Hay razones que permiten apreciar las conductas de algunos gobernantes en nuestra Latinoamérica y si bien no se trata de emitir juicio alguno, al menos nos permite comprender porqué algunas realidades ocurren cuando no deben, como los recientes acontecimientos acaecidos en Perú en donde perdieron la vida miembros de la comunidad indígenas.
El peruano Francisco García Calderón, quien de paso se fue a Francia como su hermano y escribían ambos en español o francés, en su texto Las democracias latinas de América, La creación de un continente, publicado por la Biblioteca Ayacucho, escribía lo siguiente:
“Lenta fue la gestación de la república en el Perú. El Virreynato se defendía contra las tropas colombianas, peruanas y argentinas; contra las huestes de Bolívar y de San Martín. Allí moraban los penates (Dioses domésticos a quienes daba culto la gentilidad) españoles: el erario, la aristocracia alerta y los ejércitos aguerridos; sólo en 1824 América ya independiente, fue cuando la victoria de Ayacucho libertó el Perú de la dominación española”. Y más adelante, García Calderón refiere que el Libertador quiso darle la misma constitución que a Bolivia “…o sea imponer la presidencia vitalicia para contrarrestar la anarquía de estas repúblicas pero la Municipalidad de Lima rechazó este proyecto. Sin embargo, los peruanos exaltaron al Libertador, los poetas lo llamaban “héroes semidios”, se cantaban sus alabanzas en las iglesias y el Congreso lo colmó de riquezas y de honores. Mientras tanto sus generales luchaban por el mando. El héroe colombiano regresó a su tierra y desde entonces, presidentes y revoluciones se sucedieron en el Perú. La historia de los primeros veinte años de la República, como en Argentina y en México, no registra sino el choque de fuerzas sociales organizadas y disciplinadas por el régimen colonial”.
Este Doctor en Filosofía decía que tanto los generales como los doctores, “la autocracia y la anarquía, la oligarquía del Virreynato y la democracia en su auge combatían entre si. Abigarrados bandos tomaban por asalto el poder en los congresos o en los cuarteles. Los presidentes aristócratas: Riva Agüero, Orbegozo, Vivanco y los presidentes militares: La Mar, La Fuente, y Gamarra se sucedieron con una rapidez vertiginosa. En el Sur, Arequipa, cuna de hombres de mucho temple engendró terribles revoluciones. Las guerras exteriores, contra Colombia en 1827 y contra Bolivia en 1828 y 1835 para repeler el protectorado de Santa Cruz eran pleitos de generales ambiciosos que se disputaban la sucesión de Bolívar. Las nuevas naciones cuyas fronteras eran inciertas, no tenían todavía conciencia nacional.
El peruano Francisco García Calderón, quien de paso se fue a Francia como su hermano y escribían ambos en español o francés, en su texto Las democracias latinas de América, La creación de un continente, publicado por la Biblioteca Ayacucho, escribía lo siguiente:
“Lenta fue la gestación de la república en el Perú. El Virreynato se defendía contra las tropas colombianas, peruanas y argentinas; contra las huestes de Bolívar y de San Martín. Allí moraban los penates (Dioses domésticos a quienes daba culto la gentilidad) españoles: el erario, la aristocracia alerta y los ejércitos aguerridos; sólo en 1824 América ya independiente, fue cuando la victoria de Ayacucho libertó el Perú de la dominación española”. Y más adelante, García Calderón refiere que el Libertador quiso darle la misma constitución que a Bolivia “…o sea imponer la presidencia vitalicia para contrarrestar la anarquía de estas repúblicas pero la Municipalidad de Lima rechazó este proyecto. Sin embargo, los peruanos exaltaron al Libertador, los poetas lo llamaban “héroes semidios”, se cantaban sus alabanzas en las iglesias y el Congreso lo colmó de riquezas y de honores. Mientras tanto sus generales luchaban por el mando. El héroe colombiano regresó a su tierra y desde entonces, presidentes y revoluciones se sucedieron en el Perú. La historia de los primeros veinte años de la República, como en Argentina y en México, no registra sino el choque de fuerzas sociales organizadas y disciplinadas por el régimen colonial”.
Este Doctor en Filosofía decía que tanto los generales como los doctores, “la autocracia y la anarquía, la oligarquía del Virreynato y la democracia en su auge combatían entre si. Abigarrados bandos tomaban por asalto el poder en los congresos o en los cuarteles. Los presidentes aristócratas: Riva Agüero, Orbegozo, Vivanco y los presidentes militares: La Mar, La Fuente, y Gamarra se sucedieron con una rapidez vertiginosa. En el Sur, Arequipa, cuna de hombres de mucho temple engendró terribles revoluciones. Las guerras exteriores, contra Colombia en 1827 y contra Bolivia en 1828 y 1835 para repeler el protectorado de Santa Cruz eran pleitos de generales ambiciosos que se disputaban la sucesión de Bolívar. Las nuevas naciones cuyas fronteras eran inciertas, no tenían todavía conciencia nacional.
La figura más altiva de la historia de América
Sin embargo, nada de lo que hicieron esos hombres –bien o mal- que se sintieron herederos de Simón Bolívar, podrá opacar el brillo de un hombre que, como escribió la poeta uruguaya, Juana de Ibarbourou, también conocida como Juana de América, en su ensayo “, Alabanza de Bolívar (*) “Si a algún ser humano le cabe el título de super hombre, es a él, sin discusión; porque Bolívar es la figura más empinada y más altiva que posee la historia de América. Fue el héroe, de la misma manera que el diamante es el diamante; por donde quiera que se le mirase, física o espiritualmente, en conjunto y en detalle. En él no había nada vulgar, ni de inferior. Parece que Dios mismo se hubiera complacido, Al crearlo, en hacer de él la imagen más atrayente del heroísmo”.
Sobre el Libertador Simón Bolívar, el historiador Jorge Mier Hoffman ha escrito: En los años siguientes a su desaparición física, la oligarquía y el clero, se empeñaron de borrar su imagen y desvirtuar su obra… Era la convicción, que mientras existiera la imagen del líder, la llama de la revolución mantenía el fuego de la guerra… Pero… a pesar de las infamias y la tergiversación de su legado, no había forma de borrar seis naciones que existen gracias al Libertador… Bolívar se había impregnado en los corazones de todo un continente, a través de una obra tan monumental, que muy difícilmente pueda ser superada en el tiempo; tal cual lo escribió Guillermo Sherwell, quien estuvo dispuesto a descarnar la realidad de la Epopeya Bolivariana que tantos elogios registra la historia; pero luego de leer las cartas del Libertador, sus pensamientos, las impresiones dejadas por quienes lo conocieron, y los escritos plasmados por otros escritores, en 1921 resumió toda su experiencia de varios años en pocas palabras:
“El que estudia a Bolívar siente al terminar su tarea, la misma reverencia que se experimenta al dejar un lugar sagrado, donde el espíritu ha estado bajo la influencia de lo sobrenatural y lo sublime”
(*) BOLÍVAR Quijote de América
HERRERA TORRES, Juvenal
Colección Alfredo Maneiro
Editorial El perro y la rana
Ministerio del Poder Popular para la Cultura de Venezuela.
Sin embargo, nada de lo que hicieron esos hombres –bien o mal- que se sintieron herederos de Simón Bolívar, podrá opacar el brillo de un hombre que, como escribió la poeta uruguaya, Juana de Ibarbourou, también conocida como Juana de América, en su ensayo “, Alabanza de Bolívar (*) “Si a algún ser humano le cabe el título de super hombre, es a él, sin discusión; porque Bolívar es la figura más empinada y más altiva que posee la historia de América. Fue el héroe, de la misma manera que el diamante es el diamante; por donde quiera que se le mirase, física o espiritualmente, en conjunto y en detalle. En él no había nada vulgar, ni de inferior. Parece que Dios mismo se hubiera complacido, Al crearlo, en hacer de él la imagen más atrayente del heroísmo”.
Sobre el Libertador Simón Bolívar, el historiador Jorge Mier Hoffman ha escrito: En los años siguientes a su desaparición física, la oligarquía y el clero, se empeñaron de borrar su imagen y desvirtuar su obra… Era la convicción, que mientras existiera la imagen del líder, la llama de la revolución mantenía el fuego de la guerra… Pero… a pesar de las infamias y la tergiversación de su legado, no había forma de borrar seis naciones que existen gracias al Libertador… Bolívar se había impregnado en los corazones de todo un continente, a través de una obra tan monumental, que muy difícilmente pueda ser superada en el tiempo; tal cual lo escribió Guillermo Sherwell, quien estuvo dispuesto a descarnar la realidad de la Epopeya Bolivariana que tantos elogios registra la historia; pero luego de leer las cartas del Libertador, sus pensamientos, las impresiones dejadas por quienes lo conocieron, y los escritos plasmados por otros escritores, en 1921 resumió toda su experiencia de varios años en pocas palabras:
“El que estudia a Bolívar siente al terminar su tarea, la misma reverencia que se experimenta al dejar un lugar sagrado, donde el espíritu ha estado bajo la influencia de lo sobrenatural y lo sublime”
(*) BOLÍVAR Quijote de América
HERRERA TORRES, Juvenal
Colección Alfredo Maneiro
Editorial El perro y la rana
Ministerio del Poder Popular para la Cultura de Venezuela.
No hay comentarios:
Publicar un comentario