Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



miércoles, 7 de enero de 2009

¿Qué hacemos para vivir y ser mejores?


¿Qué debemos hacer los latinoamericanos para mejorar nuestras vidas, esto es, tener todas las posibilidades de acceder a la educación, que nuestra formación sea de calidad, que sean respetados nuestros derechos, pero que nos acostumbremos a ser respetuosos de nuestros deberes, que la salud no nos cueste un ojo de la cara y podamos atender a los niños y ancianos cuando ellos lo requieran, que no nos falte el agua potable, que las calles por las cuales nos desplazamos no se encuentren deterioradas, que accedamos a las bibliotecas con el deseo de leer asuntos inimaginables, que nos convirtamos en lectores reflexivos y críticos, que no sea un imposible concretar el sueño de tener una vivienda digna, que la justicia llegue a todos los seres, que la seguridad sea un pilar en nuestras vidas, que podamos producir todos nuestros alimentos sin dañar el ambiente, que podamos desarrollarnos científica y tecnológicamente, que nuestra mortalidad infantil llegue al mínimo más bajo, que los primeros habitantes de nuestras tierras sean protegidos, no ignorados, despojados y a veces masacrados, que podamos disfrutar de nuestros ríos y jamás permitamos que los contaminen, que los recursos que poseemos en Latinoamérica sean puestos a producir por nuestra gente y que no sean jamás objeto de ese deteriorado proceso de mercantilización que lo único que genera son explotados, que diseñemos una televisión para las personas y no para los negocios, una televisión decente que no se burle del ser humano y lo siga viendo como mercancía, que hacemos para convertirnos en un poderoso y beneficioso elixir de paz, respeto y armonía?
Estas son interrogantes para que las reflexionemos una y otra vez; cada día y que la sometamos a discusión en cada calle, espacio abierto o centro de trabajo, biblioteca o rincón cultural, y que dejemos de ver la vida desde una ventana, como si lo que ocurriese a nuestro alrededor y mucho más allá no tuviera que ver con nosotros.
Algunos que han estado relacionados con la teoría del caos han dicho y escrito que el aletear de una mariposa en un extremo muy lejano, puede tener relación con el resto del mundo (desconocemos si es cierto o no) y en ese orden puede afectarnos.
Hasta ahora no he incursionado en ello, pero lo que si creo y podría apostar, es a las posibilidades infinitas y positivas del ser humano, de las capacidades para soñar, diseñar y construir y, particularmente entre nosotros los habitantes de este continente sureño, tenemos una amplia inteligencia que ha estado pasiva hasta los actuales momentos, pero que fácilmente puede alcanzar niveles que asombrarían al resto de la humanidad.
No escribimos sobre imposibles. Una gran cantidad de sureños como nosotros, ha ido a engrosar las filas de las comunidades científicas y tecnológicas de los continentes que están al norte de nosotros y lo han hecho por una razón muy sencilla, no hemos logrado descubrir en nuestras naciones, todavía, algo tan sencillo como es que debemos darle mejores beneficios a nuestra gente antes de que otros se los den. Esa ha sido la historia en este continente: simple y llanamente, le ofrecen a nuestros jóvenes profesionales mejores condiciones de vida que las que ofrecen nuestros Estados y éstos, a su vez, le entregan su talento a quienes los contratan. No hay que ir muy lejos para comprobar esta realidad. El simple hecho de las migraciones hacia el norte, ha puesto en evidencia que no tuvimos en el pasado los gobernantes que merecíamos.
Quizá, hoy día, sea el gran chance de nosotros los latinoamericanos y los líderes progresistas que se han estado levantando puedan concretar las visiones que tienen de sus respectivos países. Es la idea de los pueblos que, como reporteros sentimos en las calles, más temprano que tarde tendremos jornadas exitosas para la vida en Latinoamérica.

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