Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



domingo, 14 de noviembre de 2010

Latinoamérica y particularmente Venezuela, tienen un gran pasado


Si dejamos de exponer lo que hemos sido por siglos y décadas ¿Qué podemos decir acerca de quienes somos, por qué somos de una manera y no de otra o lo que algunos quieren que los latinoamericanos seamos? No queda duda alguna en decir, que obligados estamos en leer para conocer, informarnos, despejar incógnitas y reconocernos en quienes hicieron el pasado de nuestra tierra, de nuestra geografía, porque no podemos partir de cero y gritar que, Venezuela y Latinoamérica entera nacieron de la nada, sin pasado.
No pueden querer a sus países quienes niegan el pasado.
Hay que reiterarles a los latinoamericanos y, particularmente a los venezolanos, que los levantamientos indígenas en este norte del sur que es Venezuela, fueron frecuentes e intensos en diversos lugares.
El Dr. Gustavo Pereira, en su libro Historias del Paraíso (El acoso de los insurrectos) Libro Tercero, refiere que la lectura de la Historia de Fray Pedro de Aguado nos muestra algunos pasajes que por entonces solían ocurrir. Escribe el poeta Pereira (autor, por cierto, del preámbulo de la Constitución Bolivariana) que “Los nativos que tan pacífica y benévolamente se habían mostrado ante los asombrados ojos de Ojeda, Vespucci, De la Cosa y sucesivos viajeros, ya no guardan ante los extranjeros las iniciales consideraciones.
Comenta Pereira que el texto de Aguado, como otros también escritos sobre el tema, no se detiene en reflexiones de carácter moral o políticas “…sobre el carácter de los invasores o el legítimo derecho de los invadidos a defender sus tierras y vidas. Este episodio, con casi imperceptible dosis de humor, pero también con trazas de irónico desprecio –común en la época-, nos traslada a aquellas desventuras, protagonizadas esta vez, por el alemán Ambrosio Alfínger en 1529: Los indios de la laguna (de Maracaibo) no temieron mucho esta entrada de micer(título antiguo de la Corona de Aragón) Ambrosio, así por ser ellos en sí gente muy atrevida y belicosa en el agua, como porque antes de esta entrada de micer Ambrosio había por infortunio entrado en esta laguna un navío de españoles en que iba el obispo de Santa Marta Don Juan de Calatayud, a quien los indios desbarataron y se cebaron en sangre de españoles”.
Ovejitas de Dios, ovejas de Satanás
Comenta el autor de Historias del Paraíso que, “De este obispo se cuenta que luego que entró en esta laguna, los indios viendo cosa tan nueva y nunca por ellos vista, se venían a los españoles casi simplemente, y algunos españoles que ya conocían el movimiento que los indios suelen tener y la vuelta que dan, procuraban aprovecharse de ellos en tanto que aquella les duraba, por lo cual el obispo reprendía ásperamente a los españoles y les decía: Dejadlos, no les hagáis mal, que son ovejitas de Dios, procurando por todas las vías que no recibiesen ningún desabrimiento(dureza de genio, aspereza en el trato) de los españoles”.
“Dende (de allí) a poco tiempo –sigue el escritor- los propios indios volvieron la hoja y vinieron con mano armada a dar las gracias al obispo por el beneficio que les había hecho, y comenzaron a disparar en los españoles la flechería que traían, y a herirlos y maltratarlos, y entre los que al principio hirieron los indios fue al obispo, el cual viéndose de aquella suerte, comenzó a animar a los españoles con muy grandes voces, diciendo: A ellos, hermanos, a ellos, que éstos no son ovejas de dios, sino lobos de Satanás.
“Más con todo eso –escribe quien es doctor en estudios literarios de la Universidad de París- mataron allí los indios a todos los más españoles, y quedaron también impuestos que después no les pareció cosa nueva la entrada de micer Ambrosio, antes entendiendo que todos habían de morir y quedar en su poder se les mostraban amigos, y después intentaban sus acontecimientos muy a salvo contra los españoles, en los cuales unas veces salían descalabrados y otras descalabraban, y aunque las más victorias quedaban y quedaron por nuestros españoles, no dejaron de hacerles harto daño con la flechería de que estos indios usan, que es casi toda la más de dientes de pescados de diversas suertes”.
La fuga hace oposición a la servidumbre
Comenta este ensayista oriundo de la isla de Margarita, de Venezuela, que “Hasta las postrimerías del siglo XVIII registran las crónicas levantamientos indígenas en territorio venezolano. En esta etapa de la colonización, ya cimentado el poder invasor, el medio más común de oponerse a la servidumbre es la fuga individual o colectiva, pero la rebelión armada ha logrado en ocasiones triunfos rotundos, aunque parciales, como en el caso de los gayones, que jamás pudieron ser doblegados completamente. Todavía en 1969, a dos siglos de haberse iniciado la conquista, los indios de Paria resistían la opresión de encomenderos y frailes aliándose con piratas, corsarios o comerciantes franceses de Martinica, San Vicente, Guadalupe y otras islas…”.
Revisamos la historia de una época y otra en Latinoamérica. Reflexionamos sobre las conductas imperiales, que son las mismas desde 1500 hasta 2010 y la única diferencia visible que encontramos es la posesión de la tecnología y su actual carácter devastador, porque la actitud de quienes se han creído dueños del planeta tierra, bien en los tiempos del reinado de Isabel La Católica y los demás reyes europeos y los actuales representantes de los viejos imperios y los nuevos (léase España, Inglaterra, Francia, Holanda, Alemania, EE.UU. e Israel), sigue siendo la misma.
Los imperios, que no son más que la expresión del poder del capital que moviliza a las naciones, siempre nos han estado viendo a los latinoamericanos como sus siervos y por eso, pese a los años transcurridos, hemos sido testigos a través de la televisión y gracias a los satélites de las agresiones que desarrollan contra quienes no aceptan sus designios. Y frente a esa realidad, pues no queda otra que reiterar hoy día el espíritu que nos ha caracterizado a los latinoamericanos como seres humanos.

Historias del Paraíso
PEREIRA Gustavo
Fundación Editorial El perro y la rana
2007

martes, 12 de octubre de 2010

España debe más de lo que robó con Cristóbal Colón


Definitivamente, lo que se celebra el 12 de octubre de cada año es el Día de la Resistencia Indígena, que todas las naciones latinoamericanas deben conmemorar. Así, es bueno aclarar que no queda hoy la menor duda que si la nación española y las demás que le precedieron, aún con las modalidades de la piratería y corsaria, devolvieran todo lo robado a nuestro continente, hoy Latinoamérica, no lograrían pagar todo el daño que ocasionaron, todo el dolor y las lágrimas derramadas por nuestras poblaciones indígenas.
¡Sólo Dios sabe de la verdadera maldad!
Y todavía quienes fueron imperios y los que hoy ostentan tal presunta jerarquía, continúan haciendo daño a los latinoamericanos, porque sus ansias saqueadoras no concluyen.
Lo que queda de España, como nación, la lleva a adoptar doctrinas ajenas y la emprende contra sus semejantes que están en su propio territorio, como es el país vasco; los otros piratas y saqueadores siguen la misma línea de adoptar doctrinas ajenas y por eso se alinean con el imperio de turno que se desgasta dañando otras naciones en busca de las riquezas que le permitan vivir mejor. Como diría un poeta…del cántaro se derrama siempre la misma agua.
Nada debe extrañar a los moralmente destartalados imperios español e inglés y quien asumió el testigo, como es el estadounidense, que los latinoamericanos los rechacemos y a cada instante expresemos, demos a conocer nuestras posturas de personas libres y soberanas.
¡No debe extrañarles, porque las heridas no suelen sanar por arte de magia! ¡Sólo los buenos medicamentos sanan!
Indios escandalizados por las crueldades de los cristianos
En Historias del Paraíso (El acoso de los insurrectos) Libro Tercero (1), el Dr. Gustavo Pereira nos hace imaginar una realidad en nuestras mentes de latinoamericanos y descendientes de indígenas, cuando nos presenta lo que otros atestiguaban:
-El dominico Fray Tomás de Angulo, en comunicación al rey Carlos V, en 1535, le escribía una oración nada complicada: “La mayor parte de esta tierra está alzada”. El religioso había sido enviado para constatar algunas quejas contra el gobernador Pedro de Heredia.
Los latinoamericanos debemos tener una visión real de lo que hicieron los conquistadores y piratas en nuestras regiones, porque la realidad de aquella época fue totalmente distinta a lo que, intencionalmente, gobiernos e historiadores lisonjeros y poco patriotas, presentaron en los textos escolares para los hijos latinoamericanos.
Fray Tomás de Angulo, el sacerdote del cual hablamos antes, sigue en su comunicación con el rey Carlos V y refiere que “Los indios muy escandalizados a causa de las crueldades de los cristianos, los cuales por donde quiera que van queman con sus pies las hierbas y la tierra por dó pasan, ensangrientan sus manos matando y partiendo por medio niños, ahorcando indios, cortando manos, y asando algunos indios e indias, porque los llevan por guías y les yerran el camino , o porque no les dicen donde le llevarán oro; que este es su apellido y no el de Dios y V.M. (…) Si estas cosas no se remedian…quedará toda esta tierra despoblada de indios como lo está La Española, donde se contaron dos cuentos de anima cuando allí entró el Almirante y no se hallaron agora doscientos indios…En Santa Marta y toda esta costa de Tierra Firme pasa lo mismo”.
Primeras limpiezas étnicas
En realidad, lo mismo que pasaba, era que los invasores españoles habían iniciado una especie de limpieza étnica, donde el pase de vida de los indígenas consistía en aceptar el vasallaje, entregar todo lo que tenían y mostrar al invasor todas las riquezas naturales y dejar que éstos se lo robaran todo. Pero veamos otra corta historia que nos presenta el poeta Gustavo Pereira:
En 1511, al inicio de la conquista y colonización de Cuba, el cacique Hatuey –huido de La Española- había juntado a su gente para explicarles la causa de sus desgracias, mostrándoles “lo que amaban los cristianos como a señor propio (…) el oro”.
Cuenta Pereira que “Persuadido de que mientras hubiese oro habría desdichas para su pueblo Hatuey ordena lanzar al mar todo lo que poseen. Pero el gesto, lejos de atraer la paz deseada, conjura las iras del adelantado Diego Velásquez, quien ordena la persecución y captura del Guamiquina”. Guamiquina era un rango que identificaba al cacique como Señor Grande.
Los españoles mataban a los niños a estocadas y cuchilladas
Sigue el escritor y dice que “Con los suyos, Hatuey se interna en los montes, escondiéndose entre las breñas, con hartas angustias y hambres (…) porque la mayor arma que ellos tienen es huir de los españoles. Arcabuces y caballos, unidos a los mastines, diezman a los indígenas al ser descubiertos. Mal pueden las flechas taínas contra la acorazada infantería perseguidora que la cerca y la captura mediante maniobras envolventes. Los prisioneros son sometidos a tortura: quiere prontamente conocer el Adelantado el escondite de Hatuey: Donde quiera que hallaban, luego como daban en ellos, mataban hombres y mujeres, y aún niños, a estocadas y cuchilladas, lo que se les antojaba, y los demás ataban, y llevados ante Diego Velásquez, repartiéndoselos a unos tantos y a otros tantos, según el juzgaba, no por esclavos sino para que le sirvieran como esclavos, y aún peor que esclavos; sólo era que no los podían vender, al menos a la clara, que de secreto y con sus cambalaches hartas veces se ha en estas tierras usado (…) finalmente descubrieron por donde andaba (Hatuey) y al cabo lo hallaron. El cual, preso como a hombre que había cometido crimen lesae maiestatis, yéndose huyendo de esta isla a aquella por salvar la vida de muerte y persecución tan horrible, cruel y tiránica, siendo rey y señor en su tierra sin ofender a nadie, despojado de su señorío, dignidad y estado y de sus súbditos y vasallos, sentenciáronlo a que vivo lo quemasen.
Sublevación en Tierra Firme
Los latinoamericanos no estamos gritando ahora nuestra soberanía y libertad pues, desde hace siglos lo venimos haciendo. Internado en su interesante investigación, Gustavo Pereira nos cuenta que, “En 1519, en la llamada Tierra Firme venezolana, agobiados por las constantes redadas que los españoles cabían en las aldeas para capturar indios y esclavizarlos en la pesca de perlas en Cubagua y Margarita, una confederación de pueblos del oriente costeño, que los unía de de Cumaná, Cariaco, Chiribichi (la actual Santa Fe), Maracapana, Tacarías, Guantar y Unare, se sublevan acaudillados por los caciques Paraguay y Gil González –así bautizado éste por los frailes-. Los insurrectos asaltan y queman sementeras y monasterios, destruyen imágenes y cruces, toman las campanas y las hacen pedazos, talan los naranjos sembrados en Chiribichi y flechan a los frailes: en Maracapana dan muerte a ochenta españoles y se dirigen a Cubagua, de donde hacen huir a los pobladores blancos y liberan a los indios esclavizados. Es la primera revuelta victoriosa –aunque precaria- liberada por los pueblos americanos contra sus opresores. La chispa que había incendiado la tolerancia aborigen fue una incursión de Alonso de Hojeda (homónimo del navegante) contra las comunidades del valle de Guantar, aunque para el cronista Antonio de Herrera los indios por su mala inclinación se determinaron a matar a los frailes, que siempre les hicieron bien, con mucha caridad”.

(1)
Historias del Paraíso (El acoso de los insurrectos) Libro Tercero
PEREIRA Gustavo
Fundación Editorial El perro y la rana
Edición cedida por:  Fondo Editorial del estado Nueva Esparta

jueves, 16 de septiembre de 2010

Francisco de Miranda y su tiempo en Cuba

El Dr. Arturo Sorhegui, historiador, miembro de la Unión de Historiadores de Cuba, de la Asociación de Estudios del Caribe y de la Asociación de Historiadores de Latinoamérica e incansable investigador, desarrolló un trabajo para Tierra Firme, revista venezolana de historia y ciencias sociales, en la que sostiene que La Habana tiene el privilegio de ser junto con las poblaciones de la costa del Caribe colombiano, y después Caracas, el territorio de Nuestra América en que Francisco de Miranda radicó durante más tiempo.
Añade que si bien el héroe venezolano se familiarizó con las realidades de los dos primeros espacios de ese Caribe oriental, al estar en Cuba “…llegó a dominar el entorno del Golfo de México y la costa sur de los actuales EE.UU. Con la vivencia adicional, de que durante su permanencia en la ciudad fue copartícipe de los círculos de la administración y el ejército, constatando por experiencia propia, en su condición de edecán del Capitán General de la Isla, las posibilidades del reformismo borbónico, en su versión más avanzada –la de Carlos III-, y en la plaza escogida para aplicar el sistema administrativo de la Intendencia, antes de su extensión al resto de Hispanoamérica”.
Escribió Sorhegui en su investigación, que hay una línea de continuidad que va entre los primeros veintiún años de vida de Miranda en Venezuela, su tierra natal (1750-1771), otros nueve años que vivió en España (1771-1780) hasta los tres años subsiguientes en que se residenció en La Habana (1780-1783).
Y esa línea, “…bien pudiéramos encontrarla en las posibilidades abiertas para América con las reformas auspiciadas por Carlos III, y en la decisión personal de Miranda de trasladarse a la metrópoli para alcanzar allí la condición de oficial del ejército hispano”.
Involucrado en las contiendas políticas
Nos refiere el historiador que ya ubicado en su nuevo status, Miranda se involucra en las contiendas políticas metropolitanas y así fue a tener a la Campaña de Marruecos (1775-1776) y supo distinguirse en el denominado bloqueo de Melilla, donde conoció al Teniente Coronel Juan Manuel Cajigal Monserrate, quien posteriormente sería Capitán General de Cuba entre los años 1781-1783, este último año, tiempo en el que nace quien sería el Libertador de América.
Como es sabido, ese conocimiento le permitió acceder al rango de edecán de Cajigal Monserrate, a quien “…acompañó en las acciones del Ejército de Operaciones de América, creado para intervenir en la guerra que contra Inglaterra se declaró en ocasión de la independencia de las 13 Colonias de Norteamérica”.
Para el historiador Sorhegui –quizá- esa confluencia y/o coincidencia entre Miranda y Cajigal Monserrate, pudo haber sido resultado de las conversaciones que realizaban ambos y en las cuales, la referencia que siempre destacaba era que el padre de éste último, Francisco Antonio Cajigal de la Hoz, había cumplido misión como gobernador de Caracas.
Luego comenta acerca de otro elemento que pudiese ser considerado en la afinidad entre Francisco de Miranda y Cajigal Monserrate, como es el hecho de que ambos tenían la condición de criollos, ya que Cajigal era un americano nativo de Santiago de Cuba y fue integrante del regimiento de infantería de La Habana.
Ira y desconfianza hacia el prócer
Fue por esos tiempos de 1781 cuando el oficial Juan Manuel Cajigal Monserrate está al frente de la Capitanía General de la isla con su edecán Francisco de Miranda. Éste, por órdenes de Cajigal, viajó a cumplir misiones delicadas a Jamaica y Haití “…y redactó las capitulaciones para la rendición de las Bahamas.
Es interesante relatar aquí el hecho que el ejercicio de estas tareas por parte de Francisco de Miranda le confirió un protagonismo que generó ira y desconfianza en José de Gálvez, Ministro de Indias, A juicio de Gálvez, al parecer, fue desconocido en “…el mismo texto de las capitulaciones, así como en declaraciones del venezolano en Haití”.
Ese hecho, impulsó al “Ministro de Indias, a ordenar su arresto y pronto traslado a España para juzgarlo. Disposición violada por Cajigal, quien lo liberó no más arribado a la rada capitalina, sin tomar las medidas de rigor que impidiera su traslado hacia las 13 Colonias de Norteamérica, a inicios de 1783”.
Escribe el historiador Arturo Sorhegui, que “El fin de la estancia de Miranda en Cuba, con su traslado a los Estados Unidos, terminó una fase importante en la vida del revolucionario venezolano; al romper, en este año, con el ejército español y con una gestión no ajena en España y América a las transformaciones auspiciadas por la versión más abarcadora del reformismo español”.
El historiador comienza por decir que la Habana que conoció Miranda, para entonces, fue muy diferente a la de su nativa Caracas y considera, además, que “La visión del mundo americano que alcanzaría Miranda una vez cumplidos sus treinta años de existencia, sería completada en La Habana, donde al conocimiento de la Tierra Firme añadiría ahora el de una realidad diferente a la de su natal Caracas”.
No era lo mismo una ciudad como Caracas, protegida ella por una larga Cordillera que no hacía fácil su acceso, con una población más de indígenas, mestizos y unos cuantos blancos, que La Habana, abierta si se quiere al encuentro de unas activas relaciones cuya característica fundamental era una variada gama de nacionalidades: españoles, ingleses, portugueses y holandeses.
Escribe el catedrático de la Universidad de La Habana –para apreciar un poco esas diferencias, decimos-, que “La Habana compartió con la Nueva España, algunas de las nuevas responsabilidades en el circuito del Golfo. La compatibilidad se reflejó, entre otros aspectos, en: la posibilidad de que los Capitanes generales de la Isla pasaran a ocupar la silla virreinal, lo que ocurrió en cuatro ocasiones; la extensión a Panzacola (luego Pensacola) y la Luisiana, en lo militar, de los compromisos administrativos que había tenido La Habana con anterioridad con respecto a La Florida; la beligerancia de las milicias y la tropa regular insular entre las fuerzas de combate con que contó Bernardo Gálvez en Nueva Orleáns , para atacar a los ingleses; y el reclutamiento desde 1771, en su territorio, de los emisarios (espías) con que contó España para seguir el movimiento de los ingleses en Charleston, Filadelfia, Haití y Jamaica”.
Lo que apreció Miranda
De acuerdo a este investigador de la historia, “Como militar y habitante de América, Miranda pudo apreciar en la capital insular la evolución de tres fenómenos de máximo interés. La contraposición de intereses civiles y militares, manifiestos en la oposición al doblamiento de la zona externa a las murallas, por entenderse esta expansión atentatoria a la capacidad defensiva de la plaza; y los de infraestructura propios de una ciudad con algo más de 70 mil habitantes, en el último tercio del setecientos; unidos al interés de sus pobladores por alcanzar una imagen propia, diferente a la conformada como consecuencia de las regulaciones del XVI y las adaptaciones y estipulaciones del XVII”.
En fin, para el historiador, sin entrar en los detalles muy propios de esa realidad para la ciudadela militar que fue La Habana en aquella época, “La evolución descrita para el caso de La Habana, pese a lo indiscutible de su envergadura, no dio como en Buenos Aires y Caracas a grupos beligerantes capaces de vincularse más al resto de las potencias predominantes en el mundo, que a la propia metrópoli, con un historial en el independentismo muy superior al promovido en el occidente cubano. Camino que perfilaría Francisco de Miranda después que en 1783 abandonó la Isla, relacionándose, en forma activa, con las acciones de este tipo en las 13 Colonias y la Revolución francesa, antes de desembarcar, en 1806, en las cercanías de Caracas para alcanzar sus designios”.



lunes, 13 de septiembre de 2010

El Espíritu de Simón

Antes de que el profesor de Física y Matemática Enoc Sánchez (Egresado del Instituto Pedagógico de Caracas), pensara en escribir una historia novelada especialmente para acercar a los jóvenes hacia el Prócer de América, nuestro Libertador Simón Bolívar, anduvo curioseando por algunas naciones europeas para ver de cerca las catedrales.
Siempre lo motivaron igual que las mezquitas. Le han impresionado “…su majestuosidad, sus bellezas arquitectónicas, las grandes obras de arte que contienen, sus vitrales y el aire de paz y tranquilidad que se respira en esas construcciones”.
Después de haber visto tantas e impresionantes estructuras hechas por el hombre, por supuesto, solamente creadas para satisfacer el ego o la creencia espiritual de unos cuantos y poderosos gobernantes, cree, con mucha sensatez, en la idea de que los hombres al sentirse pequeños ante un dios omnipotente, parta intentar acercarse a las divinidades, han caído en la debilidad humana de intentar mostrar una grandeza en lo físico, presuntamente similar a la de sus espíritus.
Conflictivo el tema.
Luego el escritor adiciona a lo anteriormente esbozado, otras inquietudes:
“Las reflexiones anteriores se deben a que, después de haber recorrido muchos de esos monumentos dedicados a la vanidad de los gobernantes, me pregunté ¿Por qué le rendimos honores a las cosas e individuos que, la mayoría de las veces, representan el no ser del hombre? No creo que la función de un líder político o religioso consista en demostrar su grandeza, en consonancia con enormes monumentos erigidos en las ciudades o estados que dirigen. Un gobernante nunca puede sentirse superior a sus gobernados. Nadie puede estar por encima de quienes recibe su salario. Buscar en un régimen un provecho particular, en lugar de un beneficio común, es despreciable. Lo peor que puede ocurrirle a un pueblo y su gobernante es que éste caiga en manos de la avaricia”.
Simón Bolívar, el modelo opuesto
Sostiene este profesor de Física y Matemática y escritor inspirado, que se dedicó a buscar por todos lados a una persona opuesta al modelo anterior del que hemos estado hablando y lo halló “con facilidad en nuestro Simón Bolívar, quien no dejó grandes construcciones como muestras de su genialidad, gloria y sabiduría; su único legado fue la libertad de cinco naciones”.
Enoc Sánchez dice que ahora solo se dedica a recorrer “las ciudades y pueblos de las cinco naciones liberadas por el insigne caraqueño. Estudio con detalle la fisonomía de las estatuas levantadas en las plazas que se construyeron en su honor, tratando de entender y explicarme parte de su pensamiento”.
La construcción del “Espíritu de Simón”, (1) que es el título de esta especie de ensayo novelado, donde nuestro Libertador conversa, en la plaza que lleva su nombre en el centro de Caracas, con jóvenes quizá desorientados, faltos de un conocimiento mayor por los hechos políticos que dieron vida a las repúblicas americanas, inicia su desarrollo cuando un joven venezolano, descendiente de español e italiano, habla de su derecho a la doble nacionalidad, de la posibilidad de optar por una de ellas y marcharse de Venezuela “si las cosas siguen así”.
El espíritu de Bolívar interviene y se manifiesta indicando que “Primero el suelo nativo que nada; el ha formado con sus elementos nuestro ser; nuestra vida no es otra cosa que esencia de nuestro pobre país; allí se encuentran los testigos de nuestros nacimientos, los creadores de nuestra existencia y los que nos han dado el alma por la educación; los sepulcros de nuestros padres yacen allí y nos reclaman seguridad y reposo; todos nos recuerdan un deber , todos nos excitan sentimientos tiernos y memorias deliciosas; allí fue el teatro de nuestra inocencia, de nuestros primeros amores, de nuestras primeras sensaciones y de cuanto nos ha formado…”
Unos jóvenes que allí estaban, al oír las palabras del personaje (por supuesto el espíritu de Bolívar), “dieron muestras de hilaridad o de vergüenza y optaron por retirarse”.
Las ideas del visionario americano
Este llamativo trabajo del profesor Enoc Sánchez, de poner al héroe americano a responder de manera orientadora a los jóvenes que hoy asoman inquietudes por los acontecimientos de la época y el país, entusiasman y traen de nuevo al debate diario las ideas del visionario de América.
El ensayo novelado adquiere gran fuerza a medida que Enoc se integra y se hace parte de esa ficción histórica moderna, en la que el pasado, en el Espíritu de Simón, le habla a los jóvenes de hoy, como dando respuestas a sus inquietudes, como cuando un joven, entre varios universitarios, al sentarse en la plaza caraqueña que lleva el nombre del guerrero americano exclama:
-En este país no se puede vivir; los partidos políticos están acabando con todo y nunca se ponen de acuerdo. Cada vez están más divididos. Nuestros compatriotas se la pasan peleando entre sí por culpa de esos grupos, que parecen separarnos en vez de acercarnos.
Enoc, como parte de los personas que en ese momento están sentados en la plaza caraqueña, que él mismo denomina Plaza Simón de la Trinidad, por que le molesta la identificación del apellido Bolívar con el signo monetario, al considerarlo vinculado a la codicia, intenta formular alguna interrogante al joven cuando, la voz del espíritu irrumpe:
“Cuando los partidos carecen de autoridad, sea por la falta de poder, sea por el triunfo de los contrarios, nace el descontento y los debilita…
-Todos pensamos –habla el escritor como parte del ensayo novelado- que había terminado, pero continuó:
Casi todas las repúblicas que han inspirado al género humano han llevado en su seno la semilla de mortal discordia, lo que ha hecho decir que la desunión es a menudo el termómetro de la libertad y que el goce de un gobierno liberalmente constituido se halla, por lo común, en proporción directa a la efervescencia de los partidos y el choque de las opiniones políticas. Es cierto que el peso de la libertad es liviano, pero también es difícil mantenerlo en equilibrio aún en las naciones mas cultas y civilizadas…”


El Espíritu de Simón
Sánchez Enoc
Editorial Biosfera
Caracas-Venezuela
2010





jueves, 9 de septiembre de 2010

Cómo repudia una clase social a su Libertador y (2)


Refiere el fallecido antropólogo y periodista Miguel Acosta Saignes, al tratar el tópico que expone a un héroe identificado primero con la clase a la que pertenecía y en segundo lugar, al hombre que entraba en contradicción con esa misma clase, que “Habló aquí Bolívar de los “moradores del hemisferio americano”, lo cual significaba para él las que habían sido colonias españolas, “de nuestro destino”, de “América”, de “la América”. Más, todo ello significaba en realidad los criollos, los mantuanos, la clase social que reivindicaba todo lo señalado por Bolívar en la Carta de Jamaica y en Angostura como en un memorial de agravios para justificar la Revolución. Había de conservar siempre fidelidad a su clase, portadora de estandartes directivos, mediante el desarrollo de la historia de Hispanoamérica o, como después se ha dicho, Latinoamérica. Pero pronto entró en contradicciones múltiples con esa clase de los mantuanos, que lo utilizó como gran dirigente por su genio, por sus increíbles capacidades políticas y organizativas, por su calidad moral y por su resistencia física, por sus dotes de conductor y por su decisión profundamente anticolonial”.
El primer tropiezo
Comenta Acosta Saignes que Bolívar encuentra su primer tropiezo ante el Congreso de Angostura y ese tropiezo se estaría repitiendo incansablemente hasta Bolivia.
“Fue la primera contradicción entre el empeño de Bolívar de lograr la libertad de los esclavos y la resistencia de los mantuanos representados en los Congresos, así como de aquellos militares elevados a posiciones políticas que esperaban a usufructuar cuanto había beneficiado a los mantuanos. Pidió la libertad de los esclavos, mejor dicho, que se ratificase su decreto de Carúpano, en el cual daba el primer gran paso para hacer de cada esclavo un combatiente por la libertad republicana. Se aprobaron todas sus medidas. Sobre los esclavos se aceptó por primera vez una proposición acerca de lo que llamó “libertad de vientres” a la postre aprobada por el Congreso Constituyente de Cúcuta, a pesar de un estremecedor mensaje que él remitió al Presidente de ese organismo, inmediatamente después de la batalla de Carabobo.
Aquel Congreso inconmovible
La sabiduría del Congreso General de Colombia –escribió- está perfectamente de acuerdo con las leyes existentes a favor de la manumisión de los esclavos; pero ella pudo haber extendido el imperio de su beneficencia sobre los futuros colombianos que recibimos en una cuna cruel y salvaje, llegan a la vida para someter su cerviz al yugo. Los hijos de los esclavos que en adelante hayan de nacer en Colombia deben ser libres…El Congreso General […] puede decretar la libertad absoluta de todos los colombianos al acto de nacer en el territorio de la República […] Sírvase VE. Elevar esta solicitud de mi parte al Congreso General de Colombia para que se digne concedérmela en recompensa de la batalla de Carabobo, ganada por el ejército libertador, cuya sangre ha corrido sólo por su libertad…
Consideró el antropólogo que pese al “significado de Carabobo, que consolidaba la libertad de Venezuela y Colombia, el Congreso permaneció inconmovible. Las solicitudes de Bolívar llegaron hasta el Congreso Constituyente de Bolivia en 1826. Igual resultado, por lo cual la esclavitud se extendió en el tiempo, en Venezuela, hasta 1854. Otra contradicción de consecuencias resaltantes ocurrió con el mismo Congreso de 1821. Bolívar propuso que se aceptase como cabeza de la nueva República de Colombia a Cúcuta, para balancear las distancias, las diferencias de caracteres, la diversidad de opiniones, pero se trasladó la capital a Bogotá con tremendos resultados, como presintió cuando en presencia de O´Leary dijo, al oír repicar las campanas bogotanas en honor del Congreso: “Están doblando por Colombia”.
Escribió este investigador social que fue el Doctor Miguel Acosta Saignes, al hacer reforzar su punto de vista que “ Su clase social lo perseguía como si hubiese sido un animal dañino, sólo porque no se había plegado a las ambiciones de los antiguos gobernantes”.
El aumento de las contradicciones
Sigue Acosta Saignes en su análisis y habla de la continuidad de los triunfos de Simón Bolívar, tanto en lo político como en lo bélico, con el consentimiento “de los criollos de Venezuela, de la antigua Nueva Granada y Perú, así como los de Ecuador y después, en 1826, los de Bolivia. Pero aumentaron las contradicciones por motivos diversos. Bolívar concedió a los indígenas constantes reivindicaciones, un poco, a cambio de que contribuyeran a mantener los ejércitos que iba formando en cada futura república”.
La lucha de las oligarquías
Explica el investigador que después de la batalla de Junín, comenzó el descenso o el inicio de la lucha de las oligarquías “formadas rápidamente, después de las primeras libertades, en Venezuela y Nueva Granada. Así, cuando para sellar los triunfos contra los colonialistas españoles preparaba el Libertador la batalla decisiva de la lucha anticolonialista, recibió en Huancayo, el 24 de octubre de 1824, notificación de que se le suspendían las prerrogativas concedidas por Ley del 9 de octubre de 1821.Ya no podría formar ejércitos ni mandarlos fuera del territorio de la República Colombiana. No podría, así, dirigir la batalla final que había venido preparando por largos meses con Sucre. Conmovido hasta lo profundo del ánima, hizo remitir a éste una simple notificación de Secretaría, La conmoción en el Ejército del Sur fue tremenda. Los altos jefes enviaron inextenso mensaje, en el cual se decía: “El Ejército ha recibido ayer con el dolor de la muerte la resolución que V.E. se ha dignado comunicarle […] V.E. no podrá separarse de él sin faltar a compromisos sellados con nuestra sangre…” Sucre notificó que se suspendía el cumplimiento de la resolución, mientras llegaba la respuesta. Es decir, Bolívar había podido rebelarse contra el Congreso de Bogotá, respaldado íntegramente por el Ejército.
Escribió mensajes y cartas, nombró a Sucre como sustituto y permaneció fiel a su clase cuando ésta le infería un lanzazo en el costado de sus glorias. Fue esta una de las grandes ocasiones en que el huracán revolucionario puso a prueba toda su lealtad.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Cómo repudia una clase social a su Libertador (1 )

El título con el cual presentamos esta nueva entrega de pertinentes, es de un trabajo del insigne Miguel Acosta Saignes, investigador social de alto calibre, periodista, ensayista, antropólogo, etnólogo, profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Venezuela y fundador del Departamento de Antropología de esa casa de estudios. Igualmente, participa en la creación de la Escuela de Periodismo de la conocida universidad.
Acosta Saignes en “Cómo repudia una clase social a su Libertador” realiza un enfoque donde pone de relieve al superdotado que fue Simón Bolívar y a la clase a la que perteneció y que actuó contra él, siendo un ser que vislumbró y actuó siempre en función de un colectivo de naciones, el cual pudiese levantarse sin estar a la sombra de imperio alguno, contra lo cual había luchado.
El investigador social nos introduce en el tema, en la reciente publicación impresa en los talleres de la Imprenta Nacional y la Gaceta Oficial, del Ministerio del Poder Popular para la Comunicación e Información, al indicar que “Han dicho algunos sociólogos, juzgando sobre correlaciones muy simples, como si ellas fuesen expresión de leyes de la historia, siempre multifactorial, dialéctica, que “las revoluciones devoran a sus hijos”. Algunos caen por la justicia colectiva. Ella no olvida, aunque a veces parezca lo contrario; perecen quienes intentan juzgar a las transacciones; muchos desaparecen porque se trata de revoluciones a medias, donde se han modificado profundamente algunos factores, mas otros han seguido vivos y actuantes, Nuevas clases, surgidas de complicados cruces de elementos, sacrifican a conductores eximios, cuando ellas toman el poder abierta o subrepticiamente, para defender antiguas posiciones, amortiguadas mientras rugía la tempestad del cambio”.
Vil juguete del huracán revolucionario
Luego, el investigador social y también activo político militante de la izquierda venezolana, agrega:
“Vamos a referir el caso terrible de Simón Bolívar. Dijo en el Congreso de Angostura, el 15 de febrero de 1819, al describir sintéticamente cuanto había ocurrido desde 1810: No he sido más que un vil juguete del huracán revolucionario que me arrebataba como una débil paja. Yo no he podido hacer ni bien ni mal: fuerzas irresistibles han dirigido la marcha de nuestros sucesos…
Muchas veces repitió interpretación semejante, con la cual superaba a mil historiadores y sociólogos que habría de juzgar sobre su vida y la de su tempo. Comprendió –y por eso mereció el título de Libertador- su papel eminente de intérprete de las voluntades colectivas. Comenzó por responder a la de su clase, la de los mantuanos, cuyos pensamientos expresó vivamente en ocasiones innumerables. Hablando como en nombre del pueblo todo, más en lo profundo sólo por su clase social, sostuvo ante los legisladores de Angostura:
Nuestra suerte ha sido siempre puramente pasiva, nuestra existencia política ha sido siempre nula y nos hallábamos en tanta más dificultad para alcanzar la libertad, cuanto que estábamos en un grado inferior al de la servidumbre; porque no solamente se nos había robado la libertad, sino la tiranía activa y doméstica […] La América todo lo recibía de España que realmente la había privado del goce y ejercicio de la tiranía activa, no permitiéndonos sus funciones en asuntos domésticos y administración interior. Esta abnegación nos había puesto en la imposibilidad de conocer el curso de los negocios públicos; tampoco gozábamos de la consideración personal que inspira el brillo del poder a los ojos de la multitud, y que es de tanta importancia en las grandes revoluciones. Lo diré de una vez, estábamos abstraídos, ausentes del Universo en cuanto era relativo a la ciencia del gobierno.
Había expresado lo mismo en Jamaica
El antropólogo refiere que Bolívar “Ya había expresado lo mismo en la Carta de Jamaica, cuando arrancaba sin contacto aún con el pueblo todo, lleno solamente de las teorías liberales y de las tradicionales de su clase. Allí explicó que”
Se nos vejaba con una conducta que además de privarnos de los derechos que nos correspondía, nos dejaba en una especie de infancia permanente con respecto a las transacciones públicas. Si hubiésemos siquiera manejado nuestros asuntos domésticos en nuestra administración interior, conoceríamos el curso de los negocios públicos y su mecanismo; gozaríamos también de la consideración personal que impone a los ojos del pueblo cierto respeto maquinal que es tan necesario conservar en las revoluciones. He aquí por qué he dicho que estábamos privados hasta de la tiranía activa, pues que no nos era permitido ejercer sus funciones.
Los americanos en el sistema español que está en rigor, y quizá con más fuerza que nunca, no ocupan otro lugar en la sociedad que el de siervos propios para el trabajo, y cuando más, el de simples consumidores; y aún esta parte coartada con restricciones chocantes: tales son las prohibiciones del cultivo de frutos de Europa, el estanco de las producciones que el Rey monopoliza, el impedimento de las fábricas que la misma Península no posee, los privilegios exclusivos del comercio hasta de los objetos de primera necesidad, las trabas entre provincias y provincias americanas, para que no se traten, entiendan ni negocien; en fin, ¿quiere usted saber cuál era nuestro destino? Los campos para cultivar el añil, la grana, el café, la caña, el cacao y el algodón; las llanuras solitarias para criar ganado, los desiertos para cazar las bestias feroces, las entrañas de la tierra para excavar el oro que no puede saciar a esa nación avarienta […] Pretender que un país tan felizmente constituido, extenso, rico y populoso, sea meramente pasivo, ¿no es un ultraje y una violación de los derechos de la humanidad? Continúa...

Ilustración
Omar Cruz



viernes, 27 de agosto de 2010

Mi Bolívar andariego






Traemos a pertinentes un trabajo del colega colombiano Gustavo Páez Escobar, que publica en el diario El Espectador del vecino país. Se que a los lectores les agradará al conocer el trabajo de este escritor, pues a nuestro modo de apreciar las cosas, es diáfano al soltar con desenfado su descripción del héroe americano. 
Gustavo Páez Escobar
Hace 227 años nace un niño común y corriente que sin embargo sería un genio. Nadie pensaría que en aquella frágil figura se esconde el caudillo de la emancipación americana.
Ni que en ese rostro indefinible, entre ángel y demonio, o sea el mismo rostro de la humanidad entera, llega el donjuán irresistible que protagonizaría, al lado de las mujeres más bellas y más sensuales de la época, los mejores capítulos de la pasión romántica. Una de las condiciones del genio es parecerse a todos y sin embargo ser diferente de todos.
Los astros lo encarnan bajo un signo de fuego y le asignan la misma irradiación zodiacal de un Napoleón, por ejemplo, líder como él con tendencia al dominio sobre los demás y una actividad prodigiosa. Los nacidos en Leo son personas brillantes por naturaleza, ardientes y enamorados, sin vocación para los puestos subalternos y, por el contrario, con grandes ansias de poder. Pero son respetuosos de los valores estables, aunque se rebelan contra el orden vigente siempre que encuentran mejores sistemas de superación.
Estos ingredientes marcan en Bolívar su fiebre no tanto de predominio como de rectificación. Es un ser nervioso, inquieto, en constante movimiento. No ha nacido para el reposo, y sus propios padres no advierten que se mueve más de la cuenta en su cuna elemental. Desde entonces, ya Bolívar es hombre de acción.
Tal vez esto explica su espíritu andariego. No puede resignarse a un sitio estático, porque la quietud le produce descontrol y lo obliga a caminar, a agitarse, a rebelarse. Pero no es un enfermo de nervios, como tantos, sino un nervioso buscador de soluciones. Como no se conforma con la mediocridad, que también lo son la molicie y el ocio improductivo, siempre se encuentra en inquietud creadora. Que lo digan sus amantes voluptuosas y lo nieguen, si pueden, sus adversarios desorientados.
Con ese vigor libera cinco naciones y no deja dormir a los ejércitos españoles. Les sale adelante y los incita a estar despiertos, a mirar más lejos, a pensar mejor. Cruza montañas, ríos, naciones, como un águila impoluta entre vientos huracanados. Pichincha, Junín, Carabobo, Bárbula, Boyacá… por todas partes vaga su espíritu indomable. De país a país, de océano a océano, de continente a continente, recorre el mundo con su equipaje de viandante visionario y su aventura irreductible de descubrimiento y redención.
Mientras otros vagan, él planea. Mientras duermen, él seduce. Tiene tiempo, en pleno fragor de los combates, para escribir las cartas más románticas y combinar las estrategias más valerosas. Penetra en las alcobas ardientes donde un beso y un delirio le estremecen el alma inconmensurable, y con ese fuego hace bramar los Chimborazos y germinar las patrias de los oprimidos. Pone a Dios de testigo de su ímpetu de libertad, que no le da tregua para luchar la causa del hombre, y a la mujer la hace moderadora de sus emociones y la nombra su diosa guerrera.
Sus mejores pensamientos, sus consignas patrióticas, sus códigos sobre el honor y la emancipación de los hombres y los pueblos los escribe al rescoldo de las batallas y lo mismo en la cumbre victoriosa que en el abismo agobiante. “Es el tipo de hombre de acción que yo necesito para curarme de mi cansancio ideológico”, exclama un día, de tanto husmear sus huellas, el filósofo Fernando González.
Este Bolívar de la pupila vigilante y el alma ansiosa, que no tiene lugar fijo ni amante única, que se mueve por radiaciones cósmicas y mantiene confundidos a los historiadores y a los siquiatras, es el nervio que necesitamos para romper nuestra pereza y rebelarnos contra la decrepitud pavorosa de doscientos años de resignación. Bolívar: acción, llama, combate, estrategia.
Es el Bolívar que a mí me gusta. Me apasiona el héroe andariego, el trotamundos, el inconforme, el rabiosamente independiente, el mal humorado por el bien colectivo, el que fue capaz de desatar odios y amores con su genio fulgurante y su espada invencible. Este hombre de carne y fuego, de pasión y cerebro, de cruz y espada, que conoció los mayores esplendores de la gloria y los límites atroces de la ingratitud y la adversidad, es el genio que un día brota como un destello para luego morir como un relámpago.
Si los genios se dieran a montones no tendrían sentido. Por eso se requieren seres excepcionales como Cristo y Bolívar, y como ellos, luminosos y magnéticos para redimir a la humanidad.
Es preciso encontrar a Bolívar, por más andariego que sea y por más etéreo que parezca. Por eso está en todas partes. El mundo reclama hombres activos, hombres energéticos. La inmovilidad solo produce pequeñez, y los gigantes la rechazan

domingo, 15 de agosto de 2010

La iglesia católica debe pedir perdón a la humanidad

Enoc Sánchez

Inicialmente, este trabajo escrito por el profesor Enoc Sánchez, tiene por título “Razones y Perdones”, pero como este proyecto que desarrollamos, pertinentes, independientemente de lo histórico-político, tiene una estructura periodística, de allí el nuevo título.(*)
Unos de los recursos de los políticos en función de Jefe de Estado es el consabido “perdón” por los delitos cometidos por él o sus antepasados. Tales clemencias son solicitadas con la intención de resarcir aquella deuda pendiente con la sociedad por delitos de lesa humanidad.
Evidentemente, esto no pasa de ser un recurso retórico, dado que los muertos nunca podrán escuchar tales palabras. Asimismo, las hecatombes causadas y los desastres ambientales tardan muchos años en recuperarse, si es que fuese posible.
Sería de interés mundial escuchar a un presidente norteamericano pedir perdón por las bombas lanzadas a Hiroshima y Nagasaki, las invasiones a numerosos países más débiles, económica y militarmente, del bloqueo a Cuba por casi cinco décadas, por los muertes y calamidades ambientales en el Vietnam y por la “equivocación” que produjo la invasión a Irak y causante de más de un millón de muertos.

Una monarquía es responsable

Una monarquía, representada por un jefe de Estado llamado Papa, cuyo reinado abarca una gran parte del mundo y cuyo centro de operaciones es un minúsculo territorio llamado Vaticano, ha sido y es responsable de numerosos delitos de lesa humanidad desde mucho antes de la creación del Sacro Imperio Romano. Es por eso que me tomé el cuidado de enumerar varias razones por la cual Su Santidad, debería pedirle clemencia a la humanidad. Entre tantas razones, perdón por:
1. Su responsabilidad en la esclavitud en América y beneficios obtenidos en tales prácticas.
2. El respaldo de la Iglesia a los desmanes cometidos por la Corona Española y Portuguesa durante la conquista y colonización de América. De hecho, fue el papa Alejandro VI quien “le regaló” estos territorios a tales imperios.
3. Iniciar, prohijar e incentivar la animadversión hacia el pueblo semita y envenenar la opinión pública contra los judíos. Durante 2.000 años los judíos fueron sometidos al odio, opresión, calumnias y aniquilación por parte de los católicos en nombre de Dios.
4. Las reiteradas mentiras con las que engaña y atemoriza a los feligreses, basándose en la Santas Escrituras.
5. La gran estafa que hizo la esposa de Cristo, la Santa Iglesia, a través del falso Codex Imperial. Mediante éste, el Papa Silvestre se apoderó fraudulentamente de vastas regiones italianas, los llamados Estados Pontificios. Estos territorios supuestamente fueron regalados o cedidos por Constantino a la Iglesia; finalmente se comprobó el forjamiento de los documentos de esta tramposa cesión.
6. La indiferencia de la Santa Sede ante la matanza de los judíos durante la segunda guerra mundial.
7. La usura. La Iglesia siempre tuvo como uno de sus dogmas la prohibición de los empréstitos con intereses, por ser contrario a las leyes divinas. Investigué que en los Concilios de Arles, año 31; Nicea, año 325. Cartago, año 345; en Letrán 1139 y en Aix, 1789, la usura fue condenada con la excomunión. Entonces, ¿cómo subsiste el Banco del Vaticano?
8. La exhibición descarada de opulentas riquezas de la Santa Sede ante la pobreza extrema que afecta una gran parte de la humanidad. Además, de la corrupción financiera donde se ha visto involucrado el Banco del Vaticano al lado de conocidos mafiosos.
9. La misoginia. Esta práctica mantiene aislados a los religiosos de una vida normal, de igual manera, el celibato de las monjas.
10. El machismo, el cual ampara la preponderancia atrevida de los machos sobre las damas.
11. La superpoblación mundial, consecuencia de la Encíclica Humanae Vitae, cuyo único responsable fue el Papa Pablo VI en el año 1968. Este pontífice, de manera autocrática y personal, decidió que las mujeres debían parir todos los hijos “mandados por Dios”, dado que si usan pastillas anticonceptivas, condones o cualquier otro medio artificial, los hombres y/o mujeres están cometiendo una afrenta mortal contra El Altísimo.
12. Entremeterse en la vida personal de los feligreses, como es la oposición de la Iglesia al aborto, la eutanasia, investigación fetal de células madres, clonación humana, control de la natalidad, las relaciones homosexuales, divorcio, las relaciones prematrimoniales, sexo post matrimonial, la masturbación, leer ciertos libros, escuchar determinada música, ver sólo películas autorizadas…y una lista incompleta de prohibiciones.
13. El racismo practicado durante muchos años por los católicos enaltecidos por las autoridades eclesiásticas.
14. La indiferencia ante las crueldades reveladas en la Santas Escrituras y en las criminales prácticas inquisitorias durante casi seis siglos.
15. Los malos ejemplos manifestados en sus acciones por numerosos Papas durante siglos.
16. Su complicidad y alianza con nefastos gobiernos corruptos, oprobiosos y criminales desde la aparición del cristianismo. Vale destacar, con el nazismo alemán, el fascismo italiano y el franquismo español.
17. El despotismo monárquico de los Papas contra sus empleados (sacerdotes y monjas) y a la feligresía mundial.
18. La alcahuetería y complicidad de la Iglesia en los casos de curas pederastas y de los abusos sexuales cometidos por sacerdotes, monjes, hermanos y monjas contra víctimas que van desde niños y niñas adolescentes, inválidos, religiosas y laicas.
19. El apoyo incondicional del papa Karol Wojtyla a las dictaduras militares centroamericanas (Salvador, Guatemala, Nicaragua…) y latinoamericanas (Chile, Argentina, Uruguay, Brasil.)
21. La complicidad del Vaticano de la muerte de 600.000 personas (siervos, judíos, gitanos y hasta croatas) bajo el régimen croata del fascista movimiento terrorista Ustashi dirigido por Ante Pavelic, en 1941 bajo la ocupación alemana. En la ejecución de tales actos, el Ustashi fue asistido por la Iglesia Católica Romana, tanto en Roma como en Croacia.
22. La complicidad de la Santa Sede de la huída de Europa hacia América de 30.000 criminales de guerra nazis, entre ellos: Klauss Barbie, Adolf Heichman, Franz Stangel y Ante Palevic. Para esto contaban con el financiamiento del Vaticano. Estos dineros provenían de los bienes robados a Croacia por el último de los nombrados anteriormente y depositados en los bancos de la Santa Sede. Entre los más diligentes en prestar esta “ayuda humanitaria” se destaca monseñor Giovanni Battista Montini, quien 16 años después se convertiría en papa bajo el nombre de Paulo VI. .
22. La beatificación, por parte de Juan Pablo II, del arzobispo croata y capellán militar, Alojzije Stepinac, cómplice del genocidio ocurrido durante la segunda guerra mundial en la antigua Yugoslavia.
23. El vínculo de la Iglesia Católica Apostólica Romana con el asesinato de 800.000 personas de Ruanda. Dicha Institución estuvo profundamente comprometida por sus lazos con el gobierno imperante de Hutu. Obispos, sacerdotes y monjas estaban entre los ejecutores de tales atrocidades
24. La confabulación para el desmantelamiento de la república de Yugoslavia y la creación de Croacia un estado aliado de la Santa Sede. Para eso el Vaticano emitió bonos al portador por 40 millones de dólares, provisto por la Santa Sede al gobierno croata para la compra de armas.
25. La injerencia descarada del Vaticano en procesos electorales en ciertos países, a favor de un candidato. Asimismo, la intervención atrevida en los asuntos políticos en otras naciones. En ciertos casos, tales prácticas condujeron al derrocamiento de algunos gobiernos.
26. Por la falta de patriotismo y valentía de Karol Wojtyla para enfrentar al Tercer Reich durante la invasión Alemana a Polonia (Segunda Guerra Mundial).
27. La hipocresía de las grandes autoridades eclesiásticas.
28. Sus vínculos con la mafia en Sicilia y en muchas partes del mundo.
29. Por el negocio en la venta de indulgencias para asegurarle el cielo a los ricos a cambio de elevadas sumas de dinero; asimismo, por el tráfico que tuvieron con la venta de reliquias durante muchos siglos. Este último, una buena fuente para conseguir dinero a montón.
30 Y, por todos los millones de crímenes cometidos en nombre de Dios.


(*) Nota de la redacción

martes, 10 de agosto de 2010

El influjo bolivariano en el general Cipriano Castro


Alexis Berríos Berríos, quien estudió Historia en la Universidad de Los Andes, ULA, de Venezuela, con maestría en Docencia para la Educación Superior, en la Universidad Rafael Urdaneta y docente de ésta universidad así como profesor de la Simón Rodríguez, es de la idea de que Cipriano Castro tenía una posición nacionalista consecuencia del influjo bolivariano, según lo desarrolló en su publicación “Cipriano Castro contra el Imperialismo”, que editó el Fondo Editorial Tropykos en 1996.
En ese sentido, explica su punto de vista para afirmar su planteamiento al decir que “…argumentamos esto, porque al indagar acerca de sus revisiones literarias pudimos delimitar el apego y la admiración que sintió desde siempre el general tachirense por las hazañas desplegadas por el libertador a lo largo de la gesta independentista”.
Emular a Simón Bolívar
Considera este docente Castro tuvo un especial interés por la Campaña Admirable realizada por el héroe americano, al punto que “…permaneció en su mente quizás hasta el día de su muerte. De allí la emulación a Simón Bolívar, y, más aún, su partida con una mesnada compuesta por rudimentarios hombres y sin una programación coherente, cuyo objetivo sería enfrentar al ejército nacional desde los confines de la Cordillera Andina hasta la ciudad donde se hallaba El Capitolio, de la misma forma como lo había hecho el Padre de la Patria”.
Reafirma el historiador, “…que la noción anti-imperialista de Cipriano Castro también brilla bajo la luz del Libertador y se desprende de la lectura de la obra de Eduardo Blanco que lleva por título Venezuela heroica. Aún más, tiene relación directa con las predicciones futuristas de Bolívar, principalmente cuando defiende el territorio venezolano de las agresiones foráneas y esto queda expresado aquí:
Gran parte de nuestro territorio Guayanés ha sido usurpado por el aventurero inglés; Y ante semejante atentado, a los venezolanos no nos queda otro recurso digno y de satisfactorio resultado que las vías de hecho estando como están nuestras relaciones con esa nacionalidad (1).
Y sigue Berríos Berríos:
Firme ante el invasor extranjero
“Para este momento -14 de junio de 1890- Cipriano Castro posee clarividencia, aunque intuitivamente en cuanto al vocablo soberanía, es decir, comprende que los países industrializados buscan anexarse territorios para sus negociaciones económicas y es por eso que exhorta al gobierno nacional a mantenerse firme ante el invasor extranjero, defendiendo al suelo patrio sobre la base de argumentos claros. Podríamos decir que este es el primer abogo de Cipriano Castro con respecto a la geografía venezolana. Pero leamos el planteamiento subsiguiente para clarificar más la situación:
A los recuerdos gloriosos de este día aniversario de nuestra independencia, están asociados Bolívar y su obra y sus profecías de vidente insigne, cuando en sus últimos días recomendaba la unión como la fórmula inteligente y sabia que para allanar el camino del progreso que debimos transitar los herederos de su gloria y de sus esfuerzos sublimes. De todos esos recuerdos, el que se levanta hoy en nuestra empolvada memoria de patriotas, como la muda esfinge en el desierto, es la que nos presenta a Bolívar previsivo y sabio, leyendo en su lecho de muerte con voz profética la historia de nuestras desgracias futuras (2).
El afán de gloria
“Como es fácil apreciar, se trata de la integración de América Latina para conseguir prosperidad fraguando un continente estentóreo con intereses comunes y bien definidos, esto es, un hemisferio autodeterminado.
Por eso Anselmo Amado describe con ahínco:
…Para atajarlos –Castro lo siente en el alma- hay que unir a la América Latina. De lo (sic) contrario nos despojarán sin piedad. El anti-imperialismo retórico será junto con el anticlericalismo, el culto a la Gran Colombia y el afán de gloria, uno de los rasgos más acusados en la personalidad política de Cipriano Castro. (3)
El historiador Berríos Berríos insiste en reafirmar la condición anti-imperialista de Cipriano Castro “…en el instante que el departamento de Panamá toma la decisión de constituirse en Estado Independiente. Castro envía una epístola felicitando al gobierno del istmo por la resolución tomada y le asoma las posibilidades de poner en marcha relaciones de amistad ratificándole su admiración por el deseo que tiene el pueblo panameño de convertirse en una república libre y soberana”.
(A nuestro entender, su punto de vista en torno a la decisión del Departamento de Panamá – perteneciente a la república de Colombia- de constituir una república libre y soberana, no permite reafirmar la condición anti-imperialista de Castro, por cuanto, es conocido en la historia que, quien estuvo intrigando y auspiciando dicha separación, fue el gobierno norteamericano junto con la derecha empresarial. Posteriormente, ya sabemos construyen el Canal de Panamá).
La anarquía ha clavado sus garras
Más adelante, el autor de Cipriano Castro contra el Imperialismo añade:
“Empero, hay otra razón que resalta el predominio del ideal bolivariano en la individualidad de Cipriano Castro, y es su inclinación por el bienestar de las masas populares venezolanas que en las postrimerías del siglo XIX sufrían los rigores de la acracia esparcida en el país como consecuencia de las guerras civiles. Así, se expresa en el siguiente fragmento:
La anarquía ha clavado sus garras en las entrañas de la patria, pero yo estrangularé esa anarquía en los anillos de mis energías, y Bolívar recibirá una nueva sensación a las tantas que han inmortalizado su genio esclarecido, la patria redimida de nuevas y tremendas calamidades, seguirá paso firme su carrera de grandezas; y los hombres escogidos por la providencia para estos empeños humanos habremos cumplido con nuestro deber (4).

1)
Revista Elite
29 de mayo de 1965,pp.33-34

2)
El Pensamiento Político Venezolano, Tomo I, p.273

3)
Gente del Táchira.
Rangel, Domingo Alberto
p.68.

4) Boletín de la Fundación para el Rescate
del Acervo Documental Venezolano. 1989, números 6-7,p.8.





miércoles, 4 de agosto de 2010

La fractura de la Gran Colombia

Colombia, la hermana nación de Venezuela, lamentablemente lleva sobre sus hombros la desidia, intriga y el odio heredado de quienes decidieron generar la anarquía para propiciar la fractura de la Gran Colombia. Un terrible dolor para los patriotas
Y esa fractura, ya venía cocinándose en la vida colombiana, lo que en estos tiempos modernos, sería calificado como lo hizo el fallecido historiador, poeta y bolivariano convencido, Juvenal Herrera Torres cuando dijo “Con Obando a la cabeza del santanderismo en el poder empieza una tormentosa pesadilla cuya sangre nos sigue ahogando hasta hoy”
Y ese despedazar de la tierra colombiana era generado en el caldo de las pasiones políticas desatadas por la ambición de gente como Francisco de Paula Santander, enemigo de l Libertador Simón Bolívar.
Las causas de la decadencia
En el mensaje que enviará el Libertador a la Convención de Ocaña –y a la que él no asistió- le dice a los representantes:
“Os bastará recorrer nuestra historia para descubrir las causas de nuestra decadencia. Colombia, que supo darse vida, se halla exánime. Identificada antes con la causa pública, no estima ahora su deber como la única regla de salud. Los mismos que durante la lucha se contentaron con su pobreza, y aunque no adeudaban al extranjero tres millones, para mantener la paz han tenido que cargarse de deudas vergonzosas por sus consecuencias. Colombia, que al frente de las huestes opresoras, respiraba sólo pundonor y virtud, padece como insensible el descrédito nacional. Colombia, que no pensaba sino en sacrificios dolorosos, en servicios eminentes, se ocupa de sus derechos y no de sus deberes. Habría perecido la nación si un resto de espíritu público no la hubiese impelido a clamar el remedio y detenido al borde del sepulcro. Solamente un peligro horroroso nos haría intentar la alteración de las leyes fundamentales; sólo este peligro se habría hecho superior a la pasión que profesábamos a instituciones propias y legítimas, cuyas bases nos habrían procurado la deseada emancipación”.
El párrafo anterior lo registra el libro Simón Bolívar “Doctrina del Libertador”, un trabajo de compilación del historiador Manuel Pérez Vila, con prólogo de Augusto Mijares, una tercera edición con sus correcciones, actualizaciones y adiciones de nuevos textos que realizó la Fundación Biblioteca Ayacucho en el año 2009.
De vuelta al texto citado, el Libertador señala que “Nada añadiría a este funesto bosquejo, si el puesto que ocupo no me forzara a dar cuenta a la nación de los inconvenientes prácticos de sus leyes. Se que no puedo hacerlo sin exponerme a siniestras interpretaciones, y que al través de mis palabras se leerán pensamientos ambiciosos: más, yo que no he rehusado a Colombia consagrarle mi vida y mi reputación, me conceptúo obligado a este sacrificio”.
Todos debéis trabajar por el bien inestimable de la Unión
Luego, el héroe americano se ve muestra obligado en su mensaje:
“Debo decirlo: nuestro gobierno está esencialmente mal constituido. Sin considerar que acabamos de lanzar la coyunda, nos dejamos deslumbrar por ambiciones superiores a las que la historia de todas las edades manifiesta incompatibles con la humana naturaleza”.
El guerrero caraqueño sentía y padecía la distorsión que se vivía en la sociedad de la tambaleante Gran Colombia y se sabía alejado, más allá de las intrigas y separaciones entre militares, civiles y los más desposeídos y, de hecho, en su último mensaje a la ciudadanía colombiana deja claro que “Todos debéis trabajar por el bien inestimable de la Unión: los pueblos obedeciendo al actual gobierno para liberarse de la anarquía; los ministros del santuario dirigiendo sus oraciones al cielo; y los militares empleando su espada en defender las garantías sociales”.
Es por demás necesario y para una mejor comprensión de las realidades dar a conocer los textos de los investigadores de la historia, de hecho, es el fin de pertinentes.blogspot.com y por ello presentamos siempre las opiniones de quienes investigan, como es el caso del historiador ruso Anatoli Shulgovski (Bolívar, Quijote de América, antología de ensayos de Juvenal Herrera Torres, de la Editorial El perro y la rana) cuyo ensayo se refiere a Santander y deja a juicio de los lectores entender hacia donde se inclinaba éste, pese a hacerse pasar como amigo del Libertador.
Santander: adepto a la política estadounidense
“El general Santander y sus partidarios vieron su ideal político en las instituciones estatales de Estados Unidos, acercándose en sus con a la ideología del federalismo norteamericano. No fue casual que Santander y su círculo se hubieran transformado en los adeptos más fervorosos de la política de los círculos dirigentes norteamericanos, los cuales intentaban impedir a cualquier precio la realización de los proyectos revolucionarios bolivarianos. Todo esto se encubría con razonamientos sobre la aspiración de transformar a los nacientes estados latinoamericanos en baluarte de la democracia y de la libertad bajo la égida norteamericana. Al pronunciarse en el parlamento colombiano en pro de una estrecha colaboración con los Estados Unidos, Francisco de Paula Santander expresó (2.I.1825): “Colombia va a tener el laudable orgullo de ser el primer Estado de la antigua América española unido con la nación más favorecida del genio de la libertad “(Citado por: Francisco Pividal. Bolívar, Pensamiento precursor del antiimperialismo. La Habana, 1977, p.198). Incluso, más tarde , después de la muerte de Bolívar, Santander en el tiempo de su estancia en Norteamérica, calificó a los colombianos como “hermanos menores”, manifestando la esperanza de que se convirtieran en “dignos discípulos que habrán de agradecer a la providencia por haber encontrado el sitio de nuestra dicha en el mismo continente americano”.(Cartas y mensajes de Santander. Vol. III., P.189).
Lo que la historia en el pasado registra permite explicar en el futuro actual, de hoy, y también de mañana, a lo que ha estado aconteciendo en un país como Colombia y la dirigencia que ha tenido y tiene.
¡Qué tragedia la de Colombia!
El fallecido historiador colombiano, poeta y bolivariano comprometido, Juvenal Herrera Torres, en su ensayo La bacanal de las fieras, escribió:
¡Qué tragedia la de Colombia! La muerte del Libertador provocó la bacanal de las fieras que pusieron en la Presidencia al asesino Obando (José María). En su demencial odio a Bolívar, las fieras repudiaron el nombre de Colombia. Siempre fueron enemigas de la patria de la que odiaban su nombre que le había sido dado por el Libertador, y le impusieron al país el de la Nueva Granada, que fue el que había impuesto el rey de España a su colonia en nuestro territorio. Con Obando a la cabeza del santanderismo en el poder empieza una tormentosa pesadilla cuya sangre nos sigue ahogando hasta hoy”.
No hacen falta más palabras para entender el gran daño, que en ocasiones, suelen dejar algunas herencias, como la que recibieron los colombianos sin pedirla.


domingo, 11 de julio de 2010

Colón, ¿un hebreo converso?


Hay mucho que leer y escribir sobre el trabajo del catedrático de la Universidad de Carabobo de Venezuela, José Manuel Hermoso González y su libro Pueblo Protagónico (1498-1798), en el que ahonda sobre la historia de las luchas sociales y políticas de las venezolanas y venezolanos. Hay tanto por descubrir en su trabajo investigador, que da igual comenzar por uno u otro tema.
Ni estudioso ni investigador
Hay asuntos interesantes que comentar, por ejemplo, el de la llegada de Cristóbal Colón por los lados de la costa de Paria. El historiador, escribe que Colón, quien pasó a la Historia “como un genial descubridor nacido en Génova, no fue un amante de la ciencia. No fue un estudioso, ni un investigador. No fue un científico, un geógrafo, ni un naturista, aunque tampoco era un ignorante ni un inepto. Sus capacidades fueron otras. Fue si, un experto marino, un viajero impenitente, un políglota y un autodidacta de mediana formación, apasionadamente interesado en los descubrimientos geográficos y por ende en los conocimientos científicos relacionados con ellos. Y, un osado emprendedor, un tozudo aventurero capaz de lograr grandes metas”.
Dice Hermoso González, en su apasionante libro, que todo parecía indicar que ni la ciencia ni la religión eran un asunto que le preocupara al navegante, ni era un hombre a quien le inquietara la gloria o la trascendencia tampoco era poseedor de principios morales, religiosos ni grandes ideales para con la humanidad.
Solo convencionalismo
“El superficial misticismo con que se expresaba –apunta- no pasaba de ser un convencionalismo. No hay duda de que sus dos grandes pasiones, sus dos grandes focos de interés, eran, en primer lugar su afán de lucro, su ambición de enriquecerse. Y, en segundo lugar, la vanidad, es decir, la sed de poder, prestigio y reconocimiento”.
Este docente de historia continúa en su narración y dice que “Sobran pruebas de que Colón pretendió convertir los territorios descubiertos en feudo particular suyo y de sus hermanos y de que intentó enriquecerse desconociendo acuerdos y desobedeciendo ordenanzas de la Corona o traficando a espaldas de los reyes y excluyendo del negocio a sus propios compañeros. Por los desmanes y atropellos cometidos por Colón y los suyos en La Española, es detenido y enviado encadenado a España. No hay duda de que sus desmedidas pretensiones fueron algunas de las causas de que Colón cayera en desgracia y muriera finalmente pobre, aislado e ignorado. La avaricia rompió el saco”.
Vendieron el descubrimiento como una joya
La construcción de la historia, en este continente suramericano, siempre estuvo manejada por intereses. Vendieron el descubrimiento como una joya y a los soldados y marinos que llegaron como conquistadores, cuando en realidad vinieron como fieras voraces a adueñarse de lo que no les pertenecía.
En una especie de inter título, que dice Tozudez, ambición y amor al dinero, claves de la hazaña de Colón, el investigador refiere que “No obstante el evidente empeño de Cristóbal Colón de negar en todo tiempo y momento los datos de su verdadero origen –empeño reconocido por su hijo y biógrafo Francisco Colón- un detenido y perspicaz estudio del entramado creado para ocultarlo, conduce a reforzar y dar credibilidad a la hipótesis de que el navegante procedía de una familia de hebreos probablemente convertidos al cristianismo. Su manera de firmar, su discurso de raro misticismo anclado en pasajes del antiguo testamento, sus frases de admiración hacia éxitos, aportes o méritos de la cultura hebrea, permiten presumirlo así”.
Y luego añade, como para fortalecer aún más el punto expuesto:
“Pero, si cualquier cristiano podía ser condenado a morir abrasado por las purificadoras llamas de la Inquisición por el solo hecho de afirmar que la tierra no es plana, contrariando de esta manera las sagradas escrituras ¿qué riesgo no correría entonces un neo-cristiano que se empeñara en demostrar que era posible encontrar rumbo al oeste una ruta hacia la India? Y algo más cuesta arriba todavía ¿podría un vulgar converso, en aquel ambiente de odio anti-judaico y de desconfianza extrema hacia los nuevos cristianos, lograr –para aquel o cualquier otro objetivo- el apoyo de un Estado dominado por la Iglesia?
Y hay más en esta historia cerrada de Colón.
El historiador se hace preguntas acerca de si el marino genovés sabía de los aportes de Ptolomeo a la astronomía, si había escuchado hablar de la Atlántida comentada por Platón y de las tierras a que había hecho referencias Séneca; si estaba enterado de lo que decía Pitágoras en el sentido de que el mundo era esférico y que daba vueltas alrededor del sol o estaba al corriente de las teorías de Leonardo Da Vinci.
En su opinión “Ha oído hablar de las teorías de Copérnico. Se cartea con Toscanelli –maestro de Da Vinci-, según el cual se puede llegar al este por el oeste, encontrar nuevas tierras y llegar a la India”.
“Además de toda esta información –añade-, se sabe que Colón conoció los datos y se aferró a los cálculos del cardenal francés D´Ailly, quien afirmaba que nuestro planeta es esférico, con la desventaja de que había calculado erradamente su tamaño, pues lo estimó un tercio más pequeño del verdadero”.