Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



jueves, 9 de septiembre de 2010

Cómo repudia una clase social a su Libertador y (2)


Refiere el fallecido antropólogo y periodista Miguel Acosta Saignes, al tratar el tópico que expone a un héroe identificado primero con la clase a la que pertenecía y en segundo lugar, al hombre que entraba en contradicción con esa misma clase, que “Habló aquí Bolívar de los “moradores del hemisferio americano”, lo cual significaba para él las que habían sido colonias españolas, “de nuestro destino”, de “América”, de “la América”. Más, todo ello significaba en realidad los criollos, los mantuanos, la clase social que reivindicaba todo lo señalado por Bolívar en la Carta de Jamaica y en Angostura como en un memorial de agravios para justificar la Revolución. Había de conservar siempre fidelidad a su clase, portadora de estandartes directivos, mediante el desarrollo de la historia de Hispanoamérica o, como después se ha dicho, Latinoamérica. Pero pronto entró en contradicciones múltiples con esa clase de los mantuanos, que lo utilizó como gran dirigente por su genio, por sus increíbles capacidades políticas y organizativas, por su calidad moral y por su resistencia física, por sus dotes de conductor y por su decisión profundamente anticolonial”.
El primer tropiezo
Comenta Acosta Saignes que Bolívar encuentra su primer tropiezo ante el Congreso de Angostura y ese tropiezo se estaría repitiendo incansablemente hasta Bolivia.
“Fue la primera contradicción entre el empeño de Bolívar de lograr la libertad de los esclavos y la resistencia de los mantuanos representados en los Congresos, así como de aquellos militares elevados a posiciones políticas que esperaban a usufructuar cuanto había beneficiado a los mantuanos. Pidió la libertad de los esclavos, mejor dicho, que se ratificase su decreto de Carúpano, en el cual daba el primer gran paso para hacer de cada esclavo un combatiente por la libertad republicana. Se aprobaron todas sus medidas. Sobre los esclavos se aceptó por primera vez una proposición acerca de lo que llamó “libertad de vientres” a la postre aprobada por el Congreso Constituyente de Cúcuta, a pesar de un estremecedor mensaje que él remitió al Presidente de ese organismo, inmediatamente después de la batalla de Carabobo.
Aquel Congreso inconmovible
La sabiduría del Congreso General de Colombia –escribió- está perfectamente de acuerdo con las leyes existentes a favor de la manumisión de los esclavos; pero ella pudo haber extendido el imperio de su beneficencia sobre los futuros colombianos que recibimos en una cuna cruel y salvaje, llegan a la vida para someter su cerviz al yugo. Los hijos de los esclavos que en adelante hayan de nacer en Colombia deben ser libres…El Congreso General […] puede decretar la libertad absoluta de todos los colombianos al acto de nacer en el territorio de la República […] Sírvase VE. Elevar esta solicitud de mi parte al Congreso General de Colombia para que se digne concedérmela en recompensa de la batalla de Carabobo, ganada por el ejército libertador, cuya sangre ha corrido sólo por su libertad…
Consideró el antropólogo que pese al “significado de Carabobo, que consolidaba la libertad de Venezuela y Colombia, el Congreso permaneció inconmovible. Las solicitudes de Bolívar llegaron hasta el Congreso Constituyente de Bolivia en 1826. Igual resultado, por lo cual la esclavitud se extendió en el tiempo, en Venezuela, hasta 1854. Otra contradicción de consecuencias resaltantes ocurrió con el mismo Congreso de 1821. Bolívar propuso que se aceptase como cabeza de la nueva República de Colombia a Cúcuta, para balancear las distancias, las diferencias de caracteres, la diversidad de opiniones, pero se trasladó la capital a Bogotá con tremendos resultados, como presintió cuando en presencia de O´Leary dijo, al oír repicar las campanas bogotanas en honor del Congreso: “Están doblando por Colombia”.
Escribió este investigador social que fue el Doctor Miguel Acosta Saignes, al hacer reforzar su punto de vista que “ Su clase social lo perseguía como si hubiese sido un animal dañino, sólo porque no se había plegado a las ambiciones de los antiguos gobernantes”.
El aumento de las contradicciones
Sigue Acosta Saignes en su análisis y habla de la continuidad de los triunfos de Simón Bolívar, tanto en lo político como en lo bélico, con el consentimiento “de los criollos de Venezuela, de la antigua Nueva Granada y Perú, así como los de Ecuador y después, en 1826, los de Bolivia. Pero aumentaron las contradicciones por motivos diversos. Bolívar concedió a los indígenas constantes reivindicaciones, un poco, a cambio de que contribuyeran a mantener los ejércitos que iba formando en cada futura república”.
La lucha de las oligarquías
Explica el investigador que después de la batalla de Junín, comenzó el descenso o el inicio de la lucha de las oligarquías “formadas rápidamente, después de las primeras libertades, en Venezuela y Nueva Granada. Así, cuando para sellar los triunfos contra los colonialistas españoles preparaba el Libertador la batalla decisiva de la lucha anticolonialista, recibió en Huancayo, el 24 de octubre de 1824, notificación de que se le suspendían las prerrogativas concedidas por Ley del 9 de octubre de 1821.Ya no podría formar ejércitos ni mandarlos fuera del territorio de la República Colombiana. No podría, así, dirigir la batalla final que había venido preparando por largos meses con Sucre. Conmovido hasta lo profundo del ánima, hizo remitir a éste una simple notificación de Secretaría, La conmoción en el Ejército del Sur fue tremenda. Los altos jefes enviaron inextenso mensaje, en el cual se decía: “El Ejército ha recibido ayer con el dolor de la muerte la resolución que V.E. se ha dignado comunicarle […] V.E. no podrá separarse de él sin faltar a compromisos sellados con nuestra sangre…” Sucre notificó que se suspendía el cumplimiento de la resolución, mientras llegaba la respuesta. Es decir, Bolívar había podido rebelarse contra el Congreso de Bogotá, respaldado íntegramente por el Ejército.
Escribió mensajes y cartas, nombró a Sucre como sustituto y permaneció fiel a su clase cuando ésta le infería un lanzazo en el costado de sus glorias. Fue esta una de las grandes ocasiones en que el huracán revolucionario puso a prueba toda su lealtad.

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