Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



miércoles, 21 de enero de 2009

Veamos hacia el interior de nuestras naciones


En los actuales momentos en que la humanidad está padeciendo una crisis terrible, bien por las guerras de los poderosos en contra de los que menos fuerza tienen y con el fin de apoderarse de sus recursos o quizá porque alguna dirigencia de nuestras naciones sea muy débil y solamente tengan capacidad de apreciar el sentir de sus naciones a través del poder, el dinero, las joyas, la vida ilusa del confort que pudieran dar las mansiones, los viajes, el poseer apartamentos en diferentes ciudades del mundo y saborear los exquisitos manglares que les permiten sus doradas tarjetas de crédito apoyadas por cuentas en los bancos, quizá por eso, Latinoamérica no ha logrado despegar.
Si los ciudadanos de las vecinas repúblicas latinoamericanas quieren crecer, ver desarrolladas sus sociedades, deben mirar siempre hacia dentro, porque allí está el recurso valioso que le puede permitir la evolución de sus vidas.
Primero han de pensar en considerar a sus ciudadanos, a esos hombres y mujeres de distintos colores y grosor de pelo y nariz, entender que son un recurso de valor, que es el mismo que preparan en sus universidades y que por despreciarlos a veces, mejor dicho, ignorarlos, las grandes corporaciones los contratan y se los llevan a sus sedes en el exterior.
Esos mismos hombres y mujeres salidos de nuestras tierras, capacitados por nuestros Estados, son los que van a producir grandes conocimientos y generar cualquier clase de diseño tecnológico para otras naciones.
¿Son conscientes o inconscientes estos latinos?
Es una pregunta muy dura y no fácil de responder porque, criados los ciudadanos, educados y orientados desde diversos puntos de vista en regímenes eminentemente capitalistas, con la idea del mercado como único principio de vida, y bajo el influjo intenso y diario de la publicidad, que le concede mucho más valor al poseer, a la tarjeta de crédito o a un automóvil y a un Resort en países turísticos cercanos y que descalifica o ignora a quien no tiene capacidad para acceder a ellos, no podemos esperar tener ciudadanos que puedan llegar a tener criterios y sensibilidad de del sentir colectivo.

Como todos los ciudadanos deberían saber, la formación de profesionales en Latinoamérica ha estado dirigida hacia la conformación de una gran masa técnica que sirva de soporte al sistema de mercado en el que se manejan los capitalistas europeos y estadounidenses. En los actuales momentos, con la gran crisis que se ha desatado en el poderoso mundo capitalista, la oportunidad para los latinos está en bandeja de plata, es decir, dejar de ignorar la inteligencia de sus recursos humanos, despertar la creatividad de sus ciudadanos, respetar el trabajo de hombres y mujeres, como decía el propio Simón Rodríguez, Maestro de Simón Bolívar, El Libertador.
En opinión de la profesora Mercedes M. Álvarez, en su libro Simón Rodríguez tal cual fue Vigencia perenne de su magisterio, Edición del Consejo Rector de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez, UNESR, 1977, “No hay duda de que su ensayo de Bolivia era visiblemente novedoso y hasta utópico (se refería al estudio que hizo S.R. sobre la educación en ese país). No aconseja la disciplina dura de castigos corporales, humillaciones, ostentación de medidas coercitivas de la libertad y la integridad personal. Concebía (Simón Rodríguez) la misión educativa como una misión desinteresada y altísima, y un apostolado laico. El maestro deberá poseer una personalidad irradiante, por lo tanto exalta el alto valor del factor personal en la educación. Presta mucha atención a la vocación. En la síntesis que hizo sobre las cualidades para dirigir la educación, pareciera que se puso de espejo de maestro. Las condiciones necesarias no las repudiaría hoy la más exigente autoridad. He aquí los requisitos principales para el director, quien según dice “debe tener más aptitudes que el Presidente de la república”.
Por supuesto, no las vamos a citar, pero si al menos considerar como más importante que ellas mismas, el hecho que Simón Rodríguez le daba tanta importancia a los requisitos, que sostenía que los maestros deberían tener más aptitudes que el mismo Presidente de la República, con lo cual le daba a la educación el valor más alto y de importancia para una sociedad.
Es a eso a lo que nos hemos estado refriendo en esencia, que debemos los latinoamericanos ser capaces de construir no solo la unidad continental, sino proyectar una nueva visión de desarrollo a partir de la riqueza que todos poseemos, como son nuestros recursos humanos. Ese es el mayor recurso que tenemos hoy día.

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