Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



martes, 25 de noviembre de 2008

Héroe de carne y hueso


No tratamos de escribir una antología de alabanzas sobre Simón Bolívar, conocido bien por su título de Libertador, simplemente tratamos, si es posible, conocer a través de otros más estudiosos y escritores que nosotros, a este héroe que está grabado en uno de los mejores capítulos de la historia de la humanidad, ajeno a las manipulaciones pero manipulada su personalidad en el tiempo; no fue un simple guerrero, no fue un peleador por pelear ni un aventurero y tampoco un conquistador. Simplemente fue un héroe y no de historietas.
El brasileño José Veríssimo, en su ensayo “Bolívar, profesor de energía”, que seleccionó el historiador y bolivariano colombiano, Juvenal Herrera Torres para su antología de ensayos “Bolívar quijote de América”, sostenía que El Libertador era el hombre más grande de América y uno de los más grandes de la humanidad y él, “…reunió en grado eminente y en una perfecta armonía cualidades excepcionales de pensamiento y acción”.
Ciertamente que hemos estado investigando, buscando, hurgando en la historia a fin de conseguir a un ciudadano con las cualidades de Simón Bolívar o mejores que las que poseía. Es necesario hacerlo, a fin de evitar aparecer, en ocasiones, como un fanático irracional que solo del arco iris ve un par de tonalidades.
Seguimos buscando porque no es nada fácil encontrar en otras personas el talento, la inteligencia, comprensión, reflexión, ese análisis de los acontecimientos, la visión de futuro, su tenacidad tras las metas, solidaridad, sentimientos, pasión en quehacer político, perseverancia y otras características que a veces pasamos por alto.
En su ensayo, Veríssimo escribe que “Aplicando esas cualidades de acción y pensamiento con una maravillosa energía y una actividad sobrehumana (nos hace recordar la travesía del soldado por Los Andes), realizó Bolívar, con débiles y escasos recursos, y en las condiciones más desfavorables, un hecho tal vez sin igual en la historia: Él arrancó a una potencia, entonces el mayor de los imperios coloniales, más de la mitad de sus dominios; él fundó cinco naciones e influyó poderosamente en la formación de otras”.
Juana de Ibarbourou, uruguaya, en su ensayo Alabanza de Bolívar(es otro trabajo de la antología de ensayos de Juvenal Herrera Torres), escribió que “Si a algún ser humano le cabe el título de superhombre, es a él, sin discusión; porque Bolívar es la figura más empinada y altiva que posee la historia de América. Fue el héroe, de la misma manera que el diamante es el diamante; por donde quiera que se le mirase, física o espiritualmente, en conjunto y en detalle. En él no había nada vulgar, ni de inferior. Parece que Dios mismo se hubiera complacido, al crearlo, en hacer de él la imagen más atrayente del heroísmo. Si tuvo faltas y defectos, su propia grandeza los borra de tal modo, que con él es ya casi imposible hacer crítica fría o sencillamente serena; avasalla, sugestiona y por fuerza de todo estudio sobre su personalidad vertiginosa se transforma en alabanza exaltada y en rendido panegírico”.
A nuestro entender, se requiere de mucha calma en la lectura de un guerrero como Simón Bolívar. No es el hombre de armas de las historietas de caballeros, la misma que mostraba a un valeroso hombre capaz de cumplir las más atrevidas hazañas para ser recompensado con la mano de una princesa suspirante.
Este admirado caraqueño fue un héroe de carne y hueso, con mucho carácter, enamorado y bailarín como pocos, capaz de molestarse con algún amigo, pero también pudo –y de hecho lo hizo- ser capaz de reconocer cuando había errado. Un lector de los clásicos y crítico de la vida de su tiempo, un reflexivo hombre americano.

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