Sociedades Americanas en 1828

La juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación, y los niños tienen que aprender a leer. Los jóvenes que han de reemplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya patria y lengua. Esto no lo conseguirán con escrúpulos, ni con burlas, ni con puntitos de erudición.
Simón Rodríguez, en Sociedades Americanas en 1828



miércoles, 26 de noviembre de 2008

Tiempos de vigencia y de metas


¿Qué ocurre en la América Latina en estos días finales del año 2008? La respuesta nada tiene de complicada. Hoy como ayer, los hombres honestos de esta gran nación del sur se buscan y se unen, están construyendo el denominador común que les permita atar y unir, como en el pasado soñó Simón Bolívar, sus pueblos en una sola geografía de la conciencia, del espíritu y la libertad. No hay dudas, después de tantos años, que el camino de la unidad ha sido encontrado por los latinoamericanos.
Todo ello no ha sido fácil. Reencontrarse, como lo están haciendo hoy en esta Suramérica, ha significado un redoblar de la conciencia, dormida ella por los acicates de una filosofía somnífera que sepultó a la humanidad en un simple mundo de baratijas espirituales y pragmáticas.
Reencontrarnos, conocernos más que en papeles, mostrar nuestras identidades, sonrisas y lágrimas de la geografía que nos cobija, ha sido un esfuerzo educativo, igual que ayer, cuando Bolívar, creador de pueblos e inventor desde la nada, como lo calificó el Maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa (El magisterio americano de Bolívar, Colección Claves de América, Biblioteca Ayacucho).
Ese ayer y este hoy, estamos plenamente convencidos, fueron y continúan siendo procesos educativos para la libertad, porque el hombre sin ella, es pasto de las alimañas que viven del dinero y del poder. Creemos en ese importante sentir de la educación que sintió como necesario el Libertador, como hoy lo es igual para los venezolanos y sus hermanos de la gran nación.
Humildemente compartimos con ese Maestro y pensador que fue Prieto Figueroa en torno al Bolívar educador, porque a la par de militar, de guerrero, el hombre sabía que sin educación era imposible derribar las barreras que se anteponía a la libertad. Así, el Maestro escribía:
“En Bolívar el político y el educador marchan juntos, ligados íntima y solidariamente. Para él libertar y educar eran tareas de una misma naturaleza. Por ello, una vez creada Bolivia, por considerar “que las más de las obras pías tienen por objeto la educación, instrucción y beneficencia pública”, decreta, con fecha 11 de diciembre de 1825, la adscripción de ciertas rentas de capellanías a los establecimientos públicos, así como las de sacristías mayores de canónigos y curias, cofradías, hermandades, rentas de monasterios suprimidos y las de censos y comunidades indígenas. En otro decreto de la misma fecha fija como primer deber del gobierno dar educación al pueblo; que esta educación debe ser uniforme y general; que los establecimientos de este género deben ponerse de acuerdo con las leyes del Estado y que la salud de la República depende de la moral que por la educación adquieren los ciudadanos en su infancia, y crea las rentas necesarias para atender a los servicios educativos, ordena al Director General de Enseñanza dar cuenta del estado de las escuelas y colegios y de los fondos que los sostienen, proponer un plan para crear una institución de enseñanza que abrace todos los ramos de instrucción, haciéndola general a todos los pueblos, establecer en cada ciudad capital de Departamento una escuela primaria con las divisiones correspondiente para recibir todos los niños de ambos sexos que estén en estado de instruirse, establecer una escuela militar y reparar los colegios de ciencias y artes. También dispuso Bolívar en ese mismo días, que pareciera de inspiración educativa, en medio de las preocupaciones de su tarea de organizar el nuevo Estado, “para prevenir el abandono, en que se crían muchos individuos por haber perdido en su infancia el apoyo de sus padres”, la creación de una escuela de huérfanos.
Revisar con seriedad los documentos y más variadas opiniones de los investigadores y contrastar con lo que está aconteciendo hoy día en nuestro continente del sur, es el camino para descubrir que los latinoamericanos, se vuelven a descubrir, entendiendo y comprendiendo cada día más al Libertador Simón Bolívar.

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