Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



sábado, 20 de diciembre de 2008

El Libertador, un hombre de calidad


Cada diciembre los latinoamericanos solemos recordar al Libertador de América, Simón Bolívar, quien por cierto, rindió homenaje permanente a los intelectuales. El historiador José Luis Salcedo Bastardo, en su ensayo “Empeño y desempeño cultural, refiere que el general “…reconoce como eficaz para la regeneración ética de los pueblos la estimación a los literatos; éstos con los científicos, los artistas y los educadores, labran la imagen moral de la patria”.
Es interesante entender esto, porque nos permite ver el camino que debemos seguir. Antes que algunos juegos que ciertas personas consideran placenteros como las cartas y las maquinitas en los casinos y las apuestas también en las carreras de caballos y el juego de terminales, creemos que sin ser santurrones, hay otras posibilidades en la vida de los ciudadanos.
Al recordar lecturas acerca de Simón Bolívar, no queda menos que decir que su calidad humana fue siempre indiscutible, independientemente de que como cualquier otro ser cometiese errores.
A propósito de ello, el estadounidense Waldo Frank, ensayista, historiador, crítico, considerado como uno de los pocos ciudadanos de ese país que miraba hacia el sur con respeto y sentido humanista y quien además hizo una biografía de Bolívar, calificada como excelente por Leonardo Depestre Catony (en un artículo para la web Habana Radio, Emisora de la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana), en su ensayo Los cien años (*) escribía acerca del Libertador que “Las cartas nos descubren que Bolívar podía ser noble y ruin, un egoísta y un hombre que se daba cuenta de su egoísmo y lo trascendía, un mártir de abnegación y un monstruo de orgullo. Era capaz de amar y despreciar al mismo individuo; sabía ser hipócritamente astuto y(lo fue muchas veces con Santander) y, al mismo tiempo, impetuosamente espontáneo. Bolívar era una personalidad integrada en la obra de su vida, no en el tejido diario de los años de la misma”. Y más adelante escribe Waldo Frank:
“Bolívar estuvo engranado a la realidad americana en su fracaso no menos que en su triunfo; no más que su voluntad de libertar a América y de levantar la ciudad del hombre, que en el trágico derrumbamiento de los métodos y de los instrumentos con que trató de levantarla”.
La integralidad del héroe latinoamericano quedaba dibujada en su rol de militar, su trato con las tropas y como político y estadista su sentido organizador y educador de los hombres y mujeres de la sociedad. Su imagen integral hay que tenerla presente como una gran referencia y recordarla, porque permite a la vez apartar las vituperaciones de viciados políticos y hombres de intereses exclusivamente económicos.
La bacanal de las fieras
El historiador colombiano y bolivariano Juvenal Herrera Torres, fallecido en 2005, en su ensayo La bacanal de las fieras “muestra su dolor cuando tilda de tragedia para Colombia la muerte del Libertador. Tal hecho, en su opinión, “…provocó la bacanal de las fieras que pusieron en la presidencia al asesino Obando. En su demencial odio a Bolívar, las fieras repudiaron el nombre de Colombia”. Y más adelante señala “Con Obando a la cabeza del santanderismo en el poder empieza una tormentosa pesadilla cuya sangre nos sigue ahogando hasta hoy”.
¿Qué es lo que el santanderismo ha hecho de Colombia en esta prolongada y tormentosa bacanal de fieras?, se pregunta Herrera Torres, para luego expresar:
-“Respondamos con la certera síntesis hecha por el Mayor® Gonzalo Bermúdez Rossi (El poder militar en Colombia, Ediciones Expresión, 1982, Bogotá): “…como en un bajo fondo de la política: administraciones demasiado ineficaces, mandatarios sombríos, patíbulos activos, gobernantes dispuestos a traicionar la naciente patria, innumerables golpes de Estado, guerras civiles a granel, violencia continuada y sistematizada, violación de la Constitución y los derechos humanos, relajamiento absoluto de la moral pública y una despiadada explotación y empobrecimiento de los nacionales proletarios de clase media”.
Ante esto, recordaba entonces Herrera Torres, que “…el Libertador nos enseño reiteradamente que la función de las fuerzas armadas consiste en defender las garantías sociales, cuidar de las fronteras de la nación y aquilatar las libertades del pueblo. Nos enseñó que la razón de ser del Estado es la de producir el bienestar social de la nación”. Y luego el historiador añade que “Otra valiosa lección que nos da Bolívar es que nunca podremos crear un mundo nuevo si no lo renovamos nosotros mismos, constantemente, sin cesar. Para ello debemos estudiar mucho, pensar con nuestra propia cabeza, mirarnos con nuestros propios ojos, superar el lastre del sectarismo que aliena y para liza, ser originales, creativos, imaginativos, realistas, dialécticos, nutrirnos de nuestros valores, de nuestra historia, identificarnos con nuestro pueblo, con nuestra tierra y nuestra época”.
En La bacanal de las fieras, el autor colombiano escribió que “Bolívar es un ejemplo espléndido: nos despierta y nos enseña a diferenciarnos de la común ordinariez, y nos invita a lo grandioso y a lo esencial de la vida. Nos invita a ser humanos y universales, a querer el suelo que pisamos y el paisaje nativo que nutrió nuestra infancia. Nos invita a reconocernos a amar nuestros ancestros, y nos reta a luchar contra esa opresión, que es invisible pero demoledora: la tiranía de la costumbre, el peso de la rutina y por sobre todo, nos invita a realizar lo imposible, ¡porque de lo posible se encargan los demás todos los días! Hay que crecer todos los días con la dignidad de ser hijo de Bolívar y Colombia y sentir como él que nuestra patria es América y que debemos dar todo lo mejor de la vida al servicio de la humanidad”.
Su ensayo, a nuestro entender, no sólo está lleno de dolor y tristeza por los acontecimientos después de la muerte de Bolívar, sino que a la vez, es altamente optimista y esperanzador para los latinoamericanos.

(*) Bolívar Quijote de América. Antología de ensayos. Juvenal Herrera Torres, Colección Alfredo Maneiro, Fundación Editorial El perro y la rana.


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