1810, y precisamente este terremoto ocurrió un Jueves Santo de 1812”.
Comenta Flores en su libro que, Arístides Rojas(1891), en las Leyendas históricas de Venezuela que,”…los fanáticos bajo el dominio del clero lanzaban sus consignas diciendo:
-en Jueves Santo lo hicieron, en Jueves Santo lo pagaron-
Y más adelante, el autor refiere que “De una hoja suelta, impresa en el taller caraqueño de Juan Baillío en abril de 1812, titulada El terremoto: ¿castigo de Dios?, dirigida a los militares de Caracas, se argumentan una serie de razones para no creer en el fanatismo popular alentado por el clero.
Valiéndose de la superstición y el engaño
Igualmente escribe Jonás Flores que el poder de los religiosos, durante siglos, “…se había valido de la superstición y el engaño para cauterizar las conciencias. El ser humano apegado por naturaleza a lo trascendente, admirando lo inexplicable y lo que no se ve, ha sido víctima de cuantas fábulas, especulaciones y tradiciones inventadas por los maestros de la religión, sometiendo al ser humano a sus intereses y teorías. Y es que el terremoto de 1812 es sólo un hecho aislado en la historia venezolana de cómo el clero se ha valido0 de estos instrumentos para preservar su infalible religión, porque pareciera que el fin justificara los medios, aunque se violen los preceptos más sagrados”.

(1)
FLORES, Jonás
Postura de la Iglesia católica en el proceso de emancipación de Venezuela
Colección Cada día un libro
Editorial El perro y la rana. 2007

(2)
Documentos que hicieron historia, Tomo I
Presidencia de la República
Ediciones Conmemorativas del sesquicentenario de la independencia. 1962

Bosch, el año 1814 y el siglo XXI

Nos hemos detenido en “Bolívar y la Guerra Social”, del ensayista, historiador y político dominicano fallecido, Juan Bosch, porque no sólo ilustra un hecho real que aconteció y sigue aconteciendo en Latinoamérica y el mundo, sino que muestra la triste indolencia y falta de solidaridad y de amor por la gente de muchos gobernantes del mundo, que sienten una persistente adicción por el individualismo, el poder, el uso de la fuerza contra los desvalidos, el lucro, los placeres y desprecio por los valores de la humanidad, antes que inclinarse por la satisfacción de las necesidades económicas y sociales de la población.

De acuerdo al expresidente de República Dominicana, la guerra social en Venezuela alcanzó su mayor intensidad de “horror y destrucción” en 1814 y fue un año que determinó mucho en la vida del Libertador Simón Bolívar. “Las huellas que dejó el 1814 en el ánimo del Libertador iban a producir varias repúblicas americanas. El recuerdo de la ferocidad desatada por los llaneros de Boves le empujó hasta las alturas de Potosí, en los Andes del Sur”.
Comenta el ensayista que Bolívar, recién cumplidos los treinta años, había recibido en 1813 los títulos de Libertador y de Capitán General de los ejércitos republicanos y para ese entonces, el asturiano José Tomás Boves, quien alcanzaba la misma edad, comenzaba a destacarse en el llano venezolano como jefe de hombres.
“Boves era el antiBolívar; no porque se enfrentara a éste en la guerra, ni porque él hubiera abrazado la bandera del rey mientras Bolívar abrazaba la de la república; no porque él fuera inculto mientras el otro cultísimo, él español y el otro criollo, él pobre y Bolívar rico; sino porque Bolívar pensaba y actuaba en términos de sociedad, y por eso su lucha se dirigía a la creación de un Estado, y Boves sentía y actuaba en términos de masa, y esa masa se hallaba en guerra contra la sociedad de la cual había sido parte”.
Una organización social intolerable
Y luego, el historiador profundiza en el análisis al decir que la masa (los que seguían a Boves) no significa sociedad, sino que está contenida en ésta última y nunca una parte es el todo y, de hecho, pudiera ser que una parte someta al todo bajo su control, “…pero en situaciones normales la parte no se rebela ante el todo. Si la parte –esto es, la masa- se rebeló en Venezuela contra el todo –es decir, la sociedad- se debió a que los tiempos no eran normales; y cuando lo fueron, antes de la rebelión de la masa, los que se beneficiaban era una minoría que sostenía a hierro y sangre una organización social intolerable, que no permitía el menor cambio”.
Decimos, sin temor a la crítica exacerbada de algunos en el tiempo, que precisamente en el nacer de este siglo XXI, ha surgido un liderazgo de hombres y mujeres inclinados por mejorar las cosas, propensos a los cambios, deslastrados, unos más que otros, del individualismo y el egoísmo acerado que ha maltratado a los pueblos del mundo.
Ese liderazgo, como es obvio entender, lo que ha hecho es ir enterrando la guerra social que a veces asoma en alguna de nuestras naciones latinoamericanas y del resto del mundo. Los nombres de esos pueblos, afortunadamente, están a la vista y al oído de todo el mundo, en los impresos, la televisión y la radio y al instante de todos, gracias a la Internet.

A título de ejemplo, valga destacar que el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini (Argentina) fue sede en 2007 del Encuentro de la Cultura por la integración de los pueblos de nuestra América y allí, en el Manifiesto de Buenos Aires, firmado por intelectuales de nuestra América, se enfatiza en la esperanza de los pueblos cuando indicaron:
“El siglo XXI se abre con nuevos desafíos políticos para nuestra América. Después de la larga noche impuesta por las dictaduras en el cono sur latinoamericano, en las décadas de los 80 y 9ontinuación de la aplicación de las políticas neoliberales con la llegada de las democracias formales que las sucedieron, asistimos en el subcontinente a un renacer de nuestra identidad y de las aspiraciones de cambio, materializadas en procesos como los de Venezuela, Bolivia y Ecuador, así como en la realidad permanente de la experiencia cubana

jueves, 19 de noviembre de 2009

El nuevo liderazgo impide la guerra social (Segunda entrega)


El expresidente dominicano Juan Bosch, en su libro Bolívar y la Guerra Social, refiere que “La segunda parte de la guerra social venezolana hubiera podido evitarse únicamente mediante la transformación de las condiciones sociales y económicas del país”, lo que en estos días nos recuerdan las palabras de la vanguardia de presidentes latinoamericanos que están al frente de los cambios en este continente sureño.

Esos nuevos dignatarios de este tiempo, precisamente están hablando de reconocer a las personas, conocer sus necesidades y, en consecuencia, buscar y profundizar en aquellas acciones que permitan que los pueblos abandonen la ignorancia, recuperen y mantengan su salud, se desarrollen, tengan mejores oportunidades, valga decir, los nuevos líderes suramericanos con sus liderazgos y su accionar, están impidiendo que ocurra una guerra social en estas tierras y haya un bienestar para la población. Eso es lo que sucede en estos momentos históricos del siglo XXI.
Escribe el ensayista que “…el genio de Bolívar produjo resultados de gran utilidad a la historia americana, pues con los llaneros que sacó de Venezuela libertó a Nueva Granada, Ecuador, Perú y Bolivia. Otro con menos categoría que él hubiera pretendido resolver el problema llevando al patíbulo a los jefes de los posibles revolucionarios –y de hecho, él comenzó a actuar así cuando fusiló a Piar-. A su claro juicio político, pues, hay que atribuir la desviación de la guerra social venezolana hacia una guerra libertadora americana, y no a falta de condiciones para imponer el terror”.
El terror no detiene una revolución
A juicio de Bosch, el Libertador “fue el hombre de la guerra a muerte, el que ordenó los fusilamientos de La Guaira. No le temía a la sangre derramada. De manera que si hubiera creído que con el uso del terror podía evitar el renacimiento de la guerra social en su país, lo habría hecho sin la menor duda. Pero el Libertador sabía que los alcances del terror tienen un límite. El terror puede evitar un levantamiento caudillista, paralizar ambiciones pequeñas, contener durante cierto tiempo una fuerza social. Pero es incapaz de detener para siempre una verdadera revolución”.
Continúa el intelectual dominicano señalando que, “…en el punto en que se hallaban los conocimientos de la época, hubiera sido imposible que Bolívar tuviera idea de cómo podía evitarse, en forma radical, el renuevo de la guerra social venezolana. La guerra social que inició Monteverde y que encarnó Boves había tenido el propósito inconsciente de igualar a los de abajo con los de arriba mediante la destrucción de los de arriba. Para hacer iguales al llanero sin más amparo que su lanza y su caballo y al mantuano dueño de tierras, esclavos, casa y oro, el camino más corto era hacer desaparecer a los mantuanos; y eso hicieron los soldados de Boves. La igualación no se buscó mediante la creación de un Estado que la garantizara y la mantuviera con la autoridad de la ley; se buscó mediante la destrucción del mantuanismo. La guerra social venezolana de 1812 a 1814 fue, pues, destructora, no creadora. Sólo Bolívar trató de buscarles, y les ofreció, una salida creadora a los que la habían hecho.
Un asunto importante que escribe Bosch, es cuando refiere que “Para convertir esa guerra social en nacional libertadora –es decir de independencia-, Bolívar decretó en 1813 la guerra a muerte. Mediante el debatido decreto de Trujillo, el joven general mantuano dividió a los combatientes de la guerra social en dos bandos: españoles y venezolanos. En ese momento, Bolívar pretendía separar a los jefes de la guerra social, que eran españoles, de los venezolanos que les seguían. Pero sucedía que en la lucha estaba presente, aunque en medida menos importante, un factor que podríamos calificar como guerra civil entre españoles; había republicanos españoles combatiendo contra españoles realistas. Bolívar quiso preservar para Venezuela a esos españoles republicanos, y así se explica que en el decreto de Trujillo ofreciera garantías a los españoles y canarios que combatieran en las filas libertadoras”.
Bosch dice que el esfuerzo hecho por Simón Bolívar en 1813 “…estaba destinado a fracasar, porque había una guerra social en marcha y sólo la muerte de sus jefes la detendría. El decreto de guerra a muerte que Bolívar lanzó como un rayo en medio de la tormenta, no logró darle regularidad a la guerra a muerte que se llevaba a cabo en toda Venezuela desde hacía algún tiempo. Si el joven general venezolano hubiera dicho como el general haitiano Jean Jacques Dessalines, que debía desaparecer del país toda una raza, hubiera podido definir mejor la guerra social, como se definió en Haití”.



miércoles, 18 de noviembre de 2009

Juan Bosch, Bolívar y la Guerra Social (Primera entrega)

Aún cuando la primera edición de Bolívar y la Guerra Social fue hecha en Buenos Aires, Argentina, en 1966 y la primera en Santo Domingo once años después, este importante libro del profesor Juan Bosch tuvo su octava edición en 2005 y es muy probable que continúe siendo editado, por la teoría que expone allí el fallecido e ilustre dominicano, en el sentido de que -Las guerras sociales americanas fueron provocadas por antagonismos raciales, económicos y sociales que no tenían solución pacífica. En número han sido las menos; pero en intensidad y en resultados han sido las más importantes.
Es valedero señalar que este destacado caribeño, fue ensayista, precursor del cuento en su país, Premio Novela Nacional de Literatura con su novela El oro y la paz, historiador, político y Presidente en 1963.
Considera el Dr. Bosch que de las conocidas como guerras de independencia ha sido la venezolana la que más ha llamado la atención de los investigadores de la historia, con muchas razones para cautivar a escritores, poetas y pintores. Una de tales razones es Simón Bolívar, la presencia de figuras como Sucre y Páez, el amplísimo escenario en que fue realizada la campaña militar y, como detalle importante y destacado,…el fruto que dio: cinco repúblicas libres por acción directa y varias más por acción indirecta.
Una guerra social que crecía en intensidad
Y así escribió que, Pero sucede que esa guerra, que cubrió costas de tres mares, llanuras inmensas y montañas gigantes en varios millones de kilómetros cuadrados, no fue una simple guerra de independencia. Pocos acontecimientos históricos, en el mundo americano, tienen causas tan diversas operando a la vez como esa guerra de trece años. Lo que comenzó siendo en 1810 una declaración de autonomía de la provincia de Venezuela y se convirtió en julio de 1811 en declaración de independencia y en establecimiento de un Estado federal –todo ello sin que apenas se derramara sangre-, pasó a ser en 1812 una guerra social que fue creciendo en intensidad, en crueldad y en capacidad destructora, hasta llegar a ser la razón oculta de la vasta acción libertadora de Simón Bolívar.

Para Bosch, la guerra social acaecida entre 1812 y 1814 generó resultados inmediatos y tardíos y pasa a explicar que Los primeros significaron la destrucción física de la nobleza criolla, los mantuanos que proclamaron la independencia; los segundos resultaron, desde el punto de vista de la lógica aparente de la historia, los más inesperados. Pues fueron los mismos hombres que aniquilaron a los independentistas de Venezuela los que hicieron bajo el mando de Bolívar la independencia de ese país y de varios más, y fue el miedo de Bolívar a que la guerra social se reprodujera en Venezuela lo que le llevó hasta el Potosí y lo que le hubiera llevado, de permitirlo la situación política internacional, hasta Cuba y Puerto Rico.

Puntualiza el fallecido expresidente dominicano que Bolívar llegó como Libertador hasta los Andes del Sur porque necesitaba alejar de Venezuela a los que podían reiniciar en cualquier momento la obra de Boves. Vano intento el suyo, pues como las condiciones sociales que hicieron posible la aparición de Boves permanecieron sin transformación, a mitad del siglo XIX, cuando todavía no habían comenzado a pudrirse los huesos del Libertador, Venezuela volvió a ser el escenario de otra guerra social de poder destructor parecido al de la primera. De al reconocido ensayista, esa fue la Guerra Federal al frente de la cual estaba Ezequiel Zamora. Su bandera no era la del absolutismo de Fernando Séptimo sino la del liberalismo que predicó Antonio Leocadio Guzmán; sin embargo, a pesar de las diferencias entre las nacionalidades, las ideas y las banderas de sus jefes, la Guerra Federal fue una segunda parte de la Guerra Social, ni más ni menos. De manera que el miedo de Bolívar había tenido razón de ser, y la historia lo justificó.

lunes, 2 de noviembre de 2009

El otro Bolívar


En Simón Bolívar y el nacionalismo del Tercer Mundo, el historiador uruguayo Vivián Trías se pasea por el lado más mundano del Libertador y si bien habla de lo sencillo y afable que era el guerrero en su “trato con los soldados, hombres, mujeres y niños del común, conlleva el mito, la aureola mágica de la leyenda” y luego añade “Porque además esté el otro Bolívar, el elegante general con botas renegridas a la Wellington y coruscantes entorchados”.

Para este ensayista, era Simón Bolívar el “sibarita gustador de añejos vinos y de selectos manjares, el bailarín incansable y alegre que danza la noche entera entre rasos, peinetones y atrevidos miriñaques, después de cabalgar a lomo de mula, interminables leguas por polvorientos caminos (el baile es la poesía del movimiento)”.

Es, un ilustrado lector de Rousseau, Montesquieu, Voltaire, Bentham y en su equipaje de campaña siempre estará un manoseado ejemplar del Quijote. “Bolívar vive con una plenitud y una avidez inusitada, una vida total, compleja, proteica, contradictoria. Lo aburre lo cotidiano, no ha sido hecho para la rutina. No es un gobernante administrador, papelista empedernido, sumido a la letrilla de la Ley. Su mente vuela sobre las cumbres como el águila, atenta a las grandes magnitudes, a las lontananzas de la historia a las cosmovisiones imaginativas, sus miradas son escrutadoras y futuristas”.

Sigue Trías en su particular descripción y escribe que alguna vez habría dicho: “Santander es el hombre de las leyes, Sucre el hombre de la guerra y yo el hombre de las dificultades”.

“Su sutil pensamiento –continúa Trías- no puede estarse quieto, va y viene, corre de un tema a otro. Disfruta analizando la historia que él mismo hace. Es su propio y lúcido espectador. Se complace en la filosofía política de su propia acción; exégeta y actor al mismo tiempo. Posee el donde la belleza; lo que Rodó llama la forma plástica del heroísmo y de la gloria. Es una espléndida pluma, un estadista que ha derramado oro fino en discursos y misivas. De sus cartas escribe Rodó: El poema de su vida está allí. Muy hermosas son sus esquelas de amor. Bolívar parece transfigurarse en cada uno de sus incontables amoríos. La leyenda de sus lances sigue, como una rosada sombra, a su fama política y militar. Cada vez que se enamora reincide las ascuas de su carne y de su ternura. Sus pasiones son interludios entre batallas. Tal vez de allí provenga esa intensidad que se consume así misma. Es que el último beso de la noche, puede enlazarse con el balazo mortal de la mañana.

Y abunda en esa visión este intelectual, refundador del partido Socialista Uruguayo y conocido como uno de los grandes exponentes del revisionismo histórico socialista latinoamericano:

Ana Lenoit en Salamina, Josefina Machado en Caracas, Julia Cobier en Jamaica, Manuela Madroño en Huayala, etcétera; pero siempre, siempre, la querida Manuela Sáenz, la hermosa y alocada quiteña. Manuel, escandalosa y fanática, es una herida sangrante en el prestigio del caudillo, pero excitante, dulce y necesaria para el hombre. Sus últimas cartas destilan encanto: “el hielo de mis años se reanima con tus bondades y gracias. Tu amor da una vida que está expirando.

domingo, 25 de octubre de 2009

Bolívar: La tempestad revolucionartia lo reveló


El historiador e intelectual uruguayo Vivián Trías, en su ensayo Simón Bolívar y el nacionalismo del Tercer Mundo, (1) al tratar el tema del caudillaje y, por supuesto, referirse al Libertador, escribió que “Los caudillos emergen en días revueltos, caóticos, de abruptas mutaciones; cuando las gentes pierden el rumbo, se desorientan y claman por quien las conduzca y marque el norte con seguridad y convicción. Son, en suma, hijos de las crisis.”
De seguidas, el ensayista describe con fuerza lo que él consideraba las circunstancias de la vida que abonarían el liderazgo del político y militar suramericano:
“Simón Bolívar, joven, rico y educado mantuano que ha paseado por Europa, que ha sido presentado a reyes, que fue testigo de la coronación de Napoleón y contertulio de encumbrados sabios (Bompland le enseñó: -las revoluciones producen sus hombres-; que conoció, primero, la dolorosa herida de una viudez temprana y luego, dice José Enrique Rodó (2), -deshojó las rosas de sus veinte años- en los salones de París, se erige en jefe carismático y tremendo, envuelto en las borrascas del hundimiento del Imperio Español
Habla de su genio, del cual dice “alentaba, agazapado, en los entresijos de la sociedad americana. La tempestad revolucionaria lo reveló y lo lanzó al ruedo de la historia”.
En las siguientes líneas sigue con Rodó, quien apuntaba entonces que existían próceres de “virtudes ecuménicas, casi abstractas; que no desentonan en ningún medio, porque son caracteres de validez universal” y coloca el ejemplo de José de San Martín.

Inconcebible fuera de la América Hispana
“Bolívar, en cambio, es inconcebible fuera de la América Hispana , india, mestiza, fuera de sus ámbitos de mayestáticas montañas y ríos tumultuosos, de áridos desiertos y valles verdeantes”
“Es el barro de América –otra vez Rodó- atravesado por el soplo del genio…” Lo que explica no pocas de sus contradicciones, de sus contradicciones, de sus íntimas desavenencias. Convoca en su entorno a un inmenso movimiento nacional y popular que reúne distintas clases sociales (y hasta opuestas en sus intereses), expresa a regiones disímiles y, aun, rivales, sintetiza pasiones encontradas, conduce ese torrente desbordado, desigual, bullente, a la meta común de la independencia y de la nacional”.
Y luego Trías se pregunta:
¿Cómo pretender de sus gestos, o de sus juicios, la límpida geometría de la línea recta?” Y luego el mismo ofrece la respuesta:
Su trayectoria y su pensamiento son como el horizonte, quebrado e irregular si se le mira de cerca; nítido, terso, sin la menor vacilación, si se le observa a la distancia. Bolívar mismo lo reclamó: Para juzgar bien de las revoluciones y de sus actores, es preciso observarlas muy de cerca y juzgarlos muy de lejos.
Vivián Trías retorna al tema del caudillismo y lo califica de dual, dicotómico y dialéctico y añade que “El caudillo es inconcebible sin las masas, por ellas es determinado y a ellas determina. Son indesligables. El caudillo es la consecuencia de una necesidad histórica, surge para satisfacerla, es su depositario. Los pueblos lo encumbran a su liderazgo porque es capaz de clarificar las tinieblas que los confunden, de abrir la ruta salvadora en la oscuridad del acoso. Creen en él, confían en él porque lo ven, a un tiempo, su igual y su superior; captan su sincera identificación con su humillada marginalidad y admiran su destreza en el ejercicio de las aptitudes que más respetan”.

Capaz de atisbar lo que esté por venir
“Pero también intuyen en él –escribió el fallecido intelectual-, a quien es capaz de atisbar lo que esté por venir, lo que aún no ha sucedido, lo que yace subrepticio y expectante en la extraña turbia de los sucesos. El caudillo expresa
A las masas. Su visión enfoca e ilumina lo que aquellas apenas entrevén. Formula con pulcritud y sencillez sorprendentes, lo que ellas presienten borrosamente dentro de si.
Definitivamente que el ensayo del historiador Trías atrapa a los lectores pues, escrito de una manera sencilla y fácil de leer, expone también su fibra de intelectual.
Refiere el ensayista uruguayo que el caudillo es un ser que se prueba en las derrotas, cuando factores adversos le atosigan. “Entonces demuestra su tenacidad, su sabiduría, su habilidad para manejar los hechos apremiantes, para sortear las trampas del enemigo y desbaratar intrigas y traiciones en las propias filas. Lo ven siempre enhiesto, resuelto, desafiante y seguro de sí. Aprenden a fiarse de él, se habitúan a obedecerlo y a seguirlo porque saben de su acierto a la corta, o a la larga. Los más grandes caudillos son taumaturgos de la historia; convierten las derrotas más desoladoras en victorias deslumbrantes”.



(1)Vivián Trías, Simón Bolívar y el nacionalismo del Tercer Mundo, Co-edición Editorial El perro y la rana y Ediciones Emancipación, 2008.
(2) José Enrique Rodó, Bolívar en El Mirador de Próspero, Ed. José María Serrano, 1913, Montevideo.

sábado, 10 de octubre de 2009

Desencanto por la disolución de Colombia


El inconmensurable legado de Andrés Bello

Formar, encaminar y alumbrar a los pueblos americanos es uno de sus grandes legados al continente del Americano Ilustre


Manuel López

Andrés Bello fue es uno más entusiastas forjadores del ser americanista de las nuevas sociedades emancipadas. No solo por los aportes a la gesta de independencia, sino por los esfuerzos por darle personalidad propia al castellano hablado en la América hispana con su Gramática de la lengua castellana.
El filólogo e intelectual Ángel Rosenblat decía que “Andrés Bello es, sin duda, el primer humanista de nuestra América, una especie de Goethe hispanoamericano”. Su fervor a la Patria Bolivariana aunque inconfesa está plasmada en el poema Canto a la disolución de Colombia, en el que expresa su desilusión con los gobernantes que no supieron mantener el legado de Simón Bolívar, la unión de Colombia: “Mirad, mirad en cuál congoja y duelo / a la Patria sumís, que la unión santa / con voz llorosa invoca y suplicante”.
Su poesía es la obra íntima de toda la vida, su biografía espiritual, dice de su obra poética Fernando Paz Castillo, mientras que Arturo Uslar Pietri lo ve como pedagogo. “No fue movido tan sólo por el amor de la belleza literaria y por el placer de conocer. En todo momento parece sentir que le está encomendada una misión primordial, la de enseñar, encaminar y alumbrar”.
La inmensa tarea que se echó sobre sus hombres a favor de la educación de sus hermanos del continente es otro de sus legados a los pueblos americanos. Maestro del Libertador, integrante de la misión diplomática que viajó a Londres para solicitar apoyo a la causa independentista de los patriotas venezolanos en 1810, su infancia y juventud correspondieron a las últimas tres décadas coloniales hasta 1810.
Sin perder de vista a América
Fue ese año que los acontecimientos políticos lo llevaron al viejo mundo, un viaje que duró 19 años y del que no volvió a su patria. Su permanencia en la capital del imperio británico es considerara por algunos historiadores fundamental para su formación intelectual y la universalización de sus ideas. Asiduo visitante de la biblioteca de Francisco de Miranda en Londres, Bello no pierde de vista a América, la estudia y analiza en la búsqueda de una comprensión razonada del hecho americano.
Bello decide su regreso a América el 14 de febrero de 1829 y por circunstancias del destino no llega a Caracas, sino que lo acogen en Santiago de Chile, una jugada del destino que sella su vida hasta el final de sus días y que reafirma su visión americanista. Las sociedades americanas deben construirse su propio rumbo, reiteraba con insistencia el intelectual universal.
Educador de raíz
Un gran movimiento surge y barrerá con todos los obstáculos que se le opongan, decía el insigne maestro de América, Andrés Bello, con referencia a la potencialidad de la formación del pueblo. La instrucción debe ser inteligible, que los niños entiendan lo que aprendan, agregaba el maestro del Libertador, un defensor en tiempos remotos, en el siglo XIX, de la educación popular.
“La universal difusión de los conocimientos", la catalogaba el avezado intelectual, creador de la Gramática castellana, como una necesidad de los pueblos para su avance. Bello fue un defensor de la educación para todos y todas, porque es un instrumento de liberación.
Americano ilustre
Andrés de Jesús María y José Bello López nació en Caracas el 29 de noviembre de 1781 y murió en Santiago de Chile, 15 de octubre de 1865. Fue uno de los humanistas más importantes del continente americano a lo largo del siglo XIX. Filósofo, poeta, filólogo, educador y jurista vivió en la capital de la Capitanía General de Venezuela hasta 1810. De una profunda educación, participó en el proceso revolucionario que llevaría a la independencia de su país. Como parte del bando revolucionario, integró una misión diplomática a Londres, lugar en el que residiría por casi dos décadas, realizando diversas labores. En 1829 se embarca para Chile, donde es contratado por el Gobierno para realizar diversas labores en el campo del derecho y las humanidades, fue tan reconocido su trabajo que le otorgaron la nacionalidad chilena por gracia.
En Santiago alcanzaría a desempeñar cargos como senador y profesor, además de dirigir diversos periódicos del lugar. En su desempeño como legislador sería el principal impulsor y redactor del Código civil, una de las obras jurídicas americanas más novedosas e influyentes de su época. Bajo su inspiración y con su decisivo apoyo, en 1842, se crea la Universidad de Chile, institución de la que se convertirá en su primer rector por más de dos décadas. Entre sus principales obras se cuenta: Gramática de la lengua castellana, Principios del derecho de gentes, la poesía Silva a la agricultura de la zona tórrida y el Resumen de la historia de Venezuela.

martes, 15 de septiembre de 2009

Un liberador de conciencias


Para el ensayista Raúl Valdez Vivó, Bolívar fue el primer visionario del mundo
Un liberador de conciencias (1)
El intelectual cubano dice que la oligarquía no se resigna al avance de las fuerzas populares

Pedro Estacio
El periodista, ensayista, dramaturgo, narrador, revolucionario, luchador y miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, Raúl Valdez Vivó, quien recién recibió el Premio Gustavo Machado al Pensamiento Político, por parte del Concejo Municipal de Caracas, por su trabajo Las dos vidas de Bolívar (2) piensa que el Libertador fue el primer visionario del mundo, porque lo más importante es la liberación de la conciencia humana y eso, en su opinión fue Bolívar.
Para este pensador político, cronológicamente, hay que hablar de que entre los libertadores de la conciencia, Bolívar fue el primero, el segundo fue Marx con Engels, el tercero Martí, el cuarto Lenin y ya después siguieron sus continuadores.
“En nuestra América está Mariátegui, en Europa está Gramsci hasta los más recientes, donde están Fidel, El Ché, Raúl, Cuba y desde luego Chávez, Venezuela y ahora están surgiendo nuevos libertadores,..”
-Comentamos que está Correa y el ensayista y periodista asiente, a la vez que agrega otros:
“Cristina Fernández de Kichstner, de Argentina, Daniel Ortega de Nicaragua, Evo Morales de Bolivia, que además es algo asombroso porque representa directamente en su persona y en su programa revolucionario a los aborígenes. También Lula de Brasil y Lugo de Paraguay”.
¿Al observar los actuales acontecimientos políticos en Latinoamérica, pudiera inferirse que la oligarquía de esta región está como algo desesperada, tanto como para clamar por la guerra, sin avistar que un conflicto es fatal para todo el mundo, incluso para ellos?
“Desde la época de Bolívar, la oligarquía o un sector más reaccionario de esa oligarquía, más enemigo del pueblo, no se resigna a que haya ningún avance de las fuerzas populares. Dice que en este momento está escribiendo un libro que se llama La Libertadora , que va a ser editado por El perro y la rana y es la continuación de Las dos vidas de Bolívar, porque ahí se habla de la segunda vida, del epicentro de los acontecimientos, cuando Santander, que fue el primer representante de la oligarquía nueva, realmente no era una enemiga de la oligarquía española, sino que la veía como un rival, capaz de llegar a acuerdos con ella, porque coincidía en algunos puntos fundamentales, como el mantenimiento de la esclavitud y la servidumbre de los aborígenes.
“Bolívar es quien rompe todo eso, entonces, Santander, organiza un complot para asesinar a Bolívar, cuando él se aloja en el Palacio en Bogotá; la idea era matarlo y Manuelita Sáenz, quien con orgullo se proclamaba la amante de Bolívar, que era una gran combatiente, que estuvo con el Libertador en Junín y después con Sucre en Ayacucho, salva a Bolívar. Cuando entraban a matarlo lo obliga a que él salte por una ventana y cuando son apresados los participantes en aquel grupo, Bolívar proclama a Manuelita Sáenz como la Libertadora del Libertador, por haberle salvado la vida.

DESPIECE

La libertadora
Explica el dramaturgo cubano que esta nueva entrega literaria se llama La Libertadora , pero no se refiere a Manuelita aunque se inspira en ella, sino que se refiere a Venezuela, porque la nación es hoy la Libertadora , que sigue los pasos de la primera libertadora que es Cuba en esta lucha por la segunda independencia.
El periodista hace un curioso ejercicio, al recordar que Venezuela y Cuba son nombres femeninos, entonces le puso el nombre a su nuevo libro La Libertadora , permitiéndole definir con ello el Alba como una familia de naciones libertadoras, iguales en los sueños y los peligros, pero cada una desde su propia historia, dirigentes, sus propios modelos de emancipación social.
De hecho es lo que está ocurriendo, comentamos
Asiente Valdez Vivó y añade que EE. UU., durante años empezó a preocuparse por tal realidad y en Honduras trata de revertir el proceso. En general quieren utilizar a toda América Central para lanzarla contra América del Sur y en especial contra Venezuela. Considera que la cuestión es terrible y no sola para los pueblos sino para el que vive en ese país, porque ahora mismo Honduras –que antes no pasaba de doscientos revolucionarios, ahora tiene un despertar.
4.246
(1)
Entrevista a Raúl Valdez Vivó publicada el 12/09/2009, en el semanario cultural de Venezuela Todosadentro.
(2)

VALDEZ VIVÓ, Raúl
Las dos vidas de Bolívar
Editorial El perro y la rana
Ministerio del Poder Popular para la Cultura
Caracas-Venezuela

martes, 8 de septiembre de 2009

Escribir, el riesgo y el sentido


Pertinentes descansa con la mayor seguridad en quienes tienen esa interesante cualidad de investigar, recolectar datos importantes de los hechos históricos y, por supuesto, ensayar con ellos imprimiéndole fuerza, pasión y dedicación. Por eso, siempre apelamos para escribir estas páginas en la red en aquellos quienes saben escribir, lo hacen con gran sentido y con visiones muy particulares de los temas tratados. Tal circunstancia es la que nos hace acudir a un texto de un interesante poeta como lo es el filósofo Miguel Márquez, quien publicara en el segundo número de Letra en Movimiento, una publicación periódica de la Fundación Editorial El perro y la rana, su artículo Riesgo y sentido, porque en cierto modo expresa ese sentir de la escritura, un objetivo compartido con la idea y la verdad de nuestra historia hecha y la que es construida. Así, Márquez escribe:
“Es cierto. Toda obra es fruto de la rebeldía existencial, ontológica, política. Es producto de una acción liberadora. De lo contrario, no sería de veras un libro: testimonio de la tarea, siempre inacabada, de descifrar los signos de la vida y su coloratura desigual y enigmática. La escritura consagra la decidida apuesta por no quedarse con lo dado; es la zanja que abren la inteligencia y la sensibilidad en la materia corpórea de la costumbre, de lo estatuido, de las convenciones, de los lugares comunes. Así, los libros son cosmovisiones singulares que expresan pactos y rupturas con la realidad psíquica, social, ideológica, de quien arma los mosaicos de su vecindad plural con lo que lo rodea.”
Sin ir lejos, los libros tienen las historias del mundo en sus hojas. Las que se identifican con la gente, con los pueblos, pero también llevan historias de ignominias y eso lo sabemos muy bien. Atrapan el tiempo de ayer y también el del presente y el del futuro cuando quien lo piensa, lo dice y lo escribe es un visionario. Por eso, el Director de El perro y la rana, le concede aún mayor importancia al decir:

Entender las circunstancias que nos rodean
“Son por ellos testimonios de lo humano. Separación de lo que existe por la locuacidad de porfía en darle sentido a la fragmentación con la conciencia de la incompletad. Nunca calzarán las partes de un modo perfecto, pero a esa destacada realización muchas veces sorpresiva de la lengua, a esa odisea por conseguir el extraño acoplamiento del espíritu con la materia fónica de nuestros símbolos, le debemos la continuidad inacabable de los intentos, los ensayos, de los retos al empeñarnos en entender la circunstancia que nos rodea y comunicar, transmitir, compartir un complejo mundo de equivalencias, puntos de vista, modulaciones, formas distintas de organizar lo que acontece”.
Si como dice Miguel Márquez “…escribir un libro es comparable a poner en movimiento las contradicciones…”; no cabe duda que tomar de los libros esas contradicciones y exponerlas a los lectores en un blog como el Pertinentes, es igualmente entrar en esa gran fiesta donde todo es posible desde el lenguaje que muestra la historia y por eso él continúa al decir “las que surgen, no sólo de las lecturas que otros harán, sino también de las propias, las que resultan del riesgo mismo de otorgar sentido o de darle escenografía al absurdo. Nada se queda quieto decía Heráclito y con razón. –El movimiento, signo molesto de la realidad- escribió el cumanés universal. Entre ambos polos vamos, leyendo y escribiendo para que, como lo apuntó el poeta mexicano José Emilio Pacheco: los hijos, de los hijos de nuestros hijos conozcan por fin la sociedad perfecta”.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Uslar Pietri: Bolívar es nuestra América


En la honda, rica y oscura crisis del mundo que se abre en Hispanoamérica con el siglo XIX, como dijo el escritor Arturo Uslar Pietri en uno de sus ensayos, (*) surgió el Libertador Simón Bolívar. En efecto, lo que escribió el escritor fue así:
“Un día desaparece el rey de la cabeza del imperio en forma inesperada, y simultáneamente se viene extendiendo entre la gente culta o influyente un desdén filosófico por el catolicismo y por el fraile. El pueblo español, acéfalo, regresa a la behetría medieval, y los criollos de Indias se ven obligados a entrar en la Historia universal. Esa crisis, con toda su significación y su misterio, se encarna prodigiosamente en un hombre: Bolívar. Por eso pocas almas hay tan ricas y complejas como la suya. Su psicología es historia.

Bolívar: Un adelantado
Para este inteligente escritor hispanoamericano Bolívar “No era tan solo capitán, hombre de guerra, a pesar de que sus acciones y hazañas lo parangonan con los mayores. Tendrá inmensa gloria con solo la campaña del año 13 o con la campaña de Boyacá. Era también un fundador, un adelantado, un hombre de poner nombres a las nuevas cosas, de tomar posesión, de hacer la ley y crear”.
Este profundo hombre de letras fue más lejos en su descripción sobre Simón Bolívar, al decir que “Era, de añadidura, un pensador. Vio más hondo y más claro que nadie, entre las convulsiones de los pueblos y los humos del pensamiento europeo, la verdadera condición de su América y el signo de su fatalidad”.

Como un cóndor avistó el peligro
Tan profundo fue el pensamiento del Libertador, esa visión del futuro, que el hombre pareció alzarse como un cóndor sobre los andes y husmear en el norte de la América por la que luchaba, para convencerse del peligro que representaba para los latinoamericanos la nación estadounidense. Pero sigamos mostrando a los lectores lo que escribió el notable escritor y ensayista que fue el venezolano Uslar Pietri:
“Ya a estas alturas de la suma hay pocos que lo sigan, pero aún hay más. Tenía en grado excelso el donde de expresión de los grandes escritores. Lo que hacía correspondía a un pensamiento luminoso y se manifestaba en una expresión viva y hermosa. Sentía las voces. Pero aún, por encima de todo esto, es una de las almas mas cargadas de sed trágica que hayan conocido los hombres. Nadie se ha parecido más a un mundo, y nunca un mundo, tan extenso, complejo y arduo, se ha expresado con más plenitud en su almas”.
Y más adelante:
“Bolívar es Nuestra América. Cuanto más criollos son los pueblos, los hombres más lo entienden y más cerca están de él. El no representa un aspecto de América o una hora de su historia. Toda su tierra, todo su pueblo, todo su tiempo. En el Inca Garcilaso ya está algo de él, y en Sor Juana y en Túpac Amaru, y en Bernal Díaz, y en la cúpula mexicana, y en el nacimiento quiteño, y en la música de Lamas. De él hay ya en los negros del cacao y de la caña, en los indios de la coca y de la yuca, en el quetzal, en el maíz, en la fiesta de San Juan, en el canto popular”.

Volver sobre España
El autor de Lanzas Coloradas hurgó mucho más en el pensamiento de Simón Bolívar y así refiere que “la Patria nunca le fue encierro ni Provincia. –Nuestra Patria es la América- dijo una vez. Pero en realidad la América Española, una América homogénea y unitaria; y en el fondo de su más remota ambición, lo que estaba era volverse sobre España, una vez libertada América, para libertarla o para reconquistar el sepulcro de Don Quijote, como hubiera entendido Unamuno, pero en todo caso, para rehacer la unidad hispánica. A la manera del Cid, que se iba de Castilla para hacerla, y también a la manera de Trajano”. Y luego, “En la hora en que los nuevos Estados abren los ojos buscando el rumbo y ensayando instituciones, él, en Angostura, ante los afrancesados, los enamorados de Las Luces, dice aquellas palabras que solo medio siglo después, en la desesperanza del caos, empieza a comprender Latinoamérica: ¿Queréis conocer los autores de los acontecimientos pasados y del orden actual? Consultad los anales de España, de América, de Venezuela; examinad las Leyes de Indias, el régimen de los antiguos mandatarios, la influencia de la religión y del dominio extranjero; observad los primeros actos del Gobierno republicano, la ferocidad de nuestros enemigos y el carácter nacional”.
En realidad, hay otros detalles más del escritor que escribe en su ensayo Bolívar y será más adelante que volvamos sobre el mismo. Lo importante es la apreciación que han tenido y tienen sobre el Libertador de América, Simón Bolívar y su trascendencia y vigencia en este convulso mundo de hoy, y en este amanecer para los Latinoamericanos.


USLAR PIETRI, Arturo
Nuevo mundo
Mundo nuevo,
Biblioteca Ayacucho, 1998.

lunes, 17 de agosto de 2009

Ayer como hoy, infamia de siglos: Colombia y USA


Dejo acá, algunas líneas con las opiniones del historiador y poeta bolivariano de Colombia –lamentablemente fallecido- Juvenal Herrera Torres, quien en su ensayo El bacanal de las fieras (1), fustiga a las oligarquías de su país y Venezuela y muestra así cómo el poder oligárquico estadounidense también odiaba a todo lo que significara Simón Bolívar.
Herrera Torres escribe así que “¡Qué extraordinaria semejanza hay entre los escritos infames de Santander contra Bolívar y los de los funcionarios de Washington! Ya hemos visto como unos y otros tenían una unidad de propósitos que llevaron a la muerte de Bolívar y Colombia. En cambio, Santander era objeto de halagos y zalemas por parte del gobierno de los Estados Unidos, lo que trae a la memoria aquella sabia frase de Sainte Beuve (escritor y crítico literario francés): ¡Dime quién te admira y te diré quién eres!
Si Herrera Torres estuviese vivo, creemos que con mucha facilidad armaría un fascinante cuadro con las intrigas y acciones maledicientes que rodearon al Libertador Simón Bolívar en su época con las que intentan repetir, en estos precisos momentos, contra Venezuela, su revolución bolivariana y sus líderes.
El más estimado de Washington
Escribió Herrera Torres que “Es público y notorio que no solo Jackson (quien apoyó a Inglaterra para apoderarse de las islas Malvinas (después otro apoyo en el siglo pasado para la guerra contra los argentinos), sino Clay, subalterno de Adams y superior de Tudor, Harrison y otros eminentísimos diplomáticos y espías norteamericanos, eran particularmente deferentes con Santander. ¿Quién lo discute? El propio Santander es el que da fe de ello y con orgullo”.
Líneas más delante en su ensayo, que forma parte de la Compilación Bolívar, Quijote de América (2), refiere el escritor que, “¡ Es tan cierto que Santander fue el más estimado de los renegados de la antigua Colombia, por parte del gobierno de Washington, como lo es también que los imperialistas de los Estados Unidos odiaban al Libertador, y odian hasta su memoria, como a ninguno otro de los hijos de la Gran Colombia, de la cual fue su inspirador, su padre, conductor y defensor hasta el último instante!”
Refiere el historiador que aquellos nuevos dueños del poder en la Nueva Granada eran muy astutos en lo que hacían y así, por un lado fusilaban a los adversarios mientras hacían calumnias a Bolívar-pese a que estaba muerto- mientras se trajeaban de liberales y demócratas. En ese mismo sentido, apeló el ensayista a lo que escribió Florentino González (periodista, santandereano y catedrático colombiano) en sus Memorias:
“…desde que fue patente para nosotros que la República y la Democracia no habían sido objeto de sus afanes y trabajos, ni era para fundarlas que se habían exigido al pueblo tan grandes sacrificios, nuestra adoración (¿?) se cambió en horror por el ambicioso que así había frustrado todas nuestras esperanzas y querido convertir en su provecho personal todo lo que el pueblo había hecho por adquirir el derecho de gobernarse a si mismo. No causó impresión ninguna de dolor en el pueblo (¿?) la muerte de Bolívar, ni lamentaron su pérdida sino aquellos que favorecían sus miras liberticidas.
El odio al Libertador
¿Cómo podrían libertarse los pueblos de ambiciosos de esa clase, si, cuando se mueren, se pusiesen a honrar su memoria?”
¡Estos son –escribe Juvenal Herrera Torres- una muestra de los próceres: ideólogos y héroes oficiales del Estado Santanderista! Se comprende porqué no se enseña historia de Colombia en las escuelas y universidades. ¡Así surgió el liberalismo en Colombia! Su odio al Libertador fue simplemente instrumento de la política del gobierno de Washington para impedir la unidad de las nuevas naciones y destruir a Colombia. El gobierno de los Estados Unidos odiaba a Bolívar (y ahora odia a la revolución y a Chávez) de un modo tan escandaloso, que el conde Dudley, secretario de Estado británico en 1827, recibió de Willimott, su procónsul en Lima, una carta en la que le decía:
La maligna hostilidad de los yanquis hacia el Libertador es tal, que algunos llevan su animosidad hasta el extremo de lamentar abiertamente que allí donde ha surgido un segundo César no hubiera surgido un segundo Bruto.
¡Muy grande –sigue Juvenal Herrera Torres- debió ser la alegría de los imperialistas de los Estados Unidos, cuando vieron que en los Estados Desunidos hispanoamericanos podían alentar el levantamiento de tantos Brutos para destruir a Bolívar! Luego añade el poeta:
“Venezuela, o mejor dicho, el gobierno, acogió con sus brazos abiertos a varios Brutos de esos. Algunos habían tomado parte en la conspiración septembrina de 1828 y, como es sabido, fueron amnistiados (como en Bogotá) y ¡condecorados! Dos días antes de la muerte del Libertador, los diputados de Puerto Cabello habían propuesto que el nombre de Bolívar fuera condenado al olvido.
(1)
Herrera Torres, Juvenal
Ensayo El bacanal de las fieras
(2) Bolívar, Quijote de América
Editorial El perro y la rana
Ministerio del Poder Popular para la Cultura
Caracas-Venezuela

jueves, 13 de agosto de 2009

Las burguesías de hojalata


Hay que bendecir la existencia de los investigadores de la historia latinoamericana, esos que han hurgado y hurgan constantemente en los viejos escritos, esos papeles adormecidos por el tiempo pero que contienen tanto verdades como mentiras.
Y en ese orden, hacemos referencia al historiador y político uruguayo Vivián Trías, cuyo ensayo “Simón Bolívar y el nacionalismo del Tercer Mundo”, es considerado por el Doctor José Díaz, Presidente de la fundación que lleva el nombre del desaparecido historiador, “…el mejor ensayo sobre Simón Bolívar desde el Sur de América Latina, y una de las pocas versiones escritas desde la perspectiva del materialismo histórico”. Por cierto, acaba de ser publicada su cuarta edición por la editorial El perro y la rana, del Ministerio del Poder Popular para la Cultura de Venezuela.
En una interpretación, de las realidades de aquellos tiempos, Trías habla de las naciones europeas y sostiene claramente que “…su propia prosperidad industrial, sus avances democráticos, fueron logros de burguesías verdaderamente nacionales. En la América hispana no existe tal clase. No hay burguesías industriales y nacionales que arrasen las artesanías y formas de producción precapitalistas, para edificar un capitalismo industrial autóctono y libre de coyundas. Son, en rigor, burguesías dependientes, intermediarias derivadas de los intereses de la metrópoli europea. Se enriquecen vendiendo a sus socios mayores materias primas baratas que arrasan del sudor y del sufrimiento de sus pueblos y revendiendo, en los mercados internos, manufacturas importadas, sobre todo de Inglaterra, con lo que exterminan las pocas y burdas manufacturas nativas. Su negocio es el coloniaje, no la independencia económica y la nacionalidad auténticamente soberana. Jean Paul Sartre, mucho más tarde, las calificó de burguesías de hojalata “.
Refiere Vivián Trías que el Libertador había comprendido cabalmente que “solo las masas son insobornablemente patriotas, que la cuestión social y la cuestión nacional, en estas tierras, se confunden en un solo postulado. Un Estado encarnado en el caudillismo carismático, apoyado por peones, trabajadores, arrieros, menestrales, productores de todos los colores y expresado en su ejército, a la vez instrumento político y comprometido hasta los tuétanos con la causa revolucionaria, es la única solución. Sobre ella ha de trabajar infatigablemente”.
El enfoque de este historiador uruguayo es interesante, pues salvando las distancias, caracteriza a las burguesías de nuestros países como en realidad se comportan, que llevó a Sartre a calificarlas de burguesías de hojalata. Ciertamente, un ejemplo de lo expresado por este escritor es la famosa agricultura de puerto que tuvo Venezuela en el pasado y que aún, hay que seguir haciendo mientras fortalecen su agricultura con proyectos de impacto social como la utilización de las tierras que tienen tradición agrícola por parte del campesinado.
Ciertamente, Venezuela desarrolló en el pasado una cultura de la importación que ha vulnerado su soberanía por décadas y ahora hace esfuerzos por salir de ella.
No es difícil entender por qué fue atacado duramente Simón Bolívar y porqué se procede de la misma forma contra la revolución bolivariana, es la misma burguesía de hojalata que ha transmitido en herencia su mentalidad colonialista y a la que no le importa en lo más mínimo las consecuencias de sus actos, porque como define el mismo Vivián Trías, “Su negocio es el coloniaje, no la independencia económica y la nacionalidad auténticamente soberana”.

lunes, 27 de julio de 2009

La oligarquía, los crímenes y fraudes


En esta interesante tarea de revisar la historia a través de hombres y mujeres que han venido escribiendo con pasión de las realidades que les ha correspondido vivir a nuestras ciudadanas y ciudadanos de Latinoamérica, solemos encontrarnos con situaciones tan canallescas, que a veces pensamos no forman parte de las actitudes de algunas personas, pero ocurre.
Adelantamos unas y otras páginas de Bolívar, Quijote de América, la compilación de ensayos hecha por el historiador y poeta Juvenal Herrera Torres y en ocasiones volvemos atrás y en esa publicación de la Editorial El perro y la rana, del Ministerio del Poder Popular para la Cultura de Venezuela, nos encontramos con párrafos en algunos de los ensayos, que revelan cuanto odio tuvieron y tienen las oligarquías en este mundo contra quienes tienen ideas distintas a las de ellos.
Seguimos leyendo “La bacanal de las fieras”, ese importante ensayo de Herrera Torres y seguimos asombrándonos con las conductas que exhibían los enemigos del Libertador Simón Bolívar, aún después de su muerte.
El escritor colombiano refiere que “El júbilo de la oligarquía venezolana fue, pues, indescriptible. Ya no había que simular composturas, como cuando no se opuso a que se decretara el 9 de mayo de 1830 una ordenanza que calificaba a Bolívar como el primero y mejor ciudadano de Colombia”.
Escribió Herrera Torres que los oligarcas venezolanos no sólo atacaron la ordenanza, sino que pasaron a la ofensiva y se dieron a la tarea de elaborar un proyecto de ley en el que decretan, en su primer artículo que “Los títulos de honor y gloria que los cuerpos representativos de Venezuela consagraron a Simón Bolívar serían todos recogidos por el Poder Ejecutivo”.
Pero eso no fue todo, sino que en su artículo segundo, se establecía que “El mismo, con acuerdo de su Consejo de Gobierno, señalará por un decreto particular, un día en que en medio de la plaza de armas se quemen todos los monumentos de gloria concedidos a un hijo espurio que pretendió clavar el puñal parricida en el corazón de una madre amorosa”. Y en el tercer artículo se dice la barbaridad siguiente: Se tendrá por aciago en la República el 17 de diciembre de 1830 en que murió naturalmente Bolívar, cuando debió morir de una manera ejemplar”.
La conducta oligarca en el siglo XXI se explica por si sola
El ensayo del fallecido historiador y poeta es una suerte de cofre, que muestra la ausencia de espíritus honestos en algunos hombres que formaron parte en un momento de la historia latinoamericana.
“La historia es un proceso vivo –escribió-, dinámico, dialéctico, constante: nunca se detiene. En la historia el pasado no existe como fenómeno estático. El presente viene siendo desde el pasado y el futuro empieza ahora mismo. En Colombia, y en general en América, no se enseña historia porque ella descubre a los autores de la opresiva situación que hoy vivimos. Durante el origen de su poder y los métodos y aparatos de fuerza usados para conservarlo y reproducirlo. El crimen, los fraudes, las intrigas, las masacres de los adversarios: así se fue haciendo el poder de estas oligarquías que irónicamente se llaman así mismas demócratas. ¡Esta es la historia que nos enseña! ¡Esta es la historia que se oculta! Al fin y al cabo, como dice Eduardo Galeano: La historia oficial desprecia lo que ignora, ignora lo que teme. Es una historia n que refleja el miedo de los que mandan. Ellos han contado esa realidad desde el punto de vista de los vencedores: blancos, ricos, machos, militares”.
Juvenal Herrera Torres escribe que con el rótulo del liberalismo democrático y valiéndose del crimen y del fraude los oligarcas granadino constituyen un Congreso sumiso en su soberanía a los dictados democráticos del Presidente y luego añade que “La bacanal de las fieras llega a su apogeo cuando el santanderismo, sirviéndose opulentamente del congresillo de cabecera, le sirve su presidente en bandeja de sangre la pena de muerte contra los adversarios políticos. Los mismos que habían calumniado al Libertador llamándolo tirano, sanguinario y déspota, decretan ahora la pena de muerte…”
Como el presente viene siendo desde el pasado, tal cual escribió el poeta Herrera Torres, claramente es explicable la conducta que exhibió la oligarquía venezolana en el intento de golpe de Estado del 2002 y muy entendible la conducta de esa misma oligarquía en los acontecimientos de la República de Honduras y es que la historia es un proceso vivo, aunque cambiante como en la actualidad.

viernes, 24 de julio de 2009

El imperialismo y la oligarquía siguen temiendo


Momento propicio, hoy 24 de julio, día en el que nació Simón Bolívar, el más auténtico “heraldo de la democracia”, como lo definió el historiador radicado en España, Yang Enrui (Instituto de Historia Universal de la Academia de Ciencias Sociales de China) y quien consideraba que “por su pensamiento democrático y republicano, Bolívar fue un caso excepcional entre los líderes de las jóvenes naciones”, de comienzos del siglo XIX, como lo reseña dicho intelectual en la publicación China conmemora a Simón Bolívar y que es registrado por el fallecido historiador y bolivariano Juvenal Herrera Torres, en la antología de ensayos, Bolívar Quijote de América(Colección Alfredo Maneiro de la Editorial El perro y la rana (1).
En su ensayo La bacanal de las fieras, Herrera Torres refirió que “El imperialismo y la oligarquía temen sobre todo que nuestro pueblo se encuentre con Bolívar y tome conciencia de su ser y de su papel como ser humano y como pueblo. Para oprimirnos nos ha impuesto su ideología y sus pretendidos valores”.

El lenguaje repugnante
No tiene pérdida alguna el laborioso trabajo del profesor Herrera Torres sobre lo que ocurrió en Colombia, según sus investigaciones, luego de la muerte del Libertador de América. En su opinión, la muerte de Bolívar “fue la coyuntura para que el santanderismo abriera su caja de Pandora. El gobierno de Bogotá hizo llegar una nota de cobro al gobernador de Santa Marta, por haber sufragado con dineros del Estado el austero funeral de Bolívar”. Y posteriormente escribe:
“Santander no hacía más que copiar el repugnante lenguaje utilizado contra Bolívar por los diplomáticos y espías de los Estados Unidos”. El también poeta pone como ejemplo a William Tudor, quien, es seguramente copiado por algunos voceros actuales de la oligarquía del dinero y la industria militar de ese país, mienten sobre la revolución bolivariana y su líder. Vertía Tudor su veneno ayer, como sus paisanos lo hacen hoy, de la siguiente manera:
“La profunda hipocresía del general Bolívar ha engañado hasta ahora al mundo…muchos de sus antiguos amigos (¡como Santander!) han descubierto sus intenciones hace más de un año y ya lo han abandonado. Con la violenta disolución del Congreso (Lima, 1826), la máscara debe caer del todo y el mundo vera con indignación o con aquel a quien el destino por una afortunada combinación de circunstancias había preparado los medios para dejar una de las más nobles reputaciones que la historia pudiera registrar, sea recordado como uno de los más rastreros usurpadores militares, cargado con el peso de la maldición de sus contemporáneos por las calamidades que su conducta ha de traer aparejada”.
Como se puede apreciar, es prácticamente el mismo lenguaje que utiliza el imperio para descalificar a toda nación y personaje que no se adapte a lo que ellos desean. Por eso ocurre lo de Honduras hoy día y en el pasado las agresiones que han recibido nuestras naciones y por eso, la nefasta combinación que observamos al sur de Venezuela.
El poeta e historiador Bolivariano, Juvenal Herrera Torres, nos refresca la historia de aquellos tiempos al señalarnos que “¡Qué extraordinaria semejanza hay entre los escritos infames de Santander contra Bolívar y los de los funcionarios de Washington! Ya hemos visto como unos y otros tenían una unidad de propósitos que llevaron a la muerte de Bolívar y Colombia. En cambio, Santander era objeto de halagos y zalemas por parte del gobierno de los Estados Unidos, lo que trae a la memoria aquella sabia frase de Sainte Beuve: ¡Dime quien te admira y te diré quién eres!”.
Pero dice mucho más Herrera Torres y así comenta que “Los nuevos dueños del poder en la Nueva Granada, combinaban muy astutamente sus actividades: mientras iban fusilando a sus adversarios políticos, calumniaban a Bolívar en ultratumba y posaban como liberales y demócratas”.
Bueno, esto muestra, salvando las distancias del tiempo, la existencia de malsanas conductas y sociedades tras objetivos muy bien definidos: dominio y control de nuestra Latinoamérica con la complicidad vecinal.

(1)
Ministerio del Poder Popular para la Cultura
Caracas-Venezuela

martes, 21 de julio de 2009

El polo opuesto de Latinoamérica


Escribía Rufino Blanco Fombona, este notable escritor, narrador y político venezolano, en un ensayo sobre Relaciones internacionales y solidaridad americana, incluido en los Ensayos Históricos que publicó la Biblioteca Ayacucho en 1981 que “En el desarrollo agitado de estos jóvenes pueblos, han tenido todos ellos, sin una sola excepción, choques de intereses con Europa y con los Estados Unidos, choques que han llevado a menudo al rompimiento y la guerra. Otras veces, ambiciones, miras imperialistas de los pueblos mayores han amenazado la integridad territorial o las instituciones de los nuevos Estados”.
Ese comentario en uno de sus ensayos, nunca ha perdido vigencia, por el contrario, adquiere una gigantesca relevancia la cual es cónsona con los acontecimientos actuales que vuelven a molestar a los latinoamericanos. Si, porque es recordar la agresividad alertada, mucho antes, por el Libertador Simón Bolívar en torno a los gobiernos estadounidenses, que no han sido otra cosa que grandes gestores de inimaginables y aterradores negocios, no solo para los latinoamericanos, sino para la misma humanidad. De hecho, en su ensayo, Blanco Fombona destaca que “y aun su mero acercamiento( a Estados Unidos), ya que este país, por sus costumbres, su modo de concebir la vida, su incapacidad para las Bellas Artes y su carencia de ideales, es el polo opuesto de la América del Sur”.
Se sienten de nuevo los ladridos
En este amanecer del siglo XXI, las mujeres y hombres de esta tierra vuelven a sentir los ladridos y las mordidas de las fieras, imperialmente familiares a las que ensangrentaron las tierras de los mexicas, en el tiempo de las andanzas de Hernán Cortés como describe Miguel León Portilla, en su trabajo La Visión de los vencidos.
Este tiempo, que quiere dejar de ser desigual para los latinoamericanos, Honduras y las demás naciones que van conquistando sueños para sus pueblos, sienten malestar en sus corazones, aunque los malos días les sirven para recordar que no deben bajar sus guardias ante la ferocidad de quienes se creen dueños de la vida de los demás.
Blanco Fombona clasificó en tres períodos las relaciones de los pueblos latinoamericanos con las naciones europeas y los estadounidenses, En ese sentido, así lo escribió:
1°) Amenaza de la Europa monarquista, unida en Alianza llamada Santa. Entonces renacieron con vigor las ideas bolivianas de confederación y solidaridad continentales que se proclamaron en el Congreso de Panamá (1826). Por entonces nació también la doctrina de Monroe, bien acogida a la sazón en la América del Sur, como consagración de las ideas en que abundaban todas las naciones del nuevo mundo.
2° A partir de 1845-1850, desconfianza naciente contra los Estados Unidos por su mutilación de Méjico y su filibusterismo en Centroamérica, y desconfianza permanente contra Europa, que no cesa de amenazarnos. Esto dura hasta el cuarto del Siglo XIX.
3°) Odio y temor a los Estados Unidos. Acercamiento a Europa, peligro que cada día es menor para nosotros, tanto porque las Repúblicas se fortalecen cada día más, como por el anarquismo industrial y político del Viejo Mundo. Así se inicia el siglo XX.
Luego el escritor dice que hay que insistir, que durante el siglo pasado nuestros pueblos tuvieron sus querellas, pero siempre tuvieron la comprensión de su destino “y que, para realizarlo deben, hasta donde sea posible y fructuoso, solidarizarse”.
Pero hay más de lo que escribió Blanco Fombona y así, sostuvo que de esa “idea de solidaridad, si no de unión política, permanece latente”. Refiere el escritor en su ensayo, que “A cada peligro o agresión, los pueblos americanos, sintiéndose mancomunados por la amenaza o el dolor, se tienden unos a otros las manos”.
Recuerda que años posteriores a la invasión y la mutilación de la nación mexicana por parte de los yanquis y de las “incursiones filibusteras en la América Central, celebran un pacto en Santiago de Chile: Perú, Chile y Ecuador, a que más tarde se suscriben otros Estados; y ese mismo año (1856) otro grupo de nueve naciones, entre las cuales el propio Méjico, celebra otro pacto por el estilo”. Habla del panamericanismo durante el último cuarto del siglo XIX (influenciado por el elemento angloamericano) y el panhispanismo, como instancia para contrarrestar y evadir tal influencia contra los argumentos de mancomunidad continental y de forma de gobierno. Ya en el siglo XX habla del acercamiento a Europa para contrarrestar (con toda suerte de vinculaciones) del imperialismo estadounidense “y aun su mero acercamiento, ya que este país, por sus costumbres, su modo de concebir la vida, su incapacidad para las Bellas Artes y su carencia de ideales, es el polo opuesto de la América del Sur”.

domingo, 19 de julio de 2009

La Patria única de Bolívar y Estados Unidos


En Las dos vidas de Bolívar(*), el periodista y ensayista Raúl Valdés Vivó, se refiere a un tema que formó siempre parte del pensamiento del Libertador de América, como lo fue y se mantiene vigente entre los latinoamericanos el enfoque de nuestras vidas, de nuestras realidades y las tempranas obsesiones imperiales de una nación como lo es Estados Unidos.
Escribe Valdés Vivó en el aparte La doctrina Bolívar (que no recibió ese nombre) contra la doctrina Monroe, que la primera “se resume en lo que su creador afirmó ante los legisladores en Angostura al imaginar el destino de una patria única en el corazón del universo, prodigando ciencia y amor”.
Para este intelectual, el gobierno estadounidense –ya para aquel entonces- “no aceptaba que nuestros pueblos pudieran ir por esa senda, yendo él por la opuesta. Ello explica que tres años antes del congreso emancipador convocado por Bolívar, el presidente James Monroe trazara una línea de sentido hegemonista, que sus sucesores elevaron a la categoría de doctrina”.
Añade que el concepto de Monroe, inicialmente, revistió “la forma de una declaración pragmática que fijaba la política exterior de los Estados Unidos con respecto a los derechos y las actividades de las potencias europeas en el continente americano. Fue expuesta por él mismo en su comparecencia anual ante el Congreso de los Estados Unidos, el 2 de diciembre de 1823”. Y luego el escritor añade:
“Es interesante notar que no fue respaldada por ninguna legislación congresional de ese país, ni ratificada en el derecho internacional, por lo que solo a partir de 1845 resultó elevada a la categoría de principios doctrinarios”.
Valdés Vivó continúa su investigación y comenta que Monroe había afirmado que las potencias europeas no podían colonizar por más tiempo a la América y que, en consecuencia, deberían dejar a un lado el intervenir en los problemas o asuntos de las repúblicas latinoamericanas recientemente emancipadas y, en ese mismo orden( calificada de la manera siguiente y no en las palabras del autor de Las dos vidas de Bolívar), pudiera decirse que mostró su apetito imperial al prevenir “a los estados europeos contra cualquier intento de imponer monarquías en las naciones americanas independientes, pero, debilitando el postulado anterior, añadió que el gobierno de los Estados Unidos no emprendería ninguna acción en las colonias europeas existentes ni en la propia Europa”.

América para los americanos...pero del norte
Refiere este investigador de la historia que cuando Monroe marcaba así la diferencia entre los europeos y americanos, “subrayaba la existencia de los intereses estadounidenses. Rechazaba el régimen monárquico europeo como sistema político, consideraba que ninguna nación americana lo adoptaría y que su presencia en el continente americano pondría en peligro la paz y seguridad de su joven nación”. Y así, escribe el autor que, “Exponía en tono insolente que únicamente los Estados Unidos estaban destinados a completar la colonización de los territorios vírgenes de América”.
Este narrador y también político cubano, sostiene en el Tomo II de Las dos vidas de Bolívar, que “La famosa doctrina del imperio naciente se sintetiza en la formulación de: América para los americanos, pero en realidad, tal como secretamente quería Monroe, los yanquis la interpretan América para los americanos…del Norte”. Y sigue Valdés Vivó:
“Una cuidadosa lectura de su texto original, explicado por el secretario de Estado John Quincy Adams (que luego llegó a presidente), revela que el contenido del documento emitido por la Casa Blanca se reducía, en lo inmediato, a tres puntos:
“No interferencia en las colonias de Europa en el Nuevo Mundo. Al mismo tiempo el rechazo a futuras colonizaciones europeas. Esto significaba complicidad de hecho con Europa en la retención de las colonias que le quedaran, aunque sin poder buscar nuevos territorios, por lo demás inexistentes después de alcanzar la independencia.
No intervención en las guerras que tenían lugar en Europa entre las fuerzas reaccionarias y las que entonces representaban el progreso social.
El único país destinado a nuevas colonizaciones en nuestro continente era el de los Estados Unidos”.

(*)
Las dos vidas de Bolívar
VALDÉS VIVÓ Raúl
Fundación Imprenta de la Cultura
Ministerio del Poder Popular para la Cultura
Caracas-Venezuela

domingo, 5 de julio de 2009

Las democracias latinas de América


Hay razones que permiten apreciar las conductas de algunos gobernantes en nuestra Latinoamérica y si bien no se trata de emitir juicio alguno, al menos nos permite comprender porqué algunas realidades ocurren cuando no deben, como los recientes acontecimientos acaecidos en Perú en donde perdieron la vida miembros de la comunidad indígenas.
El peruano Francisco García Calderón, quien de paso se fue a Francia como su hermano y escribían ambos en español o francés, en su texto Las democracias latinas de América, La creación de un continente, publicado por la Biblioteca Ayacucho, escribía lo siguiente:
“Lenta fue la gestación de la república en el Perú. El Virreynato se defendía contra las tropas colombianas, peruanas y argentinas; contra las huestes de Bolívar y de San Martín. Allí moraban los penates (Dioses domésticos a quienes daba culto la gentilidad) españoles: el erario, la aristocracia alerta y los ejércitos aguerridos; sólo en 1824 América ya independiente, fue cuando la victoria de Ayacucho libertó el Perú de la dominación española”. Y más adelante, García Calderón refiere que el Libertador quiso darle la misma constitución que a Bolivia “…o sea imponer la presidencia vitalicia para contrarrestar la anarquía de estas repúblicas pero la Municipalidad de Lima rechazó este proyecto. Sin embargo, los peruanos exaltaron al Libertador, los poetas lo llamaban “héroes semidios”, se cantaban sus alabanzas en las iglesias y el Congreso lo colmó de riquezas y de honores. Mientras tanto sus generales luchaban por el mando. El héroe colombiano regresó a su tierra y desde entonces, presidentes y revoluciones se sucedieron en el Perú. La historia de los primeros veinte años de la República, como en Argentina y en México, no registra sino el choque de fuerzas sociales organizadas y disciplinadas por el régimen colonial”.
Este Doctor en Filosofía decía que tanto los generales como los doctores, “la autocracia y la anarquía, la oligarquía del Virreynato y la democracia en su auge combatían entre si. Abigarrados bandos tomaban por asalto el poder en los congresos o en los cuarteles. Los presidentes aristócratas: Riva Agüero, Orbegozo, Vivanco y los presidentes militares: La Mar, La Fuente, y Gamarra se sucedieron con una rapidez vertiginosa. En el Sur, Arequipa, cuna de hombres de mucho temple engendró terribles revoluciones. Las guerras exteriores, contra Colombia en 1827 y contra Bolivia en 1828 y 1835 para repeler el protectorado de Santa Cruz eran pleitos de generales ambiciosos que se disputaban la sucesión de Bolívar. Las nuevas naciones cuyas fronteras eran inciertas, no tenían todavía conciencia nacional.

La figura más altiva de la historia de América
Sin embargo, nada de lo que hicieron esos hombres –bien o mal- que se sintieron herederos de Simón Bolívar, podrá opacar el brillo de un hombre que, como escribió la poeta uruguaya, Juana de Ibarbourou, también conocida como Juana de América, en su ensayo “, Alabanza de Bolívar (*) “Si a algún ser humano le cabe el título de super hombre, es a él, sin discusión; porque Bolívar es la figura más empinada y más altiva que posee la historia de América. Fue el héroe, de la misma manera que el diamante es el diamante; por donde quiera que se le mirase, física o espiritualmente, en conjunto y en detalle. En él no había nada vulgar, ni de inferior. Parece que Dios mismo se hubiera complacido, Al crearlo, en hacer de él la imagen más atrayente del heroísmo”.
Sobre el Libertador Simón Bolívar, el historiador Jorge Mier Hoffman ha escrito: En los años siguientes a su desaparición física, la oligarquía y el clero, se empeñaron de borrar su imagen y desvirtuar su obra… Era la convicción, que mientras existiera la imagen del líder, la llama de la revolución mantenía el fuego de la guerra… Pero… a pesar de las infamias y la tergiversación de su legado, no había forma de borrar seis naciones que existen gracias al Libertador… Bolívar se había impregnado en los corazones de todo un continente, a través de una obra tan monumental, que muy difícilmente pueda ser superada en el tiempo; tal cual lo escribió Guillermo Sherwell, quien estuvo dispuesto a descarnar la realidad de la Epopeya Bolivariana que tantos elogios registra la historia; pero luego de leer las cartas del Libertador, sus pensamientos, las impresiones dejadas por quienes lo conocieron, y los escritos plasmados por otros escritores, en 1921 resumió toda su experiencia de varios años en pocas palabras:
“El que estudia a Bolívar siente al terminar su tarea, la misma reverencia que se experimenta al dejar un lugar sagrado, donde el espíritu ha estado bajo la influencia de lo sobrenatural y lo sublime”

(*) BOLÍVAR Quijote de América
HERRERA TORRES, Juvenal
Colección Alfredo Maneiro
Editorial El perro y la rana
Ministerio del Poder Popular para la Cultura de Venezuela.