Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



miércoles, 4 de agosto de 2010

La fractura de la Gran Colombia

Colombia, la hermana nación de Venezuela, lamentablemente lleva sobre sus hombros la desidia, intriga y el odio heredado de quienes decidieron generar la anarquía para propiciar la fractura de la Gran Colombia. Un terrible dolor para los patriotas
Y esa fractura, ya venía cocinándose en la vida colombiana, lo que en estos tiempos modernos, sería calificado como lo hizo el fallecido historiador, poeta y bolivariano convencido, Juvenal Herrera Torres cuando dijo “Con Obando a la cabeza del santanderismo en el poder empieza una tormentosa pesadilla cuya sangre nos sigue ahogando hasta hoy”
Y ese despedazar de la tierra colombiana era generado en el caldo de las pasiones políticas desatadas por la ambición de gente como Francisco de Paula Santander, enemigo de l Libertador Simón Bolívar.
Las causas de la decadencia
En el mensaje que enviará el Libertador a la Convención de Ocaña –y a la que él no asistió- le dice a los representantes:
“Os bastará recorrer nuestra historia para descubrir las causas de nuestra decadencia. Colombia, que supo darse vida, se halla exánime. Identificada antes con la causa pública, no estima ahora su deber como la única regla de salud. Los mismos que durante la lucha se contentaron con su pobreza, y aunque no adeudaban al extranjero tres millones, para mantener la paz han tenido que cargarse de deudas vergonzosas por sus consecuencias. Colombia, que al frente de las huestes opresoras, respiraba sólo pundonor y virtud, padece como insensible el descrédito nacional. Colombia, que no pensaba sino en sacrificios dolorosos, en servicios eminentes, se ocupa de sus derechos y no de sus deberes. Habría perecido la nación si un resto de espíritu público no la hubiese impelido a clamar el remedio y detenido al borde del sepulcro. Solamente un peligro horroroso nos haría intentar la alteración de las leyes fundamentales; sólo este peligro se habría hecho superior a la pasión que profesábamos a instituciones propias y legítimas, cuyas bases nos habrían procurado la deseada emancipación”.
El párrafo anterior lo registra el libro Simón Bolívar “Doctrina del Libertador”, un trabajo de compilación del historiador Manuel Pérez Vila, con prólogo de Augusto Mijares, una tercera edición con sus correcciones, actualizaciones y adiciones de nuevos textos que realizó la Fundación Biblioteca Ayacucho en el año 2009.
De vuelta al texto citado, el Libertador señala que “Nada añadiría a este funesto bosquejo, si el puesto que ocupo no me forzara a dar cuenta a la nación de los inconvenientes prácticos de sus leyes. Se que no puedo hacerlo sin exponerme a siniestras interpretaciones, y que al través de mis palabras se leerán pensamientos ambiciosos: más, yo que no he rehusado a Colombia consagrarle mi vida y mi reputación, me conceptúo obligado a este sacrificio”.
Todos debéis trabajar por el bien inestimable de la Unión
Luego, el héroe americano se ve muestra obligado en su mensaje:
“Debo decirlo: nuestro gobierno está esencialmente mal constituido. Sin considerar que acabamos de lanzar la coyunda, nos dejamos deslumbrar por ambiciones superiores a las que la historia de todas las edades manifiesta incompatibles con la humana naturaleza”.
El guerrero caraqueño sentía y padecía la distorsión que se vivía en la sociedad de la tambaleante Gran Colombia y se sabía alejado, más allá de las intrigas y separaciones entre militares, civiles y los más desposeídos y, de hecho, en su último mensaje a la ciudadanía colombiana deja claro que “Todos debéis trabajar por el bien inestimable de la Unión: los pueblos obedeciendo al actual gobierno para liberarse de la anarquía; los ministros del santuario dirigiendo sus oraciones al cielo; y los militares empleando su espada en defender las garantías sociales”.
Es por demás necesario y para una mejor comprensión de las realidades dar a conocer los textos de los investigadores de la historia, de hecho, es el fin de pertinentes.blogspot.com y por ello presentamos siempre las opiniones de quienes investigan, como es el caso del historiador ruso Anatoli Shulgovski (Bolívar, Quijote de América, antología de ensayos de Juvenal Herrera Torres, de la Editorial El perro y la rana) cuyo ensayo se refiere a Santander y deja a juicio de los lectores entender hacia donde se inclinaba éste, pese a hacerse pasar como amigo del Libertador.
Santander: adepto a la política estadounidense
“El general Santander y sus partidarios vieron su ideal político en las instituciones estatales de Estados Unidos, acercándose en sus con a la ideología del federalismo norteamericano. No fue casual que Santander y su círculo se hubieran transformado en los adeptos más fervorosos de la política de los círculos dirigentes norteamericanos, los cuales intentaban impedir a cualquier precio la realización de los proyectos revolucionarios bolivarianos. Todo esto se encubría con razonamientos sobre la aspiración de transformar a los nacientes estados latinoamericanos en baluarte de la democracia y de la libertad bajo la égida norteamericana. Al pronunciarse en el parlamento colombiano en pro de una estrecha colaboración con los Estados Unidos, Francisco de Paula Santander expresó (2.I.1825): “Colombia va a tener el laudable orgullo de ser el primer Estado de la antigua América española unido con la nación más favorecida del genio de la libertad “(Citado por: Francisco Pividal. Bolívar, Pensamiento precursor del antiimperialismo. La Habana, 1977, p.198). Incluso, más tarde , después de la muerte de Bolívar, Santander en el tiempo de su estancia en Norteamérica, calificó a los colombianos como “hermanos menores”, manifestando la esperanza de que se convirtieran en “dignos discípulos que habrán de agradecer a la providencia por haber encontrado el sitio de nuestra dicha en el mismo continente americano”.(Cartas y mensajes de Santander. Vol. III., P.189).
Lo que la historia en el pasado registra permite explicar en el futuro actual, de hoy, y también de mañana, a lo que ha estado aconteciendo en un país como Colombia y la dirigencia que ha tenido y tiene.
¡Qué tragedia la de Colombia!
El fallecido historiador colombiano, poeta y bolivariano comprometido, Juvenal Herrera Torres, en su ensayo La bacanal de las fieras, escribió:
¡Qué tragedia la de Colombia! La muerte del Libertador provocó la bacanal de las fieras que pusieron en la Presidencia al asesino Obando (José María). En su demencial odio a Bolívar, las fieras repudiaron el nombre de Colombia. Siempre fueron enemigas de la patria de la que odiaban su nombre que le había sido dado por el Libertador, y le impusieron al país el de la Nueva Granada, que fue el que había impuesto el rey de España a su colonia en nuestro territorio. Con Obando a la cabeza del santanderismo en el poder empieza una tormentosa pesadilla cuya sangre nos sigue ahogando hasta hoy”.
No hacen falta más palabras para entender el gran daño, que en ocasiones, suelen dejar algunas herencias, como la que recibieron los colombianos sin pedirla.


No hay comentarios: