Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



lunes, 4 de julio de 2011

5 de julio de 1811 en Venezuela, realidad vigente hoy en este siglo


 

 El canto patriótico popular, conocido como la Canción Americana, hallado entre los papeles o documentos que encontraron a Gual y España y a quienes compartían aquellos momentos de rebelión y oposición en lo que fue conocido como La Conspiración de La Guaira (1796-1797) contra la corona española, en cierto modo refleja lo que ha estado anidando en los corazones de millones de latinoamericanos hoy día.
En efecto, el profesor José Manuel Hermoso González (Universidad de Carabobo, Valencia, Venezuela), en su libro Pueblo Protagónico (1498-1798)  Historia de las luchas sociales y políticas del pueblo venezolano, (Primera edición, octubre 2008, Valencia) registra la letra, bastante apasionada y muy al día, de ese canto dirigido a los habitantes de este continente sureño:

Es la Patria nuestra Madre
nuestra Madre muy querida
A la cual tuvo el tirano
siempre esclava y afligida:

Es por ella que luchamos
Arriesgando hasta la vida;
¡compatriotas! ¡perezcamos
Antes que verla oprimida!

Hemos considerado necesario hacer esa introducción antes de referirnos al 5 de julio de 1811, porque es importante que todos conozcamos, que el espíritu rebelde y de justicia de los venezolanos y demás latinoamericanos es de vieja data, nace desde el mismo momento en que comenzaron las agresiones de los imperios europeos contra los aborígenes, primero americanos y luego africanos y desde entonces fue siendo fortalecido ese espíritu libertario de este continente, que se concretó en las más variadas luchas y en diversas regiones del continente.
En la edición facsimilar “Independencia para siempre” (Documento fundacional de nuestra República), de la Comisión Presidencial para la Conmemoración del Bicentenario de la Independencia de Venezuela, que circuló el 3 de julio del presente 2011 con el diario el Correo del Orinoco, uno de sus subtítulos dice una realidad innegable “La Independencia en Venezuela: un proceso en construcción” y es de esa manera porque, la libertad, el ser dueño de su propio andar, no es un asunto nuevo que el imperio español haya traído a este continente sureño, pues antes de que ellos viniesen, nuestros antecesores fueron libres, aunque posteriormente ofendidos, vejados,  sometidos y encadenada su libertad.
Es entonces a partir de allí, de la vulneración de la vida aborigen, que se genera la rebeldía en todos los pueblos latinoamericanos y se inicia una larga lucha, con sus avances y retrocesos, que hoy día no ha cesado pues se trata de un permanente enfrentamiento entre el respeto, la igualdad, la dignidad y la soberanía en contra de la discriminación, exclusión, explotación, la depredación y la injusticia y en el que los sectores más conservadores de las naciones apuestan a ser siempre los controladores de las sociedades.
Eso ha sucedido en otros países y en Venezuela, y se dice que hoy día la construcción de su independencia es un proceso, porque la necesidad de justicia, igualdad, respeto, dignidad y soberanía ya es un asunto de conciencia política de la mayoría ciudadana, cuyo grito encontró eco en las mentes revolucionarias de Francisco de Miranda, Simón Bolívar, José Félix Ribas y otros ciudadanos jóvenes y más adultos en el seno de la Sociedad Patriótica y que conduciría, posteriormente, a la Declaración de la Independencia de Venezuela, el 5 de julio de 1811.
Hoy, doscientos años después, una revolución con el apellido de Bolívar, nacida de sus ideas y de sus sueños y liderada por militares y civiles, profesionales universitarios y un alto contingente de jóvenes, al frente de quienes se encuentra el  Comandante y presidente de Venezuela, Hugo Chávez F. quien se esfuerza por hacer posible lo que decía el Libertador, quien refería que e mejor gobierno era aquel que llevara la mayor suma de bienestar posible a sus habitantes.
El texto de un acta
Refiere la edición facsimilar Independencia para siempre, que “El texto del Acta del 5 de julio no puede leerse sin una emoción a la vez actual y antigua. Los representantes del pueblo de Venezuela denuncian sin cortapisas la opresión sangrienta de la conquista imperial española, y aun tienen la nobleza de omitir mencionar los hechos a fin de mantener la elegancia política. Analizan la irreparable crisis nacional española, desnudan la decadencia de los Borbones y se rehúsan a a admitir una nueva monarquía ilegítima y espurea. Desenmascaran a Carlos IV y a Fernando VII como traidores y cobardes. Se rebelan ante las pretensiones de unas cortes que aspiran a seguir  dominando en América, de manera inconsulta, en nombre de un “rey imaginario”, y hacen saber al mundo sus intentos de sembrar el caos dentro de un proceso político ordenado y civilista que no ha hecho más que recuperar para su pueblo sus más sagrados derechos. Reivindican para siempre una voluntad popular soberana y una orgullosa dignidad nacional que inscriben a Venezuela entre los países libres del mundo, en condiciones de plena igualdad política y con pleno derecho natural de afirmarse, defenderse y salvaguardarse”.    
Vigencia indiscutible
En la edición se afirma que “El Acta del 5 de julio tiene el valor  de una declaración de principios, indiscutibles y perennes, y a la vez de un programa político del destino nacional. Ella encierra los fundamentos del proceso independentista de Venezuela iniciado en 1810 y vigente dos siglos después, cuando el pueblo venezolano ha retomado sus riendas y, de frente a las amenazas de los nuevos imperios, sigue dispuesto a jugarse la vida por la causa de su libertad y su felicidad supremas”.

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